Mensaje de Navidad de Juan Carlos I
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viernes, 22 de diciembre de 2006
Hijos de la ira
No es la primera tropelía del Psoe en estos casi tres años de gobierno, pero es una de las más representativas de esa mezcla de degradación moral y de mediocridad humana que caracteriza el poder ejercido actualmente desde Moncloa.
Recapitulemos los hechos:
Gabilondo introduce “sin comentarios”, hace unos días en su telediario con audiencia íntima, un reportaje cuya intencionalidad era demostrar que un señor se hacía pasar por víctima del terrorismo cuando desfilaba con silla de ruedas en una manifestación reciente en Sevilla. Con la sincronización a la que nos tienen acostumbrados el gobierno y Prisa, los inefables Pepiño y Garrido irrumpieron acusando a la AVT y al PP de mentir, engañar, manipular y jugar con los sentimientos de la gente.
Quedó demostrado, en los días siguientes, que se trataba de un poliomiélitico que participaba en la manifestación (como hubiéramos podido hacerlo usted o yo) y que, al padecer una minusvalía, iba con su silla de ruedas en primera fila, como se suele hacer en los estadios de fútbol, en los espectáculos y en cualquier acto social. Los “periodistas”, por llamarlos de alguna manera, sabían dónde vive, el bar que frecuenta y conocían sus hábitos cotidianos (¿habrán seguido un cursillo de seguimiento previo, de esos que hace la Eta?).
Seis días tardó Gabilondo en presentar disculpas, muy tardías, quién sabe si a raíz de la denuncia judicial presentada por la Asociación de Víctimas del terrorismo, pero se disculpó. Espero ahora que, en un acto continuado de contrición, pida perdón por el terrorista suicida del 13-M.
Pero Pepiño el iletrado y Garrido el mexicano, nenni. No se han disculpado, ni lo harán. Porque lo suyo es la mentira, la calumnia y el insulto permanentes. Para eso les pagan, y además no saben hacer otra cosa. Son como restos arqueológicos del estalinismo, pero de pacotilla, a lo bestia: dignos sucesores de los komisarios de Largo Caballero y de Negrín, no se han enterado de que España tiene un pacto constitucional todavía vigente, el de 1.978, que garantiza el estado de derecho y obliga al respeto de la ley y de la equidad, particularmente si se tienen responsabilidades políticas desde el partido que ejerce el poder.
Sólo se puede entender desde la ira. La misma ira que escupe, cada miércoles, la vicepresidenta del gobierno contra una “derecha” injusta e ilegítima por esencia. La misma ira que lleva a Zapatero a intentar integrar a los terroristas vascos y a los nacionalismos antidemocráticos en el ámbito de decisión política, lo que supone excluir al PP, a sus diez millones de votantes y, finalmente, a quien no comparta los objetivos separatistas. La misma ira que lleva a los ex franquistas Cebrián y Polanco a repartir octavillas de desprecio y desinformación, cada día, contra la mitad política del país. Una ira irracional, alimentada sólo a posteriori por el ansia de poder. Una ira que les arrastra a deshacer la reconciliación de la transición y a reconstruir el escenario del odio y de la confrontación.
Frente a esta agresión, una Corona callada, ausente e inútil, y una alternativa política, la “derecha”, paralizada por el miedo a sombras de los fantasmas del pasado, o peor todavía, cómplice pasiva de las indignidades insolidarias que se expanden en algunos lugares de España (si, “España”, palabra no censurada en este blog).
La única salida a este disparate es la reacción ciudadana. ¿La qué?
Dante Pombo de Alvear, Reflexiones liberales
Recapitulemos los hechos:
Gabilondo introduce “sin comentarios”, hace unos días en su telediario con audiencia íntima, un reportaje cuya intencionalidad era demostrar que un señor se hacía pasar por víctima del terrorismo cuando desfilaba con silla de ruedas en una manifestación reciente en Sevilla. Con la sincronización a la que nos tienen acostumbrados el gobierno y Prisa, los inefables Pepiño y Garrido irrumpieron acusando a la AVT y al PP de mentir, engañar, manipular y jugar con los sentimientos de la gente.
