Tenía ganas, desde hace tiempo, de escribir este artículo y he pensado que ya ha llegado el momento. ¿Os dais cuenta ahora de lo qué es España?, pues eso es lo que, precisamente nos contaron los últimos intelectuales que fueron capaces de formar una generación, los del 98 y los del 27 y también los socialistas de la Institución Libre de Enseñanza, junto con los liberales que se exiliaron y luego regresaron, hubo algunos que jamás volvieron. España es este engendro, donde el ¡viva la madre que nos parió! nos cruje el sentido y expande nuestra alma.
Quizás sea de los pocos españoles que disfrutó, amargamente, eso sí, cuando un imbécil proponía que iba a crear pleno empleo en este país y se marchaba ocho años después dejando más de cinco millones y medio de parados; pero también cuando alguien decía que no iba a subir impuestos para ganar unas elecciones y seis meses después ya no le quedaba ninguno por subir. O cuando un representante de la selección española de Hockey dice que juega bajo la bandera de España porque no le queda más remedio, o un digno representante del crimen y la extorsión nos da lecciones morales desde la cárcel donde reposa su enfermedad terrorista.
Sí, ésto es lo que nos advirtieron Unamuno y Quevedo, Cervantes y Ortega y Gasset, Dionisio Ridruejo y Fernando de los Ríos, Miguel Hernández y Galdós. Cuidado que España y su idea matan, son peligrosas para la salud, que esta tierra es hostil y sus mandatarios siguen en la Edad Media, sin evolucionar siquiera, atrapados en una maldición mágica. Cuidado con los gigantes que son molinos y hormigoneras. Cuidado con el poderoso caballero que es Don Dinero. Rezad españoles por vuestros pecados, a Dios, a Alá, a Lenin, a Adam Smith.
No os quejéis del rey, todos serán mejores que Fernando VII o Pedro I el Cruel; tampoco lo hagáis de sus mandatarios sino recordad a los conde-duques y a Godoy; disimulad cuando veáis que os roban en nombre del Estado, de España, de la igualdad, de la libertad, del sueño o de la razón; soportad estoicamente la mezquindad y la miseria porque son inherentes a vuestra condición, ser español, es una maldita condición humana que no lleva arreglo desde hace siglos gracias al egoísmo compartido de los que mandan y los que obedecen. Con Franco vivíamos mejor, con el Euro nos íbamos a salvar, con Zapatero teníamos motivos para creer, con Rajoy estábamos seguros de que el cambio estaba cerca. ¡Quía!, todo es demagogia y desconsuelo, sinsentido y sinrazón, marasmo y molicie, esperpento y hecatombe.
España es lo que queda tras el nihilismo, tras la orgía, tras la vida y la muerte, los catalanes enfrentados con los valencianos mientras los baleares miran desde el balcón; los vascos con todos los demás y a pesar de todo tan cerca de los riojanos y los navarros y los cántabros; los asturianos y gallegos a su bola y distinguiéndose; Castilla y Aragón lamiendo sus heridas, porque alguien les roba; Andalucía esquilmada, Extremadura perdida, Murcia olvidada y Canarias, a mitad de camino hacia algún lado. Ceuta y Melilla, plazas africanas, donde el árabe será lengua oficial como recuerdo de nuestro origen mezclado, porque esto es un crisol de lenguas y de razas, de valores e ilusiones, de ideas y de malas ideas.
España es un milagro, un “survival”, una pasión, un cuento, una locura, una fe, una esperanza y una epopeya, una elegía y un pleonasmo, arbitraria y cruel, estoica y universal, hedonista y humana. El ejemplo para Europa y el mundo de lo que no debe ser una nación, y al mismo tiempo el modelo para los europeos y habitantes del orbe de lo que es la libertad desenfrenada y el delirio de poder.
Cuando nuestros tercios andan por Afganistán tratando de convertir a los afganos en demócratas, algo imposible, no se puede ser demócrata por decreto, me pregunto cómo vamos a ser demócratas los españoles si no sabemos, ni queremos ser otra cosa que lo que somos, un pueblo desquiciado, cainita, aventurero y mágico, la eclosión del infierno en la Tierra y al mismo tiempo, del Cielo, el Paraíso perdido y jamás encontrado. El jardín de las Hespérides, la patria de Eris, la Atlántida olvidada. La Historia nos pesa demasiado y al mismo tiempo, le pesamos demasiado a la Historia.
Cómo no iba a decir Ortega y Gasset, siendo español: yo soy yo y mis circunstancias, esas circunstancias que te atrapan, que te impiden, que te facilitan, que te matan y te resucitan cada día; como no iba a decir Campoamor aquello de: en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color, del cristal con que se mira, antes de que los europeos descubrieran “el relativismo”; como no iba a decir Machado: caminante no hay camino, se hace camino al andar; como no iba a espetarle a Lenin, Fernando de los Ríos, socialista, aquello de: ¿y qué hacemos con la libertad? Y como no iba a sobrevivir Franco cuarenta años de dictadura diciendo que él no se metía en política. Algunos, ignorantes donde los haya, se piensan que Franco fue el único militar que tomó el poder en España, sin recordar que todos los espadones dieron más de 200 golpes de Estado entre 1812 y la actualidad, cuando ya teníamos una Constitución, Franco fue el producto evolucionado de una larga tradición hispana: el autoritarismo; ¿y qué vemos hoy en los partidos políticos más que su secuela heredada?, si todos son franquistas de forma y contenido, hasta los que más abjuran le deben su posición al tío Paco.
En fin, no hablo de la justicia que me repugna, vendida al poder; tampoco de los medios de comunicación, pesebres de reptiles; ni de los sindicatos, dictadores que construyen con parados su imperio; ni por supuesto de las taifas autonómicas, de las plazas notorias, ni de los páramos de la patria y de las mentes de esta epístola inacabada que busca amor y encuentra odio. La ignorancia, sólo en España es decidida, no saber, no querer saber, saber ¿para qué?, si de nada sirve, aquí todos somos creyentes y para de contar; aquí vivimos todos como podemos, como ratas o como dioses, según corresponda al guión, somos los últimos supervivientes de una incivilizada alegoría.
¿Cómo no van a querer imponernos en Europa un correctivo, una sanción, una ley que ponga orden en este lupanar, a nosotros, a los italianos que tal se andan, a los griegos, a los portugueses, a los irlandeses, precisamente los pueblos sobre los que se ha creado Europa, porque los demás han estado protegidos gracias a que nosotros detuvimos las invasiones musulmanas, persas, bárbaras, y romanas? Sigo diciendo que no lo entienden, no comprenden que en los países periféricos se vive el día a día, sin pensar en el mañana, porque somos cazadores recolectores agregados, que nunca creyeron en el Estado y que cuando esquilmábamos nuestra tierra, nos íbamos a conquistar el mundo, que es lo que nos va a quedar otra vez y dentro de mil años seguiremos discutiendo sobre el sexo de los ángeles, que es lo que nos toca.
¿Civilizar a los españoles?, me hace reír, no saben que eso es imposible, antes convertimos al planeta a la fe en la tortilla de patata y el tinto de verano, que otra cosa no sabremos, pero vivir, hasta bajo una bota europea somos capaces de construir nuestros sueños, a pesar de la miseria inagotable de nuestra realidad; pues sí, yo me quedo, a pesar de todo, aunque solo sea para cagarme en los muertos de los hijos de puta que nos han hundido,otra vez; y después, ya veremos. Yo soy español, español, español.... ¿pasa algo?
Enrique Suárez