"Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no es la verdad" Marco Aurelio
Ciertamente todo ha ido demasiado deprisa en los últimos 20
años, en el año 1995 adquirí mi primer PC, tenía un disco duro de 40 Mb, era de los
buenos; hoy los ordenadores similares tienen discos duros de 1 Tb de serie, es decir 25
millones de veces más capacidad. Con internet ha ocurrido algo similar, las
primeras conexiones de acceso público
provienen también del mismo año, los servicios eran limitados, lentos y
restringidos. En el año 2000 no había más de un millón de usuarios en España,
en 15 años, prácticamente todos los hogares españoles tienen varias formas de
acceso a internet. Durante los últimos tres años se ha transferido la "internetización" a los
móviles, de tal forma que hoy en día, pasamos buena parte de nuestro
tiempo de trabajo y ocio conectados a la red.
La generación que será mayor de edad en el próximo año ya no sabría vivir sin ordenador, móvil e internet, de esta forma el ideal del humanismo como conocimiento completo del ser humano ha concluido, nadie podría conocer hoy lo que concierne al ser humano en una sola vida, pero conocerá muchas cosas desconocidas que ampliarán su "humanidad" dependiente.
La generación que será mayor de edad en el próximo año ya no sabría vivir sin ordenador, móvil e internet, de esta forma el ideal del humanismo como conocimiento completo del ser humano ha concluido, nadie podría conocer hoy lo que concierne al ser humano en una sola vida, pero conocerá muchas cosas desconocidas que ampliarán su "humanidad" dependiente.
Durante este tiempo el hardware como el software han
experimentado un avance exponencial. Hay millones de aplicaciones, juegos,
películas, textos, y usuarios de blogs, foros, redes sociales. Todo esto ha
transformado la configuración de nuestra existencia, es difícil distinguir si la vida asociada a internet es vida real o no lo es, transformando incluso nuestro concepto de realidad que se ha ampliado con un anexo
inexistente hace veinte años que va camino de ser más importante que la propia realidad: la realidad virtual o hiperrealidad.
El abrazo de la sociedad global
El fenómeno de la globalización también ha transformado
nuestra existencia creando una expansión mundial desconocida hace unas décadas. Las
empresas se han deslocalizado, los trabajadores han perdido su trabajo, la
producción se ha fragmentado y el consumo se ha internacionalizado. Hoy podemos
consumir productos creados a miles de kilómetros por una empresa que tiene su
sede en un país situado también a miles de kilómetros y que no está ubicado en
el mismo lugar de la producción. La división del trabajo ha superado la
especialización para introducirse en la fragmentación de la producción, lo que
ha traído como consecuencia también la fragmentación del consumo y su
sublimación, a veces esperpéntica.
Hoy la leche ya no es de vaca, cabra u oveja, puede ser de avellanas o almendras, soja, y otras alternativas. Dentro de poco tendremos quesos de soja y almendras, con sabor de arándanos y frambuesas, y disolución de chocolate en la base, y en unos pocos años más llegaremos al queso personalizado, posiblemente según un perfil de alergias establecido científicamente. Decía Aldoux Huxley con ironía que la medicina había avanzado tanto en su tiempo que ya nadie podía considerar que no estuviera enfermo, algo así ocurre con el mercado, ha avanzado tanto en sus ofertas como en sus productos que ya no hay nadie en este mundo que pueda prescindir de lo que le ofrece.
Hoy la leche ya no es de vaca, cabra u oveja, puede ser de avellanas o almendras, soja, y otras alternativas. Dentro de poco tendremos quesos de soja y almendras, con sabor de arándanos y frambuesas, y disolución de chocolate en la base, y en unos pocos años más llegaremos al queso personalizado, posiblemente según un perfil de alergias establecido científicamente. Decía Aldoux Huxley con ironía que la medicina había avanzado tanto en su tiempo que ya nadie podía considerar que no estuviera enfermo, algo así ocurre con el mercado, ha avanzado tanto en sus ofertas como en sus productos que ya no hay nadie en este mundo que pueda prescindir de lo que le ofrece.
Creando la caverna
El avance de los soportes para la información, así como los
distintos canales de comunicación que ha supuesto internet de forma instantánea, prácticamente gratuita y
universal, también contiene su lado oscuro, un paquete pernicioso con las
viejas fórmulas de la manipulación, persuasión y demagogia que, con un nuevo
disfraz apto para la hipocresía, sirve al enmascaramiento de la realidad que
pretenden aquellos que viven de embaucarnos. La información se ha masificado de
tal forma que cada día resulta más difícil encontrar datos rigurosos, consistentes, fundamentados en hechos o pruebas fehacientes. La
comunicación se ha transformado en algo parecido a un espectáculo, donde ya no
importa tanto lo que dice la gente, sino lo que representa o escenifica, la forma prevalece sobre el contenido, el significante sobre el significado.
