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lunes, 7 de enero de 2008
Transversalidad política contra el miedo a la libertad
Algunos lectores nos siguen insistiendo sobre lo de la transversalidad, y dicen que no acaban de comprenderlo. Trataremos de explicarlo de forma sencilla.
Las ideologías son conglomerados de creencias, valores, principios, intereses, y normas, pero al mismo tiempo son construcciones útiles que permiten clasificar los problemas y sus alternativas de solución en categorías más o menos cerradas. Por otra parte, también permiten etiquetar a las personas por la relación que establecen con las diversas alternativas que se ofrecen para organizar la vida social.
En esa simplificación mecánica de lo humano, la mayoría de las ideologías se establecen de forma dialéctica, por oposición entre ellas, hasta llegar al maniqueísmo habitual que caracteriza la mayor parte de los discursos que fluyen por los parlamentos occidentales.
Sin embargo, se puede comprobar que la bipolarización política existente es absolutamente irracional, pues impide que un partido conservador adopte decisiones de progreso, y que un partido de izquierdas decida medidas conservadoras.
Todas las ideologías están condenadas al sectarismo, porque precisamente se construyen por su reafirmación ante la oposición a las propuestas del contrario, aunque sean acertadas. Solo se admiten como válidas las propuestas que provienen de la propia ideología y se descartan todas las demás. Las lucha entre ideologías rivales fue importantes para llegar hasta aquí, pero ahora resultan anacrónicas, inútiles, irracionales.
Si analizamos los hechos históricos o actuales, podemos comprobar que la evolución positiva de las sociedades occidentales hacia un estado de bienestar más perfeccionado, proviene de la agregación de decisiones de la izquierda y la derecha a lo largo del tiempo, y prueba de ello es que donde ha prevalecido una sola las cosas no han ido bien, y se ha terminado en un régimen totalitario.
El problema básico es que cuando alcanza el poder un gobierno de derechas no se pueden hacer políticas de izquierdas que tal vez sean necesarias en esas circunstancias y más tarde resulten inútiles, y viceversa. Los políticos están atrapados por su propia ideología, es lo que hemos comprobado con Zapatero en su diálogo con ETA y con Aznar en la participación en la guerra de Irak, ambas cosas rechazadas por los ciudadanos.
La confianza en un partido político durante una legislatura que dura cuatro años puede generar muchos problemas, porque sus propuestas se fundamentarán siempre en el más de lo mismo. La flexibilización en la aplicación de políticas en la práctica, es algo que se viene haciendo desde hace años, pero resulta insuficiente para la sociedad de la información y la comunicación inmediata en la que estamos viviendo en la actualidad.
El voto útil
La transversalidad devuelve al ciudadano el poder que ahora está obligado a delegar en sus representantes políticos, y le convierte en ciudadano activo, que vive la democracia sin interrupción, ejerciendo su libertad de forma permanente.
Dar un voto a un partido convencional es exactamente contraer un compromiso de silencio, ofreciendo un cheque en blanco a un determinado representante impuesto por un partido político que supuestamente va a defender unas determinadas políticas en coherencia con la ideología que define a su partido.
La realidad es que al final lo que defienden los diputados y senadores son los intereses generales de su partido, y se olvidan de los intereses particulares de sus electores. El contrato social falla, la voluntad general de los ciudadanos se secuestra en la decisión de los comités ejecutivos de los partidos políticos. La confianza de los ciudadanos decae, porque ven que maltratan su existencia precisamente con su voto.
Quizás sirva para comprenderlo el ejemplo de los bancos, que recogen nuestro dinero sin pagarnos intereses pero cuando necesitamos un préstamo nos los cobran con usura, los políticos recogen nuestra decisión y más tarde nos devuelven lo que ellos necesitan, no lo que nosotros necesitamos.
La transversalidad permite que el voto sea útil, pero requiere mayor compromiso por parte de los ciudadanos en el control de la política y los representantes que haya elegido. Necesita de la participación de la ciudadanía, el voto no se enajena, se alquila o se invierte, y por lo tanto requiere de un seguimiento por parte de su propietario en función de sus propios intereses.
Al igual que no invertimos nuestro dinero en una empresa de la que nada sabemos, ni consumimos un producto que no tenga suficientes garantías, no se puede entregar un voto a un partido para que haga con él lo que le venga en gana, el voto es un producto del ciudadano, que consumen los políticos, por lo tanto es un mecanismo de alienación de la voluntad de cada uno.
