Vivimos tiempos difíciles en esta vieja nación llamada España de la que somos comunes, compartiendo el devenir impropio de una clase política que ha roto su compromiso de representar al pueblo, el contrato social establecido en nuestra Constitución, para ocuparse exclusivamente de representar sus propios intereses, competir por el poder entre las distintas facciones representadas y repartirse los privilegios que les otorga nuestra representación.
La democracia en España ya no es el gobierno del pueblo, sino contra el pueblo, sin el pueblo, a pesar del pueblo, es decir, puro despotismo. El pueblo español es soberano, el único soberano de España, pero los políticos usurpan cada día nuestra condición de miembros soberanos de la nación española, para urdir su infamia. Los políticos, como administradores de la cosa pública, como gestores del Estado, no pueden decidir en nuestro nombre si hay otras naciones o deja de haberlas dentro de España, ni pueden conculcar nuestros derechos constitucionales, ni aplastar nuestra libertad de forma impune, por haberse adueñado de la justicia y las instituciones de este país, que precisamente habrían de ser los contrapoderes vigilantes de sus desmanes.
Cada español reúne en sí mismo dos condiciones, la de soberano y la de ciudadano que son absolutamente diferentes aunque compartidas por cada español y por todos en su conjunto de pueblo. Los políticos confunden interesadamente ambos términos. Somos soberanos porque pertenecemos a una nación, la española, la condición de soberanía proviene de la libertad conquistada y acumulada a lo largo de la historia, no es una concesión del poder. Es hereditaria e intransferible, pasa de padres a hijos y de hijos a nietos, aunque también puede adquirirse por el proceso de nacionalización, pero tiene una singular diferencia con la condición ciudadana, y es que no puede ser representada, sino manifestada de forma directa por cada uno de los españoles cuando se reúnen en su conjunto denominado pueblo español. La soberanía nos distingue de otros habitantes del planeta, mientras que la ciudadanía nos hace comunes a los habitantes de otras democracias. La soberanía es la común particularidad distintiva que compartimos los españoles.
Somos ciudadanos porque vivimos en un Estado, condición que compartimos con todos los ciudadanos del planeta que viven en democracia, como ciudadanos formamos una sociedad civil que es el ámbito colectivo de ciudadanos en que el Estado ejerce su poder, por medio de los representantes políticos que nos hemos concedido en las urnas. Sin embargo la sociedad política, que nos están usurpando los políticos, es el ámbito en que los españoles reunidos debemos determinar el funcionamiento del Estado y la organización de nuestra convivencia, que está establecida explícitamente en la Constitución vigente. En España, la sociedad política ha sido secuestrada por los políticos.
El Contrato Social plasmado en nuestra vigente Constitución en 1978 no fue establecido entre políticos y sociedad civil, sino entre políticos y sociedad política, pero a lo largo de los últimos 32 años el poder representado por los partidos políticos ha ido recortando el peso de la sociedad política española, hasta reducirlo a la formalidad electoral de convocar elecciones cada cuatro años, en la que los ciudadanos estamos obligados a escoger entre las alternativas que nos ofrecen, que son realmente elegidas por los dirigentes de los partidos políticos y no por nosotros, condenados a ratificar lo que nos proponen y no a asumir lo que nostros proponemos, legitimando el sistema de oprobio político en cada convocatoria electoral con nuestro voto o en su defecto, no participardo en el juego de conceder privilegios de poder, a quien posteriormente los usará contra nosotros, lo que ratifica la decisión de los que acuden a votar, sin siquiera saber lo que eso significa: conceder un cheque en blanco a los políticos, ratificar el sistema, asumir como "correcto" lo que hagan los políticos a partir de entonces.