Asistimos a un
procesamiento singular de la información por el que la simulación sustituye y
desplaza a la realidad, en un propósito que remeda la confección de
hamburguesas con carne picada, las chuletas tienden a la desaparición; al igual
que los medios de comunicación tradicionales, masivos y compartidos; esto trae como
consecuencia una nueva forma de limitación, porque sin duda el
futuro está en las comunicaciones personalizadas, cada uno tendrá la información que desee, se comunicará con
quien quiera y vivirá en el mundo que mejor le parezca, a la carta,
desapreciando todo aquello que no le interesa, incluidos los seres humanos que
tiene por vecinos. Será más fácil establecer una comunidad de jugadores de petanca virtual, que una nación de contribuyentes.
A fecha actual, la comunicación más frecuente y posiblemente fundamental no es con las personas más próximas, sino con aquellas con las que se tiene mayor afinidad, independientemente del lugar del mundo en que se encuentren. Esto está creando graves problemas de comunicación entre las personas y sus relaciones, en las parejas, pero también en las familias, en los hijos con los padres, entre los hermanos y en las comunidades más próximas, los vecinos, los compañeros, los compatriotas
A fecha actual, la comunicación más frecuente y posiblemente fundamental no es con las personas más próximas, sino con aquellas con las que se tiene mayor afinidad, independientemente del lugar del mundo en que se encuentren. Esto está creando graves problemas de comunicación entre las personas y sus relaciones, en las parejas, pero también en las familias, en los hijos con los padres, entre los hermanos y en las comunidades más próximas, los vecinos, los compañeros, los compatriotas
De esta forma, lo que ayer se consideraba más auténtico se
vuelve cada día más inaccesible, por eso estamos abocados a vivir una era de
los simulacros, la representación de la realidad que exactamente no es la
realidad, en nuestros “reality shows” particulares, donde se mezcla lo virtual
y lo genuino. Este mundo exige que nos representemos públicamente, no que
seamos como somos, ni que pensemos, sintamos o hagamos como corresponde a
nuestra condición, lo importante en la era de los simulacros es sin duda la
representación: la imagen pública.
Y cuando ya no somos quienes somos sino nuestras
representaciones públicas en el escenario mundo en el que todos se representan,
nuestra identidad se confunde, se hace más anómica y anónima; trascendemos la
realidad para habitar en una forma de ficción, que se entremezcla con las
ficciones de todos los demás, con sus diversas representaciones.
Si la realidad pasa a ser hiperrealidad, es lógico que esta requiera que el ser humano pase a un ser hiperhumano, que contenga lo humano más sus circunstancias, pero el grave problema es que esas circunstancias no están bajo su control, sino de otros. Paradoja sorprendente, en el momento en el que el ser humano alcanza su mayor grado de liberación en la historia, surge el ser hiperhumano que es el más dependiente de la técnica que jamás ha existido.
Si la realidad pasa a ser hiperrealidad, es lógico que esta requiera que el ser humano pase a un ser hiperhumano, que contenga lo humano más sus circunstancias, pero el grave problema es que esas circunstancias no están bajo su control, sino de otros. Paradoja sorprendente, en el momento en el que el ser humano alcanza su mayor grado de liberación en la historia, surge el ser hiperhumano que es el más dependiente de la técnica que jamás ha existido.
La verdad como epifenómeno de la realidad
En ese proceso similar a la fragmentación de los alimentos o de
los seres humanos, la verdad que contiene la realidad también se va
transformando hasta el punto de que lo que se dice puede contener más o menos porcentaje
de verdad, pero en algunas ocasiones nada tiene que ver con la realidad, pues
de tanta sustracción de su contenido y tantos aditivos que se añaden, una
noticia puede ser una intoxicación muy bien elaborada que nada tiene que ver
con la que realmente ha ocurrido y que ha sido creada para beneficiar de alguna forma el interés
del procesador de la información y la comunicación que amablemente nos la regala. Avanzamos de esta forma hacia alguna forma de ceguera magníficamente urdida por aquellos que tratan de imponer un velo sobre nuestra propia conciencia y la de todos. Y al mismo tiempo a un nuevo mapeado de las relaciones que si por un lado se hacen universales, es al precio de hacerse controladas.
Volvemos de esta forma a la búsqueda de la verdad, haciendo válido el aforismo cristiano de la verdad nos hará libres, pero ¿cómo alcanzarla?. Estas cuestiones relativas a la información y la comunicación
no son nada nuevo, provienen de la Grecia Antigua como tantas cosas, cuando los
sofistas se propusieron demostrar que podrían, mediante artificios retóricos,
demostrar una cosa y la contraria, algo que sin duda coincide con los comienzos
del relativismo por parte de los escépticos, origen de la duda y la
incertidumbre, pero también de la desinformación, la propaganda y las
intoxicaciones y por supuesto, de la publicidad. La manipulación de la realidad
por medio del verbo es algo muy antiguo sobre lo que nos advirtieron ilustres
personajes como Aristóteles, Maquiavelo, Voltaire Schopenhauer, Milosz o Chomsky.
