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miércoles, 29 de agosto de 2007

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Los políticos españoles estarán en deuda permanente con el teatro clásico, en particular el griego, pero no solo por replicar los argumentos de los grandes espectáculos que nos han brindado Eurípides o Sófocles, sino también por el atrezzo, la puesta en escena, y la esperpéntica traición que hacen a los guiones y programas que habrían de desempeñar, tras haber sido elegidos por los ciudadanos como sus representantes.

Si los políticos del PSOE interpretan de forma magnífica el espíritu de la tragicomedia, por que nos hacen pasar de la carcajada a las lágrimas; el PP, es la fiel expresión de la tragedia en tres actos, con final terrible anunciado mil veces, con tambores y centellas.

Cada día nos sorprenden con alguna nueva patraña, la ministra de Fomento se deja decir que no es democrático dimitir de un puesto para el que ha sido elegida, mientras que el presidente Zapatero exige disculpas al gobierno francés por sus propias meteduras de pata. En el PP otro tanto de lo mismo, con las declaraciones de hasta aquí hemos llegado, para continuar con más al día siguiente, con el Más de CIU o en el más de lo mismo.

Desde cualquier vestigio de racionalidad, se puede comprender sin ser un genio, que los actores de la política española no solo carecen de rumbo, sino también de otro objetivo que el de su propia supervivencia en la escena, es la perpetuación ominosa, siempre los mismos diciendo y haciendo las mísmas cosas. El Parlamento Español es como un gran arca de Noé que navega al borde del naufragio permanente, en el océano de los desastres cotidianos, no solo los que no resuelven, sino los que ellos mismos producen. Los políticos españoles, hay que decirlo, producen por su sobrada ineptitud, muchos más problemas que resuelven.

Es cierto que actualmente, la política es el más grande de los escenarios públicos del presente, la escenografía del teatro de Esquilo o Aristófanes, proporciona la transformación de la imagen, para engañar una vez más al público. Los actores griegos, los políticos españoles, pobres mortales contra la ira de los dioses y la tenacidad de la realidad. El arte del engaño, bien aprovechado desde hace más de dos mil años por los políticos, aficionados actores de teatro, ahora propulsados al interior de nuestras vidas privadas por los medios de comunicación, poco han cambiado las cosas, y no ha sido para bien.

Los actores griegos utilizaban plataformas denominadas coturnos, grandes zuecos que sobrealzaban al representante ante su público, para engrandecer su imagen en escena, ¿no son coturnos para los políticos los medios de comunicación actuales?. Pero quizás el elemento más destacado del teatro griego, eran las enormes máscaras que mostraban la alegría o la tristeza para seducir la ilusión del público, así como los curiosos ropajes, con túnicas y almohadillas que distorsionaban la imagen de los actores, hasta impedir que los reconociera su misma madre en escena.

Hipócritas era el nombre que recibían los actores griegos enmascarados, precisamente nos ha quedado la definición semántica para referirnos hoy a las personas que fingen sentimientos que no tienen o abogan por ideales que no siguen. También estaba el coro, formado por todos los que ejercían de comparsas en el escenario para abundar en las destrezas y proezas de los primeros actores ¿Cuántos diputados y senadores de las Cortes Españolas, resultan desconocidos fuera de su familia y su pueblo?. ¿Extraordinaria coincidencia con nuestros políticos?.

Plataformas e intelectuales

Un fenómeno que está de moda en los últimos tiempos es el de crear plataformas políticas, una especie de prepartidos, con la esperanza de que lleguen a medrar entre tanta inconsecuencia. En Cataluña, se creó la plataforma de la asociación de Ciutadans, que terminó dejando caer en vuelo rasante tres paracaidistas en el Parlament catalán, contra todo pronóstico.

Esta plataforma fue inducida por quince intelectuales en Cataluña, entre los que destacaban Albert Boadella y Arcadi Espada, como más beligerantes, aunque Félix de Azúa, Pericay, Barbat, el recientemente fallecido Trias, los hace tiempo alejados Ana Nuño y Horacio Vázquez Rial, o los promotores del actual modelo ideológico del partido, Francesc de Carreras o Félix Ovejero, también estuvieran presentes.

Aquella plataforma se transformó en el partido de los Ciudadanos, que hoy no pasa por sus mejores momentos, tras su último congreso y las consecuencias inevitadas de organizar el partido en si menor, para satisfacción de los que siguen en el mismo y crispación de los que se han ido. La modificación del ideario inicialmente pactado, ha dejado en “stand by” a Ciutadans, hasta que se aclaren algunas cuestiones realmente importantes, como la actual fijación al espacio electoral del centro izquierda. ¿Qué quiere decir realmente?, ¿sólo se aceptan votos de este sector del electorado, o sólo ofrecen soluciones de centro izquierda para los problemas de los ciudadanos?. Esta pregunta debe responderse cuanto antes.

