La condición esencial del ser humano es dotarse a sí mismo de significado para alcanzar una identidad propia y definida. Es hora de que la humanidad avance de nuevo y abandone para siempre sus cárceles, impuestas por el poder en todas sus formas. La única condición imprescindible para que ese proceso se desarrolle es la libertad. Quien no se siente libre, siempre estará sometido en un escalón previo de la evolución, tratando de liberarse de su opresión.
La tiranía en el ejercicio del poder impide el desarrollo de los seres humanos. La representación política es la principal forma de dominio de los seres humanos en nuestros días, utilizando el abuso de poder en democracia como coartada. La democracia no es el gobierno del pueblo, frase que representa la inquina del poder, al contrario, es el sometimiento del pueblo, silenciando todas sus protestas. ¿Quién se atreve en estos tiempos a estar en contra de la democracia?
Pero la democracia no tiene exclusivamente su expresión en la partitocracia imperante, he ahí la falacia que permite el engaño. La democracia tiene múltiples formas de manifestarse, que nada tienen que ver con los partidos políticos como es el caso de los referenda en los que el pueblo expresa su voluntad directamente sin intermediarios o como aquellas cuestiones en que la democracia no está representada, sino que se expresa de forma directa.
La gran estrategia del poder es mantener la apariencia de que son los ciudadanos los que eligen a sus representantes políticos, cuando en realidad lo único que hacen los que acuden a las urnas es ratificar a los que han elegido los dirigentes de los partidos políticos. No hay elecciones libres en España, más bien una simulación de su existencia, que satisface a una inmensa mayoría de ciudadanos convertidos en súbditos de los “señores de los partidos políticos” que ejercen su dominio.
Verán ustedes, supongan que por una casualidad encontramos al ser humano más justo del planeta al que queremos convertir en nuestro Presidente del Gobierno. ¿Qué tendríamos que hacer para conseguirlo?, pues sencillamente vencer todas las resistencias del poder, en forma de reglamentos, legislaciones, plazos y decisiones de los que los partidos políticos han impuesto para que permitan o no permitan su participación.
Si aún lográramos el objetivo de presentar como candidato al ser humano más justo del planeta, tendríamos que resolver como hacer llegar a la gente su mensaje, porque los medios de comunicación, subvencionados por el poder, se encargarían de que eso no ocurriera, relegando su presencia en los mismos al lugar que decidieran sus competidores, perfectamente organizados para imponer su voluntad en contra de la de los ciudadanos.
Supongamos que al final, venciendo todas las dificultades, el ser humano más justo del planeta obtiene representación política, es decir voz pública, pues seguramente su discurso quedaría asfixiado entre los discursos de todos los demás, a los que tendría que enfrentarse, agotándose sin haber siquiera comenzado a exponer su pensamiento.
Los partidos políticos quieren que nos convenzamos que un sistema que pone todas las trabas e impide al ser humano más justo del planeta acceder a la representación pública es un sistema democrático, cuando en realidad lo que procura es que los más injustos, deshonestos y extravagantes accedan a la representación pública y al poder gracias a que se alían y organizan para perpetuarse en su posición de privilegio.
Una democracia que impide al ser humano más justo del planeta acceder al poder es una pantomima, un fiasco y un cuento que sólo sirve para que los más infames alcancen representación política y se repartan el poder entre ellos. Pero que no se le ocurra a nadie abjurar de este magnífico sistema de redistribución del poder siempre entre los mismos, porque se postula para el escarnio y mofa de todos los que le rodean, y alguno de los sinvergüenzas que cobran todos los meses del erario público por representar exclusivamente sus intereses y privilegios, todavía ser permitirá decir: pero cómo le hacen caso a ese facha.
Tengo la certeza de que en este país los auténticos fascistas son los que presumen de demócratas, ejerciendo el poder desde una auténtica tiranía.
Biante de Priena
La tiranía en el ejercicio del poder impide el desarrollo de los seres humanos. La representación política es la principal forma de dominio de los seres humanos en nuestros días, utilizando el abuso de poder en democracia como coartada. La democracia no es el gobierno del pueblo, frase que representa la inquina del poder, al contrario, es el sometimiento del pueblo, silenciando todas sus protestas. ¿Quién se atreve en estos tiempos a estar en contra de la democracia?
Pero la democracia no tiene exclusivamente su expresión en la partitocracia imperante, he ahí la falacia que permite el engaño. La democracia tiene múltiples formas de manifestarse, que nada tienen que ver con los partidos políticos como es el caso de los referenda en los que el pueblo expresa su voluntad directamente sin intermediarios o como aquellas cuestiones en que la democracia no está representada, sino que se expresa de forma directa.
La gran estrategia del poder es mantener la apariencia de que son los ciudadanos los que eligen a sus representantes políticos, cuando en realidad lo único que hacen los que acuden a las urnas es ratificar a los que han elegido los dirigentes de los partidos políticos. No hay elecciones libres en España, más bien una simulación de su existencia, que satisface a una inmensa mayoría de ciudadanos convertidos en súbditos de los “señores de los partidos políticos” que ejercen su dominio.
Verán ustedes, supongan que por una casualidad encontramos al ser humano más justo del planeta al que queremos convertir en nuestro Presidente del Gobierno. ¿Qué tendríamos que hacer para conseguirlo?, pues sencillamente vencer todas las resistencias del poder, en forma de reglamentos, legislaciones, plazos y decisiones de los que los partidos políticos han impuesto para que permitan o no permitan su participación.
Si aún lográramos el objetivo de presentar como candidato al ser humano más justo del planeta, tendríamos que resolver como hacer llegar a la gente su mensaje, porque los medios de comunicación, subvencionados por el poder, se encargarían de que eso no ocurriera, relegando su presencia en los mismos al lugar que decidieran sus competidores, perfectamente organizados para imponer su voluntad en contra de la de los ciudadanos.
Supongamos que al final, venciendo todas las dificultades, el ser humano más justo del planeta obtiene representación política, es decir voz pública, pues seguramente su discurso quedaría asfixiado entre los discursos de todos los demás, a los que tendría que enfrentarse, agotándose sin haber siquiera comenzado a exponer su pensamiento.
Los partidos políticos quieren que nos convenzamos que un sistema que pone todas las trabas e impide al ser humano más justo del planeta acceder a la representación pública es un sistema democrático, cuando en realidad lo que procura es que los más injustos, deshonestos y extravagantes accedan a la representación pública y al poder gracias a que se alían y organizan para perpetuarse en su posición de privilegio.
Una democracia que impide al ser humano más justo del planeta acceder al poder es una pantomima, un fiasco y un cuento que sólo sirve para que los más infames alcancen representación política y se repartan el poder entre ellos. Pero que no se le ocurra a nadie abjurar de este magnífico sistema de redistribución del poder siempre entre los mismos, porque se postula para el escarnio y mofa de todos los que le rodean, y alguno de los sinvergüenzas que cobran todos los meses del erario público por representar exclusivamente sus intereses y privilegios, todavía ser permitirá decir: pero cómo le hacen caso a ese facha.
Tengo la certeza de que en este país los auténticos fascistas son los que presumen de demócratas, ejerciendo el poder desde una auténtica tiranía.
Biante de Priena