Sin duda la hegemonía visual a la que nos enfrentamos, que ha
desplazado los argumentos racionales por los memes ópticos, tiene algo que ver
en este proceso. Algo que fue descrito en su día por Giovanni Sartori con su “homo
videns” el ser humano como espectador que ve la realidad pero no reflexiona
sobre ella, con sus puntos de coincidencia con el “homo sentiens” de Franco
Ferrarotti, sedicentes reproductores de
aquello que no han comprendido pero de lo que consideran que entienden porque lo han visto. No se alejan estos
personajes de los “hombrecillos” descritos por Whilhem Reich, el hombre masa de
Ortega y Gasset, o los “estúpidos” de Carlo María Cipolla.
Si no se hace algo para evitarlo, pronto nos quedaremos
sin realidad, sin autenticidad, y sin verdad. Y todo lo que llegará a nosotros
será una maraña de datos imposible de procesar, un auténtico fiasco, una
reproducción interesada del simulacro de la realidad, que sólo contiene de
realidad lo que le interesa que contenga al mensajero. El procedimiento es sencillo, cada día lo
disfrutamos en la televisión con los “reality shows”, concepto no traducido al
castellano, porque perdería su glamour, pero en realidad no son otra cosa que
simulacros, pero también en las redes sociales, en cualquier escenario de comunicación, incluso en los que ayer eran reales. El problema es que la inmensa mayoría de la gente se cree que
simulacros y realidad coinciden, de esa forma resultan dependientes de las
intenciones del cocinero, se alimentarán con lo que le interese y cuando son estafados, antes de reconocer su ingenuidad, posiblemente recurran a la desconfianza, la neurosis y la paranoia.
El secuestro de la opinión pública
El sociólogo Jean Baudrillard nos advirtió de que la
hiperrealidad había envuelto a la realidad, que las representaciones al igual
que los mapas habían desplazado a los territorios, que la información y la
comunicación cada día se abrazaban más al simulacro de la realidad, a su
representación, de aquí en adelante, decía el pensador francés, los simulacros
precederán a cualquier acontecimiento, o más exactamente a cualquier suceso que ocurra en la realidad.
Michel Foucault nos advirtió antes de la llegada de internet
que para alcanzar los conocimientos de la realidad sería necesario realizar
algo parecido a la arqueología, rebuscando en el montón de escombros que la
hiperrealidad, la realidad virtual creada y construida con intereses, hubiera
dejado sobre ella. El modelo que nos
sirve para comprender el pasado desde la historiografía, también nos debe
servir para comprender el futuro desde la hipocresía, al fin y al cabo, desde
sus representaciones ficticias, que tanto recuerdan a la caverna de Platón.
Algo ha debido hacer bien el poder para lograr que tras un
periplo de 2500 años hayamos regresado al mismo punto de partida, ver sombras
proyectadas que sólo recuerdan a la realidad, pero que no coinciden con ella.
Volveremos a depender de aquellos que encienden y apagan las luces según su
conveniencia, como ha ocurrido siempre, pero algo hemos avanzado, antes lo
hacíamos en una caverna creada por el poder y hoy podemos hacerlo relajadamente
desde nuestras casas, sintiéndonos poderosos por ver todo aquello que otros han decidido mostrarnos y no acceder a todo aquello que han decidido ocultarnos.
El problema se producirá cuando regresemos a la fase anterior como
creo que acontecerá en los próximos años, abandonando el ámbito de la
creación, la reflexión y el raciocinio que ha caracterizado a la civilización occidental, para
abrazar la mitología de las creencias tan grata a otras civilizaciones y a algunas opciones dentro de la nuestra. Sin duda, creeremos aquello que les
interese que creamos a los detentadores del poder que administran el curso de nuestras
vidas.
Los dioses que guiarán nuestra existencia ya no se denominarán Zeus, Minerva o Venus, sino Prima de Riesgo, Déficit Público e Indice de Precios al Consumo y sus sacerdotes formarán gobiernos, hata que algún émulo de Tales, en la puerta de algún mercado, vuelva a repetir aquello de "todo está lleno de dioses" y comencemos una nueva era de la razón, que haya abjurado para siempre de las trampas dialécticas del relativismo y de todos los simulacros que conlleva. Sólo entonces, volveremos a ser dueños de nuestra realidad, el homo mensura de Protágoras.
Los dioses que guiarán nuestra existencia ya no se denominarán Zeus, Minerva o Venus, sino Prima de Riesgo, Déficit Público e Indice de Precios al Consumo y sus sacerdotes formarán gobiernos, hata que algún émulo de Tales, en la puerta de algún mercado, vuelva a repetir aquello de "todo está lleno de dioses" y comencemos una nueva era de la razón, que haya abjurado para siempre de las trampas dialécticas del relativismo y de todos los simulacros que conlleva. Sólo entonces, volveremos a ser dueños de nuestra realidad, el homo mensura de Protágoras.
Enrique Suárez
La era de los simulacros http://t.co/cpd5y6HIqZ
— Enrique Suárez (@biantedepriena) agosto 28, 2014