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lunes, 8 de septiembre de 2008
Maleni, déjalo, ésto no es lo tuyo
La revolución de los socialistas españoles
La mayoría de los países europeos han abandonado definitivamente la creencia en la bondad del socialismo. En tiempos de crisis, un gobierno socialista es un auténtico peligro.
En Italia no existe siquiera partido socialista, por qué se disolvió hace unos cuantos años cuando su máximo dirigente, Betino Craxi, tuvo que exiliarse en Túnez por haberle pillado con las manos en la masa, bajo la mesa, en un partido tan centenario como el PSOE ocurrieron esas cosas. El caso británico es singular, por qué los laboristas no son exactamente lo mismo que los socialistas, aunque parezcan homogéneos.
La mayoría de los países del antiguo telón de acero tienen hoy gobiernos no socialistas, mostrando lo hartos que se quedaron de soportar la opresión de la burocracia estalinista durante décadas. En Rusia, tras Gorbachov, todos lo dirigentes han abjurado del socialismo y lo que quieren es hacerse capitalistas más deprisa, tampoco saben que hacer con la momia de Lenin.
Y en Estados Unidos, la gran esperanza negra representada en Obama, ya está en las encuestas cuatro puntos por debajo del dúo McCain-Palin. En América, ciertamente si hay una profusión de partidos populistas de izquierdas que se autodefinen como socialistas: en Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y más moderados en Brasil, Argentina y Chile. Y tenemos el gigante chino que también dice que es socialista pero practica un capitalismo atroz con sus ciudadanos.
Las ideologías de izquierdas fallan en la teoría y en la práctica, pero aciertan en la propaganda. Fallan en la teoría por qué parten de errores de concepto para alcanzar falsas conclusiones, y fallan en la práctica, por qué redistribuyen la riqueza pero no saben crearla, y cuando llegan las crisis económicas las atribuyen a la coyuntura internacional y no a los propios errores.
Sin embargo aciertan en la propaganda, por qué mientras actúan de forma corrupta en las instituciones del Estado, venden la imagen de que están depurando responsabilidades de los que realmente se han aprovechado, que siempre han sido los que han estado antes, y algunos, incluso llegan a creérselo. Además siempre cambian, con Felipe González al socialismo no marxista, con Zapatero al progresismo.
Pero quizás el problema mayor de todos los socialismos sean las personas, que por una cuestión irracional niegan cualquier tipo de autoridad individual, no creen en que las personas seamos diferentes, por qué consideran que eso es transgredir el principio de igualdad, y eso impide que los problemas se resuelvan y además cada día sean mayores.
Sobre el papel parece que sólo admiten las decisiones que sean colectivas, pero en realidad son también presa de la gran manipulación de algunos arribistas que tienen como único fin alcanzar determinados privilegios con la política.
Es la falta de autocrítica la que acabará con el socialismo, ya lo dijo Mao Tse Tung en la Revolución Cultural, por qué sólo saben criticar lo ajeno, nunca lo propio, y precisamente es la acumulación de errores y su miedo a depurarlos lo que convierte los partidos socialistas en enormes estructuras totalitarias estáticas y fosilizadas.
El socialismo ha hecho muchas revoluciones, pero no ha sabido hacer su propia revolución, por qué al no creer en las diferencias individuales, vive en la fantasía de que todas las personas somos clones. Por eso trata de reducir cualquier identidad humana, numerando, clasificando, estructurando a los seres humanos en instancias alienadas y manejables.
Cualquier acción socialista lleva en su interior algo contra el ser humano, contra la vida, contra la persona, contra la familia, contra la libertad y en definitiva contra cualquier orden establecido que no sea el suyo. Por eso la cultura socialista termina aislándose hasta convertirse en paranoica, viendo enemigos en todos los que dicen algo contra lo que hacen.
El socialismo está al borde de su final en España, Zapatero es el mejor epílogo para recordar en el futuro que la política no es cosa de niños buenos que convierten sus sueños en realidad. España y los españoles lo vamos a pasar muy mal con la combinación de la ineptitud del régimen que ha establecido Zapatero y una crisis económica internacional.
Hace algunos meses escribí un artículo en el que decía que antes de perder el poder, los socialistas españoles sacrificarían al Presidente de Gobierno como chivo expiatorio. Hoy he leído que en el PSOE ya están buscándole sustituto. Tiene los meses contados, no acabará la legislatura como Presidente.
Pero de poco servirá quitar el cartel, por que la gran revolución socialista seguirá pendiente, y no es otra que la de exigir a sus representantes políticos lo mismo que exigen a los demás, y no funcionar de forma sectaria considerando que por ser socialistas ya son buenos, capacitados y competentes. La revolución socialista en España es un enorme problema por qué la aptitud hay que demostrarla antes de cargarse la máquina, y ahora ya llegan tarde.
El triunfo de un gobierno socialista en unas elecciones democráticas es la mejor prueba de que la ignorancia política de los ciudadanos que les han votado es inmensa, y su capacidad de creer impresionante, por eso comprenden tan bien a los musulmanes, no por socialistas, sino por creyentes.
