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sábado, 27 de diciembre de 2008

El Estado y la Sociedad contra Zapatero

No, todavía no es un juicio, es la definición de una coyuntura. Las instituciones, y los funcionarios que en ellas trabajan, están hartos de los engaños políticos del Presidente de Gobierno, no solo porque trabajar par el Estado está penado económicamente en relación a la mayoría de las autonomías y algunos municipios, sino porque por su formación y proximidad a las decisiones políticas, los funcionarios son unos observadores privilegiados de los desmanes de este gobierno.

Algo que los funcionarios en su conjunto no soportan son los privilegios, les resulta estridente aceptar, que por su cara bonita, sus jefes cobren más que ellos o lo mismo, por pertenecer a un partido político que se ha afincado en el poder, cuando a ellos les ha costado sangre, sudor y lágrimas su plaza laboral. Tampoco están por la labor, porque en el fondo son un gremio que conserva raíces jerárquicas, de que dependan más sus carreras profesionales de sus afinidades políticas que de sus conocimientos y experiencias.

El Estado contra Zapatero

La rebelión del Estado, de las instituciones, de los funcionarios, se ha venido tejiendo durante el pasado año, y ahora ya está madura para su manifestación.

Las últimas declaraciones del ministro de justicia, Bermejo, diciendo que el gobierno iba a intervenir en el corporativismo de la justicia, han sido la gota que ha colmado el vaso. El Consejo General del Poder Judicial ha hecho unas contundentes declaraciones por medio de su portavoz, en las que se concluye que el PSOE está actuando desde el populismo, cosa que sabíamos desde hace tiempo, pero que no se había dicho jamás en la historia de la democracia de este país desde el tercer pilar del poder del Estado.

En el PSOE, a fuerza de reiterarse en la intrusión, están convencidos de que la democracia se convierte en dictadura cuando se obtienen votos suficientes para gobernar. No acaban de comprender que las elecciones, por muy democráticas que sean, por muchos votos que procuren, no son la conclusión de la democracia, sino su comienzo.

La democracia, no concede a los políticos la posibilidad de extralimitarse en sus funciones, de sobrepasar el ámbito constitucional, de ejercer el poder de forma autoritaria, de excluir a los contrarios de las decisiones últimas sobre cuestiones que afectan a todos los ciudadanos (ETA, economía, servicios, relaciones internacionales, política de defensa), de negar la existencia de un común, o de privilegiar lo particular frente a los intereses generales.

En Periodista Digital, lo expresan con contundencia, cuando el redactor se hace un par de preguntas sobre el tema:

¿Por qué ha de valer el criterio jurídico de Zapatero, que no pasó de penene en Derecho, o de Blanco, que ni siquiera terminó la carrera, más que el del reputado jurista Carlos Dívar y otros profesionales de la magistratura teóricamente elegidos por sus méritos? ¿Sería acaso mejor dejar esta clase de expedientes en manos de tribunales populares que aplicasen la visceral justicia de la plebe?

Era de prever que ocurriría. Ante el silencio parlamentario del legislativo, por ominosa ausencia del PP, a la espera de contemplar como pasa el cadáver del PSOE ante su puerta, tras su derrota por la crisis económica; la pelota está condenada a pasar al tercer pilar del poder del Estado, siguiente línea de resistencia ante la vorágine vesánica de una colección de impresentables confabulados en la destrucción de los soportes estructurales del Estado; un gobierno salvaje, que ni respeta principios, ni normas, ni reglas, ni leyes, en su voraz nihilismo.

La sociedad contra Zapatero

Otro frente abierto es el revisionismo, al que se somete a los españoles desde las decisiones políticas del Gobierno, tanto en cuestiones históricas –concediendo beneficios a determinadas autonomías a costa de los intereses comunes, generales, auténticos-, religiosas –mañana se congregarán en Madrid los cristianos para defender la familia-, culturales –negación de todo lo relacionado con lo español para favorecer posiciones de sus aliados políticos nacionalistas-, o modernizadoras intempestivas –establecer nuevos criterios de creencia por decreto (pacifismo, generismo, climatismo, privilegio de las posiciones dependientes frente a las autosuficientes, aliancismo, condescendencia con los enemigos de la nación española y de los españoles-, contra las tradiciones habituales en nuestro país, sólo para dar apoyo a sus clientelas políticas.

El Gobierno entrará en el año 2009 en política de resistencia, de negación de la realidad –aún más que lo que ha hecho hasta ahora, ejemplo: la crisis-, de acoso a los discrepantes, de persecución de los opositores, de proselitismo cada día más zafio y vulgar, en la búsqueda de eliminación de todo lo que no concuerda con su interpretación de la realidad.

España no puede soportar a Zapatero, ni las política del PSOE de privilegio de los intereses particulares de los nacionalistas y los socialistas, frente a los intereses generales y comunes; el Estado, no puede permitir ni unos meses más los desmanes políticos de Zapatero que atentan contra la continuidad estructural de las instituciones, y el Estado de Derecho, no puede soportar el autoritarismo de un Presidente, que al igual que Chavez en Venezuela, utiliza la democracia para asfixiar la libertad, la igualdad y la justicia. En el caso de las coyuntura económica, creo que es innecesario ofrecer un argumento, porque todas las propuestas del gobierno son pura demagogia, estéril en resultados, que vamos a terminar pagando todos.

El progresimo del PSOE nos ha conducido al borde del abismo económico, antes del regreso al malestar social, y también, al borde del abismo político, en la demolición de las instituciones del Estado. Con deudas y sin recursos lo vamos a pasar muy mal españoles durante los próximos años.

Este gobierno, ha cruzado el limite de la razón para, en una huída hacia delante sin precedentes, salvarse y salvar a los suyos del naufragio, mientras el resto de los españoles nos hundimos definitivamente en la miseria. No nos queda mucho tiempo para rectificar, no es hora de discutir sobre si lo que hace el Gobierno está bien o mal, es hora de echarlos a la calle para siempre.

Todo aque que comparta que sin ellos estaremos mejor, es necesario, imprescindible; la pluralidad transversal en la reacción es la respuesta lógica ante la dictadura de modelo unitario del progresismo. A pesar de todo, Zapatero, en su torpeza, ha logrado lo contrario de lo que pretendía: unirnos a todos los españoles que no esperamos concesiones de su política, contra él, su gobierno, y su partido.

Se está configurando un amplio frente social, transversal, en estos momentos que derribará las estupideces de un gobierno que nos ha arrojado, literalmente, fuera de la democracia. Bienvenidos sean paganos, cristianos o ateos; trabajadores, autónomos o parados; mileuristas o millonarios; empresarios o asalariados; conservadores o cambiadores; inmigrantes o autóctonos, jóvenes, viejos, mujeres, hombres, al fin ciudadanos, en una palabra, que pretenden un común mejor, no pueden estar a favor de las políticas de Zapatero que buscan la confrontación de los ciudadanos y el privilegio, exclusivamente para los que aplauden sus políticas desde el sectarismo y el beneficio esperado, y la consecuente humillación permanente de los que se oponen a sus injustas imposiciones, y todo ello, utilizando el erario público, los medios de comunicación, el dinero de todos, para implantar sus delirios de grandeza, su ambición desmesurada y su paso a la posteridad como un mesías del progresismo.

Ha sido demasiado, es necesario pasar página definitivamente. España no puede soportar a Zapatero como Presidente de Gobierno, al igual que Zapatero no puede soportar a España como Presidente de Gobierno. Y lo que no puede ser, no es, no puede ser y además, es imposible.


Biante de Priena

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