La democracia en España ya no es el gobierno del pueblo, sino contra el pueblo, sin el pueblo, a pesar del pueblo, es decir, puro despotismo. El pueblo español es soberano, el único soberano de España, pero los políticos usurpan cada día nuestra condición de miembros soberanos de la nación española, para urdir su infamia. Los políticos, como administradores de la cosa pública, como gestores del Estado, no pueden decidir en nuestro nombre si hay otras naciones o deja de haberlas dentro de España, ni pueden conculcar nuestros derechos constitucionales, ni aplastar nuestra libertad de forma impune, por haberse adueñado de la justicia y las instituciones de este país, que precisamente habrían de ser los contrapoderes vigilantes de sus desmanes.
Cada español reúne en sí mismo dos condiciones, la de soberano y la de ciudadano que son absolutamente diferentes aunque compartidas por cada español y por todos en su conjunto de pueblo. Los políticos confunden interesadamente ambos términos. Somos soberanos porque pertenecemos a una nación, la española, la condición de soberanía proviene de la libertad conquistada y acumulada a lo largo de la historia, no es una concesión del poder. Es hereditaria e intransferible, pasa de padres a hijos y de hijos a nietos, aunque también puede adquirirse por el proceso de nacionalización, pero tiene una singular diferencia con la condición ciudadana, y es que no puede ser representada, sino manifestada de forma directa por cada uno de los españoles cuando se reúnen en su conjunto denominado pueblo español. La soberanía nos distingue de otros habitantes del planeta, mientras que la ciudadanía nos hace comunes a los habitantes de otras democracias. La soberanía es la común particularidad distintiva que compartimos los españoles.
Somos ciudadanos porque vivimos en un Estado, condición que compartimos con todos los ciudadanos del planeta que viven en democracia, como ciudadanos formamos una sociedad civil que es el ámbito colectivo de ciudadanos en que el Estado ejerce su poder, por medio de los representantes políticos que nos hemos concedido en las urnas. Sin embargo la sociedad política, que nos están usurpando los políticos, es el ámbito en que los españoles reunidos debemos determinar el funcionamiento del Estado y la organización de nuestra convivencia, que está establecida explícitamente en la Constitución vigente. En España, la sociedad política ha sido secuestrada por los políticos.
El Contrato Social plasmado en nuestra vigente Constitución en 1978 no fue establecido entre políticos y sociedad civil, sino entre políticos y sociedad política, pero a lo largo de los últimos 32 años el poder representado por los partidos políticos ha ido recortando el peso de la sociedad política española, hasta reducirlo a la formalidad electoral de convocar elecciones cada cuatro años, en la que los ciudadanos estamos obligados a escoger entre las alternativas que nos ofrecen, que son realmente elegidas por los dirigentes de los partidos políticos y no por nosotros, condenados a ratificar lo que nos proponen y no a asumir lo que nostros proponemos, legitimando el sistema de oprobio político en cada convocatoria electoral con nuestro voto o en su defecto, no participardo en el juego de conceder privilegios de poder, a quien posteriormente los usará contra nosotros, lo que ratifica la decisión de los que acuden a votar, sin siquiera saber lo que eso significa: conceder un cheque en blanco a los políticos, ratificar el sistema, asumir como "correcto" lo que hagan los políticos a partir de entonces.
Participar en unas elecciones vacías de contenido político es asumir la condición de servidumbre y renunciar a la condición de soberanía. Este sistema es abominado por la inmensa mayoría de los españoles por su perversión de la democracia.
La sociedad política es la agrupación de ciudadanos con poder, que ejerce su soberanía de forma irrenunciable y que se contrapone a la sociedad civil que es la agrupación de ciudadanos desposeídos de poder, porque lo han transferido, para convertirse en súbditos de un Estado y de los políticos que lo administran. Se puede entender fácilmente si se considera en un continuo de poder, la sociedad política establece su régimen de gobierno y lo configura en un Estado desde el que se ejerce el poder sobre la sociedad civil. La sociedad política es previa al Estado, mientras que la sociedad civil es una consecuencia del Estado. Sociedad política, soberanía y libertad forman parte del mismo ámbito, el poder del pueblo, mientras que sociedad civil, ciudadanía y Estado formán parte del ámbito del poder de los políticos.
