Insólito lo acontecido en las montañas de León en la recreación histórica que se permiten en estos tiempos los líderes de la UGT y el PSOE para mostrar al mundo que la razón es suya y socialista, aunque este país se haya ido a la mierda gracias a ellos, a los otros y a los que están por venir.
Lo de Rodiezmo cada día recuerda más al Parque Jurásico de la política española, una reunión de autosatisfacción, bastante narcisista, a la que acuden los prejubilados de la minería que vendieron su historia, notoria por cierto, por un plato de lentejas, para que sus descendientes tengan que buscarse la vida en otros lugares; por la sencilla razón de que los fondos mineros recibidos de Europa no sirvieron para su propósito, que era regenerar una estructura socioeconómica agotada, sino para repartir privilegios, beneficios y prebendas entre todos los que a ellos accedieron.
Lo de Rodiezmo viene a ser la historia de un fracaso, otro más, como una reunión de los dirigentes políticos de las Cajas de Ahorros que celebraran no haber ido a la cárcel después de todo lo que trincaron. Pero estas cosas siguen ocurriendo en este país, que siempre fue de pandereta, aunque algunos trataran de ocultarlo con mucho talante y propaganda.
Sin embargo, hay un hecho que me ha sorprendido: el regreso de Alfonso Guerra, esa momia política que siempre se caracterizó por su mala baba y su defensa del socialismo, a cualquier precio, aunque fuera contra la democracia, la libertad y la justicia. Un matón parlamentario sobrealzado que cubría con gracietas y chascarrillos su solemne insidia, hasta convertirse en un entrañable vampiro de la libertad, un franquito socialista, con aliento estalinista.
En fin, en este país puede triunfar cualquier tarugo si induce los más bajos instintos, como este personaje de vodevil sevillano. Que lleva treinta años sin explicarnos porque su hermano trincaba desde la Junta de Andalucía con despacho y su permiso, siendo uno de los primeros casos de corrupción organizada que se produjo en este país.
Que el PSOE es un partido democrático, también es un “motivo para creer” porque los hechos apuntan todo lo contrario. La gente se ha olvidado de los orígenes totalitarios del PSOE, de su reciente pasado marxista, de su afición por el totalitarismo, de las amenazas de Pablo Iglesias a Maura en el Parlamento, de la participación en la dictadura de Primo de Rivera, el padre del fundador de falange, del pucherazo en las elecciones que condujeron a al guerra civil española, y ya en la presente época democrática, del GAL organizado por Felipe González, de los numerosos casos de corrupción política como FILESA, MATESA y TIME SPORT, de Roldán y la misteriosa desaparición del dinero público que jamás fue encontrado. La oclocracia socialista siempre ha jugado fuera del tablero de la democracia, tanto para acceder al poder, como para mantenerse en él, el Nunca Mais, el 11-M, las huelgas sindicales cuando España iba 100 veces mejor que hoy que se guarda un silencio cómplice desde los agentes sociales. Todo perfectamente urdido y envuelto con propaganda para el consumo fácil de los electorados desinformados y creyentes.
Alfonso Guerra es un producto acabado de este PSOE demagógico y agotado, cuando asesinó a Montesquieu una tarde para imponer el totalitarismo en este país o cuando reveló que el que se moviera en su partido no saldría en la foto, para decir que todo aquel que se le opusiera sería expulsado del pesebre público del buen vivir. La lucha por la poltrona ha sido la bandera de todos los dirigentes socialistas en los últimos treinta años, aunque para eso nos hayan tenido que prometer pleno empleo y un viaje a la luna. Nunca en la historia occidental, tantos embaucadores se reunieron en una formación política sin haber sido corridos a gorrazos por sus afiliados o votantes. Y seguimos esperando que algún votante del PSOE los mande a la mierda, pero creo que no hay ninguno que tenga agallas, salvo Ángel Gimeno, en un momento de desesperación viendo la molicie que le circundaba.
Lo único que nos faltaba era ver a la momia de Alfonso Guerra adoctrinando el país hacia la subversión, (precisamente él, inventor del "ventilador" para apartar el olor a podredumbre de sus corrupciones); ¿con qué legitimidad este cacique, que lleva en la política treinta años destrozando todo lo que ha podido, puede pedir algo a los españoles?, ni clemencia, debería concluir su vida en la cárcel, que es su lugar natural desde hace treinta años. Ya nos ha hecho bastante daño. Y por favor, Alfonso, a Adolfo Suárez ni lo menciones, ni para bien, ni para mal, para ti ya sabemos que fue el tahúr del Mississipi y así está bien.
Lo que nos faltaba, grandísimo truhán, es que ahora concedieras medallas democráticas, tú, precisamente, que has sido el mayor nazi de la política de este país, antidemocrático y totalitario, con todos los españoles, incluidos los que han votado a tu partido, a los que habéis destrozado la vida. Sólo te faltó el carrito (con el que os llevastéis los dineros públicos que no son de nadie), para la próxima no lo olvides.
¡Ay, si en este país hubiera justicia!, pero como va a haberla si este personaje la hizo dependiente de la política para organizar todo el putiferio que se ha montado (lo que demuestra que todo fue urdido con intención y sevicia). Preparando un escenario de injusticia, para luego trincar lo que ni se sabe. Ya va quedando menos para que rindais cuentas y os dejéis de cuentos.
