Otra vez Uriarte. Como en ocasiones anteriores y recientes, vuelve a escupir por su boca putrefacta el veneno que la iglesia vasca destila desde hace ya cuarenta años, solidarizándose por enésima vez con los asesinos, cuya emergencia favoreció y amparó en sus seminarios nacionalistas, entre sotanas y pistolas.
Ahora nos dice el obispo de San Sebastián y portavoz de su jefe, el honorario tan poco honorable Setién, que "cómo olvidar a las centenares de familias guipuzcoanas que echan especialmente de menos a un miembro en prisión y a las que un nudo en la garganta les ha impedido cantar en la mesa navideña el Ator, ator, mutil etxera", en alusión a una canción típica vasca que dice algo así como "ven, hijo, a casa".
Pero que no se confunda el lector: este miserable obispo no se refiere a los Sres. Centeno y Trapero, Guardias Civiles con 23 y 24 años matados por esos gudaris a quienes tanto entiende, por ser de los suyos. No. Es un homenaje y una muestra de cariño más a los asesinos etarras presos y a sus familias, en su mayoría corroídas por el odio. Ni disimulan ya estos amigos de Eta con falsas equidistancias, pues la única mención a las familias de los asesinados por los criminales nacionalistas ha sido aséptica, fría y distante, sin mencionar a Eta, recordando en once hipócritas palabras a quienes "han sido víctimas de terribles asesinatos que nos avergüenzan a todos".
Quienes me avergüenzan a mí son Setién, usted y la pandilla de golfos sacerdotes y diáconos vascos solidarios con los terroristas y su gente. Como católico y cristiano, no pienso desearle una feliz navidad ni a usted ni a sus infames compañeros de lucha, y seguiré denunciando día y noche su satánica alianza con el mal, para que lo sepan millones de honrados creyentes, atónitos ante su bajeza.
Dante Pombo de Alvear
Ahora nos dice el obispo de San Sebastián y portavoz de su jefe, el honorario tan poco honorable Setién, que "cómo olvidar a las centenares de familias guipuzcoanas que echan especialmente de menos a un miembro en prisión y a las que un nudo en la garganta les ha impedido cantar en la mesa navideña el Ator, ator, mutil etxera", en alusión a una canción típica vasca que dice algo así como "ven, hijo, a casa".
Pero que no se confunda el lector: este miserable obispo no se refiere a los Sres. Centeno y Trapero, Guardias Civiles con 23 y 24 años matados por esos gudaris a quienes tanto entiende, por ser de los suyos. No. Es un homenaje y una muestra de cariño más a los asesinos etarras presos y a sus familias, en su mayoría corroídas por el odio. Ni disimulan ya estos amigos de Eta con falsas equidistancias, pues la única mención a las familias de los asesinados por los criminales nacionalistas ha sido aséptica, fría y distante, sin mencionar a Eta, recordando en once hipócritas palabras a quienes "han sido víctimas de terribles asesinatos que nos avergüenzan a todos".
Quienes me avergüenzan a mí son Setién, usted y la pandilla de golfos sacerdotes y diáconos vascos solidarios con los terroristas y su gente. Como católico y cristiano, no pienso desearle una feliz navidad ni a usted ni a sus infames compañeros de lucha, y seguiré denunciando día y noche su satánica alianza con el mal, para que lo sepan millones de honrados creyentes, atónitos ante su bajeza.
Dante Pombo de Alvear