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lunes, 22 de diciembre de 2014

Entre Pablo Iglesias y el pequeño Nicolás


Cada día más sorprendido con los discursos del líder de Podemos. A cualquiera que se le hiciera mesías por la gracia de la tele le daría vergüenza, a él no se la da, al contrario, porque él vive feliz en su estado protagonista de actor frustrado, mientras sus cuentas siguen creciendo, a razón de 7900 euros al mes más colaboraciones mediáticas. Ni el pequeño Nicolás ha ganado tanto dinero en su vida, con los esfuerzos que tuvo que realizar para alcanzar reconocimiento, mientras que a otros les han dado el camino trillado desde arriba. A mí me gusta la gente que se esfuerza y lucha por lo que quiere, no la que se aprovecha de los demás, enalteciendo sus instintos de odio y venganza. 

Sin duda alguna, hay una distinción moral entre el pícaro que vive a costa de embaucar al poder y el pícaro que vive a costa de embaucar al pueblo. Luis Candelas robaba a los ricos para compartir con los pobres su miseria, pero Pablo Iglesias extorsiona conciencias, al igual que un Bárcenas, un Pujol, o un andaluz de los EREs trincaba euros a todos los españoles, para adular a su ego narcisista.

Pero aún me sorprende más, que este personaje tenga tantos seguidores, en la apología de cuento infantil que se ha montado con sus amiguetes, todo en un simulacro escenificado con precisión y dramatismo preestablecidos. El rol a desempeñar es una mixtificación entre Peter Pan en El país de Nunca Jamás y El Flautista de Hamelín, o entre Pepito Grillo y Robin Hood, da exactamente igual. Si Bruno Bettelheim viviera, seguro que exponía sus hazañas en algún capítulo del Psicoanálisis de los Cuentos de Hadas.

Personalmente, este profeta de los pobres de espíritu, los esquilmados sociales y los desesperados, a mí me parece un farsante, incluso de mayor entidad esperpéntica que Zapatero o Rajoy. Y desde reflexiones más profundas el contrapunto necesario, no sé si voluntario o no, para que la casta no deje de triunfar en las elecciones próximas y sucesivas,  consolidando su desaguisado como derecho de pernada, de forma inmune e impune. ¿Acaso Pablo Iglesias o sus compañeros de Podemos han hecho algún acto efectivo para derrocar a la casta en su singular historia?. Todavía está por verse una sola idea con este propósito en toda la perorata que nos conceden.

Hasta ahora no le escuchado nada con sentido común al chico de la coleta, considerando las circunstancias en las que vivimos los españoles del siglo XXI, tiene tantas posibilidades de triunfar como Rajoy de hacerse inteligente o Zapatero reconocer sus pecados. Con 10 millones de pensionistas que no arriesgarán sus pensiones, 16,5 millones de trabajadores que no arriesgarán su trabajo y más de 20 millones de propietarios que no arriesgarán su vivienda por las promesas que les haga un friki mediático que ofrece como única solución el regreso al tercermundismo. O mucho me equivoco, que no lo creo, o Pablo Iglesias será el gran triunfador de las encuestas y el gran derrotado en las elecciones por haber puesto el dintel de sus anhelos delirantes más elevado que la altura que puede saltar.

El mayor problema que tiene Pablo Iglesias es ser politólogo, porque él no puede aducir inocencia cuando no ha explicado a los ciudadanos de este país que la política y el poder no correlacionan exactamente, porque nunca lo han hecho, y que todo el cuento de que sí lo hacen, es una estrategia del poder para mantener a los ciudadanos bajo su tiranía.  

