Las comparaciones como la que voy a hacer, más que odiosas, son horrorosas. Se imaginan ustedes a un diputado español, uno, sólo uno, votando en contra del consejo de su partido político y el de la oposición que se han puesto de acuerdo para algo. Inverosímil.
La democracia norteamericana tendrá muchos errores según El País, pero hay que quitarse el sombrero por la independencia política de los representantes públicos de los ciudadanos de Estados Unidos.
Aquí los titulares de la prensa hecha con prisa serían algo así como: el congreso de los diputados se enfrenta al mercado. Y subtitularía: el presidente Bush fracasa en su propuesta de salvación de la débil economía norteamericana. Nada que ver con la propaganda.
Cualquiera que haya leído La Democracia en América de Alexis de Tocqueville, comprenderá lo que ha ocurrido, y quien no la haya leído seguirá creyendo en la bondad de Zapatero. El Dow Jones ha descendido un 6,5 %, la mayor caída de su historia y de su histeria.
En realidad, lo que han dicho en El Capitolio los congresistas es que el Estado no puede ser el hada madrina del mercado, como recomendaba Federico Jiménez Losantos el otro día en un artículo, y servidor le daba la razón en otro.
La libertad depende de la separación del poder económico y del poder político, entre otras cosas, cualquier acción conjunta es una forma de totalitarismo, que a la larga se volverá contra los ciudadanos.
Esto no quiere decir que el presidente Bush sea idiota, ni que los presidentes de los bancos centrales europeo, japonés, suizo y británico lo sean, al inyectar miles de millones de euros en una economía opulenta que se ha quedado sin liquidez, nada de eso.
Por cierto, aquí en Europa, ¿a quién ha preguntado Trichet si podía
inflar nuestra inflación alegremente?. ¿A quién han preguntado los del BENELUX si podían salvar a Fortis?. ¿A quién han preguntado los británicos si pueden nacionalizar bancos alegremente?. Un ejemplo de imbricación entre el poder político y el poder económico que habla del auge socialdemócrata en Estrasburgo.
Y algunos confundirán el culo con las témporas y dirán que Zapatero y su cinismo con la crisis es un acto coherente, y posiblemente de respeto a la libertad de mercado, ya lo verán, pero vamos a dejarnos de tonterías.
La crisis económica tiene una consecuencia inmediata, que es la disminución de ingresos por parte del Estado vía impuestos, por eso se afanan todos por la intervención. Los mercados europeos, con economías aún muy intervenidas por los Estados, nada tiene que ver con el mercado norteamericano, con economías reguladas casi exclusivamente por las grandes corporaciones.
Los estados europeos quieren intervención porque una crisis importante haría saltar por los aires el Estado del Bienestar, y a los políticos europeos les horroriza tal cosa. Los Estados Unidos, con su presidente a la cabeza, quieren una intervención porque se juegan su hegemonía económica mundial. Nada que ver.
En realidad, el mercado lo que está haciendo es descontar los desequilibrios de la globalización, expulsando de su seno a los productos más tóxicos, resolviendo sus problemas de salud para sanear su situación y homogeneizar criterios, hacer común lo diverso.
Hay demasiada histeria en todo lo que está ocurriendo, no por lo que dicen Zapatero y sus asesores, que no se enteran, sino porque el futuro global que nos espera necesita que no se sumen peras con manzanas, ni que se haga un zumo de frutas desconocidas.
Nadie recuerda ahora, con la caquexia del ladrillo, que esta crisis comenzó por el ascenso inusitado de los precios del crudo que los ciudadanos soportamos estoicamente, a la subida del petróleo se atribuía la subida de la inflación, y el inminente pinchazo de la burbuja inmobiliaria, anunciada desde hace años.
Pero en realidad el petróleo subió para encarecer la manufactura de los productos que provienen de China y la India, y algunas otras economías emergentes, porque la barrera tecnológica que distinguía países avanzados de países en desarrollo, hoy está superada.
Sin embargo los expertos economistas occidentales han calculado mal la capacidad de almacenaje y dumping de estas economías, que no producen con criterios exclusivos de mercado, sino de Estado. Han aprendido la lección de la extinta Unión Soviética.
Las economías asiáticas son economías de cuota, no de precio, el precio es un instrumento útil para conseguir cuota de mercado. Que más da vender los ordenadores a cien euros si vendes todos los ordenadores, aunque te cuesten noventa euros. Es la economía de escala lo que está asesinando la opulencia occidental, un instrumento de mercado que se regula por sí mismo.
Las economías asiáticas son de supervivencia no de opulencia, necesitan dinero para que sus ciudadanos coman, no para que se vayan de vacaciones al Caribe.
En realidad lo que está ocurriendo es un cambio de valor de la realidad en la que vivimos. Creíamos que las tiendas de los chinos que tenemos en España eran un ejemplo de economía solidaria, no fundamentada exclusivamente en el precio, y va a resultar que son la avanzadilla del declive económico de Occidente.
