"En su propaganda, los dictadores de hoy confían principalmente en la repetición, la supresión y la racionalización: la repetición de las consignas que desean que sean aceptadas como verdades, la supresión de hechos que desean que sean ignorados y el fomento y la racionalización de las pasiones que puedan ser utilizadas en interés del Partido o del Estado" Aldous Huxley
Si algún término define con precisión y exactitud a los opositores a Foro Asturias de Ciudadanos en su conjunto, es el de REACCIONARIOS, porque bajo ese concepto se determina las ideas o personas que tratan de hacer regresar la realidad hasta el tiempo en que detentaron el poder. El término REACCIONARIO surgió en la Francia de la Revolución, para referirse a todos aquellos que querían dar atrás en el tiempo, hasta que la realidad les resultara más favorable a sus privilegios.
Está claro que las fuerzas reaccionarias en Asturias son todas las que se oponen a la presencia de Foro en el Gobierno del Principado, y en las nueve alcaldías que este joven partido gestiona. Los motivos son diversos, pero coinciden en uno: desplazar a Foro del poder al precio que sea.
Esta coalición reaccionaria está formada por los partidos políticos que han perdido su posición y privilegios con la llegada de Foro, el PSOE-IU que han perdido el Gobierno que mantenían durante los últimos doce años, además de un 35 % de sus votantes y el PP, que ha perdido la mitad de sus votantes y la amable oposición que representó en Asturias, mientras se construía el imperio del despropósito y el despilfarro del faraón Areces, con la sospecha de corrupción que ha supuesto el caso Riopedre para su partido.
También forman parte del club reaccionario de Asturias, que algunos, con ironía, para determinar su alianza de intereses inconfesables, han denominado la COALICIÓN DEL DUERNO, los medios de comunicación que han vivido a costa del erario público de forma directa, como la RTPA, o aquellos que lo han hecho de forma indirecta, como LNE o LVA, a veces incluso con negocios comunes entre los tres por medio de alguna productora televisiva.
Por último, también se añaden al prestigioso club, algunos agentes sociales beneficiarios, algunos empresarios de pesebre que han hecho su agosto al albur del poder, algunos representantes de chiringuitos organizados alrededor del poder político en Asturias, y algunos trabajadores que le deben su puesto de trabajo a la afinidad política con los mandatarios o al magnífico enchufe que les proporcionó su medio de subsistencia.
En realidad, no son demasiados, posiblemente no pasen de 10.000 asturianos en total los que han visto como su nivel de vida se ha deteriorado sustancialmente tras la pérdida de poder de sus formaciones políticas o sus empresas. Pero esta "élite reaccionaria" es poderosa todavía, y se han propuesto como estrategia exigir públicamente, al Presidente del Principado de Asturias, Francisco Álvarez Cascos y su partido, que gobiernen al mismo tiempo que ejercen un férreo boicot a que eso sea posible, aunque la latencia de decisiones sea en perjuicio de los ciudadanos de Asturias, pero para todos ellos sus intereses propios son prioritarios.
Corren contra el tiempo, porque los asturianos saben distinguir lo que es luchar por los intereses de Asturias, como está haciendo Foro, de lo que es luchar por sus propios intereses como hacen todos ellos. Ayer mismo se ha visto el final del régimen libio del coronel Gadafi, para recordarnos que por mucho que se empeñen los enemigos de la libertad y la democracia en detener el tiempo, la realidad siempre es más poderosa, y acaba apartándolos del camino, porque el retorno al Antiguo Régimen ya no puede ser posible.
No se puede establecer un burka sobre una sociedad informada, por mucho que se intoxique a los ciudadanos. Mientras tanto, Foro y Cascos siguen adelante, con el objetivo prioritario de lograr grupo parlamentario propio en el Congreso de Diputados y ampliar su representación en el Senado. Tres derrotas han sufrido, los reaccionarios de Asturias: la de los tiempos, la de los asturianos y la de Foro, cuanto más tarden en aceptarlo, más doloroso será para ellos, y quizás surja una nueva derrota, la del descrédito definitivo.
Enrique Suárez
