Tras las pasadas elecciones, han cambiado muchas cosas en la política española, pero sobretodo en la política asturiana; la frase de Lord Acton que dice que los problemas de la democracia se resuelven con más democracia, permanece vigente.
Bajo la debacle del PSOE y el triunfo del PP en España, se encuentra realmente el hartazgo de los españoles con la forma en que son representados por sus políticos, más ocupados en defender sus propios intereses que los de sus representados. La democracia española requiere un cambio profundo, porque no puede seguir secuestrada por las cúpulas de los partidos políticos, que son los que deciden, como si de un Antiguo Régimen se tratase. Los designados para representar a los ciudadanos, son elegidos por las cúpulas de los partidos y no por las bases, que solo pueden ratificarlos u oponerse y ser condenados al ostracismo. Una vez que las listas salen a urnas, sólo pueden ser apoyadas o rechazadas por los electores, que no eligen lo que quieren, sino que escogen entre lo que se les ofrece, cocinado en los sanedrines de las cúpulas partidarias. Esto ha derivado en un proceso de selección negativa perverso, que conculca la representación a los mejores y premia la de los peores, que son los designados por las cúpulas, no por su valía o capacidad, sino por su sumisión y acatamiento de lo que le manden desde arriba.
La crisis a la que asistimos no es una crisis de representación, sino de usurpación de la representación política por parte de los dirigentes, de las cúpulas de los partidos políticos; en el PSOE se está viendo cuando Rodríguez Zapatero ha colocado a Rubalcaba como su sucesor, al igual que Aznar colocó en su día a Mariano Rajoy. Con el dedo del poder, contra la democracia, contra los afiliados, contra el pueblo español que requiere dignidad, rigor y respeto. De esta forma, la democracia se ha convertido en demagogia, en una tiranía discreta que promueve el poder autoritario y totalitario. La cuestión es grave.
Mientras las plazas de España se llenan de indignados, desocupados, revolucionarios, indigentes, turistas y curiosos, en una protesta contra la política realmente existente, que no acaba de materializarse en una acción concreta, posiblemente, porque las que surgen no les agradan a los que tratan de subyugar y pastorear el movimiento social a sus propósitos, tras erigirse en “espontáneos” líderes de las masas, para favorecer la perpetuación de lo existente, en Asturias se ha iniciado una auténtica revolución política, gracias a la presencia de un político coherente y congruente: Francisco Álvarez Cascos. El experimento asturiano ha funcionado y Foro Asturias de Ciudadanos se ha alzado con la mayoría simple en las pasadas elecciones, sorprendiendo más a los extraños que a los propios. En España, los ciudadanos observan con simpatía lo acontecido, mientras que las cúpulas del PP, PSOE e IU, con su sentido patrimonial de la representación pública están aterrorizadas.
Gracias a la desinformación e intoxicación a que los medios de comunicación han sometido a la opinión pública, pocos conocerán que Francisco Álvarez Cascos ha sido el único político de España elegido de forma directa, por votación, por todos los afiliados a su partido. Más de 3000 votos a favor de los afiliados a Foro Asturias el 5 de marzo de este año, le han permitido ser el encargado de representarles. También muchos desconocen que el sistema de elección de candidatos y representantes del partido, aprobado en los Estatutos de Foro Asturias, es el de elecciones primarias, pero no como las que promueve el PSOE, sino como las que existen en los Estados Unidos, en las que los candidatos se presentan libremente, comunicándolo al partido cuando se abre el proceso electoral interno. También se desconoce que Foro Asturias ha aprobado un Código Ético en sus representantes, que les obliga a ser transparentes ante los ciudadanos y en el que la sanción por incumplimiento, les puede costar directamente el puesto.
En Asturias, tras más de treinta años de gobierno socialista, actualmente nos encontramos más bien ante un cambio de régimen, pues la fosilización e incrustación de los políticos al poder, ha conducido a un sistema de corrupción institucionalizado, denominado pacto del duerno, en el que todos los partidos con representación se han repartido los privilegios del poder, sin hacer política ni crítica que socavara o pusiera en peligro su abuso de poder. La corrupción existente en Asturias es infinita, y va desde comprar lapiceros a las mismas empresas (siempre a las mismas empresas desde hace décadas), por el PP y el PSOE, hasta la designación de los trabajadores de la administración pública por tener carnet de un partido o de otro, no sólo para los mejores puestos de trabajo, sino para cualquier puesto de trabajo, incluso para los contratos temporales.
