A Mariana Pineda
“Como Lirio cortaron el lirio
Como rosa cortaron la flor
Como lirio cortaron el lirio
Más hermosa su alma quedó”
- F. García Lorca
“Como Lirio cortaron el lirio
Como rosa cortaron la flor
Como lirio cortaron el lirio
Más hermosa su alma quedó”
- F. García Lorca
Una de las mayores usurpaciones de la historia política de nuestro país fue sin duda la realizada por Francisco Franco al considerar que la nación española sólo podía ser representada por él y los suyos, a lo largo de los cuarenta años que duró su dictadura la soberanía de los españoles fue conculcada, ultrajada y pisoteada. La recuperación de la legítima soberanía por parte del pueblo español se convirtió en una prioridad inexcusable para todos los demócratas tras su muerte, algo que se logró “como se pudo“ gracias a la Constitución de 1978 aprobada en referéndum por el pueblo español, devolviéndole la legitimidad a la política y llevando nuestro país de nuevo al ámbito de la democracia.
Desde entonces han pasado 31 años en que los españoles hemos tratado de encontrar un escenario político homogéneo, en el que pueda desarrollarse de forma armónica la Constitución de la que nos hemos dotado, pero no lo hemos logrado. Los enemigos de la democracia lo han impedido.
¿Quiénes son los enemigos de la democracia en España?
La inmensa mayoría de los españoles somos demócratas, pero no todos los españoles lo son. En los primeros años de la democracia los principales enemigos de nuestro sistema político fueron algunos militares trasnochados que apoyados por la extrema derecha lograron dar el 23 de febrero un Golpe de Estado fallido. No se podría comprender esta agresión a nuestra democracia sin tener en cuenta los años de plomo de la banda terrorista ETA, que consentida desde el nacionalismo vasco, dejó cientos de muertos en nuestro país. No fueron los únicos, el Grapo, el FRAP, Terra Iure y algunos grupos de extrema derecha también hicieron lo que pudieron por desestabilizar la embrionaria democracia española.
Con el triunfo hegemónico de Felipe González en 1982 llegó el ansiado cambio político, la alternancia tan deseada a la política española. Pero con el GAL y la corrupción de Filesa se fue quince años después por donde había llegado. Mientras el nacionalismo vasco seguía apoyando veladamente a ETA y el nacionalismo catalán iniciaba su escalada soberanista desde los hechos diferenciales que se habían otorgado a sí mismos. Luego llegó Aznar, con sus aciertos considerables en política económica, su connivencia con el nacionalismo, y la soberbia de sus errores personales en política exterior. El mayor atentado de Europa, el 11 de marzo de 2004, y la campaña de agitación y propaganda de la izquierda, trajeron a Rodríguez Zapatero, con unas urnas sometidas a una presión inusitada.
La historia democrática de España
Como bien nos recuerda Max Weber, una nación y un estado son cosas bien diferentes, la nación habla de comunidad, el Estado de poder, dualidad que siempre hemos defendido desde este blog, en honor a la hazaña histórica de los Padres Fundadores de nuestra nación política que reunidos en Cádiz en 1812, dotaron a nuestro pueblo de su primer Constitución contra reyes felones, nobles egoístas, edecanes abyectos, clérigos avaros, afrancesados vendidos, y la estridente ignorancia de un pueblo esquilmado y sometido –algo que ahora se repite de forma inapropiada-, el mismo pueblo que se levantó en revolución contra el invasor francés, Napoleón, que trataba de añadir España a su imperio. Aún se tardaron ocho años hasta que el Rey Fernando VII en 1820 –que quería ser adoptado por Napoleón- sancionara nuestra primera Carta Magna, la Pepa, por haber nacido el 19 de marzo de 1812, presionado por el General Riego, que decidió defender nuestros derechos antes que las colonias.
