El poder siempre ha buscado y presentado enemigos externos para no verse obligado a realizar su propia autocrítica, porque todo poder debe preciarse de ser infalible, da igual que sea religioso, político, económico, mediático o social. Este problema ha acompañado a la humanidad a lo largo de la historia. Si realizamos un análisis del poder a través del tiempo, veremos que al final siempre se producen dos clases bien definidas entre los seres humanos: los que están condenados a obedecer (desposeidos) y los que están obligados a mandar (poseedores), o eso se creen.
La crisis económica que estamos atravesando, es una nueva máscara del poder, para ocultar su fracaso, posiblemente su impotencia y con seguridad su miedo a la pérdida de control sobre la sociedad, que es esa aglomeración amorfa de ciudadanos. Cuando los medios de comunicación nos hablan más de mercados o de Estados, que de parados, desahuciados, desposeídos y desamparados, que son sus víctimas, la opinión pública se está dirigiendo al lugar contrario de aquel en el que debería fijarse. Hablamos entonces de demonios, enemigos, imponderables y factores determinantes de nuestro destino. Todo ésto sólo sirve a un propósito: ocultar que el poder y sus representaciones NO PUEDEN resolver nuestros problemas, esa es la contradicción que trata de ocultarse, LA IMPOTENCIA DEL PODER, que realmente es inútil e innecesario, para resolver nuestros problemas.
Surgen entonces fantasmas nuevos, que hasta ayer mismo desconocíamos: primas de riesgo, estanflaciones, eurobonos, teoremas diversos, especulaciones de augures denominados “gurús”, una tormenta de información sobre la que la mayoría de la población desconoce su interpretación, reformas laborales, impuestos indeterminados, recortes sociales, anticipando un escenario de miserias insospechadas. Toda una proyección fantasmagórica hacia el exterior para ocultar los auténticos fantasmas que tenemos en el interior, que son incapaces de resolver nuestros problemas pero por ello no reciben sanción alguna y siguen cobrando todos los meses, como si hubieran resuelto las dificultades a las que nos enfrentamos de la forma más eficaz.
Foucault nos advirtió sobre el poder y sus engaños, verán ustedes, todo es mucho más sencillo, el poder, en todas sus representaciones, ejecutivas, legislativas y judiciales ha fracasado al intentar resolver las diversas crisis que padecemos, pero no solo eso, ¿hasta qué punto no ha acrecentado las crisis en las que nos encontramos? ¿No resulta sorprendente que un gobierno de izquierdas ayude al capital, sin hacer reformas sociales, para que ahora venga un gobierno de derechas y realice esas reformas sociales, tratando de salvarnos del capital? ¿Hasta qué punto el PSOE, con su parsimonia, no ha contribuido a obligar a que el PP realice drásticas reformas, gracias a su “ineptitud” bien administrada?
La gente en su inocencia piensa que el PSOE ha tratado de resolver las cosas, pero que su impotencia (no su falta de intención), fue la que le impidió hacerlo y la crisis internacional de los mercados contribuyó a su fracaso. Imagínense ustedes por un momento que el propósito del PSOE no fuera resolver la crisis, sino acrecentarla, para que el PP estuviera obligado a tomar las medidas insociales, que ellos no asumieron, para que tuviera muy difícil gobernar. Imagínense que el PP le dejó hacer durante los últimos ocho años, esperando heredar una situación tan penosa que le permitiría obtener una mayoría absoluta en las urnas, para luego hacer lo que el PSOE evitó asumir de forma irresponsable, no por no poder hacerlo, sino con la intención de crear una tierra quemada en la que prácticamente no hubiera solución posible. Las consecuencias ya las conocemos deuda, déficit y desempleo, y herencia del rival de una situación endemoniada, pero también una crisis que pagaremos los ciudadanos, mientras en el PSOE y el PP juegan al tenis con nuestro bienestar.