Biante de Priena
En Italia no existe siquiera partido socialista, por qué se disolvió hace unos cuantos años cuando su máximo dirigente, Betino Craxi, tuvo que exiliarse en Túnez por haberle pillado con las manos en la masa, bajo la mesa, en un partido tan centenario como el PSOE ocurrieron esas cosas. El caso británico es singular, por qué los laboristas no son exactamente lo mismo que los socialistas, aunque parezcan homogéneos.
La mayoría de los países del antiguo telón de acero tienen hoy gobiernos no socialistas, mostrando lo hartos que se quedaron de soportar la opresión de la burocracia estalinista durante décadas. En Rusia, tras Gorbachov, todos lo dirigentes han abjurado del socialismo y lo que quieren es hacerse capitalistas más deprisa, tampoco saben que hacer con la momia de Lenin.
Y en Estados Unidos, la gran esperanza negra representada en Obama, ya está en las encuestas cuatro puntos por debajo del dúo McCain-Palin. En América, ciertamente si hay una profusión de partidos populistas de izquierdas que se autodefinen como socialistas: en Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y más moderados en Brasil, Argentina y Chile. Y tenemos el gigante chino que también dice que es socialista pero practica un capitalismo atroz con sus ciudadanos.
Las ideologías de izquierdas fallan en la teoría y en la práctica, pero aciertan en la propaganda. Fallan en la teoría por qué parten de errores de concepto para alcanzar falsas conclusiones, y fallan en la práctica, por qué redistribuyen la riqueza pero no saben crearla, y cuando llegan las crisis económicas las atribuyen a la coyuntura internacional y no a los propios errores.
Sin embargo aciertan en la propaganda, por qué mientras actúan de forma corrupta en las instituciones del Estado, venden la imagen de que están depurando responsabilidades de los que realmente se han aprovechado, que siempre han sido los que han estado antes, y algunos, incluso llegan a creérselo. Además siempre cambian, con Felipe González al socialismo no marxista, con Zapatero al progresismo.
Pero quizás el problema mayor de todos los socialismos sean las personas, que por una cuestión irracional niegan cualquier tipo de autoridad individual, no creen en que las personas seamos diferentes, por qué consideran que eso es transgredir el principio de igualdad, y eso impide que los problemas se resuelvan y además cada día sean mayores.
Sobre el papel parece que sólo admiten las decisiones que sean colectivas, pero en realidad son también presa de la gran manipulación de algunos arribistas que tienen como único fin alcanzar determinados privilegios con la política.
Es la falta de autocrítica la que acabará con el socialismo, ya lo dijo Mao Tse Tung en la Revolución Cultural, por qué sólo saben criticar lo ajeno, nunca lo propio, y precisamente es la acumulación de errores y su miedo a depurarlos lo que convierte los partidos socialistas en enormes estructuras totalitarias estáticas y fosilizadas.
El socialismo ha hecho muchas revoluciones, pero no ha sabido hacer su propia revolución, por qué al no creer en las diferencias individuales, vive en la fantasía de que todas las personas somos clones. Por eso trata de reducir cualquier identidad humana, numerando, clasificando, estructurando a los seres humanos en instancias alienadas y manejables.
Cualquier acción socialista lleva en su interior algo contra el ser humano, contra la vida, contra la persona, contra la familia, contra la libertad y en definitiva contra cualquier orden establecido que no sea el suyo. Por eso la cultura socialista termina aislándose hasta convertirse en paranoica, viendo enemigos en todos los que dicen algo contra lo que hacen.
El socialismo está al borde de su final en España, Zapatero es el mejor epílogo para recordar en el futuro que la política no es cosa de niños buenos que convierten sus sueños en realidad. España y los españoles lo vamos a pasar muy mal con la combinación de la ineptitud del régimen que ha establecido Zapatero y una crisis económica internacional.
Hace algunos meses escribí un artículo en el que decía que antes de perder el poder, los socialistas españoles sacrificarían al Presidente de Gobierno como chivo expiatorio. Hoy he leído que en el PSOE ya están buscándole sustituto. Tiene los meses contados, no acabará la legislatura como Presidente.
Pero de poco servirá quitar el cartel, por que la gran revolución socialista seguirá pendiente, y no es otra que la de exigir a sus representantes políticos lo mismo que exigen a los demás, y no funcionar de forma sectaria considerando que por ser socialistas ya son buenos, capacitados y competentes. La revolución socialista en España es un enorme problema por qué la aptitud hay que demostrarla antes de cargarse la máquina, y ahora ya llegan tarde.
El triunfo de un gobierno socialista en unas elecciones democráticas es la mejor prueba de que la ignorancia política de los ciudadanos que les han votado es inmensa, y su capacidad de creer impresionante, por eso comprenden tan bien a los musulmanes, no por socialistas, sino por creyentes.
Biante de Priena
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