El régimen progre-nacionalista que ha organizado Rodríguez Zapatero, paradójicamente remeda en sus procesos al que se vivió en España durante los estertores del franquismo, no obstante en sus contenidos y formas, es de hecho simétricamente opuesto, aunque igual de pernicioso o más, por el desfase con los tiempos que vivimos y por la desintegración para la convivencia ciudadana que ha introducido con su política chikilicuatrera en el país.
¿Qué dirán los historiadores dentro de veinte años sobre este aciago periodo de la Historia de España?. Posiblemente dirán la verdad, que nadie se explica como pudo ocurrir, pero ocurrió; once millones de españoles inconscientes, acojonados con los nacionalismos, hartos de que el PP siga siendo espectral en sus planteamientos, le otorgaron su confianza a José Luis Rodríguez Zapatero, para que acabara de hacer el mundo a la medida de sus ilusiones y esperanzas.
En realidad, algún día sabremos la inagotable colección de complejos de este sujeto, pero todavía es pronto para ello, habrá que esperar. Pero avanzaremos algunas peculiaridades de su política, la primera es la de acabar con el padre, el complejo de Edipo, no solo con Felipe González del que debería ser continuador, sino con el socialismo del PSOE al que ha convertido en no se sabe qué, según dicen sus militantes más racionales que también los hay. Se debe creer algo así como Alejandro Magno.
Otro complejo que presenta este señor es el que describió Adler como del segundo hijo, es decir, aquel que está empecinado en superar al primero como sea, por lo que el ínclito no se ha conformado con darle continuidad a la precaria democracia que disfrutamos a lo largo de la transición política, sino que se ha empeñado en cambiar la historia a su antojo, como si se pudiera. El está lo suficientemente iluminado para hacer todo lo que otros no se atrevieron a hacer.
Pero la forma de gobernar es lo que más recuerda al franquismo, pues si bien hay oposición -como en el franquismo la hubo-, es más bien testimonial y solo sirve para matizar aspectos secundarios de la política española. Por lo demás, posiblemente el grado de corrupción política existente hoy en España multiplique por diez al que había cuando falleció el dictador en su cama.
Pero lo que más llama la atención de su política es su "fijación antifranquista", que recuerda a los niños de pocos años cuando comienzan a leer comics y descubren que hay un mundo bueno gracias a los héroes y un mundo malo gracias a los sinvergüenzas, en ese momento deciden que ellos serán héroes, y aquí tenemos al bueno de Zapateo haciendo sus sueños realidad.
Su programa político, salvo en el despecho a los judíos y al aprecio a los árabes, es exactamente lo contrario del franquismo, porque en su infantil modo de razonar ha descubierto, posiblemente, que si Franco fue malo, él siendo lo contrario, será bueno. En otra cosa que se parecen es el aislacionismo, porque España cuenta ahora lo mismo en el entramado internacional que contaba durante la dictadura. Y así nos va.
Así tenemos que las claves ideológicas del progre-nacionalismo son precisamente la antítesis del franquismo recalcitrante, si el régimen franquista era militarista, patriótico, machista, confesional, fóbico de los contrarios, proamericano, cerrado a la migración, autoritario, y buscaba una España grande y libre, el régimen de Zapatero es pacifista, antipatriótico, feminista, anticonfesional, se identifica con los contrarios (menos el PP), antiamericano, abierto a la migración, desautorizador, y busca una fragmentación de España, para disolver su identidad, haciéndola pequeñita y así más fácil de domeñar.
El problema del zapaterismo es que se ha confundido de época. Y estoy seguro de que hasta que un psiquiatra no le reconozca a este inane que "al fin ha ganado la guerra civil", no cejará de que sigamos evolucionando hacia el pasado, mientras los españoles, gracias a sus problemas personales, perdemos definitivamente el tren del futuro.
¿Pero no hay nadie en el PSOE que conserve la cordura y que pueda decirle que nos está llevando de nuevo a la dictadura?. Porque gobernar contra la historia es como tratar de apagar el sol con la mano. En septiembre se acabará la partida económica para abonar los subsidios de desempleo, y se suplirá acudiendo a la deuda pública, lo que viene a ser como una hipoteca.
Estoy temiendo el día en que se le ocurra que tiene que derribar los pantanos que inauguró Franco, porque su forma de entender la democracia es precisamente la misma que se daba en la dictadura, borrar todo rastro de los contrarios, porque esa era la mejor forma de construir una nueva realidad, es decir, una magnífica tiranía. Y no se da cuenta este necio contumaz que Paracuellos del Jarama y el Valle de los Caídos siguen estando a la misma distancia de la razón, que es el lugar donde debiera ubicarse España de una puñetera vez.
Biante de Priena