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lunes, 12 de abril de 2010

La nación embaucada


"La propaganda es a una democracia lo que la coerción a un estado totalitario".
Noam Chomsky

Los políticos españoles cuentan entre sus numerosos defectos el de que no saben mentir, aunque mientan, el que mejor miente, por supuesto, es el que ocupa La Moncloa, famoso por su colección de mentiras, trolas, embustes, patrañas, y engaños. Miente con desparpajo y tranquilidad, creyéndose sus propias mentiras, incluso. Un día nos dice que no hay crisis y otro nos dice que sí la hay, un día nos dice que no negocia con ETA y otro que sí negocia. Vive de contarnos mentiras, y vive muy bien.

También viven de la mentira todos sus compañeros de partido, incluso ese prodigio de la estafa verbal que es Alfredo Rubalcaba, alias “el alquimista”, porque gracias a él nunca sabremos que ocurrió el 11-M, ni si el faisán alzó el vuelo con ayuda. Tampoco supimos lo del GAL, vamos no supimos quien era Mister X, que es como quedarnos en una película de Hitcoch sin los últimos cinco minutos.

Por supuesto, hay más mentirosos en el Gobierno y también en el Partido y los Sindicatos. Hay mentirosos profesionales, que cobran todos los meses por decirles a los trabajadores que están con lo suyo, otros nos cuentan que van a salvar el mundo y también cobran todos los meses, luego están el 20 % de funcionarios más que han pasado a cobrar del erario público en los últimos años, que también mienten lo que sea necesario por los favores recibidos. Cuantos funcionarios han ascendido por el artículo 14, el de la Constitución no, ese habla de la igualdad, el de lo que le dé la gana al que tiene el poder –hay que tener coña marinera bautizar el artículo constitucional que habla de la igualdad con el mismo número que el que popularmente se utiliza para hablar de los enchufes y recomendaciones-.

En la oposición mienten tanto o más que en el Gobierno, según épocas, Mariano Rajoy miente mal, no es que no sepa mentir, es que se queda callado cuando le preguntan que pasó con el Gürtell, y eso es como preguntarle a Roldán que pasó con el dinero y que responda que no tiene ni idea, canta demasiado.

A los políticos el primer examen que les hacen en los tribunales de elección de sus partidos es sobre su capacidad para mentir y que no se note demasiado, luego, si cumplen mínimos, les van entrenando, supongo que tendrán cursos pagados por el erario público, en los que les irán enseñando erística y falacias convencionales y extraordinarias.

También tenemos los equipos de propaganda organizada, los que se encargan de mover a las masas para un lado o para otro, esos magníficos discípulos de Goebbels que se dedican a inundar la red con dudas y contradicciones. Los asesores de imagen se denominan y su trabajo consiste en hacer del contratante un paladín de la atracción y la confianza. Ahí tienen ustedes a Don José Blanco, como ha mejorado desde que es ministro, ya no dice ni “conceto”, ni “defeto” y parece un lord del almirantazgo por su prosodia y fineza.

En fin, España se va a la mierda sin remedio, queridos lectores, nos quedan unos meses, no más de seis para que el FMI nos intervenga económicamente y posiblemente alcancemos los 5 millones de parados sin maquillaje, un déficit económico que superará el 15 % y un porvenir más negro que la tinta china. Con el PSOE o con el PP, da absolutamente igual, la cosa no lleva remedio ni con ellos, ni sin ellos. Estamos condenados al fracaso y la crispación consecuente con tirios o troyanos.

Vienen muy malos tiempos para España y los españoles, por favor, dejen de mentirse a sí mismos pensando que nunca llovió que no escampara, eso dijeron en también en la Atlántida.

Biante de Priena

Los crímenes de José Luis


Decía Anatole France que un necio es mucho más funesto que un malvado, porque el malvado descansa algunas veces, el necio jamás. Cuando en 1988 el historiador italiano Carlo María Cipolla publicó su obra “Allegro ma non troppo” clasificaba a los seres humanos en cuatro categorías, según el perjuicio y beneficio que se procuraban a sí mismos y a los demás.

1. Inteligentes, (Benefician a los demás y a sí mismos)
2. Incautos, (Benefician a los demás y se perjudican a sí mismos)
3. Malvados, (Perjudican a los demás y se benefician a sí mismos)
4. Estúpidos, (Perjudican a los demás y a sí mismos)

A lo largo de los últimos seis penosos años,
José Luis ha ido pasando de malvado a estúpido, pues en los primeros años de su Gobierno, sus afines se fueron colocando en todas las instituciones, a pesar del enorme perjuicio que eso ha causado a nuestra sociedad, porque no se puede colocar a indigentes intelectuales, sin formación, sin criterio, por el único interés e pagar favores, tener carnet, o ser de la cuerda, al mando de las principales instituciones del Estado. Tenemos casos como el de José Blanco o Celestino Corbacho, que han llegado a ministros sin reunir ni los mínimos criterios profesionales para ser conserjes por oposición. Sobre la mayoría de altos cargos de la administración, que en tiempos de riqueza heredada pasaban desapercibidos en su despilfarro, ahora se han convertido en la espada de Damocles por su incapacidad constatada, su inutilidad y su carencia de criterios para resolver los problemas acuciantes que afronta nuestra sociedad.

