El pasado 6 de agosto de 2008, publicaba en este mismo blog un escrito autocomplaciente, titulado “el arca de la libertad”. Quizás hoy sea bueno recordar lo que entonces se decía, a propósito de un artículo que ha escrito Rosa Díez en su blog y que ha titulado “somos revolucionarios”, más bien reaccionarios, porque nada nuevo aportan que no haya existido previamente, revolucionario implica cambio, evolución, diferencia, mutación, novedad, y nada de esto nos ofrece UPyD, que repite los mismos errores del resto de formaciones políticas españolas.
Como se podrá comprobar, Rosa Díez, que parece a punto de heredar a su homónima Rosa de Luxemburgo (la de la revolución permanente), habla de las cosas que se hacen desde su partido, vende el producto, y la verdad es que lo vende bien, es una gran agente comercial.
Rosa Díez, acaba de descubrir la democracia y se siente fascinada. Realmente, Rosa Díez lleva toda su vida en política, y ha sido testigo (y responsable) de los desmanes que se han cometido en el PSOE durante los últimos treinta años. Y con la moral del converso, ahora nos anuncia la buena nueva de que la democracia existe y que ella nos trae un mensaje de buena voluntad. Y defiende la alegría, a su manera.
Rosa Díez quiere recoger el descontento de este país, que es mucho, en el río revuelto de la política española de un PSOE en vesánica huída hacia delante y un PP que espera su proceso de momificación. A eso se le llama oportunismo político y también es más de lo mismo.
La líder de UPyD, única protagonista y portavoz de la revolución que anuncia, se ha dedicado a tomar todos los errores que se han cometido en política en los últimos años, especialmente los relacionados con las aberraciones impuestas por los nacionalismos, y ahora está dispuesta a vendernos la purga a todos nuestros males. El crecepelo democrático más maravilloso.
Para ello no dudará en disfrazarse de patriota, ya verán. Ella, que en el nacimiento de su partido tenía dificultades para pronunciar la palabra España, porque solo se refería al Estado, hasta que comprobó que denominar nuestra nación por su nombre le podría traer muchos votos, como así fue. Savater dejo de decir tonterías y no volvió a repetir aquello de que la idea de España se la soplaba.
Pero que nadie se engañe, UPyD es una excrecencia del PSOE, que trata de representar el socialismo español, ante la fragmentación que se deriva de la política federal descubierta de Zapatero, de todos los socialismos nacionalistas que representa.
UPyD promovió en su día un Manifiesto por una Lengua Común, del que no se sabe que fue, porque ni siquiera se supo cuanta gente había firmado y eso que fue apoyado por el PP, La COPE, Libertad Digital, El Mundo, Hazte Oir, y no sé cuantas asociaciones más. Extrañamente, desde Ciudadanos en la Red no todos lo apoyamos, cuando llevamos más tiempo que Rosa Díez defendiendo el español ,como idioma genérico y preeminente de nuestro país, que UPyD o que Ciutadans.
Verán ustedes, UPyD se sigue anunciando como una opción progresista (a lo que no se tiene objeción alguna), pero lo que no se puede admitir bajo ningún concepto es que se promueva como un partido liberal que pretende la transversalidad política (como dice Rosa en su artículo).
En UPyD no hay liberales, pero sí hay oprimidos, que se quejan, que son purgados y expulsados. No se puede aceptar que una líder de un partido político que pretende ser revolucionario, prosiga en el engaño a los ciudadanos, presumiendo de lo que no es, ni puede ser, ni ella, ni su partido. UPyD representa las iras del PSOE de Felipe González, el de la corrupción y el pelotazo, ante las veleidades progresistas y nacionalistas del PSOE de Rodríguez Zapatero.
En UPyD hay un modelo de Estado fuerte, no de nación libre. En el partido magenta se defienden los derechos de los ciudadanos, no sus libertades. Por eso en abril de 2008, ya dijimos que estábamos hartos de UPyD y lo seguimos estando. No de su presencia, sino del engaño al que pretender someter a los ciudadanos españoles hastiados de la política, y necesitados de algo que no les defraude, una vez más.
