Un lector ha preguntado en el correo ¿qué es eso de los zanahorios de lo que algún comentarista alardea?. Pues es verdad, no todo el mundo sabe que son, o mejor dicho, que somos los zanahorios.
Los zanahorios surgimos en los meses anteriores del II Congreso de Ciutadans, como representantes de la diversidad existente y el cabreo que supuso ver como los dirigentes del partido tiraban por tierra las ilusiones de muchos ciudadanos que habían acudido de todas partes a la llamada de libertad, igualdad y justicia para Cataluña, que Albert Boadella y unos cuantos amigos, habían invocado ante la opresión del social-nacionalismo cuatribarrado.
Testigos de los desmanes del poder en una formación política embrionaria, como era Ciutadans, se unieron para derrocar un régimen de opresión en su propio partido que emulaba el esgrimido por la Generalitat. Ciutadans no pudo ser, porque sus dirigentes querían que sus militantes fueran borregos dóciles y en realidad eran fieros ciudadanos, dispuestos a combatir las estridencias de una política nacionalista insumisa con la Constitución, secesionista con la nación, y opresora de la libertad. Los ciudadanos zanahorios, como buenos demócratas, no admitieron la imposición de los dirigentes y sus manipulaciones, ni la incrustación de candidatos en las listas, ni la expulsión de militantes por expresarse en libertad, ni la persecución de los discrepantes, ni el respeto al liderazgo inmerecido de un Presidente y un Secretario General, tan ambiciosos como torpes.
Y entonces llegó Ciudadano Ubú, una simpática zanahoria dispuesta a representar la voz de los que callan, que se convirtió inmediatamente en el líder carismático de la “corriente zanahoria”, los desencantados, los oprimidos, los aburridos y los hartos de ver como tanto esfuerzo colectivo se iba a la mierda por los errores de unos pocos dirigentes, que lamentablemente ocupaban el lugar que no les correspondía.
La batalla fue dura, pero al final, como ocurre en las mejores novelas de terror, los malos ganaron. En realidad, en aquel Congreso de las Hespérides triunfó el miedo de los catalanes a que Ciutadans se hiciera un partido español, triunfó el miedo de los izquierdistas que pensaban que los liberales les desplazarían del poder si jugaban en igualdad de condiciones, triunfó el no nacionalismo catalán frente al “España somos todos”y triunfó el leninismo sectario en la organización del partido, como ahora ocurre en UPyD.
Los zanahorios perdimos aquella batalla política para triunfar en la paz posterior, el partido se fue quedando sin militantes, sin ideas, con los dirigentes elegidos y todas las torpezas acumuladas por quienes les apoyaron, hasta convertirse en lo que hoy es, un barco fantasma con el holandés errante atado al mástil, que clama porque alguien le ayude a concluir su peregrinaje por la inexistencia.
Pero los zanahorios seguimos adelante, cambiamos el color naranja por el magenta del partido de Rosa Díez, muchos apoyamos su comienzo, con recursos materiales y humanos, nos aproximamos a UPyD para hacer posible el sueño que fue imposible en Ciutadans: un partido democrático en el que la justicia prevaleciese en un clima de libertad. Y tampoco fue posible.
En Cataluña, conocimos como en ningún lugar, las auténticas intenciones de UPyD, vimos de lo que eran capaces los seguidores de Rosa Díez y descubrimos que no había futuro en un partido aún menos democrático en su organización que Ciutadans, con una ideología exclusivamente socialista, con una ausencia de libertad ofensiva, y con unos dirigentes, bastante torpes por cierto, encaramados al poder, que ejercían con singular descaro su tiranía.
Evidentemente, los zanahorios también denunciamos en esta ocasión, el atentado contra la democracia ocurrido en UPyD, pero en esta ocasión nos surgieron competidores muy beligerantes, fundamentalmente agrupados en la corriente interna de Libertad Ciudadanos, (supongo que ellos serán "los remolachos") que últimamente, como le había ocurrido a Ciudadano Ubú en su día con Ciutadans, fue denunciado a la policía y a la justicia, por discrepar de las consignas del sanedrín magenta.
Pues amigo, eso somos los zanahorios, los ciudadanos que se acercan a los partidos políticos y comprueban la inexistencia de democracia interna en su interior, los desmanes de los dirigentes, la corrupción, la inmoralidad, la injusticia de sus decisiones y el único interés propagandístico de promocionarse en la vida, utilizando la política y el engaño de los ciudadanos para ello, aprovechándose de sus seguidores, a los que tratan como borregos.
Los zanahorios somos ciudadanos hartos de la política y los políticos de este país, que en vez de quedarse callados cuando han contemplado la auténtica realidad de las formaciones políticas que dicen defender los intereses generales (pero que en realidad sirven exclusivamente para la promoción de los dirigentes), deciden tirar de la manta y mostrar al mundo, lo que realmente piensan, sienten y hacen los dirigentes políticos que utilizan las urnas como una inversión para sobrealzarse ante los demás, de la forma que sea, como sea, cuanto antes.