Se debe recordar que en aquellos tiempos España era una nación ampliada, pues seguía teniendo colonias en ultramar y en todos los continentes, pero fundamentalmente en América. Pocos han advertido que la Constitución de 1812 precisamente quería crear una gran comunidad hispana, tratando políticamente de mantener unido lo que no podía mantenerse exclusivamente desde el poder absoluto, ni desde la fuerza de las armas. La intención de Napoleón era romper la débil cohesión del imperio español sustentada por un poder absoluto, y ese objetivo si lo logró.
Los constitucionalistas de 1812 abrieron la posibilidad a la independencia de las naciones colonizadas en América, algo que aprovecharon las grandes potencias de la época – Francia, Reino Unido y Estados Unidos- para procurar la emancipación de las colonias, fundamentalmente por sus intereses económicos, apoyando todos los movimientos secesionistas. El virus constitucional fue el último legado de España a América, porque todas las colonias españolas se convirtieron en repúblicas independientes y todas establecieron su propia constitución, incluso antes de que algunos países europeos lo hubieran hecho, otra cosa es que también heredaran de los españoles el escaso respeto a las reglas, por lo que la mayoría de las repúblicas iberoamericanas terminaron reproduciendo dictaduras militares, a imitación de la metrópoli, hasta finales del siglo XX, con algún rebrote hacia el pasado en los comienzos del siglo XXI.
Que la Constitución Española de 1812 hizo libres y soberanos a los españoles de ambos lados del Atlántico, es algo incuestionable. Los liberales asumieron la emancipación de las colonias en el trienio de 1820 a 1823, sin confrontaciones importantes con las nuevas naciones que decidieron independizars, con la excepción de Cuba.
La izquierda española nunca ha reconocido suficientemente el movimiento de liberación que supuso el constitucionalismo de 1812, eliminando la servidumbre, la esclavitud y el poder absoluto de España y sus áreas de influencia –algo que tardaron en hacer mucho más tiempo numerosas naciones europeas-, porque la izquierda española siempre ha sido más izquierda que española, algo que se ha llevado hasta la histeria en el caso del progresismo de Rodríguez Zapatero, que considera que España no existe, porque es una cuestión discutida y discutible.
Zapatero, ¿demócrata o dictador?
El socialismo trata desde el año 2004 de ganar en la paz la guerra que perdió el Frente Popular en 1939. Con Rodríguez Zapatero todos los grupos políticos y sindicales derrotados por el dictador en la guerra civil española han llegado a reescribir la historia a su interés, con la misma displicencia que los nacionalismos vascos y catalán construyen la mitología de sus naciones, con la misma irreverencia por la verdad que el franquismo construyó su mito fascista sobre la nación española. Los conservadores nunca han abjurado explícitamente de su connivencia moral con el régimen franquista, entre otras razones porque sus fundadores eran franquistas reconvertidos a la democracia. Pero lo del presidente Zapatero, pobre ignorante petimetre, le convierte en un nuevo émulo de Franco, que pretende decirnos a los españoles si somos o no somos o dejamos de ser.
Desde Adolfo Suárez no ha habido otro político que ocupando la Presidencia del Gobierno respete a los españoles en su doble condición, ciudadana y soberana, ninguno. Miserable destino el de nuestra nación, en la que los socialistas piensan que España es una leyenda, los nacionalistas piensan que España no existe y al mismo tiempo les roba y los conservadores piensan que España es lo que ellos dicen y no otra cosa. Es estúpida esta historia porque ningún político tiene capacidad de definir y decidir lo que es nuestra nación, algo que sólo puede definirse y decidirse por el pueblo español –como se hizo en 1978-, que es el único soberano legítimo con facultad para hacerlo.
