Ciutadans se configura como partido en el Congreso de Bellaterra, en el que se aprueba un ideario y unos estatutos, elaborados colectivamente, y se rechaza por aclamación una enmienda a la totalidad elaborada por Françesc de Carreras y Juan Antonio Cordero, enmienda que posteriormente se retiró al no disponer de apoyo suficiente para progresar y ante la crispación que había ocasionado entre los delegados.
En el Congreso de Bellaterra, Albert Rivera salió elegido como presidente y Antonio Robles como Secretario General, por orden alfabético estricto. Cosas del azar. Posteriormente, el 1 de Noviembre de 2006, tres diputados de Ciutadans salen elegidos para formar parte del Parlamento Catalán. “Toma 3 TV3”.
De las resoluciones de Bellaterra, en las que la expansión del partido a nivel nacional era la más importante, nada se hizo durante el último semestre del año 2006 y el primero del 2007. Los motivos argüidos por la dirección del partido fueron diversos, pero en realidad solo hubo uno: no se quiso hacer.
La dirección del partido Ciutadans, influida por las propuestas de la enmienda de Françesc de Carreras se propuso boicotear lo establecido por la asamblea constituyente. El partido no se expandió a nivel nacional, salvo en aquellos lugares en los que se contaba con una afinidad ideológica con las propuestas de Carreras, el centro izquierda, con consolidación en Cataluña, antes que expansión por España.
Al mismo tiempo, prácticamente se paralizó la afiliación de militantes fuera de Cataluña, y solo se permitió en aquellos lugares en los que la afinidad ideológica con el proyecto subyacente de Carreras resultaba evidente, el caso de Cerdanyola o el de Ripollet, confirman estos hechos. Las agrupaciones no crecieron durante seis meses, y el 10 de febrero se presentó como fecha tope de afiliación para participar en el congreso.
Los más de 400 afiliados de Madrid aceptaron no presentarse a las municipales, a instancias de la presencia de Albert Rivera y Antonio Robles, aceptando la falta de recursos y que se necesitaban más militantes, cuando en realidad lo que se buscaba era que Ciutadans siguiera sin crecer fuera de Cataluña.
Las elecciones municipales, en las que se obtuvieron 8 concejales en toda Cataluña, más los cinco de Gimenells que provenían de la adscripción a su alcalde, un exmilitante del PP, mostraron el error cometido, y sin embargo no ocurrió nada. La ejecutiva siguió adelante con Rivera a su cabeza, a pesar de haber sido invitada a abandonar sus cargos por el Consejo General (máximo órgano del partido entre Congresos) y sancionado favorablemente por la Comisión de Garantías (máximo órgano jurídico del partido).
Así se llegó al Congreso de Hospitalet, en el que se volvió a presentar la enmienda a la totalidad de Françesc de Carreras, rechazada un año antes por aclamación en la asamblea de Bellaterra, y en esta ocasión, por ausencia de numerosos militantes que habían abandonado la sala, tras haber presentado Juan Antonio Cordero, otra enmienda parecida que salió rechazada por más de 30 votos, salió casualmente la enmienda del profesor de Carreras.
Luego se aprobó en el plenario con el apoyo de los afines a Rivera, bien organizados, y con el apoyo de las izquierdas dispersas, en el que no participó precisamente la izquierda más definida en Ciutadans, la de Alternativa Ciudadana de Pérez Romera, que observando la maniobra se opuso a un partido que se definía de centro-izquierda, no por incongruencia, sino por conciencia de la maniobra que se estaba urdiendo. Hoy estos compañeros han abandonado el partido.
Tras los acontecimientos vividos, ahora se puede comprender lo que ha ocurrido en Ciutadans; en el Congreso de Bellaterra salieron elegidas unas propuestas determinadas sobre el desarrollo de Ciutadans a nivel nacional, que fueron boicoteadas por la dirección del partido, hecho denunciado por numerosos militantes, que ni siquiera fueron escuchados.
Durante todo un año, la dirección del partido se encargó de organizar las agrupaciones dando acceso a los que se acercaban a sus posiciones ideológicas, especialmente amparados por Robles, o los que mostraban su afinidad con el personalismo de Rivera. Los críticos fueron excluidos, como ocurrió en Cerdanyola, y a punto estuvo de ocurrir en Ripollet.
Un año entero preparando la deriva de Ciutadans al centro izquierda, a ese no nacionalismo connivente con lo existente, a ese partido hegemónico y afianzado prioritaria y exclusivamente en Cataluña. Un año entero se ha pasado la dirección de Ciutadans traicionando lo establecido por la asamblea de ciudadanos en el congreso de Bellaterra, del que por cierto las actas siguen sin aparecer
Un año traicionando a Ciutadans y a la democracia en nuestro partido, han tenido como premio el triunfo hegemónico de Albert Rivera, y las posiciones ideológicas defendidas por Françesc de Carreras.
Si fuera un crimen, tendría los agravantes de premeditación y alevosía. Como decía Lenin, “democracia, ¿para qué?”.