Ejes de acción
Sencillamente, prescindamos de las ideologías por un momento y vayamos a los problemas que padecemos, la acción sobre los hechos. Un ejemplo puede ser la democracia. Al igual que los banqueros no cambiarán sus hábitos de usura hasta que los accionistas lo decidan y la competencia del mercado les empuje, los políticos no cambiarán los hábitos democráticos porque les permite continuar en sus puestos con el menor desgaste, esfuerzo, y dedicación posible, maximizando sus intereses.
No es que la democracia haya dejado de funcionar, lo que ha ocurrido es que su dinamismo se ha fosilizado, porque a los políticos les interesa que sea así. Si los ciudadanos queremos que las cosas cambien deberemos implicarnos en la partida y exigir resultados, mecanismos de control externo, y cumplimiento del contrato o de los programas. Si no lo hacemos, la política perderá su utilidad y solo servirá para que algunos se beneficien de nuestra desidia, que es lo que precisamente está ocurriendo.
Pero hablemos de los ejes de acción de una alternativa transversal, el primero es recuperar el poder para el ciudadano, que es quien debe decidir y revocar las decisiones de los políticos, pero no cada cuatro años que es demasiado tiempo, sino de forma permanente. Eso implica mayor participación política de los ciudadanos, y hoy las democracias occidentales están en circunstancias que lo pueden permitir. Si hay días de permiso para los delegados de los sindicatos, como no va a haberlos para los ciudadanos que se comprometan con la política y tengan que tomar una decisión sobre algún tema en el que participan.
Los ejes de acción son importantes en las políticas transversales, que renuncian a imponer su ideología con tal de lograr los objetivos deseados más allá del consenso, sencillamente con racionalidad.
Retornemos al problema del empleo, los partidos de izquierda fundamentan su solución en la concesión de ayudas a los trabajadores, con lo que terminan educándolos en el no hacer, los partidos de derechas conceden las ayudas a los empresarios, con lo que acaban llevándolos a la dependencia del Estado. Los partidos transversales marcan objetivos para trabajadores y empresarios, que estos estarán obligados a cumplir si quieren acogerse a las ayudas, por ejemplo determinadas medidas de cogestión.
El Estado no puede ser paternalista ni anónimo, no se puede decir como hace poco se le escuchó a una ministra socialista que el dinero público no es de nadie. No señora, el dinero público es de todos y precisamente el que considere que no es de nadie debe quedar muy alejado de su utilización.
Resumiéndolo todo, libertad e igualdad son las alternativas, de forma concomitante, no menos libertad para lograr más progreso, o viceversa. Si no hay libertad surgen los dogmas y las sectas, si no hay igualdad, los privilegios y las bendiciones. Necesitamos laicidad política para tomar las mejores decisiones sin fundamentarnos en creencias ideológicas absolutistas que siempre conducen al totalitarismo.
Necesitamos separación de poderes: legislativo, ejecutivo, judicial, económico y mediático. Necesitamos romper el totalitarismo feudal en el que vivimos, elevando el poder social por encima de todos los demás, y esto solo se puede hacer desde la conquista de las decisiones políticas por parte de los ciudadanos.
Seamos ambiciosos y dejemos de mendigar lo que nos corresponde en justicia. Un político es alguien contratado para organizar los servicios públicos, el Estado del Bienestar, el curso de nuestras vidas. El voto esclavo debe desaparecer, para convertirse en sufragio libre.
Enrique Suárez Retuerta
Las ideologías son conglomerados de creencias, valores, principios, intereses, y normas, pero al mismo tiempo son construcciones útiles que permiten clasificar los problemas y sus alternativas de solución en categorías más o menos cerradas. Por otra parte, también permiten etiquetar a las personas por la relación que establecen con las diversas alternativas que se ofrecen para organizar la vida social.
En esa simplificación mecánica de lo humano, la mayoría de las ideologías se establecen de forma dialéctica, por oposición entre ellas, hasta llegar al maniqueísmo habitual que caracteriza la mayor parte de los discursos que fluyen por los parlamentos occidentales.
Sin embargo, se puede comprobar que la bipolarización política existente es absolutamente irracional, pues impide que un partido conservador adopte decisiones de progreso, y que un partido de izquierdas decida medidas conservadoras.
Todas las ideologías están condenadas al sectarismo, porque precisamente se construyen por su reafirmación ante la oposición a las propuestas del contrario, aunque sean acertadas. Solo se admiten como válidas las propuestas que provienen de la propia ideología y se descartan todas las demás. Las lucha entre ideologías rivales fue importantes para llegar hasta aquí, pero ahora resultan anacrónicas, inútiles, irracionales.
