En este país de nunca jamás que nos va quedando, una de las noticias que me ha sorprendido ingratamente es la de determinadas agrupaciones sociales, medios de comunicación, ONGs, partidos políticos y algunos sabios quintacolumnistas, tertulianos o no, ejerciendo una presión irritante e incesante sobre los profesionales sanitarios de este país, para que incumplan con el proyecto de ley de excluir a los inmigrantes ilegales de su acceso a la sanidad pública, estableciendo una barrera económica para que puedan recibir asistencia, que va desde los 700 a los 1400 euros. Prodigio de inhumanidad de este Gobierno que debe ser demonizado por acabar con la dependencia de los debiles, cuando en realidad lo que creo que se pretende es acabar con los réditos de sus supuestos defensores, bien organizados en defender sus propios intereses.
Incluso algunas asociaciones sanitarias, sindicatos profesionales y agencias corporativas han comenzado una campaña de objeción de conciencia, para que se inscriban en ella aquellos sanitarios que quieran oponerse a la legislación gubernamental.
Con todas estas acciones, no cabe más que pensar que los profesionales sanitarios de este país, supuestamente descerebrados y desalmados, necesitan del adoctrinamiento moral de los buenos samaritanos para oponerse al adoctrinamiento moral de los que toman las decisiones sobre la sanidad pública desde el Gobierno, y que el pueblo discierna entre unos y otros.
Desde mi punto de vista, estamos asistiendo a la enésima entrega de la utilización de un determinado grupo humano, en este caso los inmigrantes ilegales (y consecuentemente los profesionales sanitarios), para mostrar al mundo quienes son los buenos y quienes son los malos, porque somos incapaces de comprender que en este mundo de las cosas que se pagan con el dinero público no hay buenos ni malos, sino gestiones eficaces o ineficaces, derroche o ahorro, más impuestos o menos.
Hasta donde conozco, no he leído nunca la noticia de que un inmigrante legal o ilegal en este país haya sido desatendido en caso de necesidad, aunque si conozco muchos casos de europeos de países más ricos que España que han venido a atenderse de sus problemas a la sobrecargada sanidad pública española, fundamentalmente porque a un señor que se llama José Luis Rodríguez Zapatero se le ocurrió integrar en nuestro sistema sanitario entre los años 2009-2010 a siete millones de inmigrantes sin incrementar en la misma proporción los recursos correspondientes para atenderlos, y eso es una penosa gestión de los recursos públicos, porque no solo incrementó el trabajo de los profesionales que mantienen la salud pública de este país, sino que también redujo la calidad asistencial al incorporar siete millones de personas más, con un sistema sanitario que estaba diseñado para siete millones de personas menos, tal vez sea la nefasta gestión de los recursos públicos que se trate de ocultar con estas campañas de propaganda.
Por lo demás, no creo que ningún profesional sanitario de este país necesite consejos morales de “los buenos samaritanos” que posiblemente más que defender a los inmigrantes quieran poner a parir al gobierno, utilizando a los inmigrantes, por tratar de establecer un control sobre el gasto sanitario público en tiempos de crisis.
Los profesionales sanitarios de este país, no necesitan que nadie les diga lo que tienen que hacer en cuestión de atender o no atender a todos aquellos que lo necesiten. No hacen falta campañas de propaganda, ni de agitación mediática, a la que algunos nos quieren acostumbrar, tratando de erradicar la conciencia individual de todos los miembros de un colectivo, que ya sabrá resolver sus problemas como lo ha hecho a lo largo de su historia, para imponer la conciencia colectiva a ese colectivo, como si tal cosa fuera necesaria.
Queridos “buenos samaritanos”, hagan el favor de dejar fuera de la política la conciencia y dignidad de los trabajadores sanitarios de este país, que digan lo que digan ustedes, harán lo que sea necesario sin su ayuda ni consejo, para cumplir con su obligación, más allá de lo que trate de imponérseles desde el Gobierno.
Confíen ustedes un poco más en aquellos que tienen que tomar las decisiones sin aleccionamientos ni moralinas. Que hasta ahora no han sido necesarios ni sus adoctrinamientos ni los del Gobierno, para que cumplieran adecuadamente con su trabajo, con inmigrantes y con cualquier ser humano que lo requiera.
