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domingo, 31 de agosto de 2008

No hay que pasar página, señor Zapatero

Hay que especializarse, no queda otra. Ahora que los niños ya no escriben cartas a los Reyes Magos o Papá Noel, porque prefieren enviarle un correo electrónico a la ONU quejándose de la Guerra de Irak, la crisis económica que les impide cambiar el patinete, y el hambre de otros niños que hay por esos mundos, he decidido dirigirme periódicamente a nuestro Presidente del Gobierno, para presentarle mis quejas por sus habituales meteduras de pata y mis felicitaciones por sus escasos aciertos.

Hay algo que me preocupa, y es que en este país hay una fuerte tendencia a pasar página con lo ocurrido con Zapatero y su gente, y los países que pasan página deprisa sobre las arbitrariedades y barbaridades, terminan pronto su historia y la de España es demasiado larga para erradicarla.

No creo que los españoles debamos pasar página sobre la politización extrema de nuestra existencia que nos ha traído el partido socialista, sobre la corrupción sectaria de afines al PSOE que han ocupado toda la administración y la gestión de los servicios públicos, sobre la corrupción económica que entre otras cosas ha conducido este país a una crisis sin precedentes del sector de la construcción y los sectores financieros.

No creo que debamos pasar página sobre la violencia de Estado, en su faceta de género, que ha llegado a distinguir jurídicamente hombres de mujeres en relación al mismo tipo de delito, no creo que debamos callarnos sobre el incremento de la criminalidad que hace que dos millones y medio de españoles sean potenciales víctimas de un acto criminal el próximo año.

Tampoco pienso que debamos callarnos sobre el totalitarismo en el que estamos viviendo con diversos frentes organizados en los que se mezclan el poder legislativo, judicial y ejecutivo con el mediático y el financiero para organizar la distribución de los recursos que proveemos todos los españoles. Y por supuesto no estoy de acuerdo en que se pase página en el tema de los nacionalismos y su usura recaudatoria, su tiranía cultural, y su despotismo paleto.

Y por último, no se puede pasar página sobre la enorme incultura política del ocupante de La Moncloa, que en una entrevista publicada en el El Mundo hoy mismo se deja decir lo siguiente:

· Le veo convencido de que España ni se rompe ni se romperá, que nuestra unidad está garantizada, ¿no?

· R.- Absolutamente. España ni se rompe ni se romperá, la democracia es la salvaguarda de nuestra unidad y además una mayoría amplísima de ciudadanos en todas las comunidades, subrayo en todas, quiere vivir en un Estado como España.


Verá usted señor Presidente por accidente, la democracia no salvaguarda absolutamente nada, porque en el momento que se manipula desde la política, como se hace, pierde todo su valor y ecuanimidad. Nuestra unidad, en todo caso, será la salvaguarda de la democracia, porque sólo hay que mirar a las autonomías sediciosas para observar que la democracia sirve precisamente al poder para implantar el despotismo de ETA de asesinarte si discrepas o desposeerte de la condición de español si vives en Cataluña.

¿Pero cómo la democracia va a salvaguardarnos, ZETAPE?, como no seamos nosotros los que salvaguardemos a la democracia, haciendo valer nuestra Constitución, estamos vistos para sentencia. La democracia en manos de políticos ineptos es como una ametralladora en manos de un niño que juega a Rambo.

Fíjense ustedes en las medidas palabras del inefable, cuando dice que hay muchos ciudadanos que quieren vivir en un Estado como España, o sea que vamos hacia lo de que ser español sea una condición electiva, como expresión máxima de la Libertad y la Democracia, ¿es eso Presidente?, ¿se nos está haciendo liberal, o sólo es por nacionalista?. Y mientras tanto los mismos ineptos “chupando del bote” que no han producido, rentabilizando la destrucción de la realidad para luego rentabilizar su reconstrucción.

Ser español es más que una realidad simbólica, es una condición social y política, y sobretodo cultural, que nos hace diferentes de otros y comunes entre nosotros. Y ningún político tiene derecho a distribuir esa condición identitaria, porque no corresponde al poder político esa atribución, más bien es a los españoles a quienes nos corresponde decidir que hace y no hace la política. Eso es democracia, lo demás es despotismo político.

Por eso no hay que pasar página y aceptar lo que usted ha hecho como algo normal, porque sería asumir que no hay solución para los problemas que se han creado desde el Gobierno, diciendo que estaba resolviendo lo que estaba precisamente estropeando.

A usted no le gustará la vajilla de la abuela, pero eso no le da derecho a destrozarla, señor Zapatero, hay otros a quienes nos gusta comer en ella de vez en cuando, mucho más que en los platos de diseño friki que usted quiere vendernos.

(seguro que continuará)

Erasmo de Salinas

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