Si analizamos los hechos históricos o actuales, podemos comprobar que la evolución positiva de las sociedades occidentales hacia un estado de bienestar más perfeccionado, proviene de la agregación de decisiones de la izquierda y la derecha a lo largo del tiempo, y prueba de ello es que donde ha prevalecido una sola las cosas no han ido bien, y se ha terminado en un régimen totalitario.
El problema básico es que cuando alcanza el poder un gobierno de derechas no se pueden hacer políticas de izquierdas que tal vez sean necesarias en esas circunstancias y más tarde resulten inútiles, y viceversa. Los políticos están atrapados por su propia ideología, es lo que hemos comprobado con Zapatero en su diálogo con ETA y con Aznar en la participación en la guerra de Irak, ambas cosas rechazadas por los ciudadanos.
La confianza en un partido político durante una legislatura que dura cuatro años puede generar muchos problemas, porque sus propuestas se fundamentarán siempre en el más de lo mismo. La flexibilización en la aplicación de políticas en la práctica, es algo que se viene haciendo desde hace años, pero resulta insuficiente para la sociedad de la información y la comunicación inmediata en la que estamos viviendo en la actualidad.
El voto útil
La transversalidad devuelve al ciudadano el poder que ahora está obligado a delegar en sus representantes políticos, y le convierte en ciudadano activo, que vive la democracia sin interrupción, ejerciendo su libertad de forma permanente.
Dar un voto a un partido convencional es exactamente contraer un compromiso de silencio, ofreciendo un cheque en blanco a un determinado representante impuesto por un partido político que supuestamente va a defender unas determinadas políticas en coherencia con la ideología que define a su partido.
La realidad es que al final lo que defienden los diputados y senadores son los intereses generales de su partido, y se olvidan de los intereses particulares de sus electores. El contrato social falla, la voluntad general de los ciudadanos se secuestra en la decisión de los comités ejecutivos de los partidos políticos. La confianza de los ciudadanos decae, porque ven que maltratan su existencia precisamente con su voto.
Quizás sirva para comprenderlo el ejemplo de los bancos, que recogen nuestro dinero sin pagarnos intereses pero cuando necesitamos un préstamo nos los cobran con usura, los políticos recogen nuestra decisión y más tarde nos devuelven lo que ellos necesitan, no lo que nosotros necesitamos.
La transversalidad permite que el voto sea útil, pero requiere mayor compromiso por parte de los ciudadanos en el control de la política y los representantes que haya elegido. Necesita de la participación de la ciudadanía, el voto no se enajena, se alquila o se invierte, y por lo tanto requiere de un seguimiento por parte de su propietario en función de sus propios intereses.
Al igual que no invertimos nuestro dinero en una empresa de la que nada sabemos, ni consumimos un producto que no tenga suficientes garantías, no se puede entregar un voto a un partido para que haga con él lo que le venga en gana, el voto es un producto del ciudadano, que consumen los políticos, por lo tanto es un mecanismo de alienación de la voluntad de cada uno.
Ejes de acción
Sencillamente, prescindamos de las ideologías por un momento y vayamos a los problemas que padecemos, la acción sobre los hechos. Un ejemplo puede ser la democracia. Al igual que los banqueros no cambiarán sus hábitos de usura hasta que los accionistas lo decidan y la competencia del mercado les empuje, los políticos no cambiarán los hábitos democráticos porque les permite continuar en sus puestos con el menor desgaste, esfuerzo, y dedicación posible, maximizando sus intereses.
No es que la democracia haya dejado de funcionar, lo que ha ocurrido es que su dinamismo se ha fosilizado, porque a los políticos les interesa que sea así. Si los ciudadanos queremos que las cosas cambien deberemos implicarnos en la partida y exigir resultados, mecanismos de control externo, y cumplimiento del contrato o de los programas. Si no lo hacemos, la política perderá su utilidad y solo servirá para que algunos se beneficien de nuestra desidia, que es lo que precisamente está ocurriendo.
Pero hablemos de los ejes de acción de una alternativa transversal, el primero es recuperar el poder para el ciudadano, que es quien debe decidir y revocar las decisiones de los políticos, pero no cada cuatro años que es demasiado tiempo, sino de forma permanente. Eso implica mayor participación política de los ciudadanos, y hoy las democracias occidentales están en circunstancias que lo pueden permitir. Si hay días de permiso para los delegados de los sindicatos, como no va a haberlos para los ciudadanos que se comprometan con la política y tengan que tomar una decisión sobre algún tema en el que participan.