El líder de Podemos no desconoce que no puede hacer nada de lo que propone demagógicamente, porque lo que le puede servir para ganar las elecciones engañando a la gente, no puede transferirse al poder y las leyes, ni las españolas, ni las europeas, se lo permitirían salvo que todos los demás no se presentaran a las elecciones. Parece que nadie se da cuenta que en la mejor de las circunstancias Pablo Iglesias con un modelo de ruptura, se enfrentaría con cien diputados a doscientos cincuenta diputados que forman parte de la casta, que tienen mucho que ocultar y no han estado dispuestos durante los últimos cuarenta años a cambiar las cosas. Aunque para satisfacer a los forofos de Podemos con echarles la culpa al día siguiente por no haber trabajado lo suficiente para lograr una mayoría absoluta, todo estaría resuelto, y aquí pan y después gloria. Lo de hay que darles una oportunidad tiene los días contados

Pablo Iglesias, lo siento por ti, pero a mí no me engañas, entre otras cosas porque mientras tu estabas defendiendo a la casta venezolana y beneficiándote de la casta iraní, es decir, a costa de las tiranías que soportan venezolanos y persas, algunos estábamos enfrentándonos a título personal a la casta, incluso llevándonos a los tribunales por hacerlo, siguiendo la estela de los liberales españoles a lo largo de la historia de este país, desde Argüelles que logró nuestra soberanía, hasta Riego que la consolidó dejándose la vida en el empeño, desde Ortega y Gasset que se enfrentó al franquismo y al populismo de las izquierdas radicales, hasta Melquiades Álvarez que fue asesinado por defender la democracia, desde Salustiano de Olózaga que inventó el progresismo hasta Adolfo Suárez que hizo que este pueblo saliera de una dictadura sin sangre. Hay mucho cuentista en este país que se ha encargado de vivir a costa de lo que hicieron a los demás y me parece que tu eres uno más de ellos.

Pablo Iglesias eres un farsante, te lo digo sin acritud, porque tú no hablaste en tu vida de la casta hasta el año 2013, aprovechando el oportunismo que te caracteriza, ligaste el 15-M con el movimiento 5 estrellas de Beppe Grillo y la ocasión propicia de desmadre y abuso de poder que se vivía en este país, porque además hiciste tu tesis doctoral para averiguar cómo se manipula a la gente, exactamente igual que tu compañero Monedero, vuestro plan viene de lejos y gracias a la tele que te concedió todo (¿por qué te lo concedió a ti precisamente?), lograste embaucar a poco más de un millón de españoles, mientras otros muchos seguimos en la trinchera cotidiana defendiendo la libertad contra la casta desde hace años, tú ya tienes un futuro magnífico en la política para el resto de tu vida, el bendecido por los medios, el mahdi, el mesías no es otro en la realidad que un nuevo Príncipe de Salina de El Gatopardo, aquel que dijo: cambiemos algo para que todo siga igual. El contrapunto necesario para que la casta se perpetúe diciendo que va en contra del capitalismo y el sistema, para vivir del sistema, el capitalismo, con la bendición de la casta el resto de sus días, sin cambiar nada. Que tu miseria te acompañe, porque tus hechos te delatan.

Definitivamente me quedo con el pequeño Nicolás, que es nuestro Snowden-Assange en versión carpetovetónica, al menos él no ha negado que quería ser casta y ha puesto en ridículo a los payasos que ocupan las instituciones que se distribuyen el poder político y económico, pero no ha querido vivir a costa de engañar al pueblo como tú, él trató de engañar a la casta como buen pícaro, tú, sin embargo, te has hecho casta, aforado y eurodiputado y no es lo mismo. 

El pequeño Nicolás sigue siendo de los nuestros, de los de abajo, Pablo Iglesias ya no lo es. Porque a falta de más pruebas, el pequeño Nicolás es considerado como un delincuente por la casta y Pablo Iglesias, sin embargo, es recibido por ella con todos los canales mediáticos abiertos. Y es que el viejo adagio latino deja muy claras las intenciones de los que se benefician, en este caso de los favores de la casta: cui prodes scelus, is fecit . Mientras al pequeño Nicolás le pueden meter en la cárcel por no ser uno de los suyos y haber aparentado serlo, a ti, los de arriba no dejan de concederte bendiciones, maldiciones y jaculatorias. 

¿De cuántas cosas no nos estamos enterando, no estamos reclamando y pasarán desapercibidas mientras miramos la coleta que nos señala el dedo del poder?. Has sido providencial, Pablo Iglesias, para que nada pueda cambiar en este país, no me extraña que los de la casta te lo agradezcan dejándote decir chorradas todos los días en los medios de comunicación que controlan desde el poder que les hemos concedido.


Enrique Suárez

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