Enrique Suárez
Lo de Rodiezmo cada día recuerda más al Parque Jurásico de la política española, una reunión de autosatisfacción, bastante narcisista, a la que acuden los prejubilados de la minería que vendieron su historia, notoria por cierto, por un plato de lentejas, para que sus descendientes tengan que buscarse la vida en otros lugares; por la sencilla razón de que los fondos mineros recibidos de Europa no sirvieron para su propósito, que era regenerar una estructura socioeconómica agotada, sino para repartir privilegios, beneficios y prebendas entre todos los que a ellos accedieron.
Lo de Rodiezmo viene a ser la historia de un fracaso, otro más, como una reunión de los dirigentes políticos de las Cajas de Ahorros que celebraran no haber ido a la cárcel después de todo lo que trincaron. Pero estas cosas siguen ocurriendo en este país, que siempre fue de pandereta, aunque algunos trataran de ocultarlo con mucho talante y propaganda.
Sin embargo, hay un hecho que me ha sorprendido: el regreso de Alfonso Guerra, esa momia política que siempre se caracterizó por su mala baba y su defensa del socialismo, a cualquier precio, aunque fuera contra la democracia, la libertad y la justicia. Un matón parlamentario sobrealzado que cubría con gracietas y chascarrillos su solemne insidia, hasta convertirse en un entrañable vampiro de la libertad, un franquito socialista, con aliento estalinista.
En fin, en este país puede triunfar cualquier tarugo si induce los más bajos instintos, como este personaje de vodevil sevillano. Que lleva treinta años sin explicarnos porque su hermano trincaba desde la Junta de Andalucía con despacho y su permiso, siendo uno de los primeros casos de corrupción organizada que se produjo en este país.
Que el PSOE es un partido democrático, también es un “motivo para creer” porque los hechos apuntan todo lo contrario. La gente se ha olvidado de los orígenes totalitarios del PSOE, de su reciente pasado marxista, de su afición por el totalitarismo, de las amenazas de Pablo Iglesias a Maura en el Parlamento, de la participación en la dictadura de Primo de Rivera, el padre del fundador de falange, del pucherazo en las elecciones que condujeron a al guerra civil española, y ya en la presente época democrática, del GAL organizado por Felipe González, de los numerosos casos de corrupción política como FILESA, MATESA y TIME SPORT, de Roldán y la misteriosa desaparición del dinero público que jamás fue encontrado. La oclocracia socialista siempre ha jugado fuera del tablero de la democracia, tanto para acceder al poder, como para mantenerse en él, el Nunca Mais, el 11-M, las huelgas sindicales cuando España iba 100 veces mejor que hoy que se guarda un silencio cómplice desde los agentes sociales. Todo perfectamente urdido y envuelto con propaganda para el consumo fácil de los electorados desinformados y creyentes.
Alfonso Guerra es un producto acabado de este PSOE demagógico y agotado, cuando asesinó a Montesquieu una tarde para imponer el totalitarismo en este país o cuando reveló que el que se moviera en su partido no saldría en la foto, para decir que todo aquel que se le opusiera sería expulsado del pesebre público del buen vivir. La lucha por la poltrona ha sido la bandera de todos los dirigentes socialistas en los últimos treinta años, aunque para eso nos hayan tenido que prometer pleno empleo y un viaje a la luna. Nunca en la historia occidental, tantos embaucadores se reunieron en una formación política sin haber sido corridos a gorrazos por sus afiliados o votantes. Y seguimos esperando que algún votante del PSOE los mande a la mierda, pero creo que no hay ninguno que tenga agallas, salvo Ángel Gimeno, en un momento de desesperación viendo la molicie que le circundaba.
Lo único que nos faltaba era ver a la momia de Alfonso Guerra adoctrinando el país hacia la subversión, (precisamente él, inventor del "ventilador" para apartar el olor a podredumbre de sus corrupciones); ¿con qué legitimidad este cacique, que lleva en la política treinta años destrozando todo lo que ha podido, puede pedir algo a los españoles?, ni clemencia, debería concluir su vida en la cárcel, que es su lugar natural desde hace treinta años. Ya nos ha hecho bastante daño. Y por favor, Alfonso, a Adolfo Suárez ni lo menciones, ni para bien, ni para mal, para ti ya sabemos que fue el tahúr del Mississipi y así está bien.
Lo que nos faltaba, grandísimo truhán, es que ahora concedieras medallas democráticas, tú, precisamente, que has sido el mayor nazi de la política de este país, antidemocrático y totalitario, con todos los españoles, incluidos los que han votado a tu partido, a los que habéis destrozado la vida. Sólo te faltó el carrito (con el que os llevastéis los dineros públicos que no son de nadie), para la próxima no lo olvides.
¡Ay, si en este país hubiera justicia!, pero como va a haberla si este personaje la hizo dependiente de la política para organizar todo el putiferio que se ha montado (lo que demuestra que todo fue urdido con intención y sevicia). Preparando un escenario de injusticia, para luego trincar lo que ni se sabe. Ya va quedando menos para que rindais cuentas y os dejéis de cuentos.
Enrique Suárez