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martes, 19 de octubre de 2010

La montaña mágica


Creo que una de las cosas que le falta a nuestra maltrecha Democracia es transparencia y una de las que le sobra es desconfianza en los políticos. Desde que España, al aprobar la Constitución vigente, se constituyo en democracia en 1978, los partidos políticos han ido recortando la libertad de los españoles creando opacidades sin interrupción de sus acciones, impidiendo el acceso de los ciudadanos al conocimiento de la realidad en la que se dirime su presente y futuro (a veces también el pasado).

La democracia se ha alejado del pueblo en España para aproximarse y acantonarse en el poder. Precisamente ayer, contaba Antonio Burgos en su columna de ABC, el desmadre de coches oficiales, guardaespaldas y choferes que acudieron a la recepción Real el pasado 12 de octubre. Los ciudadanos españoles asistimos absortos al despilfarro de nuestros representantes públicos, más aún en una época de crisis económica galopante con más de cuatro millones y medio de parados.

Las dos Españas: ciudadanos y políticos

Realmente el mito interesado de las dos Españas está cambiando de eje en los últimos tiempos, porque los ciudadanos se están dando cuenta de que hay menos diferencias fundamentadas en la ideología o las preferencias políticas que las que existen entre los políticos y los ciudadanos, aunque los primeros se empeñen en segregar sus respectivos rediles de votantes creando tensiones inexistentes, entre los que sufren por igual los desmanes del poder. Nos inducen creencias falsas para que no nos apartemos del rebaño.

Porque díganme ustedes si la diferencia entre un albañil de izquierdas o de derechas es mayor o menor que la existente entre ambos y sus respectivos representantes políticos, lo mismo que si uno es del Barsa y otro del Madrid, al final cada uno quiere que gane su club, pero los dos ven fútbol y se ciscan de la misma forma en los árbitros que no ven un penalty a su equipo. Aunque se vean opuestos, no lo son para nada, porque comparten mucho más entre sí, que con otros españoles a los que les gusta el baloncesto, o los grandes premios de motociclismo o automovilismo y no les gusta el fútbol

En España se está produciendo en estos momentos un fenómeno muy positivo, gracias a la libertad de expresión, fundamentalmente a través de internet, cada día son más los españoles que no hacen grandes distinciones entre los partidos políticos, pero sí en las diferencias abismales entre los privilegios de los políticos y los perjuicios compartidos por los ciudadanos. Al final es igual que nos robe un político de izquierdas que uno de derechas o un nacionalista. Todavía es un fenómeno escaso, pero creciente.

Cuanto más dure la crisis y va para largo, más se verá que los políticos son una clase privilegiada que nos quita más que nos da a los españoles, porque verán ustedes todos los políticos viven bien, sean de izquierdas o de derechas, ninguno se queda en el paro, porque cuando abandonan la política se cobran en la vida privada los favores que hicieron a las empresas cuando estuvieron en ella. Jamás se ha visto en la historia de este país a un político que haya salido perjudicado de la política, todos salen beneficiados, y mientras están al “servicio del pueblo” viven de forma fabulosa, muy por encima de lo que les correspondería en la vida no política por sus méritos personales.

Seguimos igual que siempre, los ciudadanos sufren los problemas y los representantes públicos las ventajas, igual que en el Antiguo Régimen ocurría con los reyes y los nobles y sus vasallos plebeyos. Solo que ahora estamos, supuestamente, en una democracia y hay una Constitución que dice que todos los españoles somos iguales y tenemos los mismos derechos, pero eso es sobre el papel, porque en la realidad los políticos tienen muchos más derechos que los ciudadanos, más privilegios y sobretodo poder, que les permite decirnos lo que debemos hacer, mientras que nosotros lo único que podemos es cambiarlos a unos por otros en las urnas, para que sigan haciendo lo mismo.

La libertad cambiará nuestra mirada

Realmente las cosas tienen que cambiar, porque no se puede seguir admitiendo en el siglo XXI un sistema jerárquico y autoritario tan infame y depravado, pero los políticos se han ocupado de que no haya solución, no solo azuzando a los suyos contra los otros, sino blindando el sistema de tal forma, que si una mayoría de ciudadanos decidieran abstenerse, como ha ocurrido con el Estatut de Cataluña no hace mucho, el resultado final será que los que acudan a las urnas (un 25 % de los catalanes en este caso), decidirán por todos los demás.

Ayer mismo se celebraron consultas populares en Tarragona, esos referenda ilegales que convoca periódicamente el tripartit para controlar su política delirante, no tenían ninguna validez legal, pero si la hubieran tenido, con un 5 % de participación que hubo en Tarragona, hubieran decidido la independencia de Cataluña, a pesar de que el 95 % de los ciudadanos se hubieran abstenido.