¿Realmente se piensan ustedes que hay solo torpeza en las acciones del ejecutivo, el silencio connivente del legislativo y la mirada para otro lado del judicial? No sean inocentes, el poder es uno, da igual que sea PSOE o PP, la cuestión es que cuanto peor vayan las cosas, más necesarios se hacen los políticos para resolverlas, o mejor dicho, para hacer que las resuelven.
No se crean nada, todo es puro teatro, representan una catarsis de tragedia, pero el PSOE y el PP siguen arriba, igual o mejor, y los demás seguimos abajo, igual o peor. No se equivoquen al identificar el poder de la crisis, porque su principal finalidad es la instrumentalización que de ella hace el poder para incrementar el dominio de los ciudadanos.
En una época de intensa comunicación entre los seres humanos, gracias a las herramientas de la red, cuando ya no es suficiente con unos medios de comunicación subvencionados para intoxicar a la opinión pública y censurar el conocimiento de la realidad, una crisis económica es una causa fantástica para recobrar el valor, la credibilidad y la confianza que los ciudadanos han perdido con los políticos y ahora vendrá la retahíla predecible: que nos van a bajar el nivel de vida, pero luego, gracias a una milagrosa intervención y la magnanimidad, inteligencia y buen hacer de los que detentan el poder nos salvarán en el último momento, nos harán creer que estamos al borde de la asfixia y en el último instante evitarán nuestro final, con lo que la gente aplaudirá, sonreirá y volverá a ser feliz, por haber perdido sólamente el 20 % de su bienestar cuando le habían anunciado que podría ser mas del 50 %, mientras que los políticos se afianzarán con sus privilegios en el poder y recobrarán todas “las virtudes” de las que parecían adolecer.
Así el poder de la crisis terminará ayudando a resolver la auténtica crisis que el poder está atravesando, nos quitarán libertad, derechos y recursos, pero al menos conservaremos la vida, y al final, gracias a los medios de comunicación y sus intoxicaciones, lograrán convencernos de que si no somos felices realmente somos unos ingratos desaprensivos.
En fin, queridos visitantes de este blog, entre los que espero que haya algún lector todavía, esta regresión cada día da más asco, pero la tenemos bien merecida por haber progresado con Zapatero en el poder y Rajoy en la oposición, lo que no nos merecíamos. Ahora, Rajoy concluirá la obra de Zapatero, y dentro de cuatro años ni nos acordaremos de todo lo que nos han usurpado.
Enrique Suárez
La crisis económica que estamos atravesando, es una nueva máscara del poder, para ocultar su fracaso, posiblemente su impotencia y con seguridad su miedo a la pérdida de control sobre la sociedad, que es esa aglomeración amorfa de ciudadanos. Cuando los medios de comunicación nos hablan más de mercados o de Estados, que de parados, desahuciados, desposeídos y desamparados, que son sus víctimas, la opinión pública se está dirigiendo al lugar contrario de aquel en el que debería fijarse. Hablamos entonces de demonios, enemigos, imponderables y factores determinantes de nuestro destino. Todo ésto sólo sirve a un propósito: ocultar que el poder y sus representaciones NO PUEDEN resolver nuestros problemas, esa es la contradicción que trata de ocultarse, LA IMPOTENCIA DEL PODER, que realmente es inútil e innecesario, para resolver nuestros problemas.
Surgen entonces fantasmas nuevos, que hasta ayer mismo desconocíamos: primas de riesgo, estanflaciones, eurobonos, teoremas diversos, especulaciones de augures denominados “gurús”, una tormenta de información sobre la que la mayoría de la población desconoce su interpretación, reformas laborales, impuestos indeterminados, recortes sociales, anticipando un escenario de miserias insospechadas. Toda una proyección fantasmagórica hacia el exterior para ocultar los auténticos fantasmas que tenemos en el interior, que son incapaces de resolver nuestros problemas pero por ello no reciben sanción alguna y siguen cobrando todos los meses, como si hubieran resuelto las dificultades a las que nos enfrentamos de la forma más eficaz.