Quedó demostrado, en los días siguientes, que se trataba de un poliomiélitico que participaba en la manifestación (como hubiéramos podido hacerlo usted o yo) y que, al padecer una minusvalía, iba con su silla de ruedas en primera fila, como se suele hacer en los estadios de fútbol, en los espectáculos y en cualquier acto social. Los “periodistas”, por llamarlos de alguna manera, sabían dónde vive, el bar que frecuenta y conocían sus hábitos cotidianos (¿habrán seguido un cursillo de seguimiento previo, de esos que hace la Eta?).
Seis días tardó Gabilondo en presentar disculpas, muy tardías, quién sabe si a raíz de la denuncia judicial presentada por la Asociación de Víctimas del terrorismo, pero se disculpó. Espero ahora que, en un acto continuado de contrición, pida perdón por el terrorista suicida del 13-M.
Pero Pepiño el iletrado y Garrido el mexicano, nenni. No se han disculpado, ni lo harán. Porque lo suyo es la mentira, la calumnia y el insulto permanentes. Para eso les pagan, y además no saben hacer otra cosa. Son como restos arqueológicos del estalinismo, pero de pacotilla, a lo bestia: dignos sucesores de los komisarios de Largo Caballero y de Negrín, no se han enterado de que España tiene un pacto constitucional todavía vigente, el de 1.978, que garantiza el estado de derecho y obliga al respeto de la ley y de la equidad, particularmente si se tienen responsabilidades políticas desde el partido que ejerce el poder.
Sólo se puede entender desde la ira. La misma ira que escupe, cada miércoles, la vicepresidenta del gobierno contra una “derecha” injusta e ilegítima por esencia. La misma ira que lleva a Zapatero a intentar integrar a los terroristas vascos y a los nacionalismos antidemocráticos en el ámbito de decisión política, lo que supone excluir al PP, a sus diez millones de votantes y, finalmente, a quien no comparta los objetivos separatistas. La misma ira que lleva a los ex franquistas Cebrián y Polanco a repartir octavillas de desprecio y desinformación, cada día, contra la mitad política del país. Una ira irracional, alimentada sólo a posteriori por el ansia de poder. Una ira que les arrastra a deshacer la reconciliación de la transición y a reconstruir el escenario del odio y de la confrontación.
Frente a esta agresión, una Corona callada, ausente e inútil, y una alternativa política, la “derecha”, paralizada por el miedo a sombras de los fantasmas del pasado, o peor todavía, cómplice pasiva de las indignidades insolidarias que se expanden en algunos lugares de España (si, “España”, palabra no censurada en este blog).
La única salida a este disparate es la reacción ciudadana. ¿La qué?
Dante Pombo de Alvear, Reflexiones liberales
El secuestro de las sabinas
Cada día me sorprende más el aturdimiento político de los españoles, parece que la dictadura de Franco y sus secuelas, nos han dejado zombies. Es conocido que somos un pueblo sugestionable, proclive a la hipnosis colectiva por cualquier charlatán mediático o político. No distinguimos la conquista de la libertad del “secuestro intencionado de la opinión pública”.
Ayer mismo, leía en Ciudadanos en la Prensa, que el nuevo plan para la violencia de género estará dotado con 47,7 millones de euros, lo que supone alrededor de 8000 millones de las antiguas pesetas, que se repartirán entre las luchadoras por la liberación de la mujer, esa cohorte sicaria que vive de la violencia de género, y que recibe más fondos de sus benefactores del gobierno, cuantas más muertes se producen.
Se han producido 64 homicidios de mujeres a manos de sus parejas en España a lo largo del último año. Entre los últimos figuraban varios con la siguiente condición: anciano asesina a su pareja, también anciana y enferma, y luego se suicida. Esto no es violencia de género es suicidio compartido, o eutanasia-suicidio, como ustedes prefieran, pero hay varios casos que cumplen estas condiciones entre los mencionados.
Nadie dice que este año se han producido 22 muertes de varones a manos de sus parejas femeninas, porque es incorrecto políticamente hablando. Sólo se puede resaltar en la comunicación lo que conviene electoralmente a los partidos de izquierda.