Les invito a la reflexión, queridos lectores, porque todos los partidos políticos sin excepción se salen con la suya gracias a que les brindamos nuestro apoyo en las urnas y fundamentalmente acudimos a votar para que no gane el partido que nos han invitado a odiar gratuitamente, convenciéndonos con su propaganda que si no triunfaran los que nos seducen con promesas que siempre se incumplen, estaríamos condenados al mismo infierno.

En estos momentos hay muchos españoles que desgraciadamente están viviendo en el mismo infierno gracias a la ineptitud de los políticos, tanto los del Gobierno como los de la Oposición, pero para que la gente no vea esa realidad, todos los políticos no dejan de echarle la culpa al contrincante, como si estar gobernando mal fuera menos o más irresponsable que estar haciendo una pésima oposición. Parece mentira que no nos demos cuenta de que están utilizando con nosotros la vieja estrategia de "divide y vencerás", por eso decía el otro día que sólo podemos enfrentarnos a los políticos como españoles soberanos desde la sociedad política, porque como ciudadanos del Estado nos hemos quedado sin poder por habérselo transferido a los políticos, perdiendo nuestra condición política, para quedar reducidos a pasiva sociedad civil.

Cada día son más los ciudadanos que despiertan de la hipnosis y se dan cuenta de que sus rivales no son los ciudadanos que votan a otro partido, ni siquiera el partido contrario a su ideología, sino todos los partidos y todos los políticos. Pero eso es lo que no permitirán que veamos fácilmente desde el poder, mientras nos dicen que la culpa de todo lo que ocurre es de los demás todos ellos. Sólo por esta tremenda irresponsabilidad perversa, serían merecedores de nuestro desprecio, pero ahí los tienen ustedes viviendo como la nueva aristocracia mientras el pueblo las pasa putas.

Una montaña de despropósitos

Lo que nos iguala y une a los españoles es mucho más que los que nos distingue y separa. Sin embargo los políticos están empeñados en crear diferencias artificiales permanentemente para pastorearnos a sus campos electorales. Si nos diéramos cuenta de que todas las cosas que nos dicen tienen como único objetivo hacer opaca la auténtica realidad que les concede a ellos privilegios, que son opresiones desde la perspectiva de los ciudadanos, si lográramos tener conciencia siquiera de ciudadanos, por no decir ya de españoles, que comparten los mismos problemas, atraviesan las mismas dificultades y son mucho más iguales entre sí de lo que nos permiten ver los políticos, las cosas cambiarían definitivamente.

Estoy seguro de que el horizonte es que los españoles volvamos a encontrarnos en un amplio abanico común y tengo la certeza de que el rival ante el que nos congregaremos para defender nuestra libertad y nuestros derechos será contra los políticos de todos los partidos. Es solo cuestión de tiempo, pero desde que la comunicación fluye por internet, la política española va coleccionando detractores sin interrupción, evidentemente los políticos harán todo lo posible para que no podamos reunirnos fácilmente y enfrentarnos a su desmesura y oprobio, pero queda de nuestra cuenta ser más listos que ellos, aunque solo sea por una vez. Ese día las cosas volverán a la normalidad en España y posiblemente tengamos un país mucho más fuerte, unido y cohesionado de lo que antes teníamos. Tan solo es cuestión de paciencia e inteligencia.

Ya no hay dos españas, realmente nunca las ha habido, porque en realidad hay muchas más, tantas como españoles, pero a ver si de una vez espabilamos y superamos la cárcel del relativismo en la que nos han introducido los políticos, que mirar una montaña desde distintos lugares no quiere decir que sean montañas diferentes, sino la misma vista desde distintas perspectivas, evidentemente nunca nos pondremos de acuerdo en lo que vemos, porque veremos diferentes imágenes, tanto si miramos a la montaña como si nos giramos y decimos lo que vemos desde donde estamos, pero sí podemos ponernos de acuerdo en que estamos viendo la misma montaña, una montaña con diferentes perspectivas pero única.

España es esa montaña, nuestra montaña aunque la veamos desde el norte o el sur, con traje de lagarterana, vestido de faralaes, sombrero cordobés, barretina, chapela o montera picona. Hasta que no nos pongamos de acuerdo en esta realidad, los políticos nos seguirán tomando el pelo, mientras viven a nuestra costa magníficamente y nosotros cada día tenemos más problemas. Pero de esa montaña mágica se han apropiado los partidos políticos y ejercen su poder, sobre nosotros como si fueran nuestros amos y nosotros sus vasallos. ¿No seremos capaces de darnos cuenta que en lo más alto de esa montaña siempre están los mismos, mientras todos los demás seguimos observándoles desde las laderas?.

Biante de Priena

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