En este país, la política está restringida a los partidos políticos; la participación de los ciudadanos se resume en acudir a las urnas cada cuatro años para ratificar las propuestas que se ofrecen
Los partidos políticos españoles carecen de democracia interna, y se constituyen en una jerarquía de castas que funcionan de forma sectaria. Las cúpulas de las distintas formaciones políticas se comportan de forma autoritaria, estableciendo un discurso uniforme que representa los intereses de los representantes y no el de los representados.
No se pueden seguir admitiendo las cosas que ocurren, y quedarse tan tranquilos. Ayer un estalinista dijo que el Estado debe educar a los ciudadanos, barbaridad que ni el mismo Marx se atrevería a pronunciar hace siglo y medio.
Vivimos en una democracia aparente, una auténtica escenificación de la democracia en la que se representa una obra de teatro política, en la que los actores políticos han pagado el peaje de no tener criterio propio, y ser simples instrumentos de la dirección política de sus respectivas formaciones.
El funcionamiento de los partidos políticos se resume en la frase que Alfonso Guerra pronunció hace unos cuantos años: "el que se mueva no sale en la foto". Y su profecía se ha cumplido, nadie se ha movido, y todos siguen saliendo en la foto, que a estas alturas ya se ha hecho película, en la que siempre se repiten las mismas escenas. Ahora estamos asistiendo al espectáculo que se está dando en el Partido Popular entre Esperanza Aguirre y vete a saber tú quienes.
El modelo se traslada a la sociedad y el papel que los ciudadanos podemos desempeñar en nuestra democracia es el de acomodarnos a la oferta de alguna formación política o pasar a la disidencia, la abstención y el desentendimiento.
No se corresponde esta forma de hacer política con una época en la que la información es asequible, la comunicación inmediata, y la cultura de los ciudadanos suficiente para discernir entre lo que les conviene y lo que les perjudica.
La política y los políticos, están retrasando el avance de nuestro país, se han convertido en un lastre que impide desde su ocupación del Estado el desarrollo de la sociedad, que queda limitado a sus obsesiones y delirios. Los políticos crean problemas para luego mostrar que pueden resolverlos, para ser valorados como un elemento útil en nuestra sociedad, cuando en realidad son una lacra.
El Estado no puede dirigir la sociedad, es la sociedad la que debe establecer que Estado es el que quiere, pero de forma directa, sin intermediarios, ni rentistas.
Necesitamos una sociedad constituyente de la política, ajena a los partidos políticos, organizada de forma eficaz, que defienda sus propios intereses, más allá de las obsesiones particulares de los políticos, que no son más que la representación de intereses propios y no comunes.
Los ciudadanos españoles tenemos que hacernos de una vez adultos, políticamente hablando, y exigir nuestros derechos, cumpliendo con nuestros deberes. Somos responsables y no necesitamos tutela, podemos configurarnos como alternativa a la política desde un escenario civil, pero eso requiere compromiso, fe y muchas horas de trabajo. Merece la pena.
Los políticos son una etapa a superar para alcanzar el bienestar que nos corresponde, el que nos detraen nuestros representantes para seguir viviendo de representarnos.
Como en la antigua Grecia, lo único que nos importa de la política es la estructura institucional del sistema, los contenidos deben ser establecidos por los ciudadanos, y no como simples vasallos de los señores que administran el poder.
Es necesario que los ciudadanos españoles, y los de todo el mundo, nos liberemos de los políticos que nos representan, lamentablemente, no lo hacen bien, y tengo la certeza de que mientras sigan campeando a su voluntad por el territorio de nuestros derechos, seguirán defendiendo los intereses de sus partidos, antes que los de sus representados.
Erasmo de Salinas
Los partidos políticos españoles carecen de democracia interna, y se constituyen en una jerarquía de castas que funcionan de forma sectaria. Las cúpulas de las distintas formaciones políticas se comportan de forma autoritaria, estableciendo un discurso uniforme que representa los intereses de los representantes y no el de los representados.
No se pueden seguir admitiendo las cosas que ocurren, y quedarse tan tranquilos. Ayer un estalinista dijo que el Estado debe educar a los ciudadanos, barbaridad que ni el mismo Marx se atrevería a pronunciar hace siglo y medio.
Vivimos en una democracia aparente, una auténtica escenificación de la democracia en la que se representa una obra de teatro política, en la que los actores políticos han pagado el peaje de no tener criterio propio, y ser simples instrumentos de la dirección política de sus respectivas formaciones.
El funcionamiento de los partidos políticos se resume en la frase que Alfonso Guerra pronunció hace unos cuantos años: "el que se mueva no sale en la foto". Y su profecía se ha cumplido, nadie se ha movido, y todos siguen saliendo en la foto, que a estas alturas ya se ha hecho película, en la que siempre se repiten las mismas escenas. Ahora estamos asistiendo al espectáculo que se está dando en el Partido Popular entre Esperanza Aguirre y vete a saber tú quienes.
El modelo se traslada a la sociedad y el papel que los ciudadanos podemos desempeñar en nuestra democracia es el de acomodarnos a la oferta de alguna formación política o pasar a la disidencia, la abstención y el desentendimiento.
No se corresponde esta forma de hacer política con una época en la que la información es asequible, la comunicación inmediata, y la cultura de los ciudadanos suficiente para discernir entre lo que les conviene y lo que les perjudica.
La política y los políticos, están retrasando el avance de nuestro país, se han convertido en un lastre que impide desde su ocupación del Estado el desarrollo de la sociedad, que queda limitado a sus obsesiones y delirios. Los políticos crean problemas para luego mostrar que pueden resolverlos, para ser valorados como un elemento útil en nuestra sociedad, cuando en realidad son una lacra.
El Estado no puede dirigir la sociedad, es la sociedad la que debe establecer que Estado es el que quiere, pero de forma directa, sin intermediarios, ni rentistas.
Necesitamos una sociedad constituyente de la política, ajena a los partidos políticos, organizada de forma eficaz, que defienda sus propios intereses, más allá de las obsesiones particulares de los políticos, que no son más que la representación de intereses propios y no comunes.
Los ciudadanos españoles tenemos que hacernos de una vez adultos, políticamente hablando, y exigir nuestros derechos, cumpliendo con nuestros deberes. Somos responsables y no necesitamos tutela, podemos configurarnos como alternativa a la política desde un escenario civil, pero eso requiere compromiso, fe y muchas horas de trabajo. Merece la pena.
Los políticos son una etapa a superar para alcanzar el bienestar que nos corresponde, el que nos detraen nuestros representantes para seguir viviendo de representarnos.
Como en la antigua Grecia, lo único que nos importa de la política es la estructura institucional del sistema, los contenidos deben ser establecidos por los ciudadanos, y no como simples vasallos de los señores que administran el poder.
Es necesario que los ciudadanos españoles, y los de todo el mundo, nos liberemos de los políticos que nos representan, lamentablemente, no lo hacen bien, y tengo la certeza de que mientras sigan campeando a su voluntad por el territorio de nuestros derechos, seguirán defendiendo los intereses de sus partidos, antes que los de sus representados.
Erasmo de Salinas