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viernes, 1 de junio de 2007

Manifiestos Cívicos de Ciutadans de Catalunya I y II

En los tiempos que corren, conviene que volvamos a leer los Manifiestos de Ciutadans, el primero y el segundo. Son nuestra columna vertebral ideológica, los principios fundamentales que nos sostienen, sin ellos no somos nada.


Por un nuevo partido político en Cataluña



Después de 23 años de nacionalismo conservador, Cataluña ha pasado a ser gobernada por el nacionalismo de izquierdas. Nada sustantivo ha cambiado. Baste con decir que el actual gobierno ha fijado como su principal tarea política la redacción de un nuevo Estatuto de Autonomía. Muchos ciudadanos catalanes creemos que la decisión es consecuencia de la incapacidad del Gobierno y de los partidos que lo componen para enfrentarse a los problemas reales de los ciudadanos. Como todas las ideologías que rinden culto a lo simbólico, el nacionalismo confunde el análisis de los hechos con la adhesión a principios abstractos. Todo parece indicar que al elegir como principal tarea política la redacción de un nuevo Estatuto para Cataluña, lo simbólico ha desplazado una vez más a lo necesario.

La táctica desplegada durante más de dos décadas por el nacionalismo pujolista, en la que hoy insiste el Tripartito, ha consistido en propiciar el conflicto permanente entre las instituciones políticas catalanas y españolas e, incluso, entre los catalanes y el resto de los españoles. Es cada vez más escandalosa la pedagogía del odio que difunden los medios de comunicación del Gobierno catalán contra todo lo "español". La nación, soñada como un ente homogéneo, ocupa el lugar de una sociedad forzosamente heterogénea.

El nacionalismo es la obsesiva respuesta del actual gobierno ante cualquier eventualidad. Lo único que se le resiste son los problemas, cada vez más vigorosos y complicados. Por ejemplo, el de la educación de los niños y jóvenes catalanes. La política lingüística que se ha aplicado a la enseñanza no ha impedido que los estudiantes catalanes ocupen uno de los niveles más bajos del mundo desarrollado en comprensión verbal y escrita. Este es sólo uno de los más llamativos resultados de dos décadas de gestión nacionalista. Dos décadas en las que el poder político, además, ha renunciado a aprovechar el importantísimo valor cultural y económico que supone la lengua castellana, negando su carácter de lengua propia de muchos catalanes.

La decadencia política en que ha sumido el nacionalismo a Cataluña tiene un correlato económico. Desde hace tiempo la riqueza crece en una proporción inferior a la de otras regiones españolas y europeas comparables. Un buen número de indicadores cruciales, como la inversión productiva extranjera o las cifras de usuarios de internet, ofrecen una imagen de Cataluña muy lejana del papel de locomotora de España que el nacionalismo se había autopropuesto. Su reacción ha sido la acostumbrada: atribuir la decadencia económica a un reparto de la hacienda pública supuestamente injusto con Cataluña.

Cabe recordar que una de las acusaciones tradicionales de la izquierda al anterior gobierno conservador había sido, precisamente, la de no saber gestionar con eficacia los recursos de que disponía y practicar una política victimista que ocultara todos sus fracasos de gestión. Poco tiempo ha necesitado el gobierno Tripartito para adherirse a esta reacción puramente defensiva, que, además, ha incurrido con frecuencia en la inmoralidad. Alguno de sus consejeros no ha tenido mayor inconveniente en afirmar que mientras el norte español trabaja, el sur dilapida. No parece que el creciente aislamiento de Cataluña respecto de España y que su visible pérdida de prestigio entre los ciudadanos españoles, hayan contribuido a paliar esta decadencia.

Sin embargo, el nacionalismo sí ha sido eficaz como coartada para la corrupción. Desde el caso Banca Catalana hasta el más reciente del 3% (que pasará a la historia por haber provocado una de las más humillantes sesiones que haya vivido un parlamento español) toda acusación de fraude en las reglas de juego se ha camuflado tras el consenso. Un consenso que no sólo se manifiesta en los escenarios del parlamentarismo sino que forma parte del paisaje. Puede decirse que en Cataluña actúa una corrupción institucional que afecta a cualquier ciudadano que aspire a un puesto de titularidad pública o pretenda beneficiarse de la distribución de los recursos públicos. En términos generales, el requisito principal para ocupar una plaza, recibir una ayuda, o beneficiarse de una legislación favorable, es la contribución al mito identitario y no los méritos profesionales del candidato o el interés práctico de la sociedad.