Los ejes de acción son importantes en las políticas transversales, que renuncian a imponer su ideología con tal de lograr los objetivos deseados más allá del consenso, sencillamente con racionalidad.
Retornemos al problema del empleo, los partidos de izquierda fundamentan su solución en la concesión de ayudas a los trabajadores, con lo que terminan educándolos en el no hacer, los partidos de derechas conceden las ayudas a los empresarios, con lo que acaban llevándolos a la dependencia del Estado. Los partidos transversales marcan objetivos para trabajadores y empresarios, que estos estarán obligados a cumplir si quieren acogerse a las ayudas, por ejemplo determinadas medidas de cogestión.
El Estado no puede ser paternalista ni anónimo, no se puede decir como hace poco se le escuchó a una ministra socialista que el dinero público no es de nadie. No señora, el dinero público es de todos y precisamente el que considere que no es de nadie debe quedar muy alejado de su utilización.
Resumiéndolo todo, libertad e igualdad son las alternativas, de forma concomitante, no menos libertad para lograr más progreso, o viceversa. Si no hay libertad surgen los dogmas y las sectas, si no hay igualdad, los privilegios y las bendiciones. Necesitamos laicidad política para tomar las mejores decisiones sin fundamentarnos en creencias ideológicas absolutistas que siempre conducen al totalitarismo.
Necesitamos separación de poderes: legislativo, ejecutivo, judicial, económico y mediático. Necesitamos romper el totalitarismo feudal en el que vivimos, elevando el poder social por encima de todos los demás, y esto solo se puede hacer desde la conquista de las decisiones políticas por parte de los ciudadanos.
Seamos ambiciosos y dejemos de mendigar lo que nos corresponde en justicia. Un político es alguien contratado para organizar los servicios públicos, el Estado del Bienestar, el curso de nuestras vidas. El voto esclavo debe desaparecer, para convertirse en sufragio libre.
Enrique Suárez Retuerta
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Crisis Política,
España,
Ideología,
Transversalidad
Con Z de Zapatero (14): "la mayor desinversión extranjera del mundo"
HAN DEJADO DE LLEGAR A ESPAÑA 1511 DÓLARES POR HABITANTE, es decir que somos 1511 dólares más pobres cada uno de nosotros. Buena política económica, solo superada por la política exterior. ¿Y para qué hicieron todos los viajes estos malandrines a costa del erario público?. ¿Solo para estrechar lazos culturales?
No se lo tomen a broma, es cierto, durante el año 2006, España ha sido tanto en cantidad de dinero desinvertido (más de 68.000 millones de dólares), como en su relación por habitante, el país en el que más ha descendido la inversión extranjera directa, el Número UNO. Es decir las inversiones duraderas en empresas españolas con capital extranjero. Más que en Estados Unidos que tiene varias veces nuestro PIB, y seis veces más habitantes. Así nos van las cosas con Z de Zapatero, garantía de futuro, y todavía tienen la cara dura de decir que la economía "va bien".
Libertad Digital advertía que había caido un 65 % en octubre del año pasado, pero no nos decía que éramos la primera potencia mundial en NO INVERSION EXTRANJERA.
Algunos otros datos interesantes sobre las estadísticas de España en el mundo, se los dejo a continuación, los de Educación resultan sorprendentes, pero no son los únicos:
He encontrado algunos datos sorprendentes sobre la situación de España en algunas variables con datos de la UNESCO y el Banco Mundial.
1) Gasto público en Educación, con un 4,3 % nuestro país ocupa el lugar 97 del mundo
2) Gasto en I+D: 1,1 % del PIB, ocupamos el número 30 en la lista de países
3) Usuarios de Internet: con 34,8 por cada 100 habitantes, ocupamos el puesto 42 , y con 27,6 % ordenadores por cada 100 habitantes, el puesto 33
4) Número de científicos y técnicos, con 2,19 por mil habitantes, el puesto 26
5) Con 422 teléfonos por mil habitantes, ocupamos el puesto 39 del mundo.
6) Con 548 televisores por mil habitante, ocupamos el puesto 24 del mundo.
7) Con 329,6 receptores de radio por mil habitantes, ocupamos el puesto 106 del mundo.
8) En el año 2006, España ocupó el último lugar del mundo en inversión extranjera directa, con una desinversión de más de 68.000 millones de dólares.
9) Número de médicos 330 por cien mil habitantes, puesto 27; número de enfermeros 768 por cien mil habitantes, puesto 25
10) Gasto público en salud, con el 5,74 % del PIB ocupamos el lugar 38 del mundo
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