La democracia es el lugar de encuentro entre la sociedad política y el poder político, algo que se relaciona con la democracia liberal y la racionalidad democrática que respeta la individualidad de los ciudadanos y su libertad, no entre la sociedad civil y el poder político algo que se relaciona con la democracia social y las interpretaciones interesadas de sus exégetas (una interpretación sesgada de la democracia desde las socialdemocracias y el socialismo), que está dirigida a las sociedades de masas y que aboga por el fundamentalismo democrático, eliminando la libertad individual y degenerando sin interrupción la democracia.
La sociedad política es la agrupación de ciudadanos con poder, que ejerce su soberanía de forma irrenunciable y que se contrapone a la sociedad civil que es la agrupación de ciudadanos desposeídos de poder, porque lo han transferido, para convertirse en súbditos de un Estado y de los políticos que lo administran. Se puede entender fácilmente si se considera en un continuo de poder, la sociedad política establece su régimen de gobierno y lo configura en un Estado desde el que se ejerce el poder sobre la sociedad civil. La sociedad política es previa al Estado, mientras que la sociedad civil es una consecuencia del Estado. Sociedad política, soberanía y libertad forman parte del mismo ámbito, el poder del pueblo, mientras que sociedad civil, ciudadanía y Estado formán parte del ámbito del poder de los políticos.
La democracia es el lugar de encuentro entre la sociedad política y el poder político, algo que se relaciona con la democracia liberal y la racionalidad democrática que respeta la individualidad de los ciudadanos y su libertad, no entre la sociedad civil y el poder político algo que se relaciona con la democracia social y las interpretaciones interesadas de sus exégetas (una interpretación sesgada de la democracia desde las socialdemocracias y el socialismo), que está dirigida a las sociedades de masas y que aboga por el fundamentalismo democrático, eliminando la libertad individual y degenerando sin interrupción la democracia.
Porque la democracia social es una ideología que no respeta la libertad, mientras que la democracia liberal es la esencia de la democracia, son LAS CONDICIONES IRRENUNCIABLES DE LA AUTÉNTICA DEMOCRACIA, validas para todas las ideologías políticas, menos para las totalitarias.
Urge que en España los ciudadanos recobremos nuestra condición política soberana, para recuperar el poder que los políticos nos han arrebatado y poder determinar por nosotros mismos nuestra existencia, algo que no se puede hacer desde la condición civil y pasiva que ha permitido a los políticos convertirnos en sus siervos tras desposeernos de forma subrepticia de nuestra condición política, activa y soberana.
Hasta que no comprendamos que es como españoles soberanos y no como ciudadanos de una democracia, como debemos exigir respeto a nuestra libertad y derechos, los políticos seguirán haciendo lo que les dé la gana en España. Es la condición soberana la que nos otorga poder, porque proviene de la libertad, mientras la condición ciudadana solo nos puede ofrecer servidumbre en estos tiempos, cuando el Estado ha sido usurpado por los políticos en una extravagante forma de totalitarismo irresponsable e impune.
Biante de Priena
Urge que en España los ciudadanos recobremos nuestra condición política soberana, para recuperar el poder que los políticos nos han arrebatado y poder determinar por nosotros mismos nuestra existencia, algo que no se puede hacer desde la condición civil y pasiva que ha permitido a los políticos convertirnos en sus siervos tras desposeernos de forma subrepticia de nuestra condición política, activa y soberana.
Hasta que no comprendamos que es como españoles soberanos y no como ciudadanos de una democracia, como debemos exigir respeto a nuestra libertad y derechos, los políticos seguirán haciendo lo que les dé la gana en España. Es la condición soberana la que nos otorga poder, porque proviene de la libertad, mientras la condición ciudadana solo nos puede ofrecer servidumbre en estos tiempos, cuando el Estado ha sido usurpado por los políticos en una extravagante forma de totalitarismo irresponsable e impune.
Biante de Priena