Dedicado a fractalio y al profesor jubilado,... lo siento mucho.
Siempre he pensado que la izquierda española tiene como máximo objetivo heredar las creencias religiosas, fundamentalmente el cristianismo, al que debe aniquilar discretamente, para convertir el Estado en un Vaticano-Kremlin que dure 2000 años; ese es su máximo sueño, por el que lleva pugnando toda su existencia, desde su mismo nacimiento.
El fanatismo de los izquierdistas españoles les hace ver como progreso cinco millones de parados, como avance social la quiebra del Estado, como esperanza del futuro el crecimiento descomunal de la deuda, como brotes verdes haber logrado 10 puntos de déficit del PIB en siete años. Las verdades reveladas por el socialismo son infalibles. Los nuevos profetas del progresismo nos anuncian el Armagedón si son apartados del poder. Los ciudadanos de izquierdas, cultivados en la dependencia extrema, han dejado de pensar por sí mismos y consideran que con que piense el máximo órgano entre congresos por todos, es suficiente. Después todos los seguidores de Pablo Iglesias (tiene su aquello, Pablo el apóstol que era gentil e Iglesias, las de la congregación del pesebre) sólo tienen que cumplir con el catecismo del pensamiento políticamente correcto, y esperar la intervención de "la divina providencia" que habita en La Moncloa. Imprecando oraciones contra los rivales y sacrificando el futuro propio, se alcanza la beatitud del buen talante universal, el amor y la paz que nos ofrece el socialismo. ¡Menudo cuento! ¡vaya geta!
Magnífico espectáculo el que nos brindan los demócratas de salón y ágape, los socialistas de cinco estrellas-tenedores a costa del erario público, los que han trincado lo que no está escrito, esa panda de sinvergüenzas que han convertido el Estado en una empresa privada para el reparto de privilegios y beneficios, exclusivamente entre los afines con carnet. No sólo han dejado las arcas autonómicas y municipales sin un euro, sino que la deuda adquirida con los proveedores es incalculable. Y el legado deudor que nos dejan a los españoles, lo acabarán de pagar nuestros nietos, si algún día llegan a trabajar. ¿Pero no merece la pena la conversión de España al socialismo cualquier esfuerzo de los ciudadanos?.
Hoy, en Madrid, salen las procesiones del régimen, para llorar por lo que han perdido, exactamente todo el poder que han detentado, porque prácticamente no les va a quedar nada. Ahí tendremos a los congregados desfilando contra los políticos, que ahora no son socialistas, al igual que lo hicieron contra la guerra, cuando no era la de Libia, o contra el paro cuando no gobernaba el PSOE. Los culpables de los errores de la izquierda siempre son los demás, y si la izquierda gobierna, y las cosas no salen bien, no es que la izquierda se haya equivocado, es que los capitalistas, los bancos y la derecha, han asediado a los compañeros que han vivido en el vilipendiado arte de gobernar para el bienestar de la humanidad y el suyo propio. No verán ustedes jamás a un socialista pedir disculpas, su humildad se lo impide, su solidaridad con el poder lo impide, como no se consideran responsables de los errores, si todo va mal, ellos deciden convertirse en espectadores y ponerse a la cabeza de la manifestación. Rubalcaba se transmuta en Alfredo, ya saben.
Pero lo más fascinante de todo es observar que todavía dirigen sus discursos a los españoles como si ellos no hubieran gobernado, la coyuntura internacional, la complejidad geoestratégica, los brotes verdes y los motivos para creer (en el desastre). ¿Quién habrá sido el autor?, se preguntan, atribulados. Una perorata infame, fruto de la propaganda, que ya no engaña a nadie es su respuesta. La realidad los ha alcanzado y lo único que se les ocurre decir es que ellos no han tenido nada que ver. Menos mal que los españoles que pueden creer a los socialistas están en proceso de extinción. Y ahora, mientras acabamos de descubrir que Zapatero no era el mahdi que les vendieron a sus votantes, han logrado tener menos poder en España de lo que nunca han tenido. Les queda Euskadi apoyados por el PP y Andalucía que va a cambiar de color tras 32 años, tal vez no gobiernen ni en Extremadura, si IU les suelta de la mano.