La usurpación política de España, de la que todos los políticos se aprovechan para desviar los fondos del Estado a sus intereses, no tiene porque coincidir con el concepto de España que ciudadanos y soberanos consideran, y de hecho no coinciden. El socialismo y los nacionalismos españoles se han hecho contra España, en concreto contra la España franquista– Franco se murió en la cama hace 35 años, para los que no vivieran aquella época -, (pero ahora lo están haciendo contra la España democrática), hoy buena parte de la España actual está en sus manos y la han llevado directamente a la ruina , con más de cuatro millones de parados y un 10 por ciento de déficit público, pero lo que sí han hecho es aprovechar el poder para crear una nueva oligarquía política y económica. Los conservadores españoles también se han hecho contra la España auténtica, porque consideran que España es lo que ellos atribuyen a España, y esa vieja España ya no existe más que en sus sueños y delirios.
¿Pero qué es España?
La única España que existe es la real, la que formamos los españoles en este territorio con forma de piel de toro y su cultura milenaria, con un idioma propio que hablan 400 millones de seres humanos, una Constitución legítima y una forma de vivir determinada en pluralidad, que dista mucho de la habitual en otras comunidades europeas. España es una singular mezcla de seres humanos. Esa es la España que niegan los políticos, unos por defecto y otros por exceso, porque el término justo –la virtud- está precisamente en ser español y sentirse español, algo que ellos son incapaces de hacer porque ponen por delante sus intereses ideológicos, partidistas y económicos.
Como ciudadano español, soberano en la parte que me corresponde, quiero abjurar de todos los políticos españoles actuales, me parecen unos miserables, no reúnen las mínimas condiciones para representar al pueblo español – la nación española- porque lo único que desean es administrar el poder del Estado, unos contra la España que ya no es –pero mantienen en su cabeza-, y otros por la España que no puede ser –pero mantienen en su cabeza-.
La España real no está en la cabeza de nadie, ni siquiera en la cabeza de todos los españoles, porque no es una IDEA, sino una REALIDAD, eso es algo que sólo hemos entendido los liberales españoles a lo largo de la historia, los únicos patriotas españoles, los únicos, porque todos los demás no se han roto ni una uña por España, POR TODOS LOS ESPAÑOLES, sino por sus puñeteros intereses partidistas y partidarios, facciosos y sectarios.
El último liberal que hubo en la política española fue Adolfo Suárez, esa es nuestra marca y firma, que no ha sido superada en tres décadas. El tahúr del Mississipi que decía Alfonso Guerra, el ex secretario general del Movimiento que le gustaba decir a la derecha, el único político español que en la transición gobernó para TODOS LOS ESPAÑOLES y no para su secta particular, algo que desde los poderes fácticos de la burguesía española, progre y facha, no se podía consentir, porque les apartaba del pesebre y entre todos se encargaron urdir la conjura que permitió llevar al mejor presidente español de la transición democrática directamente al olvido, al suyo y al nuestro. España es una obra colectiva y compartida, histórica y cultural, social y política, es la obra de los españoles reunidos como comunidad, a pesar de lo políticos que viven de España, de los antiespañoles que no son solo los nacionalistas, sino todos los políticos, porque los socialistas quieren despojar de soberanía a los ciudadanos españoles tanto como los conservadores.
Sin soberanía no puede haber ciudadanos libres, LA SOBERANÍA ES LIBERTAD CONQUISTADA A LO LARGO DE LA HISTORIA POR UN PUEBLO, sin soberanía, exclusivamente con ciudadanía, los españoles volveríamos a ser súbditos de cualquier poder absoluto, de cualquier engendro político urdido con intereses inconfesables. La soberanía no se concede, ni se permite, se conquista y no se roba o se usurpa al descuido como pretenden hacer los nacionalistas vascos, catalanes, gallegos o baleares.
La hora de los liberales
La bandera morada y verde de Mariana Pineda debe volver a ondear en nuestra patria, es la hora de reclamar lo que siempre hemos exigido los liberales españoles: IGUALDAD, LIBERTAD y LEY, es hora de regresar al espacio público común y compartido, es hora de salir del armario donde nos han introducido los mequetrefes advenedizos, los nacionalistas, socialistas y conservadores, y los poderes económicos que les sustentan, que tratan de usurpa la soberanía a los españoles.