Foucault nos advirtió sobre el poder y sus engaños, verán ustedes, todo es mucho más sencillo, el poder, en todas sus representaciones, ejecutivas, legislativas y judiciales ha fracasado al intentar resolver las diversas crisis que padecemos, pero no solo eso, ¿hasta qué punto no ha acrecentado las crisis en las que nos encontramos? ¿No resulta sorprendente que un gobierno de izquierdas ayude al capital, sin hacer reformas sociales, para que ahora venga un gobierno de derechas y realice esas reformas sociales, tratando de salvarnos del capital? ¿Hasta qué punto el PSOE, con su parsimonia, no ha contribuido a obligar a que el PP realice drásticas reformas, gracias a su “ineptitud” bien administrada?
La gente en su inocencia piensa que el PSOE ha tratado de resolver las cosas, pero que su impotencia (no su falta de intención), fue la que le impidió hacerlo y la crisis internacional de los mercados contribuyó a su fracaso. Imagínense ustedes por un momento que el propósito del PSOE no fuera resolver la crisis, sino acrecentarla, para que el PP estuviera obligado a tomar las medidas insociales, que ellos no asumieron, para que tuviera muy difícil gobernar. Imagínense que el PP le dejó hacer durante los últimos ocho años, esperando heredar una situación tan penosa que le permitiría obtener una mayoría absoluta en las urnas, para luego hacer lo que el PSOE evitó asumir de forma irresponsable, no por no poder hacerlo, sino con la intención de crear una tierra quemada en la que prácticamente no hubiera solución posible. Las consecuencias ya las conocemos deuda, déficit y desempleo, y herencia del rival de una situación endemoniada, pero también una crisis que pagaremos los ciudadanos, mientras en el PSOE y el PP juegan al tenis con nuestro bienestar.
¿Realmente se piensan ustedes que hay solo torpeza en las acciones del ejecutivo, el silencio connivente del legislativo y la mirada para otro lado del judicial? No sean inocentes, el poder es uno, da igual que sea PSOE o PP, la cuestión es que cuanto peor vayan las cosas, más necesarios se hacen los políticos para resolverlas, o mejor dicho, para hacer que las resuelven.
No se crean nada, todo es puro teatro, representan una catarsis de tragedia, pero el PSOE y el PP siguen arriba, igual o mejor, y los demás seguimos abajo, igual o peor. No se equivoquen al identificar el poder de la crisis, porque su principal finalidad es la instrumentalización que de ella hace el poder para incrementar el dominio de los ciudadanos.
En una época de intensa comunicación entre los seres humanos, gracias a las herramientas de la red, cuando ya no es suficiente con unos medios de comunicación subvencionados para intoxicar a la opinión pública y censurar el conocimiento de la realidad, una crisis económica es una causa fantástica para recobrar el valor, la credibilidad y la confianza que los ciudadanos han perdido con los políticos y ahora vendrá la retahíla predecible: que nos van a bajar el nivel de vida, pero luego, gracias a una milagrosa intervención y la magnanimidad, inteligencia y buen hacer de los que detentan el poder nos salvarán en el último momento, nos harán creer que estamos al borde de la asfixia y en el último instante evitarán nuestro final, con lo que la gente aplaudirá, sonreirá y volverá a ser feliz, por haber perdido sólamente el 20 % de su bienestar cuando le habían anunciado que podría ser mas del 50 %, mientras que los políticos se afianzarán con sus privilegios en el poder y recobrarán todas “las virtudes” de las que parecían adolecer.
Así el poder de la crisis terminará ayudando a resolver la auténtica crisis que el poder está atravesando, nos quitarán libertad, derechos y recursos, pero al menos conservaremos la vida, y al final, gracias a los medios de comunicación y sus intoxicaciones, lograrán convencernos de que si no somos felices realmente somos unos ingratos desaprensivos.
En fin, queridos visitantes de este blog, entre los que espero que haya algún lector todavía, esta regresión cada día da más asco, pero la tenemos bien merecida por haber progresado con Zapatero en el poder y Rajoy en la oposición, lo que no nos merecíamos. Ahora, Rajoy concluirá la obra de Zapatero, y dentro de cuatro años ni nos acordaremos de todo lo que nos han usurpado.
Enrique Suárez