Como las fuerzas políticas representadas hoy en el Parlamento de Cataluña se muestran insensibles ante este estado de cosas, los abajo firmantes no se sienten representados por los actuales partidos y manifiestan la necesidad de que un nuevo partido político corrija el déficit de representatividad del Parlamento catalán. Este partido, identificado con la tradición ilustrada, la libertad de los ciudadanos, los valores laicos y los derechos sociales, debería tener como propósito inmediato la denuncia de la ficción política instalada en Cataluña. Oponerse a los intentos cada vez menos disimulados de romper cualquier vínculo entre catalanes y españoles. Y oponerse también a la destrucción del razonable pacto de la transición que hace poco más de veinticinco años volvió a situar a España entre los países libres. La mejor garantía del respeto de las libertades, la justicia y la equidad entre los ciudadanos, tal y como se conciben en un Estado de Derecho, reside en el pleno desarrollo del actual régimen estatutario de las Autonomías, enmarcado en la Constitución de 1978.

Es cierto que el nacionalismo unifica transversalmente la teoría y la práctica de todos los partidos catalanes hasta ahora existentes; precisamente por ello, está lejos de representar al conjunto de la sociedad. Llamamos, pues, a los ciudadanos de Cataluña identificados con estos planteamientos a reclamar la existencia de un partido político que contribuya al restablecimiento de la realidad.

Félix de Azúa, Albert Boadella, Francesc de Carreras, Arcadi Espada, Teresa Giménez Barbat, Ana Nuño, Félix Ovejero, Félix Pérez Romera, Xavier Pericay, Ponç Puigdevall, José Vicente Rodríguez Mora, Ferran Toutain, Carlos Trías, Ivan Tubau y Horacio Vázquez Rial.



Segundo Manifiesto de Ciutadans de Catalunya



Cataluña se ha vuelto inhóspita para quienes no son nacionalistas. El proyecto de construcción nacional, en el que participan todas las formaciones salvo el PP, está dejando al margen, sin representación política, a una parte importante de la población. Muchos ciudadanos están cansados de prestar su voto a unos partidos que dicen no ser nacionalistas, pero que se suman con entusiasmo a la tarea de "construir una nación" con tal de llegar al poder.

Esta situación debe terminar. Hay que poner fin al monopolio nacionalista del espacio público, al afán de intervenir en todos los órdenes de la vida ciudadana, a la obligación de abrazar el credo catalanista para poder hacer política sin ser agredido, insultado y calumniado, al encubrimiento sistemático de la corrupción bajo el velo del patriotismo. Y no puede ni debe proseguir el control ideológico del nacionalismo sobre los medios de comunicación. La Generalitat y las demás instituciones autonómicas han de estar al servicio de toda la ciudadanía, no de una parte, y mucho menos de una minoría fanatizada.

En junio del año pasado hicimos público un manifiesto en el que considerábamos la necesidad de un nuevo partido político. Aquel primer manifiesto fue firmado por miles de personas y ha sido presentado a lo largo de los últimos meses en distintas localidades catalanas. En estos actos públicos queríamos pulsar la opinión de la ciudadanía y comprobar si nuestro diagnóstico era compartido por otras personas. Concluida la primera serie de asambleas divulgativas, estamos convencidos de que un amplio sector de la ciudadanía coincide con nosotros en reclamar la creación de un partido que dé voz a quienes no se sienten representados.

La tarea prioritaria hoy, en Cataluña, es la de sumar fuerzas para luchar por una sociedad libre de las ideologías románticas y del colectivismo reaccionario. Una sociedad posnacionalista. Queremos un partido de nuevo tipo en el que puedan coexistir personas de distintas tendencias políticas que coincidan en que la diversidad, el respeto a las minorías y el derecho a discrepar son requisitos imprescindibles para enfrentarse sin prejuicios a los inciertos problemas de nuestro tiempo.
Alentados por los apoyos de todo tipo que hemos ido recibiendo, hoy anunciamos el proceso constituyente que concluirá con la fundación de un partido político abierto a todos aquellos que desde posturas democráticas no comulguen con la ideología nacionalista.

Como promotores de este proceso, los fundadores de Ciutadans de Catalunya ofrecemos a la consideración de quienes participen en su desarrollo algunos conceptos que deberían orientar el programa del partido, su estrategia y su modo de actuar, dando por sentado que serán los órganos de decisión surgidos del propio proceso constituyente los que tendrán la última palabra:


Ciudadanía. Los territorios carecen de derechos. Sólo tienen derechos las personas. Los sentimientos de identidad, como los sentimientos religiosos o la orientación sexual, son dignos de respeto, pero rechazamos que se pretenda imponer proyectos políticos basados en ellos.