Los 700.000 mil millones de dólares que pretende inocular Bush en la economía norteamericana (mundial), son en realidad un arancel, una medida proteccionista ante el declive económico de los Estados Unidos y el auge mercantil de China. Bush no quiere salvar a los Estados Unidos, sino una forma de hacer negocios fundamentada en el crédito y la hipoteca, a la que son muy proclives los ciudadanos norteamericanos.
Bush lo que quiere salvar es la economía de consumo, el American way of life, la pujanza internacional de los Estados Unidos, porque los chinos tienen doláres para empapelar la luna, y si se meten en el mercado norteamericano le terminarán haciendo subsidiario. Los congresistas norteamericanos lo que quieren es que los americanos se salven por sí mismos, es decir, la independencia de los norteamericanos contra viento y marea, que cierren filas ante la amenaza económica a su supervivencia. Ambos buscan lo mismo, Bush contra los ciudadanos y los congresistas con los ciudadanos.
Tienen razón los congresistas y aplaudo su decisión, el mundo libre requiere de libertad, hasta cuando no somos nosotros los que ganamos. Coherencia yanke digna de admiración y encomio, que sobresale en el clima español entre tanto paleto con pretensiones, que pretende descubrir las ventajas de las bombillas de bajo consumo y ser reconocido como su inventor, Thomas Alba Edison, pero es que la luz no brota de las "ideas brillantes", sino del esfuerzo y el tesón, de que cada uno crea en sí mismo y no espere el maná del Estado Providencia. Cuanto tenemos que aprender de los norteamericanos en respeto y libertad, y algo tendrán que aprender ellos de como nos tomamos la vida, a pesar de los políticos que nos han tocado en la feria electoral a la que denominan democracia los que viven del cuento.
A ver como lo explican en Educación para la Ciudadanía, ahora que las mujeres han alcanzado un ministerio de igualdad, va a resultar que en realidad, lo mejor es que los seres humanos sigamos siendo diferentes, como toda la vida. Tanta planificación asesina la vida, la crisis económica será un revulsivo, pero también un juez que separa lo realmente necesario, de lo absolutmente prescindible.
Las bombillas de bajo consumo son un simbolismo propagandístico que en realidad nos dice como está España; el Estado regalará una bombilla de bajo consumo por habitante y además recomienda que se compren juguetes españoles, ahí está todo, no hay más aunque resulte increible, y esas son las solemnes intervenciones de uno de los "listos" del Gobierno, no quiero ni imaginar como serán los otros.
Biante de Priena
La democracia norteamericana tendrá muchos errores según El País, pero hay que quitarse el sombrero por la independencia política de los representantes públicos de los ciudadanos de Estados Unidos.
Aquí los titulares de la prensa hecha con prisa serían algo así como: el congreso de los diputados se enfrenta al mercado. Y subtitularía: el presidente Bush fracasa en su propuesta de salvación de la débil economía norteamericana. Nada que ver con la propaganda.
Cualquiera que haya leído La Democracia en América de Alexis de Tocqueville, comprenderá lo que ha ocurrido, y quien no la haya leído seguirá creyendo en la bondad de Zapatero. El Dow Jones ha descendido un 6,5 %, la mayor caída de su historia y de su histeria.
En realidad, lo que han dicho en El Capitolio los congresistas es que el Estado no puede ser el hada madrina del mercado, como recomendaba Federico Jiménez Losantos el otro día en un artículo, y servidor le daba la razón en otro.
La libertad depende de la separación del poder económico y del poder político, entre otras cosas, cualquier acción conjunta es una forma de totalitarismo, que a la larga se volverá contra los ciudadanos.
Esto no quiere decir que el presidente Bush sea idiota, ni que los presidentes de los bancos centrales europeo, japonés, suizo y británico lo sean, al inyectar miles de millones de euros en una economía opulenta que se ha quedado sin liquidez, nada de eso.
Por cierto, aquí en Europa, ¿a quién ha preguntado Trichet si podía
inflar nuestra inflación alegremente?. ¿A quién han preguntado los del BENELUX si podían salvar a Fortis?. ¿A quién han preguntado los británicos si pueden nacionalizar bancos alegremente?. Un ejemplo de imbricación entre el poder político y el poder económico que habla del auge socialdemócrata en Estrasburgo.
Y algunos confundirán el culo con las témporas y dirán que Zapatero y su cinismo con la crisis es un acto coherente, y posiblemente de respeto a la libertad de mercado, ya lo verán, pero vamos a dejarnos de tonterías.
La crisis económica tiene una consecuencia inmediata, que es la disminución de ingresos por parte del Estado vía impuestos, por eso se afanan todos por la intervención. Los mercados europeos, con economías aún muy intervenidas por los Estados, nada tiene que ver con el mercado norteamericano, con economías reguladas casi exclusivamente por las grandes corporaciones.
