No voy a parodiar al Presidente
George Bush, pero voy a utilizar este concepto que acuñó durante la invasión de
Irak para definir un grupo de propagandistas que ejercen su trola de forma
permanente en las redes sociales, sin recato alguno. Las fuerzas del mal, son precisamente
las que no ven nada bien de lo que hagan los contrarios y, sin embargo, ven
todo bien en los propios, aunque se demuestre que esté mal, sea inútil, o sea un engaño.
Decía Noam Chomsky que quien en
una democracia distribuye propaganda viene a ser un totalitario que en un
régimen que estableciera repartiría coerción, y va a tener razón. En estos tiempos
hay enemigos de la información veraz en una proporción inusual. Nunca medraron
más fantasmas imponiendo sus mentiras que en los tiempos actuales. Y lo curioso
es que no se cortan un pelo, y como te atrevas a decirles que lo que publican
no es correcto, lo mínimo que te espetan es que eres un fascista.
No está bien que en una
democracia haya individuos que vayan de lobos solitarios intoxicando a la
gente, pero todavía está mucho peor que se organicen en sectas para hacerlo.
Estos enemigos de toda libertad de expresión que no sea la suya deberían ser
excluidos por los demócratas, perseguidos y condenados al ostracismo público.
Sin duda sus actos de terrorismo menor, con la finalidad de lograr su
propósito, le hace un flaco favor a la democracia y también a la libertad de
expresión, y por supuesto a la comunicación normal entre la gente.
¿Por qué hay gente que trata de
hacer lo posible por llenar de mierda los escenarios donde otros están
charlando tranquilamente sobre lo que les dé la gana? ¿Qué derecho tienen a
hacerlo? ¿Hasta cuándo los que no lo hacemos lo vamos a consentir?
Cierto es que hay orientaciones
políticas interesadas en ofrecer una realidad diseñada por sus deteriorados
cerebros, que elevan a categorías universales casos particulares y que deducen
que la única vedad en este mundo es la que ellos pregonan como si fueran
súbditos del califato de Levante. No tiene mucho sentido, en un mundo en el que
la gente puede acceder a diferentes fuentes de información y constatar que una
noticia es verdadera o falsa, de poco sirve dedicarse a la innoble tarea de
intoxicar a los demás.
Como se decía ayer con las falsas banderas, es tan fácil descubrir a los propagandistas que nos intoxican cada
día, que sólo pensando que consideran que la gente es idiota, es decir, más
idiotas que ellos, pueden seguir con su cruzada para implantar sus mentiras.
Les dejaré un instrumento para
desmontar a los impostores, que usurpan cada día nuestro derecho a estar informados
con noticias reales y no con opiniones
totalitarias a la carta de los intereses de los propagandistas y los amos/clientes que patrocinan.
Si ustedes ven que alguien publica una noticia que inclina a su falsedad, sólo tienen que seguir durante un tiempo la conducta
del sospechoso, cuando vean que no comenta, que sólo entra un muro de Facebook o
un foro a dejar su cagadita, que no responde a las respuestas que se le dan,
que siempre está con el mismo tema o contra los mismos enemigos, y que por
último, se enfada si alguien le acusa de ser un troll, ni lo duden un momento,
es mucho más valioso para su salud contar las líneas de corte del papel
higiénico en el futuro, que leer lo que ponen estos cenutrios, parásitos de
nuestra atención y libertad
Enrique Suárez