Erasmo de Salinas
Los zanahorios surgimos en los meses anteriores del II Congreso de Ciutadans, como representantes de la diversidad existente y el cabreo que supuso ver como los dirigentes del partido tiraban por tierra las ilusiones de muchos ciudadanos que habían acudido de todas partes a la llamada de libertad, igualdad y justicia para Cataluña, que Albert Boadella y unos cuantos amigos, habían invocado ante la opresión del social-nacionalismo cuatribarrado.
Testigos de los desmanes del poder en una formación política embrionaria, como era Ciutadans, se unieron para derrocar un régimen de opresión en su propio partido que emulaba el esgrimido por la Generalitat. Ciutadans no pudo ser, porque sus dirigentes querían que sus militantes fueran borregos dóciles y en realidad eran fieros ciudadanos, dispuestos a combatir las estridencias de una política nacionalista insumisa con la Constitución, secesionista con la nación, y opresora de la libertad. Los ciudadanos zanahorios, como buenos demócratas, no admitieron la imposición de los dirigentes y sus manipulaciones, ni la incrustación de candidatos en las listas, ni la expulsión de militantes por expresarse en libertad, ni la persecución de los discrepantes, ni el respeto al liderazgo inmerecido de un Presidente y un Secretario General, tan ambiciosos como torpes.
Y entonces llegó Ciudadano Ubú, una simpática zanahoria dispuesta a representar la voz de los que callan, que se convirtió inmediatamente en el líder carismático de la “corriente zanahoria”, los desencantados, los oprimidos, los aburridos y los hartos de ver como tanto esfuerzo colectivo se iba a la mierda por los errores de unos pocos dirigentes, que lamentablemente ocupaban el lugar que no les correspondía.
La batalla fue dura, pero al final, como ocurre en las mejores novelas de terror, los malos ganaron. En realidad, en aquel Congreso de las Hespérides triunfó el miedo de los catalanes a que Ciutadans se hiciera un partido español, triunfó el miedo de los izquierdistas que pensaban que los liberales les desplazarían del poder si jugaban en igualdad de condiciones, triunfó el no nacionalismo catalán frente al “España somos todos”y triunfó el leninismo sectario en la organización del partido, como ahora ocurre en UPyD.
Los zanahorios perdimos aquella batalla política para triunfar en la paz posterior, el partido se fue quedando sin militantes, sin ideas, con los dirigentes elegidos y todas las torpezas acumuladas por quienes les apoyaron, hasta convertirse en lo que hoy es, un barco fantasma con el holandés errante atado al mástil, que clama porque alguien le ayude a concluir su peregrinaje por la inexistencia.
Pero los zanahorios seguimos adelante, cambiamos el color naranja por el magenta del partido de Rosa Díez, muchos apoyamos su comienzo, con recursos materiales y humanos, nos aproximamos a UPyD para hacer posible el sueño que fue imposible en Ciutadans: un partido democrático en el que la justicia prevaleciese en un clima de libertad. Y tampoco fue posible.
En Cataluña, conocimos como en ningún lugar, las auténticas intenciones de UPyD, vimos de lo que eran capaces los seguidores de Rosa Díez y descubrimos que no había futuro en un partido aún menos democrático en su organización que Ciutadans, con una ideología exclusivamente socialista, con una ausencia de libertad ofensiva, y con unos dirigentes, bastante torpes por cierto, encaramados al poder, que ejercían con singular descaro su tiranía.
Evidentemente, los zanahorios también denunciamos en esta ocasión, el atentado contra la democracia ocurrido en UPyD, pero en esta ocasión nos surgieron competidores muy beligerantes, fundamentalmente agrupados en la corriente interna de Libertad Ciudadanos, (supongo que ellos serán "los remolachos") que últimamente, como le había ocurrido a Ciudadano Ubú en su día con Ciutadans, fue denunciado a la policía y a la justicia, por discrepar de las consignas del sanedrín magenta.
Pues amigo, eso somos los zanahorios, los ciudadanos que se acercan a los partidos políticos y comprueban la inexistencia de democracia interna en su interior, los desmanes de los dirigentes, la corrupción, la inmoralidad, la injusticia de sus decisiones y el único interés propagandístico de promocionarse en la vida, utilizando la política y el engaño de los ciudadanos para ello, aprovechándose de sus seguidores, a los que tratan como borregos.
Los zanahorios somos ciudadanos hartos de la política y los políticos de este país, que en vez de quedarse callados cuando han contemplado la auténtica realidad de las formaciones políticas que dicen defender los intereses generales (pero que en realidad sirven exclusivamente para la promoción de los dirigentes), deciden tirar de la manta y mostrar al mundo, lo que realmente piensan, sienten y hacen los dirigentes políticos que utilizan las urnas como una inversión para sobrealzarse ante los demás, de la forma que sea, como sea, cuanto antes.
Erasmo de Salinas