No vaya a ser que terminen acudiendo los asalariados públicos Sánchez Gordillo y LLamazares, con los carritos, a salvarnos a todos a la llamada de la justicia universal y los profesionales sanitarios terminen siendo agredidos como las cajeras del Mercadona, por el bien de la humanidad.
Enrique Suárez
Incluso algunas asociaciones sanitarias, sindicatos profesionales y agencias corporativas han comenzado una campaña de objeción de conciencia, para que se inscriban en ella aquellos sanitarios que quieran oponerse a la legislación gubernamental.
Con todas estas acciones, no cabe más que pensar que los profesionales sanitarios de este país, supuestamente descerebrados y desalmados, necesitan del adoctrinamiento moral de los buenos samaritanos para oponerse al adoctrinamiento moral de los que toman las decisiones sobre la sanidad pública desde el Gobierno, y que el pueblo discierna entre unos y otros.
Desde mi punto de vista, estamos asistiendo a la enésima entrega de la utilización de un determinado grupo humano, en este caso los inmigrantes ilegales (y consecuentemente los profesionales sanitarios), para mostrar al mundo quienes son los buenos y quienes son los malos, porque somos incapaces de comprender que en este mundo de las cosas que se pagan con el dinero público no hay buenos ni malos, sino gestiones eficaces o ineficaces, derroche o ahorro, más impuestos o menos.
Hasta donde conozco, no he leído nunca la noticia de que un inmigrante legal o ilegal en este país haya sido desatendido en caso de necesidad, aunque si conozco muchos casos de europeos de países más ricos que España que han venido a atenderse de sus problemas a la sobrecargada sanidad pública española, fundamentalmente porque a un señor que se llama José Luis Rodríguez Zapatero se le ocurrió integrar en nuestro sistema sanitario entre los años 2009-2010 a siete millones de inmigrantes sin incrementar en la misma proporción los recursos correspondientes para atenderlos, y eso es una penosa gestión de los recursos públicos, porque no solo incrementó el trabajo de los profesionales que mantienen la salud pública de este país, sino que también redujo la calidad asistencial al incorporar siete millones de personas más, con un sistema sanitario que estaba diseñado para siete millones de personas menos, tal vez sea la nefasta gestión de los recursos públicos que se trate de ocultar con estas campañas de propaganda.
Por lo demás, no creo que ningún profesional sanitario de este país necesite consejos morales de “los buenos samaritanos” que posiblemente más que defender a los inmigrantes quieran poner a parir al gobierno, utilizando a los inmigrantes, por tratar de establecer un control sobre el gasto sanitario público en tiempos de crisis.
Los profesionales sanitarios de este país, no necesitan que nadie les diga lo que tienen que hacer en cuestión de atender o no atender a todos aquellos que lo necesiten. No hacen falta campañas de propaganda, ni de agitación mediática, a la que algunos nos quieren acostumbrar, tratando de erradicar la conciencia individual de todos los miembros de un colectivo, que ya sabrá resolver sus problemas como lo ha hecho a lo largo de su historia, para imponer la conciencia colectiva a ese colectivo, como si tal cosa fuera necesaria.
Queridos “buenos samaritanos”, hagan el favor de dejar fuera de la política la conciencia y dignidad de los trabajadores sanitarios de este país, que digan lo que digan ustedes, harán lo que sea necesario sin su ayuda ni consejo, para cumplir con su obligación, más allá de lo que trate de imponérseles desde el Gobierno.
Confíen ustedes un poco más en aquellos que tienen que tomar las decisiones sin aleccionamientos ni moralinas. Que hasta ahora no han sido necesarios ni sus adoctrinamientos ni los del Gobierno, para que cumplieran adecuadamente con su trabajo, con inmigrantes y con cualquier ser humano que lo requiera.
No vaya a ser que terminen acudiendo los asalariados públicos Sánchez Gordillo y LLamazares, con los carritos, a salvarnos a todos a la llamada de la justicia universal y los profesionales sanitarios terminen siendo agredidos como las cajeras del Mercadona, por el bien de la humanidad.
Enrique Suárez