Es hora de
que los españoles no nos quedemos con el chocolate del loro que nos van
soltando los medios de comunicación del régimen para que pensemos que, poco a
poco, se va haciendo justicia. No hay justicia, cuando los imputados terminan
siendo exonerados de sus responsabilidades, cuando los aforados no llegan a
imputados, cuando los condenados son indultados. Cuando hay una justicia dependiente y acotada por el poder político, para zaherirse de sus responsabilidades. Eso convierte a este país en un engendro político sin democracia posible.
Es hora de
que las cosas cambien para siempre en este país, y para ello sólo tenemos que unirnos
los españoles en una estrategia común, acabar con la REPRESENTACIÓN en el
poder, es hora de hacer un estatuto del representante público, sea
institucional, político, sindical o administrativo y también un estatuto del
representado, ambos estatutos deben regular la relación en la vida pública en
España a partir de ahora, y hacerlo de forma inmediata, antes que las
cucarachas que ocupan las estructuras de las instituciones públicas acaben con
ellas. Es hora de desparasitar.
Se acaba su
tiempo, cuando hay un corrupto en un partido o sindicato, organización empresarial
o no gubernamental, estas instituciones deben ser apartadas cautelarmente de su
participación en la vida pública, hasta que sea aclarada su participación
colectiva. No es de recibo que sigamos tragándonos el cuento que nos quieren
contar, que los corruptos son casos puntuales, porque si es así, su partido o sindicato lo ha permitido,
consentido, y tapado. Todos los miembros de los partidos políticos o sindicatos
están contaminados, sino es en grado de autoría, será de complicidad o
negligencia, pero no pueden ser no responsables.
La isocracia
de los antiguos griegos consistía en la igualdad entre gobernantes y
gobernados, sin este principio esencial de la representación no puede existir
democracia, y sin democracia todo es degradación, oscurantismo, corrupción,
despotismo y tiranía. De esto son responsables los partidos políticos,
sindicatos y organizaciones representativas públicas en España y de eso deben
dar explicaciones. Es su obligación y es nuestro derecho. Lo público no puede
ser un antro de corrupción, precisamente los que defienden lo público en estas
condiciones de podredumbre, sin depurar sus propias responsabilidades, son sus principales enemigos.
Si queremos salvar las instituciones representativas en España es hora de desparasitarlas y de exigir responsabilidades a quienes las han usurpado en su impostura y degradación.
Casta delenda est. Tempus fugit
Enrique Suárez