El movimiento en política se demuestra andando, y en UPyD se han encargado de acallar cualquier voz discrepante (como hicieron en Ciutadans, que está actualmente al borde del marasmo). En UPyD ni se cumple la Ley de Partidos, ni el artículo 6 de la Constitución española. Algún militante llegó a solicitar el año pasado la disolución del partido al Defensor del Pueblo por falta de democracia interna.
Ciertamente, la organización leninista de la formación magenta que han impuesto Carlos Martínez Gorriarán y sus acólitos, es el veneno mortal que conducirá a su final. No se puede pretender en pleno siglo XXI, con toda las facilidades para comunicar la información, mantener una organización política sectaria, acotada y siniestra, más propia de comienzos del siglo XX.
No han entendido, al igual que Ciutadans, el mensaje de la sociedad española, de los ciudadanos españoles, hartos de la política de partidos, en los que determinados gerifaltes proponen a los representantes, mientras que los electores los ratifican en las urnas. Los españoles quieren democracia, no partidos políticos sin democracia, que llegados a la representación pública resultan incontrolables y terminan haciendo lo que les da la gana a sus líderes. Los españoles no queremos ser representados, lo que queremos es representarnos a nosotros mismos, o delegar nuestra representación en quien nos ofrezca confianza suficiente, y evidentemente, de forma provisional, no sin condiciones.
España, actualmente, es un desastre gracias a los políticos. Más políticos, nuevos políticos, otros políticos, se tiñan del color que les parezca y se disfracen de salvadores inevitables, no van a resolver los problemas políticos que tenemos los españoles. No se trata de insistir en el más de lo mismo, se trata, precisamente, de superar el más de lo mismo, no que alguien decida por todos, sino que todos decidan y se elija al que mejor puede representar lo que han acordado. No se puede estar a favor del laicismo y aprovechar las enseñanzas del jerarquismo vaticano para organizar un partido político. La horizontalidad en las decisiones, sin cúpulas ni bases, es imprescindible.
UPyD está condenado a seguir los pasos de Ciutadans, otro intento fallido, fundamentalmente gracias a sus dirigentes, no solo por las enormes dificultades que supone incorporarse de nuevo al reparto de la tarta del poder, pero también, desgraciadamente, un nuevo fracaso para los ciudadanos no representados políticamente con las formaciones existentes, o tal vez, el mismo de siempre.
Erasmo de Salinas
Como se podrá comprobar, Rosa Díez, que parece a punto de heredar a su homónima Rosa de Luxemburgo (la de la revolución permanente), habla de las cosas que se hacen desde su partido, vende el producto, y la verdad es que lo vende bien, es una gran agente comercial.
Rosa Díez, acaba de descubrir la democracia y se siente fascinada. Realmente, Rosa Díez lleva toda su vida en política, y ha sido testigo (y responsable) de los desmanes que se han cometido en el PSOE durante los últimos treinta años. Y con la moral del converso, ahora nos anuncia la buena nueva de que la democracia existe y que ella nos trae un mensaje de buena voluntad. Y defiende la alegría, a su manera.
Rosa Díez quiere recoger el descontento de este país, que es mucho, en el río revuelto de la política española de un PSOE en vesánica huída hacia delante y un PP que espera su proceso de momificación. A eso se le llama oportunismo político y también es más de lo mismo.
La líder de UPyD, única protagonista y portavoz de la revolución que anuncia, se ha dedicado a tomar todos los errores que se han cometido en política en los últimos años, especialmente los relacionados con las aberraciones impuestas por los nacionalismos, y ahora está dispuesta a vendernos la purga a todos nuestros males. El crecepelo democrático más maravilloso.
Para ello no dudará en disfrazarse de patriota, ya verán. Ella, que en el nacimiento de su partido tenía dificultades para pronunciar la palabra España, porque solo se refería al Estado, hasta que comprobó que denominar nuestra nación por su nombre le podría traer muchos votos, como así fue. Savater dejo de decir tonterías y no volvió a repetir aquello de que la idea de España se la soplaba.
Pero que nadie se engañe, UPyD es una excrecencia del PSOE, que trata de representar el socialismo español, ante la fragmentación que se deriva de la política federal descubierta de Zapatero, de todos los socialismos nacionalistas que representa.