En España hay una tasa de suicidios de 8,1 por cien mil, alrededor de 3000 muertes violentas, de las que más del 75 % son de varones. Sin embargo, se producen 0,9 homicidios por cien mil. Cualquier político con dos dedos de frente, ante estos datos, comprendería que el problema de las muertes violentas en nuestro país es el suicidio, no el homicidio, y que afecta a los hombres, mucho más que a las mujeres.
Pero esto no resulta interesante desde un punto de vista electoralista, porque los suicidios no se pueden utilizar como bandera política; sin embargo la muerte de las mujeres a manos de sus parejas sí.
La mitad del electorado son mujeres, por si no lo recuerdan, y muchas sienten desde esta propaganda persuasiva, que los partidos de izquierda son los únicos que realmente defienden sus derechos. Nada más lejos de la verdad.
Cualquier criminólogo, desde las aportaciones de Pareto, sabe que en los casos de violencia social sobre un grupo determinado, la mejor intervención posible será la que se realiza en el lado de los agresores, no en el de las víctimas. Esto vale para ETA, los terroristas islámicos, los skins, los acosadores en todas sus presentaciones, y por supuesto, para los violentos en el ámbito doméstico.
Erradicar la fuente de agresión es mucho más rentable para resolver un problema de violencia, que ocuparse de que las víctimas sean convertidas en mártires. Hay que decir de una vez por todas a la opinión pública, que la política de género que se está desarrollando en nuestro país, contribuye a incrementar el número de víctimas en la violencia doméstica.
Se están desarrollando prácticas de cultivo e inducción en esta cuestión, convenciendo a la población femenina de que cualquier discrepancia u hostilidad manifestada por su pareja, es susceptible de ser considerada como un acto de opresión y dominación , que la mujer no debe consentir bajo ningún concepto, porque en ese momento la mujer representa a todo el género femenino que tiene ante sí a un representante de la opresión histórica del género masculino. Desaparece el vínculo, y surge la confrontación.
Esta episteme cultural, envenena la relación y la convivencia, y se carga todos los mecanismos de la tolerancia y concordia, hasta que llega un momento en que la violencia brota por todas partes, sin freno alguno, a veces con desgraciadas consecuencias.
La discriminación positiva en cuestiones relacionadas con la justicia es uno de los mayores errores que se puede cometer en un Estado democrático, y aquí se ha cometido.
Quiero lanzar una hipótesis a la opinión pública de nuestro país, preguntando si no es la violencia institucional que se ha instaurado en España en los últimos años, desde las políticas de género promovidas por la izquierda, y el impresionante eco mediático y social que han recibido, una de las causas fundamentales del incremento de las conductas violentas en el ámbito doméstico.
En nuestro país se está produciendo una inversión de la discriminación, promovida desde instancias políticas interesadas, al igual que ha ocurrido con el castellano en Cataluña, que en los años setenta del siglo pasado era hegemónico y actualmente ha sido sustituido por la hegemonía del catalán.
La inversión de la discriminación, es discriminación también, y en vez de contribuir a la solución del problema, crea otro de la misma magnitud, pero de sentido contrario.
Las próximas generaciones de españoles, (menos mal que los más jóvenes pasan absolutamente de la política), tendrán que resolver las barbaridades segregacionistas que estos salvadores maniqueos están creando.
Hago una predicción, en relación a la hipótesis que he sugerido: con los 48 millones de euros que se van a invertir en este plan perverso, en el año 2007 fallecerán más mujeres que en el 2006; pero entonces, los promotores del programa dirán que no ha sido dinero suficiente, y aumentarán la partida, con lo que en el año 2008, morirán más mujeres en el ámbito doméstico que en el 2007.
Y así sucesivamente, hasta que estos iluminados recuperen la razón y se den cuenta de sus errores; pero tengan bien seguro, que nadie presentará la dimisión, ni reconocerá que se ha equivocado, como ha ocurrido con la cocaína en el Plan Nacional Antidroga, que dicen que ha aumentado su consumo porque ha bajado el precio, menos mal que no nos han dicho que representa el aumento del poder adquisitivo de los españoles, y que es un indicador de la fortaleza económica del país. Al tiempo.
Erasmo de Salinas
Categorías:
Igualdad y Discriminación
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