Del mismo modo que estamos en contra de la discriminación racial, sexual o religiosa, lo estamos también de toda discriminación por razones de identidad. Debemos tener presente que si España es plural, Cataluña también lo es. El nuevo partido basará, por tanto, su discurso en el concepto de ciudadanía y denunciará el carácter antidemocrático de las ideologías identitarias.

Libertad e igualdad. Será un partido que promoverá el espíritu crítico y el debate racional, haciendo suyos los principios heredados de la Ilustración.

Defenderá la igualdad ante la ley y los derechos que caracterizan a las sociedades realmente democráticas, incluido el de recibir la protección del Estado para asegurar una Sanidad digna, un sistema de pensiones que asegure el bienestar en todas las etapas de la vida y un sistema educativo de calidad. Asimismo, el partido defenderá que el Estado promueva la igualdad de oportunidades de forma que ni el origen étnico, ni el idioma, ni el sexo, ni la posición económica de la familia, determine privilegios.

Laicismo. Es esencial la neutralidad de la Administración en asuntos religiosos e identitarios. El nacionalismo romántico no debe imponerse en el espacio público. Nuestro partido se opondrá a la manipulación ideológica de los jóvenes y defenderá un sistema educativo libre de contaminaciones nacionalistas e imposiciones comisariales.

Bilingüismo. El nuevo partido hará todo lo posible para elevar a oficial lo que ya es normal en la calle. Defenderá el bilingüismo en la Administración, en los medios de comunicación públicos, en la enseñanza y en todas las instituciones públicas catalanas. Dado que en Cataluña hay dos lenguas oficiales, promoverá una reforma educativa para que tanto el catalán como el castellano sean lenguas vehiculares y para que la primera educación se ofrezca en la lengua que decidan los padres. Exigirá el cierre inmediato de las Oficinas de Garantías Lingüísticas y se opondrá a cualquier tipo de discriminación por motivos de lengua. También promoverá el conocimiento del catalán entre los funcionarios, pero no hará de ello una condición necesaria para su acceso a la función pública.

Constitución. El nuevo partido defenderá la Constitución Española. Asumirá, por tanto, uno de sus principios básicos: la soberanía reside en el conjunto de la ciudadanía española, no en cada una de las Comunidades Autónomas. Propondrá racionalizar el sistema autonómico, cerrar el capítulo de transferencias conservando un gobierno central con los instrumentos necesarios para defender el bien común, y convertir al Senado en cámara territorial.


Por último, convocamos a todos aquellos que simpaticen con este proyecto y crean necesario un cambio en profundidad de la política catalana a un Acto Público que se celebrará en el Teatro Tívoli de Barcelona el sábado 4 de marzo a partir de las 12 del mediodía.


CIUTADANS DE CATALUNYA
Barcelona, 1 de marzo de 2006

Arcadi Espada en el Tívoli

Presentació Ciutadans de Catalunya al Tivoli



Queridos amigos:

Ciudadanos en la Red, quiere manifestar su lealtad plena a los principios sobre los que se estableció el nacimiento de nuestro partido,Eso que se conoce entre nosotros como el Espíritu del Tívoli, es lo que hoy nos sigue uniendo y lo que nos distingue de las demás formaciones políticas de este país.

Alguien debería preguntarle a Albert Boadella si está satisfecho de como se está representando su obra más política, y sobretodo en la cuestión de ser o no ser, mientras dictamine el maestro, y a la vista de los resultados de las pasadas elecciones, vamos a pensar que no.

¿Dónde ha quedado el Espíritu del Tívoli?. ¿Quién lo ha traicionado?. Ciutadans está llamado por el destino de este país a ocupar el lugar que le corresponde, sin que le sea impedido desde dentro o desde fuera del partido.

Los Ciutadans somos los pioneros una nueva cultura social y política, que anuncia un mundo nuevo y diferente, en el que todos seamos lo somos, y no lo que nos hacen aparentar.

Ciutadans se hizo en el Tívoli, con todos nosotros, a pesar de todos nosotros, por encima de todos nosotros. Ciutadans necesita ciudadanos cultivados entre el sueño de un mundo mejor, y la realidad que nos destroza cada día. Ciudadanos, ¡nos necesitamos!.

Siempre nos encontraremos en El Tívoli, es nuestro origen y nuestro destino.

¡Adelante Ciudadanos!

Siudatans: Llanaral Rivera, Astrategia y Axspançió da lus Siudatans







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