Lo único que les queda es sacrificar a Zapatero (ahora que lo han nombrado Rey en Alma Ata), que se inmole por el socialismo, en horario de máxima audiencia, ante las cámaras y los micrófonos, para redimir a sus compañeros de todos sus pecados y con el comité central del PSOE con hábito purpúreo, mitra episcopal y lágrimas de cocodrilo; aún así, nunca volverán a tener el poder que alcanzaron en España, porque fundamentalmente lo acumularon a base de untar a los medios de comunicación para expandir su propaganda, con legiones de prosélitos subvencionado por el Estado para difundir las verdades del progreso, intoxicando, sin fin, a los españoles. El sectarismo socialista ha pasado de moda, la gente quiere libertad, no la imposición de una doctrina infame para que los fundamentalistas democráticos exploten al prójimo en nombre de su bien. Están pasados de moda. La democracia los ha expulsado del poder para siempre.
Saben que les quedan los dos años que tienen de paro, para organizar la revolución que necesitan, contra los españoles, el sentido común, la razón y el bienestar de la inmensa mayoría (menos ellos), para imponer su dictadura discreta. Lo tienen crudo, aunque llenen las calles de talibanes, esto no es el Afganistán de Europa, ya no, y nunca más será la última república soviética de Occidente. Ni con ese Ben Laden ladino y lenguaraz que es Alfredo Pérez, ayer, Rubalcaba. Sic Transit Gloria.
¿Saben ustedes, queridos lectores, lo que es esa degeneración de la democracia a la que Aristóteles denominó oclocracia?. Esa tiranía de lo colectivo, que siempre gestiona algún tirano individual como Zapatero o Rubalcaba. Pues no se queden sin saberlo, por su bien.
Siempre he pensado que la izquierda española tiene como máximo objetivo heredar las creencias religiosas, fundamentalmente el cristianismo, al que debe aniquilar discretamente, para convertir el Estado en un Vaticano-Kremlin que dure 2000 años; ese es su máximo sueño, por el que lleva pugnando toda su existencia, desde su mismo nacimiento.
El fanatismo de los izquierdistas españoles les hace ver como progreso cinco millones de parados, como avance social la quiebra del Estado, como esperanza del futuro el crecimiento descomunal de la deuda, como brotes verdes haber logrado 10 puntos de déficit del PIB en siete años. Las verdades reveladas por el socialismo son infalibles. Los nuevos profetas del progresismo nos anuncian el Armagedón si son apartados del poder. Los ciudadanos de izquierdas, cultivados en la dependencia extrema, han dejado de pensar por sí mismos y consideran que con que piense el máximo órgano entre congresos por todos, es suficiente. Después todos los seguidores de Pablo Iglesias (tiene su aquello, Pablo el apóstol que era gentil e Iglesias, las de la congregación del pesebre) sólo tienen que cumplir con el catecismo del pensamiento políticamente correcto, y esperar la intervención de "la divina providencia" que habita en La Moncloa. Imprecando oraciones contra los rivales y sacrificando el futuro propio, se alcanza la beatitud del buen talante universal, el amor y la paz que nos ofrece el socialismo. ¡Menudo cuento! ¡vaya geta!
Magnífico espectáculo el que nos brindan los demócratas de salón y ágape, los socialistas de cinco estrellas-tenedores a costa del erario público, los que han trincado lo que no está escrito, esa panda de sinvergüenzas que han convertido el Estado en una empresa privada para el reparto de privilegios y beneficios, exclusivamente entre los afines con carnet. No sólo han dejado las arcas autonómicas y municipales sin un euro, sino que la deuda adquirida con los proveedores es incalculable. Y el legado deudor que nos dejan a los españoles, lo acabarán de pagar nuestros nietos, si algún día llegan a trabajar. ¿Pero no merece la pena la conversión de España al socialismo cualquier esfuerzo de los ciudadanos?.