Y todavía algunos se asombran de las deserciones numerosas que se están produciendo en este club sectario, en que han convertido aquel proyecto magnífico que era Ciutadans. Con nuestra media naranja política alguien se ha hecho un zumo electoral.
Erasmo de Salinas
En el Congreso de Bellaterra, Albert Rivera salió elegido como presidente y Antonio Robles como Secretario General, por orden alfabético estricto. Cosas del azar. Posteriormente, el 1 de Noviembre de 2006, tres diputados de Ciutadans salen elegidos para formar parte del Parlamento Catalán. “Toma 3 TV3”.
De las resoluciones de Bellaterra, en las que la expansión del partido a nivel nacional era la más importante, nada se hizo durante el último semestre del año 2006 y el primero del 2007. Los motivos argüidos por la dirección del partido fueron diversos, pero en realidad solo hubo uno: no se quiso hacer.
La dirección del partido Ciutadans, influida por las propuestas de la enmienda de Françesc de Carreras se propuso boicotear lo establecido por la asamblea constituyente. El partido no se expandió a nivel nacional, salvo en aquellos lugares en los que se contaba con una afinidad ideológica con las propuestas de Carreras, el centro izquierda, con consolidación en Cataluña, antes que expansión por España.
Al mismo tiempo, prácticamente se paralizó la afiliación de militantes fuera de Cataluña, y solo se permitió en aquellos lugares en los que la afinidad ideológica con el proyecto subyacente de Carreras resultaba evidente, el caso de Cerdanyola o el de Ripollet, confirman estos hechos. Las agrupaciones no crecieron durante seis meses, y el 10 de febrero se presentó como fecha tope de afiliación para participar en el congreso.
Los más de 400 afiliados de Madrid aceptaron no presentarse a las municipales, a instancias de la presencia de Albert Rivera y Antonio Robles, aceptando la falta de recursos y que se necesitaban más militantes, cuando en realidad lo que se buscaba era que Ciutadans siguiera sin crecer fuera de Cataluña.
Las elecciones municipales, en las que se obtuvieron 8 concejales en toda Cataluña, más los cinco de Gimenells que provenían de la adscripción a su alcalde, un exmilitante del PP, mostraron el error cometido, y sin embargo no ocurrió nada. La ejecutiva siguió adelante con Rivera a su cabeza, a pesar de haber sido invitada a abandonar sus cargos por el Consejo General (máximo órgano del partido entre Congresos) y sancionado favorablemente por la Comisión de Garantías (máximo órgano jurídico del partido).
Así se llegó al Congreso de Hospitalet, en el que se volvió a presentar la enmienda a la totalidad de Françesc de Carreras, rechazada un año antes por aclamación en la asamblea de Bellaterra, y en esta ocasión, por ausencia de numerosos militantes que habían abandonado la sala, tras haber presentado Juan Antonio Cordero, otra enmienda parecida que salió rechazada por más de 30 votos, salió casualmente la enmienda del profesor de Carreras.
Luego se aprobó en el plenario con el apoyo de los afines a Rivera, bien organizados, y con el apoyo de las izquierdas dispersas, en el que no participó precisamente la izquierda más definida en Ciutadans, la de Alternativa Ciudadana de Pérez Romera, que observando la maniobra se opuso a un partido que se definía de centro-izquierda, no por incongruencia, sino por conciencia de la maniobra que se estaba urdiendo. Hoy estos compañeros han abandonado el partido.
Tras los acontecimientos vividos, ahora se puede comprender lo que ha ocurrido en Ciutadans; en el Congreso de Bellaterra salieron elegidas unas propuestas determinadas sobre el desarrollo de Ciutadans a nivel nacional, que fueron boicoteadas por la dirección del partido, hecho denunciado por numerosos militantes, que ni siquiera fueron escuchados.
Durante todo un año, la dirección del partido se encargó de organizar las agrupaciones dando acceso a los que se acercaban a sus posiciones ideológicas, especialmente amparados por Robles, o los que mostraban su afinidad con el personalismo de Rivera. Los críticos fueron excluidos, como ocurrió en Cerdanyola, y a punto estuvo de ocurrir en Ripollet.
Un año entero preparando la deriva de Ciutadans al centro izquierda, a ese no nacionalismo connivente con lo existente, a ese partido hegemónico y afianzado prioritaria y exclusivamente en Cataluña. Un año entero se ha pasado la dirección de Ciutadans traicionando lo establecido por la asamblea de ciudadanos en el congreso de Bellaterra, del que por cierto las actas siguen sin aparecer
Un año traicionando a Ciutadans y a la democracia en nuestro partido, han tenido como premio el triunfo hegemónico de Albert Rivera, y las posiciones ideológicas defendidas por Françesc de Carreras.
Si fuera un crimen, tendría los agravantes de premeditación y alevosía. Como decía Lenin, “democracia, ¿para qué?”.
Y todavía algunos se asombran de las deserciones numerosas que se están produciendo en este club sectario, en que han convertido aquel proyecto magnífico que era Ciutadans. Con nuestra media naranja política alguien se ha hecho un zumo electoral.
Erasmo de Salinas