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miércoles, 21 de enero de 2015

Las fuerzas del mal




No voy a parodiar al Presidente George Bush, pero voy a utilizar este concepto que acuñó durante la invasión de Irak para definir un grupo de propagandistas que ejercen su trola de forma permanente en las redes sociales, sin recato alguno. Las fuerzas del mal, son precisamente las que no ven nada bien de lo que hagan los contrarios y, sin embargo, ven todo bien en los propios, aunque se demuestre que esté mal, sea inútil, o sea un engaño. 

Decía Noam Chomsky que quien en una democracia distribuye propaganda viene a ser un totalitario que en un régimen  que estableciera repartiría coerción, y va a tener razón. En estos tiempos hay enemigos de la información veraz en una proporción inusual. Nunca medraron más fantasmas imponiendo sus mentiras que en los tiempos actuales. Y lo curioso es que no se cortan un pelo, y como te atrevas a decirles que lo que publican no es correcto, lo mínimo que te espetan es que eres un fascista.

No está bien que en una democracia haya individuos que vayan de lobos solitarios intoxicando a la gente, pero todavía está mucho peor que se organicen en sectas para hacerlo. Estos enemigos de toda libertad de expresión que no sea la suya deberían ser excluidos por los demócratas, perseguidos y condenados al ostracismo público. Sin duda sus actos de terrorismo menor, con la finalidad de lograr su propósito, le hace un flaco favor a la democracia y también a la libertad de expresión, y por supuesto a la comunicación normal entre la gente.

¿Por qué hay gente que trata de hacer lo posible por llenar de mierda los escenarios donde otros están charlando tranquilamente sobre lo que les dé la gana? ¿Qué derecho tienen a hacerlo? ¿Hasta cuándo los que no lo hacemos lo vamos a consentir?

Cierto es que hay orientaciones políticas interesadas en ofrecer una realidad diseñada por sus deteriorados cerebros, que elevan a categorías universales casos particulares y que deducen que la única vedad en este mundo es la que ellos pregonan como si fueran súbditos del califato de Levante. No tiene mucho sentido, en un mundo en el que la gente puede acceder a diferentes fuentes de información y constatar que una noticia es verdadera o falsa, de poco sirve dedicarse a la innoble tarea de intoxicar a los demás.

Como se decía ayer con las falsas banderas, es tan fácil descubrir a los propagandistas que nos intoxican cada día, que sólo pensando que consideran que la gente es idiota, es decir, más idiotas que ellos, pueden seguir con su cruzada para implantar sus mentiras.

Les dejaré un instrumento para desmontar a los impostores, que usurpan cada día nuestro derecho a estar informados con noticias reales y no  con opiniones totalitarias a la carta de los intereses de los propagandistas y los amos/clientes que patrocinan. 

Si ustedes ven que alguien publica una noticia que inclina a su falsedad, sólo tienen que seguir durante un tiempo la conducta del sospechoso, cuando vean que no comenta, que sólo entra un muro de Facebook o un foro a dejar su cagadita, que no responde a las respuestas que se le dan, que siempre está con el mismo tema o contra los mismos enemigos, y que por último, se enfada si alguien le acusa de ser un troll, ni lo duden un momento, es mucho más valioso para su salud contar las líneas de corte del papel higiénico en el futuro, que leer lo que ponen estos cenutrios, parásitos de nuestra atención y libertad

Enrique Suárez

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