La otra gran formación de características similares, es la Plataforma Pro, inducida por algunos (no todos) los miembros de otra plataforma, Basta Ya, como Savater y Gorriarán, también intelectuales, y políticos como Rosa Díez, muy próxima a la tercera vía pero sin acabar de descolgarse del PSOE, aunque cada día parece más próxima su despedida del partido que la acogió durante más de treinta años.

La Plataforma Pro, sigue un planteamiento parecido a lo que en su día fue la asociación de Ciudadanos, que dio lugar al partido de la Ciudadanía – Ciutadans. Precisamente en unas declaraciones de hoy mismo, Fernando Savater adoptaba el papel de los intelectuales en la organización de la plataforma catalana, al decir que su participación en el nuevo movimiento político será como “asesor en segunda línea”.
La Plataforma Pro se ha declarado transversal ideológicamente, y regeneradora y activadora de la política española, y con una clara proyección nacional, más o menos lo que definía el ideario inicial de ciutadans, revocado tras el último congreso.

Para la cohesión de ambos movimientos hábrá que resolver esta disyuntiva sobre la transversalidad entre ambas formaciones políticas.

Reflexiones de un ciudadano

Cabe preguntarse por qué resulta tan complicado todo lo que tiene que ver con la política, en concreto con la creación de nuevas alternativas. En este país hay unos cuantos millones de ciudadanos que no acuden a las urnas, y la mayoría de los abstencionistas lo hacen por que han dejado de creer en los políticos y reclaman nuevas formas de hacer política, porque quieren volver a creer en sus representantes.

También hay numerosos intelectuales que denuncian permanentemente desde los foros en los que participan, a los políticos por sus nefastas actuaciones y su incapacidad manifiesta para resolver los problemas reales que tiene nuestro país.

¿Por qué resulta tan complicado que se encuentren en un proyecto?.

Hay varias razones, unas son externas y se fundamentan en la competición por el poder: los grandes partidos hacen labor de zapa permanente para que no surjan nuevos competidores desde las plataformas mediáticas que controlan, e incluso incorporando "topos" dentro de los nuevos partidos políticos.

Pero también hay razones internas, la principal es la falta de liderazgo, los intelectuales no se atreven a dar la cara, amagan pero no dan, pero no entran en escena; son críticos impíos desde sus respectivas retóricas, pero ven la obra desde sus palcos privilegiados, desde las primeras filas del patio de butacas, o escondidos entre bambalinas.

Un partido que pretenda abrir brecha entre el PSOE y el PP, lo tiene tan difícil como una nave que pretenda cruzar el estrecho paso situado entre las fauces de Escila y Caribdis.

Solo un gran actor podría destronar a los farsantes advenedizos, ha pasado la hora de los cronistas como Espada o Pericay, la de los filósofos como Savater, o la de los estudiosos como Gorriarán, de Carreras, o Bouza-Brey, y es la hora de los actores.

Solo hay una persona con capacidad para mostrarnos la auténtica realidad, con experiencia de muchos años, con inteligencia, con criterio independiente, y con una historia de lucha contra las variopintas veleidades del poder, me refiero a Albert Boadella.

Si algo sale adelante, será con el beneplácito del líder histórico de Els Joglars, donde el ponga la palabra, yo pondré mi voto y mi esfuerzo.

Los demás, son aficionados, muy notables, pero con buena voluntad no se ganará esta batalla por la escena, se necesita saber quien es el público (el pueblo), y solo un buen actor lo puede saber, el que ha visto llorar y reír a la gente con sus palabras, y no con sus actos, como han hecho en los últimos años nuestros políticos.

Atentos a Boadella, él es el mahdi de la política de este país, por que es el único con capacidad para “desenmascarar” a tanto hipócrita advenedizo. Atentos a Rosa Díez, es la política más desencantada de este país con su partido político, y con la forma de hacer política en España. Ambos son actores necesarios.

Ojalá se decidan antes de que el teatro griego que estamos viviendo en la política española se convierta en una parodia del circo romano con gladiadores a comisión, y reparto de pan y vino entre los asistentes al festejo, para que aplaudan cuando toque, por animación de los edecanes.

Si Boadella desmitifica el panteón de notables, y Rosa Díez se decide de una vez a dirigir la nueva formación desde su "agnosticismo" en la partitocracia, habrá oportunidad para una alternativa que será con certeza transversal y ciudadana, y hay muchas posibilidades de que los grandes partidos tengan que abrir las compuertas del poder, para dejar paso a otra forma de hacer política en este país.

De una larga conversación entre ambos depende el futuro, son los actores necesarios para que el innecesario drama que nos están haciendo vivir nuestros representantes políticos, tenga un final sin tragedia, y para los más optimistas, sea el comienzo de una nueva era en la política española.


Biante de Priena

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