Y no sólo dentro de su partido, el “cordón sanitario” frente al PP ya es un sueño inalcanzado y sin posible alcance. Sus socios poco a poco se van desentendiendo del presidente del gobierno. Al episodio de las conversaciones con ETA, se añade el de Navarra y el de su ministra de “desestructuras”, sin poder agotar la lista de cadáveres que el “talante” zapateril ha ido dejando por todas partes.
Pero el episodio más reciente es el fracaso definitivo del Estatuto catalán tras su primer aniversario; Ley que calamitosamente ha puesto ante los ojos de millones de personas el esperpento y la inutilidad social de dicho texto. Los catalanes y España entera están sufriendo las consecuencias de unas actividades políticas dirigidas exclusivamente a la satisfacción de los delirios creados por una casta que sólo busca su propio interés gremial como está quedando patente en la vida cotidiana de la población, cumpliéndose lo tantas veces previsto como resultado final de tan contumaz grupo parasitario, el conocido como Partido Único Catalanista y su valedor Zapatero.
En este último año se han estado manifestando abiertamente como colofón de un largo proceso, la eclosión de tensiones políticas acumuladas y los resultados prácticos de unas actividades administrativas contrarias al interés general de los españoles. Los políticos en España no se dedican a su cometido Constitucional, ni siquiera técnico, se han dedicado y se afanan en sus objetivos particulares sean cuales fueren, poniendo en una situación de emergencia nacional a todos los ciudadanos con un parecido proceder cual si de enemigos extranjeros se tratara.
Vivimos en un clima político e institucional llevado al paroxismo del absurdo, la ineficacia y la abierta traición nacional. Vivimos una etapa de difícil reconducción política y de dudosa restauración democrática y constitucional. Y ante tan grave crisis en nuestra historia, pocas soluciones partidarias y pocas voces se alzan como remedio eficaz. Pero al contrario del páramo político que sufrimos, miles y miles de ciudadanos están más que dispuestos al fortalecimiento de soluciones sin que se hayan agotado los intentos de crear formaciones que hagan frente a la injusticia que padecemos. Tantos españoles encontrarán la fórmula o fórmulas para poner fin a tanto desastre, eso es lo único claro que puede percibirse, porque no saldrán derrotados sin presentar las correspondientes batallas. La primera es echar al inquilino de la Moncloa.
Jorge Cecilio Morillo
(Cocinero).
Pero el episodio más reciente es el fracaso definitivo del Estatuto catalán tras su primer aniversario; Ley que calamitosamente ha puesto ante los ojos de millones de personas el esperpento y la inutilidad social de dicho texto. Los catalanes y España entera están sufriendo las consecuencias de unas actividades políticas dirigidas exclusivamente a la satisfacción de los delirios creados por una casta que sólo busca su propio interés gremial como está quedando patente en la vida cotidiana de la población, cumpliéndose lo tantas veces previsto como resultado final de tan contumaz grupo parasitario, el conocido como Partido Único Catalanista y su valedor Zapatero.
En este último año se han estado manifestando abiertamente como colofón de un largo proceso, la eclosión de tensiones políticas acumuladas y los resultados prácticos de unas actividades administrativas contrarias al interés general de los españoles. Los políticos en España no se dedican a su cometido Constitucional, ni siquiera técnico, se han dedicado y se afanan en sus objetivos particulares sean cuales fueren, poniendo en una situación de emergencia nacional a todos los ciudadanos con un parecido proceder cual si de enemigos extranjeros se tratara.
Vivimos en un clima político e institucional llevado al paroxismo del absurdo, la ineficacia y la abierta traición nacional. Vivimos una etapa de difícil reconducción política y de dudosa restauración democrática y constitucional. Y ante tan grave crisis en nuestra historia, pocas soluciones partidarias y pocas voces se alzan como remedio eficaz. Pero al contrario del páramo político que sufrimos, miles y miles de ciudadanos están más que dispuestos al fortalecimiento de soluciones sin que se hayan agotado los intentos de crear formaciones que hagan frente a la injusticia que padecemos. Tantos españoles encontrarán la fórmula o fórmulas para poner fin a tanto desastre, eso es lo único claro que puede percibirse, porque no saldrán derrotados sin presentar las correspondientes batallas. La primera es echar al inquilino de la Moncloa.
Jorge Cecilio Morillo
(Cocinero).