La España real se siente, yo la siento, ahora mismo brama de dolor herida por la ignominia, hastiada de tanta mezquindad, asediada por la ignorancia, atenazada por la estupidez. Es la hora de la cohesión, españoles, de defender lo común por encima de todo, porque ser español es la mejor forma –la historia lo ha demostrado- de que los poderosos no hagan lo que les dé la gana con nosotros, convirtiéndonos en siervos de sus delirios y esclavos de sus hazañas, precisamente por eso, porque la libertad no puede existir sin pluralidad, es hora de luchar por España, una nación diversa, contra los enemigos de nuestra identidad, que son los políticos que dicen representarnos cuando lo único que hacen es aprovecharse de nosotros.
En sus comienzos políticos modernos, España se hizo fundamentalmente con la sangre derramada por los liberales, que se dejaron la vida por defender a su pueblo, a la nación española, de sus usurpadores políticos y económicos, contra el poder absoluto, contra la doctrina única. Como liberal, ni olvido, ni perdono, ni consiento que unos mequetrefes me digan lo que es y no es España, cuando ni los que crearon la España política real, los constitucionalistas de 1812 y el pueblo español, se atrevieron a definirla.
Esa es la mayor usurpación de nuestra historia, porque quien quiere definir España, está impidiendo que cada español se defina por sí mismo, y que de la pluralidad de todas las definiciones individuales -PERO DE TODAS, NO SOLO DE ALGUNAS- surja la auténtica definición de nuestra patria, la del pueblo español soberano que es la única real y necesaria.
El Estatut de Cataluña es la penúltima agresión de los chorizos a nuestra patria, Montilla, Zapatero, y todos los que lo apoyan, deberán rendir cuentas ante la justicia y la historia por su intento encubierto de Golpe de Estado, porque su aprobación sería regresar a un régimen imposible para la convivencia pacífica de los españoles, a una auténtica dictadura como la que se vivió en este país en la época de Franco, pero de signo contrario, porque la nación española ni podía ser definida por Franco, ni tampoco puede serlo por Rodríguez Zapatero, ni por ningún político. España sólo puede ser definida y determinada por todos los españoles, todo lo demás es fascismo.
Enrique Suárez Retuerta
Un ciudadano español y liberal que no renuncia a su soberanía
Desde entonces han pasado 31 años en que los españoles hemos tratado de encontrar un escenario político homogéneo, en el que pueda desarrollarse de forma armónica la Constitución de la que nos hemos dotado, pero no lo hemos logrado. Los enemigos de la democracia lo han impedido.
¿Quiénes son los enemigos de la democracia en España?
La inmensa mayoría de los españoles somos demócratas, pero no todos los españoles lo son. En los primeros años de la democracia los principales enemigos de nuestro sistema político fueron algunos militares trasnochados que apoyados por la extrema derecha lograron dar el 23 de febrero un Golpe de Estado fallido. No se podría comprender esta agresión a nuestra democracia sin tener en cuenta los años de plomo de la banda terrorista ETA, que consentida desde el nacionalismo vasco, dejó cientos de muertos en nuestro país. No fueron los únicos, el Grapo, el FRAP, Terra Iure y algunos grupos de extrema derecha también hicieron lo que pudieron por desestabilizar la embrionaria democracia española.
Con el triunfo hegemónico de Felipe González en 1982 llegó el ansiado cambio político, la alternancia tan deseada a la política española. Pero con el GAL y la corrupción de Filesa se fue quince años después por donde había llegado. Mientras el nacionalismo vasco seguía apoyando veladamente a ETA y el nacionalismo catalán iniciaba su escalada soberanista desde los hechos diferenciales que se habían otorgado a sí mismos. Luego llegó Aznar, con sus aciertos considerables en política económica, su connivencia con el nacionalismo, y la soberbia de sus errores personales en política exterior. El mayor atentado de Europa, el 11 de marzo de 2004, y la campaña de agitación y propaganda de la izquierda, trajeron a Rodríguez Zapatero, con unas urnas sometidas a una presión inusitada.
