Cuando dentro de veinte años alguien se pregunte por lo que ocurrió en julio de 2.009, cuando el bueno de Zapatero repartió la pasta, 11.000 millones de euros, entre las autonomías para establecer nuevas diferencias y categorías entre los españoles, seguro que no tendremos muchas ganas de hablar de ello, porque no merece la pena recordar los errores. Mañana, si no lo impiden los presidentes de las autonomías damnificadas, se establecerá un nuevo mapa social de España.
Por mucho que traten de convencernos los progresistas de la ceja, los únicos criterios en que se ha fundamentado el nuevo reparto económico han sido electorales, ni población, ni territorio, ni crecimiento, ni no crecimiento, ni envejecimiento, ni emigración, ni nada. Aquí lo único que se ha valorado desde el Gobierno es los apoyos electorales que necesitará en el futuro, ahora que tras las últimas Elecciones Europeas se ha quedado en segundo puesto. El mismo procedimiento que se ha seguido con el Acuerdo Económico y Social, con los sindicatos de clase y los empresarios.
Rodríguez Zapatero ha secuestrado la democracia en este país, siguiendo las enseñanzas de Manuel Chaves en Andalucía. Del PER a la financiación de los vástagos, pasando por todas las arbitrariedades que se ha permitido el PSOE durante los últimos 30 años, en plena impunidad, con una oposición a la medida para obtener su victoria permanente.
Hay un problema de fondo en todo lo que está ocurriendo, amparado en una supuesta ideología socialista, el PSOE está creando diferencias entre los españoles, con la única finalidad de mantenerse en el poder. Al partido de Rodríguez Zapatero le interesa abrir el conflicto entre extremeños y catalanes, madrileños y andaluces, baleares y asturianos, creando desigualdades económicas, que se transmitirán a la gestión de los servicios. En la actualidad, en este país, en el que los ciudadanos pueden recibir por el mismo trabajo hasta un 50 % de diferencia en sus salarios, dependiendo del lugar en el que residan, ahora se incrementará esa diferencia creando una España dual, a dos velocidades, condenando a las comunidades menos afortunadas a permanecer en esa situación, independientemente de lo que hagan sus trabajadores y empresarios.
Una auténtica acción de inequidad política que también se verá reflejada en las oportunidades que los ciudadanos tendrán para organizar su propia existencia. Mientras en países del entorno occidental, como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, y Alemania, la cohesión entre los ciudadanos de distintas comunidades se incrementa en países como España, Grecia, Italia y Portugal sigue disminuyendo. Es la primera vez a lo largo de la transición que un Gobierno se permite retroceder en el equilibrio social y la igualdad obtenida a lo largo de los últimos años, exclusivamente con el interés de resolver los problemas del partido que representan, por delante de los intereses generales del país que les ha elegido para gobernar.
En una España en que la crisis está haciendo estragos, cargándose las clases medias y dejando dos clases bien definidas: pobres y ricos, la política financiera del Estado en manos del PSOE se organiza para perpetuar estas diferencias. Cuando en sus programas y discursos electorales siempre han prometido que harían lo contrario.
Cuando dentro de veinte años alguien nos pregunte por esta época que estamos viviendo, seguro que preferimos cambiar de conversación, porque lo que está haciendo Zapatero es favorecer a unos españoles y perjudicar a otros españoles, algo que siempre ha sido el origen de los grandes conflictos que ha vivido nuestro país a lo largo de la historia. No se puede decir que sea por torpeza, porque tanta inanidad es imposible, por lo tanto el único motivo que guía a esta tropa es la insidia. Una España social dividida es más fácil de derrotar que una España social unida, lo saben, y por eso urden el conflicto desde el Estado, ellos que tanto criticaron a los demás por actitudes despóticas, están a punto de dar un Golpe Económico de Estado, en esta ocasión sin generales, sencillamente con la usurpación de las instituciones, el apoyo de los sindicatos, la connivencia de los empresarios, y la inestimable ayuda de los presidentes de las Cajas de Ahorros y los banqueros. Los poderes fácticos hoy son económicos, e imponen, como siempre su dictadura, con el Gobierno a su servicio, como ha ocurrido siempre.