Los estados europeos quieren intervención porque una crisis importante haría saltar por los aires el Estado del Bienestar, y a los políticos europeos les horroriza tal cosa. Los Estados Unidos, con su presidente a la cabeza, quieren una intervención porque se juegan su hegemonía económica mundial. Nada que ver.
En realidad, el mercado lo que está haciendo es descontar los desequilibrios de la globalización, expulsando de su seno a los productos más tóxicos, resolviendo sus problemas de salud para sanear su situación y homogeneizar criterios, hacer común lo diverso.
Hay demasiada histeria en todo lo que está ocurriendo, no por lo que dicen Zapatero y sus asesores, que no se enteran, sino porque el futuro global que nos espera necesita que no se sumen peras con manzanas, ni que se haga un zumo de frutas desconocidas.
Nadie recuerda ahora, con la caquexia del ladrillo, que esta crisis comenzó por el ascenso inusitado de los precios del crudo que los ciudadanos soportamos estoicamente, a la subida del petróleo se atribuía la subida de la inflación, y el inminente pinchazo de la burbuja inmobiliaria, anunciada desde hace años.
Pero en realidad el petróleo subió para encarecer la manufactura de los productos que provienen de China y la India, y algunas otras economías emergentes, porque la barrera tecnológica que distinguía países avanzados de países en desarrollo, hoy está superada.
Sin embargo los expertos economistas occidentales han calculado mal la capacidad de almacenaje y dumping de estas economías, que no producen con criterios exclusivos de mercado, sino de Estado. Han aprendido la lección de la extinta Unión Soviética.
Las economías asiáticas son economías de cuota, no de precio, el precio es un instrumento útil para conseguir cuota de mercado. Que más da vender los ordenadores a cien euros si vendes todos los ordenadores, aunque te cuesten noventa euros. Es la economía de escala lo que está asesinando la opulencia occidental, un instrumento de mercado que se regula por sí mismo.
Las economías asiáticas son de supervivencia no de opulencia, necesitan dinero para que sus ciudadanos coman, no para que se vayan de vacaciones al Caribe.
En realidad lo que está ocurriendo es un cambio de valor de la realidad en la que vivimos. Creíamos que las tiendas de los chinos que tenemos en España eran un ejemplo de economía solidaria, no fundamentada exclusivamente en el precio, y va a resultar que son la avanzadilla del declive económico de Occidente.
Los 700.000 mil millones de dólares que pretende inocular Bush en la economía norteamericana (mundial), son en realidad un arancel, una medida proteccionista ante el declive económico de los Estados Unidos y el auge mercantil de China. Bush no quiere salvar a los Estados Unidos, sino una forma de hacer negocios fundamentada en el crédito y la hipoteca, a la que son muy proclives los ciudadanos norteamericanos.
Bush lo que quiere salvar es la economía de consumo, el American way of life, la pujanza internacional de los Estados Unidos, porque los chinos tienen doláres para empapelar la luna, y si se meten en el mercado norteamericano le terminarán haciendo subsidiario. Los congresistas norteamericanos lo que quieren es que los americanos se salven por sí mismos, es decir, la independencia de los norteamericanos contra viento y marea, que cierren filas ante la amenaza económica a su supervivencia. Ambos buscan lo mismo, Bush contra los ciudadanos y los congresistas con los ciudadanos.
Tienen razón los congresistas y aplaudo su decisión, el mundo libre requiere de libertad, hasta cuando no somos nosotros los que ganamos. Coherencia yanke digna de admiración y encomio, que sobresale en el clima español entre tanto paleto con pretensiones, que pretende descubrir las ventajas de las bombillas de bajo consumo y ser reconocido como su inventor, Thomas Alba Edison, pero es que la luz no brota de las "ideas brillantes", sino del esfuerzo y el tesón, de que cada uno crea en sí mismo y no espere el maná del Estado Providencia. Cuanto tenemos que aprender de los norteamericanos en respeto y libertad, y algo tendrán que aprender ellos de como nos tomamos la vida, a pesar de los políticos que nos han tocado en la feria electoral a la que denominan democracia los que viven del cuento.
A ver como lo explican en Educación para la Ciudadanía, ahora que las mujeres han alcanzado un ministerio de igualdad, va a resultar que en realidad, lo mejor es que los seres humanos sigamos siendo diferentes, como toda la vida. Tanta planificación asesina la vida, la crisis económica será un revulsivo, pero también un juez que separa lo realmente necesario, de lo absolutmente prescindible.
Las bombillas de bajo consumo son un simbolismo propagandístico que en realidad nos dice como está España; el Estado regalará una bombilla de bajo consumo por habitante y además recomienda que se compren juguetes españoles, ahí está todo, no hay más aunque resulte increible, y esas son las solemnes intervenciones de uno de los "listos" del Gobierno, no quiero ni imaginar como serán los otros.
Biante de Priena