La historia democrática de España
Como bien nos recuerda Max Weber, una nación y un estado son cosas bien diferentes, la nación habla de comunidad, el Estado de poder, dualidad que siempre hemos defendido desde este blog, en honor a la hazaña histórica de los Padres Fundadores de nuestra nación política que reunidos en Cádiz en 1812, dotaron a nuestro pueblo de su primer Constitución contra reyes felones, nobles egoístas, edecanes abyectos, clérigos avaros, afrancesados vendidos, y la estridente ignorancia de un pueblo esquilmado y sometido –algo que ahora se repite de forma inapropiada-, el mismo pueblo que se levantó en revolución contra el invasor francés, Napoleón, que trataba de añadir España a su imperio. Aún se tardaron ocho años hasta que el Rey Fernando VII en 1820 –que quería ser adoptado por Napoleón- sancionara nuestra primera Carta Magna, la Pepa, por haber nacido el 19 de marzo de 1812, presionado por el General Riego, que decidió defender nuestros derechos antes que las colonias.
Se debe recordar que en aquellos tiempos España era una nación ampliada, pues seguía teniendo colonias en ultramar y en todos los continentes, pero fundamentalmente en América. Pocos han advertido que la Constitución de 1812 precisamente quería crear una gran comunidad hispana, tratando políticamente de mantener unido lo que no podía mantenerse exclusivamente desde el poder absoluto, ni desde la fuerza de las armas. La intención de Napoleón era romper la débil cohesión del imperio español sustentada por un poder absoluto, y ese objetivo si lo logró.
Los constitucionalistas de 1812 abrieron la posibilidad a la independencia de las naciones colonizadas en América, algo que aprovecharon las grandes potencias de la época – Francia, Reino Unido y Estados Unidos- para procurar la emancipación de las colonias, fundamentalmente por sus intereses económicos, apoyando todos los movimientos secesionistas. El virus constitucional fue el último legado de España a América, porque todas las colonias españolas se convirtieron en repúblicas independientes y todas establecieron su propia constitución, incluso antes de que algunos países europeos lo hubieran hecho, otra cosa es que también heredaran de los españoles el escaso respeto a las reglas, por lo que la mayoría de las repúblicas iberoamericanas terminaron reproduciendo dictaduras militares, a imitación de la metrópoli, hasta finales del siglo XX, con algún rebrote hacia el pasado en los comienzos del siglo XXI.
Que la Constitución Española de 1812 hizo libres y soberanos a los españoles de ambos lados del Atlántico, es algo incuestionable. Los liberales asumieron la emancipación de las colonias en el trienio de 1820 a 1823, sin confrontaciones importantes con las nuevas naciones que decidieron independizars, con la excepción de Cuba.
La izquierda española nunca ha reconocido suficientemente el movimiento de liberación que supuso el constitucionalismo de 1812, eliminando la servidumbre, la esclavitud y el poder absoluto de España y sus áreas de influencia –algo que tardaron en hacer mucho más tiempo numerosas naciones europeas-, porque la izquierda española siempre ha sido más izquierda que española, algo que se ha llevado hasta la histeria en el caso del progresismo de Rodríguez Zapatero, que considera que España no existe, porque es una cuestión discutida y discutible.
Zapatero, ¿demócrata o dictador?