En estos momentos se están celebrando negociaciones para formar gobierno en Asturias, la fuerza con más escaños es Foro Asturias y Francisco Álvarez Cascos debería ser el próximo Presidente del Principado, pero tanto el PSOE, que ha iniciado una campaña de ostracismo y exclusión contra Foro Asturias considerándolo de extrema derecha, para perfilar un acuerdo con el PP, que es simplemente de derechas y con IU que ya no sabe ni lo que son, sin embargo ha sido un fiasco, algo que se ha roto por completo al integrarse en Foro Asturias, Rafael Fernández Tomás, heredero del legado del socialismo histórico de Asturias, hijo del primer presidente democrático de Asturias y nieto del último presidente asturiano en la República, pero también en el PP que, por medio de Mariano Rajoy, y los líderes regionales, no aceptan el varapalo a que han sido sometidos, perdiendo más del 60 % de sus votos, por mor de su hijo pródigo, tratan ambos de coartar el resultado de las urnas, no sólo por la pérdida de poder y puestos de trabajo en sus partidos que esto supone, sino porque están aterrorizados ante las auditorías de las instituciones que han gobernado, que ya ha anunciado Francisco Álvarez Cascos.
Las bases del PSOE y del PP en Asturias, están exigiendo en estos momentos congresos respectivos en sus formaciones políticas, algo a lo que se están resistiendo las cúpulas en la región y a nivel nacional. Tanto la presión externa, desde Foro Asturias, con la victoria electoral sobre la mesa, como la presión interna desde las bases del PP y del PSOE, para erradicar a las cúpulas de sus partidos que han participado en la corrupción, como la presión en la calle de los ciudadanos, los acampados y los que han acudido a las urnas, tienen asediadas en estos momentos a las cúpulas del PSOE y del PP en Asturias. Realmente, los que están deslegitimados por sus propios compañeros, no deberían ser los que llevaran adelante un acuerdo para la próxima legislatura con la formación que ha triunfado en las elecciones, porque lo único que tratarán de negociar, no es lo mejor para su partido, sino lo que no resulte peor para ellos, es decir, lo que resulte, a la larga, mejor para ellos y peor para Asturias.
Por eso, en Asturias, más que un cambio de gobierno en una democracia, lo que se está dirimiendo es un auténtico cambio de régimen, de una demagogia infame y corrupta, urdida para beneficiar a las cúpulas de los partidos, a una democracia real y rigurosa en beneficio de todos los asturianos, los del PSOE, los del PP, los de IU, los de FORO, los acampados, los que no acudieron a votar, y los que no confían en la democracia. Quizás sea la última oportunidad que tengamos en España de mostrar que desde la política se pueden hacer las cosas bien, por eso el cambio de régimen en Asturias, puede ser el principio de la regeneración de la democracia en España y al mismo tiempo, el final de un régimen usurpador de la democracia por los partidos políticos que se han convertido en una nueva aristocracia.
Cuando nos echamos al monte, lo que hacemos en Asturias tiene su eco en la Historia de España, en esta tierra sabemos que lo que no somos capaces de hacer por nosotros mismos, no se lo podemos pedir a nadie y cuando nos rebelamos no nos detenemos hasta lograr nuestro propósito. "Mirad a Francisco Álvarez Cascos, pues así son la inmensa mayoría de los que están con él" (estas palabras nos dijo un día a los picopaleadores, su cónyuge, María Porto, cuando se dio cuenta de que Francisco no era el único, que había miles como él en esta tierra dispuestos a darlo todo por Asturias).
Somos diferentes, pero no por eso dejamos de considerarnos iguales a los demás españoles, no somos mejores, somos distintos y lo sabemos, pero no para aprovecharnos de los demás, sino también para hacer frente a las dificultades, ahí siempre aparecemos los primeros, esa es nuestra virtud más encomiable.
Enrique Suárez