Erasmo de Salinas
Por mucho que traten de convencernos los progresistas de la ceja, los únicos criterios en que se ha fundamentado el nuevo reparto económico han sido electorales, ni población, ni territorio, ni crecimiento, ni no crecimiento, ni envejecimiento, ni emigración, ni nada. Aquí lo único que se ha valorado desde el Gobierno es los apoyos electorales que necesitará en el futuro, ahora que tras las últimas Elecciones Europeas se ha quedado en segundo puesto. El mismo procedimiento que se ha seguido con el Acuerdo Económico y Social, con los sindicatos de clase y los empresarios.
Rodríguez Zapatero ha secuestrado la democracia en este país, siguiendo las enseñanzas de Manuel Chaves en Andalucía. Del PER a la financiación de los vástagos, pasando por todas las arbitrariedades que se ha permitido el PSOE durante los últimos 30 años, en plena impunidad, con una oposición a la medida para obtener su victoria permanente.
Hay un problema de fondo en todo lo que está ocurriendo, amparado en una supuesta ideología socialista, el PSOE está creando diferencias entre los españoles, con la única finalidad de mantenerse en el poder. Al partido de Rodríguez Zapatero le interesa abrir el conflicto entre extremeños y catalanes, madrileños y andaluces, baleares y asturianos, creando desigualdades económicas, que se transmitirán a la gestión de los servicios. En la actualidad, en este país, en el que los ciudadanos pueden recibir por el mismo trabajo hasta un 50 % de diferencia en sus salarios, dependiendo del lugar en el que residan, ahora se incrementará esa diferencia creando una España dual, a dos velocidades, condenando a las comunidades menos afortunadas a permanecer en esa situación, independientemente de lo que hagan sus trabajadores y empresarios.
Una auténtica acción de inequidad política que también se verá reflejada en las oportunidades que los ciudadanos tendrán para organizar su propia existencia. Mientras en países del entorno occidental, como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, y Alemania, la cohesión entre los ciudadanos de distintas comunidades se incrementa en países como España, Grecia, Italia y Portugal sigue disminuyendo. Es la primera vez a lo largo de la transición que un Gobierno se permite retroceder en el equilibrio social y la igualdad obtenida a lo largo de los últimos años, exclusivamente con el interés de resolver los problemas del partido que representan, por delante de los intereses generales del país que les ha elegido para gobernar.
En una España en que la crisis está haciendo estragos, cargándose las clases medias y dejando dos clases bien definidas: pobres y ricos, la política financiera del Estado en manos del PSOE se organiza para perpetuar estas diferencias. Cuando en sus programas y discursos electorales siempre han prometido que harían lo contrario.
Cuando dentro de veinte años alguien nos pregunte por esta época que estamos viviendo, seguro que preferimos cambiar de conversación, porque lo que está haciendo Zapatero es favorecer a unos españoles y perjudicar a otros españoles, algo que siempre ha sido el origen de los grandes conflictos que ha vivido nuestro país a lo largo de la historia. No se puede decir que sea por torpeza, porque tanta inanidad es imposible, por lo tanto el único motivo que guía a esta tropa es la insidia. Una España social dividida es más fácil de derrotar que una España social unida, lo saben, y por eso urden el conflicto desde el Estado, ellos que tanto criticaron a los demás por actitudes despóticas, están a punto de dar un Golpe Económico de Estado, en esta ocasión sin generales, sencillamente con la usurpación de las instituciones, el apoyo de los sindicatos, la connivencia de los empresarios, y la inestimable ayuda de los presidentes de las Cajas de Ahorros y los banqueros. Los poderes fácticos hoy son económicos, e imponen, como siempre su dictadura, con el Gobierno a su servicio, como ha ocurrido siempre.
Erasmo de Salinas