El socialismo trata desde el año 2004 de ganar en la paz la guerra que perdió el Frente Popular en 1939. Con Rodríguez Zapatero todos los grupos políticos y sindicales derrotados por el dictador en la guerra civil española han llegado a reescribir la historia a su interés, con la misma displicencia que los nacionalismos vascos y catalán construyen la mitología de sus naciones, con la misma irreverencia por la verdad que el franquismo construyó su mito fascista sobre la nación española. Los conservadores nunca han abjurado explícitamente de su connivencia moral con el régimen franquista, entre otras razones porque sus fundadores eran franquistas reconvertidos a la democracia. Pero lo del presidente Zapatero, pobre ignorante petimetre, le convierte en un nuevo émulo de Franco, que pretende decirnos a los españoles si somos o no somos o dejamos de ser.
Desde Adolfo Suárez no ha habido otro político que ocupando la Presidencia del Gobierno respete a los españoles en su doble condición, ciudadana y soberana, ninguno. Miserable destino el de nuestra nación, en la que los socialistas piensan que España es una leyenda, los nacionalistas piensan que España no existe y al mismo tiempo les roba y los conservadores piensan que España es lo que ellos dicen y no otra cosa. Es estúpida esta historia porque ningún político tiene capacidad de definir y decidir lo que es nuestra nación, algo que sólo puede definirse y decidirse por el pueblo español –como se hizo en 1978-, que es el único soberano legítimo con facultad para hacerlo.
La usurpación política de España, de la que todos los políticos se aprovechan para desviar los fondos del Estado a sus intereses, no tiene porque coincidir con el concepto de España que ciudadanos y soberanos consideran, y de hecho no coinciden. El socialismo y los nacionalismos españoles se han hecho contra España, en concreto contra la España franquista– Franco se murió en la cama hace 35 años, para los que no vivieran aquella época -, (pero ahora lo están haciendo contra la España democrática), hoy buena parte de la España actual está en sus manos y la han llevado directamente a la ruina , con más de cuatro millones de parados y un 10 por ciento de déficit público, pero lo que sí han hecho es aprovechar el poder para crear una nueva oligarquía política y económica. Los conservadores españoles también se han hecho contra la España auténtica, porque consideran que España es lo que ellos atribuyen a España, y esa vieja España ya no existe más que en sus sueños y delirios.
¿Pero qué es España?
La única España que existe es la real, la que formamos los españoles en este territorio con forma de piel de toro y su cultura milenaria, con un idioma propio que hablan 400 millones de seres humanos, una Constitución legítima y una forma de vivir determinada en pluralidad, que dista mucho de la habitual en otras comunidades europeas. España es una singular mezcla de seres humanos. Esa es la España que niegan los políticos, unos por defecto y otros por exceso, porque el término justo –la virtud- está precisamente en ser español y sentirse español, algo que ellos son incapaces de hacer porque ponen por delante sus intereses ideológicos, partidistas y económicos.
Como ciudadano español, soberano en la parte que me corresponde, quiero abjurar de todos los políticos españoles actuales, me parecen unos miserables, no reúnen las mínimas condiciones para representar al pueblo español – la nación española- porque lo único que desean es administrar el poder del Estado, unos contra la España que ya no es –pero mantienen en su cabeza-, y otros por la España que no puede ser –pero mantienen en su cabeza-.
La España real no está en la cabeza de nadie, ni siquiera en la cabeza de todos los españoles, porque no es una IDEA, sino una REALIDAD, eso es algo que sólo hemos entendido los liberales españoles a lo largo de la historia, los únicos patriotas españoles, los únicos, porque todos los demás no se han roto ni una uña por España, POR TODOS LOS ESPAÑOLES, sino por sus puñeteros intereses partidistas y partidarios, facciosos y sectarios.