Hoy, en Madrid, salen las procesiones del régimen, para llorar por lo que han perdido, exactamente todo el poder que han detentado, porque prácticamente no les va a quedar nada. Ahí tendremos a los congregados desfilando contra los políticos, que ahora no son socialistas, al igual que lo hicieron contra la guerra, cuando no era la de Libia, o contra el paro cuando no gobernaba el PSOE. Los culpables de los errores de la izquierda siempre son los demás, y si la izquierda gobierna, y las cosas no salen bien, no es que la izquierda se haya equivocado, es que los capitalistas, los bancos y la derecha, han asediado a los compañeros que han vivido en el vilipendiado arte de gobernar para el bienestar de la humanidad y el suyo propio. No verán ustedes jamás a un socialista pedir disculpas, su humildad se lo impide, su solidaridad con el poder lo impide, como no se consideran responsables de los errores, si todo va mal, ellos deciden convertirse en espectadores y ponerse a la cabeza de la manifestación. Rubalcaba se transmuta en Alfredo, ya saben.
Pero lo más fascinante de todo es observar que todavía dirigen sus discursos a los españoles como si ellos no hubieran gobernado, la coyuntura internacional, la complejidad geoestratégica, los brotes verdes y los motivos para creer (en el desastre). ¿Quién habrá sido el autor?, se preguntan, atribulados. Una perorata infame, fruto de la propaganda, que ya no engaña a nadie es su respuesta. La realidad los ha alcanzado y lo único que se les ocurre decir es que ellos no han tenido nada que ver. Menos mal que los españoles que pueden creer a los socialistas están en proceso de extinción. Y ahora, mientras acabamos de descubrir que Zapatero no era el mahdi que les vendieron a sus votantes, han logrado tener menos poder en España de lo que nunca han tenido. Les queda Euskadi apoyados por el PP y Andalucía que va a cambiar de color tras 32 años, tal vez no gobiernen ni en Extremadura, si IU les suelta de la mano.
Lo único que les queda es sacrificar a Zapatero (ahora que lo han nombrado Rey en Alma Ata), que se inmole por el socialismo, en horario de máxima audiencia, ante las cámaras y los micrófonos, para redimir a sus compañeros de todos sus pecados y con el comité central del PSOE con hábito purpúreo, mitra episcopal y lágrimas de cocodrilo; aún así, nunca volverán a tener el poder que alcanzaron en España, porque fundamentalmente lo acumularon a base de untar a los medios de comunicación para expandir su propaganda, con legiones de prosélitos subvencionado por el Estado para difundir las verdades del progreso, intoxicando, sin fin, a los españoles. El sectarismo socialista ha pasado de moda, la gente quiere libertad, no la imposición de una doctrina infame para que los fundamentalistas democráticos exploten al prójimo en nombre de su bien. Están pasados de moda. La democracia los ha expulsado del poder para siempre.
Saben que les quedan los dos años que tienen de paro, para organizar la revolución que necesitan, contra los españoles, el sentido común, la razón y el bienestar de la inmensa mayoría (menos ellos), para imponer su dictadura discreta. Lo tienen crudo, aunque llenen las calles de talibanes, esto no es el Afganistán de Europa, ya no, y nunca más será la última república soviética de Occidente. Ni con ese Ben Laden ladino y lenguaraz que es Alfredo Pérez, ayer, Rubalcaba. Sic Transit Gloria.
¿Saben ustedes, queridos lectores, lo que es esa degeneración de la democracia a la que Aristóteles denominó oclocracia?. Esa tiranía de lo colectivo, que siempre gestiona algún tirano individual como Zapatero o Rubalcaba. Pues no se queden sin saberlo, por su bien.
En la plaza de La Merced de Málaga, en el monumento a Torrijos, una inscripción trae la hoja de ruta eterna para que los españoles sigan siendo libres: “A vista de este ejemplo, ciudadanos, antes morir que consentir tiranos”