UPyD promovió en su día un Manifiesto por una Lengua Común, del que no se sabe que fue, porque ni siquiera se supo cuanta gente había firmado y eso que fue apoyado por el PP, La COPE, Libertad Digital, El Mundo, Hazte Oir, y no sé cuantas asociaciones más. Extrañamente, desde Ciudadanos en la Red no todos lo apoyamos, cuando llevamos más tiempo que Rosa Díez defendiendo el español ,como idioma genérico y preeminente de nuestro país, que UPyD o que Ciutadans.
Verán ustedes, UPyD se sigue anunciando como una opción progresista (a lo que no se tiene objeción alguna), pero lo que no se puede admitir bajo ningún concepto es que se promueva como un partido liberal que pretende la transversalidad política (como dice Rosa en su artículo).
En UPyD no hay liberales, pero sí hay oprimidos, que se quejan, que son purgados y expulsados. No se puede aceptar que una líder de un partido político que pretende ser revolucionario, prosiga en el engaño a los ciudadanos, presumiendo de lo que no es, ni puede ser, ni ella, ni su partido. UPyD representa las iras del PSOE de Felipe González, el de la corrupción y el pelotazo, ante las veleidades progresistas y nacionalistas del PSOE de Rodríguez Zapatero.
En UPyD hay un modelo de Estado fuerte, no de nación libre. En el partido magenta se defienden los derechos de los ciudadanos, no sus libertades. Por eso en abril de 2008, ya dijimos que estábamos hartos de UPyD y lo seguimos estando. No de su presencia, sino del engaño al que pretender someter a los ciudadanos españoles hastiados de la política, y necesitados de algo que no les defraude, una vez más.
El movimiento en política se demuestra andando, y en UPyD se han encargado de acallar cualquier voz discrepante (como hicieron en Ciutadans, que está actualmente al borde del marasmo). En UPyD ni se cumple la Ley de Partidos, ni el artículo 6 de la Constitución española. Algún militante llegó a solicitar el año pasado la disolución del partido al Defensor del Pueblo por falta de democracia interna.
Ciertamente, la organización leninista de la formación magenta que han impuesto Carlos Martínez Gorriarán y sus acólitos, es el veneno mortal que conducirá a su final. No se puede pretender en pleno siglo XXI, con toda las facilidades para comunicar la información, mantener una organización política sectaria, acotada y siniestra, más propia de comienzos del siglo XX.
No han entendido, al igual que Ciutadans, el mensaje de la sociedad española, de los ciudadanos españoles, hartos de la política de partidos, en los que determinados gerifaltes proponen a los representantes, mientras que los electores los ratifican en las urnas. Los españoles quieren democracia, no partidos políticos sin democracia, que llegados a la representación pública resultan incontrolables y terminan haciendo lo que les da la gana a sus líderes. Los españoles no queremos ser representados, lo que queremos es representarnos a nosotros mismos, o delegar nuestra representación en quien nos ofrezca confianza suficiente, y evidentemente, de forma provisional, no sin condiciones.
España, actualmente, es un desastre gracias a los políticos. Más políticos, nuevos políticos, otros políticos, se tiñan del color que les parezca y se disfracen de salvadores inevitables, no van a resolver los problemas políticos que tenemos los españoles. No se trata de insistir en el más de lo mismo, se trata, precisamente, de superar el más de lo mismo, no que alguien decida por todos, sino que todos decidan y se elija al que mejor puede representar lo que han acordado. No se puede estar a favor del laicismo y aprovechar las enseñanzas del jerarquismo vaticano para organizar un partido político. La horizontalidad en las decisiones, sin cúpulas ni bases, es imprescindible.
UPyD está condenado a seguir los pasos de Ciutadans, otro intento fallido, fundamentalmente gracias a sus dirigentes, no solo por las enormes dificultades que supone incorporarse de nuevo al reparto de la tarta del poder, pero también, desgraciadamente, un nuevo fracaso para los ciudadanos no representados políticamente con las formaciones existentes, o tal vez, el mismo de siempre.
Erasmo de Salinas