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jueves, 7 de marzo de 2013

Democracia es civilizar al poder político, no politizar a los ciudadanos



 
"El elector goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros." Ambrose Bierce

Aceptemos que la democracia es el menos malo de los sistemas de formación de gobiernos, aquel que permite que los ciudadanos mayores de edad de un país puedan decidir quiénes van a representarles políticamente en los parlamentos, quienes van a detentar el poder y quienes la oposición, según el resultado que las distintas formaciones obtengan en las urnas electorales.

Xavier Zubiri, estableció que los tres grandes pilares que sustentan la civilización occidental son la religión judeo-cristiana, la filosofía griega y el Derecho romano. Por mi parte añadiría uno más, los deseos de libertad de los ciudadanos europeos, en particular la confrontación de aquellos que tratan de que la libertad avance y aquellos que tratan de que no lo haga, a los que se podría considerar enemigos de la libertad.

Se podrían añadir algunos conceptos relevantes más, como la constitución  naciones, la relación Estado-Sociedad, la distribución de la riqueza, la seguridad financiera, el afán de justicia,  el refinamiento cultural y artístico, la historia, la racionalidad, la burocracia,  las tecnologías, la corrupción, o la búsqueda de equidad y felicidad.

Hasta épocas recientes había un amplio consenso entre las diversas ideologías políticas occidentales en compartir un modelo único de convivencia, sin embargo, en la última década, posiblemente debido a la aparición de las comunicaciones inmediatas, que han expandido los límites de la libertad de expresión y relación, así como los de censura, intoxicación y propaganda, se ha producido una quiebra en los objetivos comunes.  En realidad lo que ha ocurrido es que la diversidad natural de las opiniones de los ciudadanos se están manifestando, venciendo las limitaciones impuestas por los creadores de opinión tradicionales, los medios de comunicación y al mismo tiempo, esto acontece en un clima de crisis económica y política, institucional, en la que la política se ve por mucha gente más como un problema que como fuente de soluciones.

En el caso de los países de la Europa del Sur y la del Este, se están viendo movimientos claros que tratan de desplazar las formas de representación política habituales del poder, porque se ha comprobado que prevalecen los intereses sectarios de las distintas formaciones políticas, antes que sus manidas propuestas de servicio a los ciudadanos. El poder en las democracias de partidos ha mostrado al fin y al cabo su cara y su farsa, pues no son los ciudadanos quienes eligen a sus representantes políticos sino las cúpulas de los partidos, y los ciudadanos lo único que hacen es ratificar las decisiones de los partidos, no las suyas propias, cuando acuden a las urnas.

El modelo de la polis, de los representantes y mediadores, ha perdido su sentido original tras establecerse desde el poder determinadas limitaciones a que sea una representación de los votos, para quedarse en una representación de los cotos. Los representantes políticos son delegados o agentes de los intereses de los partidos en los hechos, aunque se promueven como representantes directos de los intereses de los ciudadanos. Pero esta falacia se ha acabado, cada día la gente desconfía más de las instituciones denominadas partidos políticos, porque  se han alejado demasiado de la función que ofrecían y han defraudado. El contrato social de las voluntades generales ha caducado.

Sin duda vamos hacia nuevos modelos de representación política, menos alejados de la civis y las decisiones de los ciudadanos, es necesario recordar la historia de la Grecia clásica, porque los griegos se previnieron contra los acotamientos de poder que hoy padecemos los ciudadanos de los países occidentales dos mil años después, ningún griego hubiera aceptado algo parecido a partidos políticos que conculcaran su voluntad, en realidad, para evitar agrupaciones de poder, los griegos recurrieron a ingeniosas formas de elección como el sorteo, aunque al mismo tiempo aceptaron cierta profesionalización de los poderosos por sus conocimientos y experiencia, reconociendo a algunos de sus conciudadanos una condición de primus inter pares. Pienso que en los próximos años la democracia se hará más cívica que política, porque la representación será más directa y menos artefactada. La política seguirá siendo el escenario del debate, pero dejará de ser el escenario del combate.

Cívico será también el retorno al imperio de la ley sin inmunidades e impunidades asociadas al poder, que promueven una aristocracia representativa con el fondo de una democracia inexistente. La independencia de poderes se materializará, abandonando el modelo jerárquico que permite reinar al poder político sobre los demás. Sólo hay que contrastar dos términos: civilizar y politizar, en el diccionario de la RAE lo expone con claridad:


civilizar.
(De civil).
1. tr. Elevar el nivel cultural de sociedades poco adelantadas. U. t. c. prnl.
2. tr. Mejorar la formación y comportamiento de personas o grupos sociales. U. t. c. prnl.

politizar.
1. tr. Dar orientación o contenido político a acciones, pensamientos, etc., que, corrientemente, no lo tienen. U. t. c. prnl.
2. tr. Inculcar a alguien una formación o conciencia política. U. t. c. prnl.


Creo que está suficientemente claro, las sociedades occidentales desean avanzar hacia la civilización al tiempo que se alejan de la politización. No pasará mucho tiempo en que ciudadanos y políticos avancemos hacia modelos que dejen atrás las viejas representaciones más propias de Antiguos Regímenes absolutistas que de democracias avanzadas. 

La representación política indirecta quizás fue necesaria en la época en que había grandes bolsas de pobreza e ignorancia en los ciudadanos, con grandes distancias sociales y territoriales, que exigían un cuerpo representativo profesional, pero en la sociedad del siglo XXI es un anacronismo, porque las comunicaciones son inmediatas y los ciudadanos reúnen suficientes condiciones en sí mismos para saber lo que les conviene racionalmente y no confiando en la fe de los que les prometen el cielo y les terminan conduciendo al infierno.

Es hora de que entre todos los demócratas civilicemos definitivamente al poder político, a los políticos y a los partidos que les acogen. Es hora de civilizar a los políticos y abandonar para siempre la politización de los ciudadanos.

Enrique Suárez

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