Por muchos cambios de secretario general que hagan en el
PSOE, por mucho proceso de transformación que acontezca en IU para volver al
mismo lugar en el que estaba, por muchas propuestas de Podemos que destrocen la
razón y el sentido común, los partidos de izquierda en España están mostrando,
cada día de forma más ostentosa, que son un anacronismo en las izquierdas
europeas.
La cerrilidad del sostenella e no enmendalla, el divide e
impera que ha organizado el poder al introducir en liza a Podemos, con el beneplácito de los medios de comunicación y la debacle
que se ha organizado en Madrid, tanto en el PSOE como en IU, nos muestran el
desastre que se avecina para las izquierdas de este país, que han perdido todos
los puntos cardinales, no sólo el norte.
Los partidos de izquierda españoles nada tienen que ver con
sus homólogos europeos, el partido socialista francés ha liberalizado la
economía del país vecino, el partido de la izquierda italiana de Renzi ya lo
había hecho con anterioridad, hasta el flamante líder griego acaba de aceptar
regresar al sendero europeo, traicionando a sus electores al incumplir sus
promesas.
Zapatero le hizo mucho daño a este país, pero aún más a los
partidos de izquierda destrozando sus tradicionales señales de referencia –progreso,
autocrítica, igualdad, estatalismo, prevalencia de lo público- para abrazar las barbaridades que se le iban ocurriendo –nacionalismo,
filoislamismo, sectorialismos diversos- y una enemistad intensa con todo lo que
no tuviera que ver con lo que se le ocurría en su adanismo insoportable.
Pablo Iglesias piensa ser más adanista que su admirado presidente
y superar su despropósito conduciendo este país al tercermundismo, con
escarapela bolivariana o la que se tercie. Del nacionalismo de Zapatero ha
pasado al separatismo directo, del filoislamismo al antisionismo y de los
sectorialismos diversos a inventar unas minorías inexistentes a las que
pretende salvar del aplastamiento, como si fuera un mesías.Tania Sánchez, la musa de la izquierda del momento, ha
desastibilizado su partido como era de esperar, para disolverlo en Podemos.
Lo extraño es que con toda la propaganda, y la lucha por la
hegemonía que se han montado en los partidos de izquierda –PSOE, IU, PODEMOS-
lo único que van a lograr es reducir aún más su número de votos. El voto en
España es muy invariable de elección en elección, no se producen cambios
bruscos, sino muy despacio y prolongados en el tiempo. Todo este espectáculo no
le dará un voto más a la izquierda que los que hay, por muchas encuestas que se
presenten sin dar datos de participación, y que sumen escaños para la
izquierda, está claro que será muy difícil que lo que no consiguieron más
unidos, lo vayan a lograr más separados. En Baleares ya han comenzado a hacer
pactos entre el PSOE y Podemos, sin saber en qué se quedó lo de la casta; antes
de que lleguen las elecciones veremos los movimientos más extravagantes de sus
líderes, que se van a decir de todo menos bonito, para sacar los mismos votos
que tenían antes de comenzar las campañas y posiblemente menos.
Al otro lado está el PP, porque Ciutadans y UPyD en realidad
son nuevas presentaciones de un socialismo tradicional adaptado a los nuevos
tiempos. Ciudadanos es un partido de izquierda no nacionalista (así lo exponen sus estatutos), dicen y UPyD es
un partido socialista federal, por mucho que Rosa Díez se envuelva en la bandera
de España. Y el PP permanecerá unido, aunque entre sus distintas facciones bien
podrían hacer una guerra abierta si no fuera porque están en el poder y
pretenden seguir estándolo.
Que la gente se vaya desengañando, las próximas elecciones
generales las volverá a ganar el PP, y obtendrá muy buenos resultados en las
municipales y autonómicas. Tal vez entonces los líderes de los partidos de
izquierda españoles se den cuenta de que el adversario no era el que pensaba
como ellos, sino el que pensaba diferente. No me extraña que Mariano Rajoy no
hable ni por el plasma, si tiene a sus rivales haciéndole la mejor campaña
electoral de la historia de su partido, porque en crisis, apostar por un
gallinero histérico, que es lo que hoy se representa en la izquierda, no
resulta aconsejable. En este país no hay más leña que la que arde, a la izquierda, a la derecha y en los nacionalismos.
Enrique Suárez