Con la referencia a Madison que realicé hace ya cuatro largos años de penuria política, creo que se expresó con claridad lo que iba a acontecer en nuestro país, y se anunciaba la emergencia de nuevas opciones políticas, ante la debacle moral que nos estaban brindando los representantes políticos que nos habíamos concedido en este país
“Madison, el cuarto presidente de los Estados Unidos, lo expresó diciendo que si bien las facciones podrían operar en el detrimento de la sociedad, la solución no fue la prohibición de los grupos organizados ni la subordinación de éstos al Estado, sino el fomento de su proliferación. Cuando una facción se enfrenta a otras, según Madison, la pluralidad de los grupos ayudaría a asegurar que ningún sector de la sociedad domine al resto. Este concepto Madisoniano del pluralismo constituye un principio fundamental de la vida política estadounidense. Pero la realidad es que todos los partidos políticos y sus partidarios se han quedado sin oposición, por eso la necesidad de crear un antipartido político que se oponga a todos ellos para que la democracia vuelva a funcionar, en el supuesto de que algún día hubiera habido una democracia en España.”
“Madison, el cuarto presidente de los Estados Unidos, lo expresó diciendo que si bien las facciones podrían operar en el detrimento de la sociedad, la solución no fue la prohibición de los grupos organizados ni la subordinación de éstos al Estado, sino el fomento de su proliferación. Cuando una facción se enfrenta a otras, según Madison, la pluralidad de los grupos ayudaría a asegurar que ningún sector de la sociedad domine al resto. Este concepto Madisoniano del pluralismo constituye un principio fundamental de la vida política estadounidense. Pero la realidad es que todos los partidos políticos y sus partidarios se han quedado sin oposición, por eso la necesidad de crear un antipartido político que se oponga a todos ellos para que la democracia vuelva a funcionar, en el supuesto de que algún día hubiera habido una democracia en España.”
Sin embargo, es necesario darle la razón a quien la tiene, como Antonio García Trevijano, entre otros, que ha venido a decir que el ébola que ocasiona la muerte de la democracia en la representación pública e institucional en este país, proviene de una Constitución diseñada para mantener un “antiguo régimen” con carcasa de democracia que permita embaucar a los ciudadanos mientras una casta de poderosos vive de su expolio.
Si
el otro día aseguraba que viene linchamiento de la casta política española, hoy
puede decir que de este no se salvará los líderes de la última novedad, el
partido de Pablo Iglesias. Parece que el espectáculo de democasta que se han
concedido en el ágape asambleario del pasado fin de semana, dista mucho de algo
parecido a una democracia y se aproxima al despotismo que caracteriza las
luchas por el poder y desde el poder por los partidarios de las distintas
formaciones que representan a los ciudadanos de este país.
Al
fin y al cabo, distinguir entre democasta (la casta del pueblo que no ha tocado
poder) de la tufocasta (la casta del poder que no ha dejado de tocarlo), no es
una gran distinción para los tiempos que vivimos. Mientras el lema de todas las
castas sea el “todo por la pasta” no hay nada que hacer con esta gente que vive
de contarnos cuentos, mientras crecen sus cuentas y mengua nuestra confianza en
la representación política.
¿Y
si el único problema que tenemos no es que nos representen unos u otros sino,
sencillamente, que nos representen? ¿Por qué derecho divino se han adjudicado
todos estos chorizos la atribución de representarnos? Los griegos inventaron un
término para fundamentar el derecho de la representación en una democracia, la
igualdad entre representantes y representados, es decir, la isocracia, mientras
en este país no haya isocracia, no habrá democracia.
Para que haya democracia
en este país, primero tendría que haberla en los partidos políticos que dicen
representarnos, cosa que nunca va a ocurrir, porque esta condición no se de en
ningún partido político u organización social española, sencillamente porque
están fundamentadas en la jerarquía vertical que compartían con el franquismo o
los comités centrales de los países comunistas.
El cacique decide, los lameculos colocaos obedecen y aplauden, y el pueblo acude obediente a las urnas para ratificar el embaucamiento y concederle "legalidad democrática", porque legitimación política no pueden tenerla por su villanía y felonías ajenas a la ley y próximas a la delincuencia; es un sistema perfecto para aquellos que viven a costa de joder a los demás desde el poder, directamente proporcional a la estupidez de aquellos que les votan y los elevan, para ser reconocidos como demócratas por sus nuevos amos.
Enrique Suárez
El cacique decide, los lameculos colocaos obedecen y aplauden, y el pueblo acude obediente a las urnas para ratificar el embaucamiento y concederle "legalidad democrática", porque legitimación política no pueden tenerla por su villanía y felonías ajenas a la ley y próximas a la delincuencia; es un sistema perfecto para aquellos que viven a costa de joder a los demás desde el poder, directamente proporcional a la estupidez de aquellos que les votan y los elevan, para ser reconocidos como demócratas por sus nuevos amos.
Enrique Suárez