Si la casta es la representación inícua y desquiciada del poder,
en su plena magnitud y su voraz profundidad, que ha secuestrado las instituciones
españolas, hasta ser responsable de toda la corrupción, fraude y menosprecio
cívico que nos concede, la derecha de la casta formada por todos los
partidos con poder y representación, por dejarlo claro; Podemos es la izquierda de la
casta, que sin cambiar instituciones, ni hábitos, ni perseguir delitos
cometidos pretende imponernos como alternativa un programa comunista estrafalario, absolutamente incompatible con la idiosincrasia española, los problemas que tenemos y nuestra condición
europea.
Si la casta de derechas en la que se reúnen todos
los partidos con representación y poder está formada por ilusionistas, la de
izquierdas, que aspira a desplazarlos del poder, está formada por iluminados. Es hora de que dejemos de jugarnos nuestro porvenir entre ilusionistas e iluminados y alcancemos definitivamente la realidad
La inmensa mayoría de los españoles
sabemos que tenemos un grave problema con la representación política afincada
de forma sectaria en los partidos políticos de todos los colores, como se ha
podido comprobar en las pasadas elecciones europeas, en la que los apoyos a
todos los partidos –incluido Podemos- recibieron un 42 % de apoyo electoral,
porque el 58 % de los españoles con derecho a voto no avaló a ninguno. Más
recientemente en el simulacro independentista de Cataluña, sólo un tercio de
los catalanes acudió a la convocatoria de todos los partidos que gobiernan la
comunidad en simulacro de secesionismo ininterrumpido.
La representación política española tiene
un grave problema de legitimidad, que la casta trata de resolver con un
simulacro de regeneración desde el poder y un simulacro de amenaza a la coherencia representado
por Podemos. Pero en este país ya no estamos para simulacros, porque como no se
inicie el camino sustancial de devolver este país a la democracia real, tras el
secuestro desde el poder que se ha venido cometiendo durante las últimas
décadas, cualquier día nos despertaremos con un simulacro de revolución
y violencia, que vamos a terminar pagando todos.
Es hora de dejar atrás todos los
simulacros que sólo sirven para ocultar todas las mentiras y corrupciones del
poder y dan alas a las hordas de coletaris y posiblemente, en breve, a las de
los nazis sin cuartel que esperan una oportunidad para romper con cualquier
recuerdo de orden, normalidad y tranquilidad. Es hora de devolver al
congelador de la historia el huevo de la serpiente, porque de otra forma el
precio del descalabro cometido desde el poder no lo van a pagar exclusivamente
los criminales que lo han cometido, sino todos los españoles.
Es hora de que rindan cuentas y se dejen
de cuentos, este país no soporta más el burka que tratan de imponerle, los de
la casta y los de Podemos. Ni Ormuz, ni Ahriman, el maniqueísmo es tan arcaico
como la soberbia, desmesura, osadía y miseria de los representantes del poder a
lo largo de la historia, contra hibrys, no queda otra que Némesis, cuando Até, la diosa de la fatalidad anda suelta.
La hora de
la verdad se aproxima y va a dejar en pelotas a todos lo que representan el
simulacro de democracia en que han convertido nuestra existencia, tras habernos dejado despojados, devastados y demolidos a quienes un día, crédulos, ingénuos e inocentes, les alzamos al poder. La nación española tiene un poder supremo y soberano, el pueblo español, todos los demás, rey, partidos, instituciones y poderes fácticos son prescindibles. El pueblo español hablará y decidirá cuando le salga de las narices, no cuando se lo permitan y consientan los tiranos, para ser lo que se es, no hace falta permiso, ni concesiones.
Enrique Suárez