Pero quizás el más penoso de todos los crímenes de José Luis sea el humano, el que se deriva de su
Complejo de Saturno, que consiste en uno de los más ancestrales mitos de nuestra cultura: devorar a los propios hijos. José Luis se comporta como un tirano que trata de apartar la competencia que los más jóvenes pueden ejercer sobre su régimen despótico. José Luis ha destruido el futuro de una juventud española que va a la deriva, desolada, destrozada, ante un porvenir funesto y caótico. José Luis ha convencido a los jóvenes españoles de que las recompensas no pueden ser diferidas ni por estudios, ni por proyectos, es obligatorio vivir aquí y ahora, beber aquí y ahora, follar aquí y ahora, vivir (o morir) aquí y ahora.

José Luis ha desautorizado a los padres y a los profesores, para ganarse el apoyo de los jóvenes, ha implantado el aborto como un derecho que depende exclusivamente de la voluntad del sujeto y no de la secuencia de la vida, ha confundido la libertad con desentendimiento e irresponsabilidad, y ha brindado magníficos ejemplos de que la moral, cualquier moral, -que no sea la socialista-, es una creencia sin sentido.

Pasemos a los resultados, las consecuencias de las acciones políticas de
José Luis, están derivando en una criminalidad desconocida hasta ahora entre los jóvenes españoles, a los que conociendo la ideología que considera la infalibilidad del Estado dentro de no demasiado tiempo se les culpará de todos los males de nuestra sociedad.

José Luis ha conseguido, se dice pronto, que los jóvenes parados españoles superen el 42 %, cifra que de no ser por los apoyos familiares –no los del Estado- y la anestesia rociada en forma de propaganda desde los medios de comunicación afines al régimen y la embriaguez permanente que suponen las nuevas tecnologías, sería un auténtico polvorín social a punto de estallar.

José Luis ha logrado, que la primera causa de muerte de los jóvenes españoles sea el suicidio, por encima, incluso de los accidentes de tráfico, auténtica sangría hasta épocas recientes, disminuida más por el bajo poder adquisitivo de los jóvenes, que por las magníficas leyes coercitivas sobre la seguridad vial. Auténtico genocidio juvenil, gracias a una política que se ha dedicado a erradicar la violencia de género, cuando supone escasamente el 1,8 % de todas las muertes violentas que se producen en España, pero que se lleva el 99 % del dinero público para erradicar las muertes violentas en nuestro país.

Los españoles estamos alarmados ante los últimos casos que se han producido en nuestro país de agresiones homicidas en los jóvenes, contra sus hijos, contra otros jóvenes, contra sus padres y contra sus abuelos, y contra todos, es decir, contra la sociedad, - todos somos potenciales víctimas-, a la que culpan de su penosa situación. Se puede contemplar la depravación en la que estamos viviendo los españoles observando cuantos jóvenes aparecen en noticias por algo que no tenga que ver con la violencia o alguna conducta desorganizada, habitualmente colectiva.

José Luis ha conseguido, que los niveles de formación de los jóvenes españoles hayan retrocedido hasta cifras de hace dos décadas, que la población sin estudios entre los jóvenes se haya multiplicado por dos bajo su mandato, que haya crecido el analfabetismo, que el absentismo académico se haya multiplicado por tres en la última década, y que la integración de los jóvenes españoles esté en las cifras más bajas de lo que va de siglo. Parece que los datos sobre la realidad social española son fachas.

José Luis ha condenado a la juventud de este país al abismo de una violencia desconocida hasta ahora en España. Los crímenes de José Luis los están pagando nuestros hijos como resultado de su extraordinaria soberbia, imprudencia e ignorancia.

José Luis es un criminal que debe pagar por sus delitos, no deben hacerlo nuestros hijos como chivos expiatorios de sus experimentos cerriles, orientados exclusivamente a su perpetuación en el poder.

Biante de Priena

Esclavos del progreso



"La miseria es el síntoma; la enfermedad es la esclavitud."
Bertrand Russell


La postmodernidad no acaba de morir, su paradigma sucesor no acaba de nacer, mientras tanto vivimos en un tránsito hacia destinos ignorados que, conociendo la deriva de la historia occidental, conducirán posiblemente a tiempos mejores. La inmediatez de la época en que vivimos, dirige el análisis de la realidad cotidiana (económica, política, cultural) a la mirada que un profano puede tener sobre la Bolsa de Valores, con esa ingenuidad amateur y esperanzada de obtener pingües beneficios con un poco de fortuna. Craso error, a los ojos de un “bróker”, que se guía por las tendencias generales del Mercado y el análisis fundamental, eso es una soberana estupidez, puesto que un jugador de bolsa profesional sólo cuenta beneficios o perjuicios a final de la temporada, que puede durar un ciclo de varios años.