El último liberal que hubo en la política española fue Adolfo Suárez, esa es nuestra marca y firma, que no ha sido superada en tres décadas. El tahúr del Mississipi que decía Alfonso Guerra, el ex secretario general del Movimiento que le gustaba decir a la derecha, el único político español que en la transición gobernó para TODOS LOS ESPAÑOLES y no para su secta particular, algo que desde los poderes fácticos de la burguesía española, progre y facha, no se podía consentir, porque les apartaba del pesebre y entre todos se encargaron urdir la conjura que permitió llevar al mejor presidente español de la transición democrática directamente al olvido, al suyo y al nuestro. España es una obra colectiva y compartida, histórica y cultural, social y política, es la obra de los españoles reunidos como comunidad, a pesar de lo políticos que viven de España, de los antiespañoles que no son solo los nacionalistas, sino todos los políticos, porque los socialistas quieren despojar de soberanía a los ciudadanos españoles tanto como los conservadores.
Sin soberanía no puede haber ciudadanos libres, LA SOBERANÍA ES LIBERTAD CONQUISTADA A LO LARGO DE LA HISTORIA POR UN PUEBLO, sin soberanía, exclusivamente con ciudadanía, los españoles volveríamos a ser súbditos de cualquier poder absoluto, de cualquier engendro político urdido con intereses inconfesables. La soberanía no se concede, ni se permite, se conquista y no se roba o se usurpa al descuido como pretenden hacer los nacionalistas vascos, catalanes, gallegos o baleares.
La hora de los liberales
La bandera morada y verde de Mariana Pineda debe volver a ondear en nuestra patria, es la hora de reclamar lo que siempre hemos exigido los liberales españoles: IGUALDAD, LIBERTAD y LEY, es hora de regresar al espacio público común y compartido, es hora de salir del armario donde nos han introducido los mequetrefes advenedizos, los nacionalistas, socialistas y conservadores, y los poderes económicos que les sustentan, que tratan de usurpa la soberanía a los españoles.
La España real se siente, yo la siento, ahora mismo brama de dolor herida por la ignominia, hastiada de tanta mezquindad, asediada por la ignorancia, atenazada por la estupidez. Es la hora de la cohesión, españoles, de defender lo común por encima de todo, porque ser español es la mejor forma –la historia lo ha demostrado- de que los poderosos no hagan lo que les dé la gana con nosotros, convirtiéndonos en siervos de sus delirios y esclavos de sus hazañas, precisamente por eso, porque la libertad no puede existir sin pluralidad, es hora de luchar por España, una nación diversa, contra los enemigos de nuestra identidad, que son los políticos que dicen representarnos cuando lo único que hacen es aprovecharse de nosotros.
En sus comienzos políticos modernos, España se hizo fundamentalmente con la sangre derramada por los liberales, que se dejaron la vida por defender a su pueblo, a la nación española, de sus usurpadores políticos y económicos, contra el poder absoluto, contra la doctrina única. Como liberal, ni olvido, ni perdono, ni consiento que unos mequetrefes me digan lo que es y no es España, cuando ni los que crearon la España política real, los constitucionalistas de 1812 y el pueblo español, se atrevieron a definirla.
Esa es la mayor usurpación de nuestra historia, porque quien quiere definir España, está impidiendo que cada español se defina por sí mismo, y que de la pluralidad de todas las definiciones individuales -PERO DE TODAS, NO SOLO DE ALGUNAS- surja la auténtica definición de nuestra patria, la del pueblo español soberano que es la única real y necesaria.
El Estatut de Cataluña es la penúltima agresión de los chorizos a nuestra patria, Montilla, Zapatero, y todos los que lo apoyan, deberán rendir cuentas ante la justicia y la historia por su intento encubierto de Golpe de Estado, porque su aprobación sería regresar a un régimen imposible para la convivencia pacífica de los españoles, a una auténtica dictadura como la que se vivió en este país en la época de Franco, pero de signo contrario, porque la nación española ni podía ser definida por Franco, ni tampoco puede serlo por Rodríguez Zapatero, ni por ningún político. España sólo puede ser definida y determinada por todos los españoles, todo lo demás es fascismo.
Enrique Suárez Retuerta
Un ciudadano español y liberal que no renuncia a su soberanía