La prisa nos atenaza, parece que el mundo está obligado a cambiar de inmediato porque nos desagrada como es, algo que no ha hecho nunca, ni posiblemente hará jamás, porque el mundo no cambia de repente, ni siquiera en las revoluciones. El Imperio Romano tardó siglos en descomponerse; el Renacimiento necesitó mil años de oscuridad previos; las revoluciones, inglesa, francesa, española, rusa, china o americana tardaron décadas en ofrecer los primeros frutos sociales; para que surgiera la Unión Europea, tal y como hoy la conocemos, se tuvieron que producir dos guerras mundiales y el largo declive de la Unión Soviética durante la mayor parte del siglo XX.

Los tiempos actuales se rigen por el imperativo del deseo y no el de la realidad, estamos embriagados por los logros de la tecnología de consumo, hasta hacernos pensar que todo está al alcance de nuestra mano cuando es un simple espejismo de la imaginación; los poderes públicos y privados nos han invitado a que nos creamos los nuevos dioses del Universo, porque han tenido la magnífica idea de reducir la realidad a lo que se puede hacer ante la pantalla de un ordenador o una videoconsola, parece que estamos al borde de un cambio de era, cuando en realidad, estamos pudriéndonos en el más de lo mismo.

La globalización está ejerciendo un efecto pernicioso sobre nuestra forma de pensar, sentir y hacer. Cuando hablamos con un amigo que está a diez mil kilómetros se nos olvida que está a diez mil kilómetros, porque hemos resuelto la distancia psicológica que nos separa de él por medio de la comunicación inmediata que nos proporciona internet, se nos olvida que él vive en una realidad diferente a la nuestra, que mañana amanecerá siete horas después o antes que en nuestra ciudad o pueblo y que nuestra realidad es completamente diferente. Sin embargo, la comunicación inmediata hace que pensemos que no existen las distancias, que nuestro amigo está al otro lado del tabique de la habitación desde la que escribimos cuando en realidad no es así. La conquista de la comunicación, fenomenal invento del que somos voraces consumidores, nos hace perder la configuración real de nuestra existencia, está trastocando las relaciones humanas y la propia identidad de la inmensa mayoría de los ciudadanos del mundo.

La fantasía está servida, lista para consumir, el acceso directo a la información existente en la red nos ha deslumbrado, haciéndonos olvidar que para comprender las cosas es necesario un criterio, y el criterio no proviene exclusivamente del acceso a la información, sino de la disciplina, el estudio, el análisis y la experiencia de conocimiento. Hoy, los más jóvenes piensan que es una pérdida de tiempo aprender declinaciones del latín o resolver integrales, porque todo eso está en internet, a golpe de click de ratón en el Google. Consideran que los adultos somos unos inadaptados, incapaces de adaptarse al estallido de las nuevas tecnologías y prescinden de nuestros consejos para guiarse por la vida y el mundo, porque los consideran anticuados y desfasados con la nueva realidad. El epigonismo ha sido desplazado por el adanismo.

No se dan cuenta nuestros vástagos del hundimiento personal que supone para las personalidades no desarrolladas, inmaduras e inexpertas, el acceso expedito a todo lo que abarcan sus sentidos.

En realidad lo que está ocurriendo en nuestra sociedad, globalizada y enriquecida, es algo que remeda a la venta de la primogenitura de Esaú a Jacob por un plato de lentejas; los jóvenes actuales están entrando discretamente en el último cautiverio siguiendo las fascinantes melodías del flautista de Hamelín convertido en Twitter o Facebook, Google o Yahoo, Windows o Linux, en la alienación de una disolución de su yo en un entramado colectivo, que recuerda el de las colmenas o los termiteros. Están siendo homologados como consumidores, para extraerles el valor añadido durante su miserable existencia, despojados de su identidad propia por medio de un Nick y un avatar, convertidos en ganado estabulado, que considera prioritario el ser para los demás antes que el ser para sí mismos, en sí mismos, sobre sí mismos. La individualidad no existe si no es reconocida por otros.

Es un regreso al pensamiento mágico por medio de la técnica, en que los mitos sustituirán de nuevo al logos, para convertir en vulgares creyentes a seres racionales capaces de transformar su realidad a su antojo, con esfuerzo e inteligencia. En esta labor deshumanizadora y esclavizadora todos los poderes conforman alianza: los políticos porque les interesa tener anestesiada a la población para reproducir sin fin su miseria expoliadora; los económicos porque sólo tienen interés en los seres humanos por lo que puedan consumir mientras tres mil millones de chinos, indios y otros ciudadanos empobrecidos del planeta, en fuerte crecimiento, puedan comprarse un automóvil, una vivienda y salir de vacaciones; los culturales, porque la cultura de masas es altamente rentable y escasamente exigente; los religiosos, porque en un mundo de creyentes es más fácil hacer proselitismo; los mediáticos y tecnológicos, porque esperan vivir su época más dorada.

Tras la pantalla de aparente libertad de un ordenador se oculta la mayor cárcel de todos los tiempos; cautiva y desarmada, la humanidad espera órdenes para configurarse en su próxima esclavitud: la renuncia a cualquier libertad que no sea la estar conectados (vivos) o desconectados (muertos).

Biante de Priena

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