"Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de
quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia
quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se
hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y
que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son
ellos los que están protegido contra usted; cuando repare que la
corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un
autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su
sociedad está condenada." Ayn Rand
Hoy he debatido con un amigo sobre si la causa de la opresión
política en España se debe más a los opresores, a los oprimidos o a ambos. Sin
duda, para que existan opresores es necesario que existan oprimidos y viceversa.
No puede haber opresión, sin opresores, ni oprimidos, eso es cierto. Pero lo que está suficientemente claro es que un 1 % de opresores que conforman la casta parasitaria de ese país, oprimen al 99 % de los españoles por la gracia del dedo que les ha puesto en el poder, que nada tiene que ver con la democracia.
El problema de la opresión política es endémico en España, se
remonta a la historia más remota y se representa magníficamente en los tiempos
que vivimos. La opresión ha sido una constante a lo largo de nuestra historia,
ciertamente elástica, a veces política, otras económica y algunas social o
cultural.
Las formas de opresión en la España actual son exhaustivas,
no dejan nada sin oprimir, desde desempleados a ahorradores, desde jóvenes que
no encuentran trabajo a pensionistas que ya han trabajado, pero
fundamentalmente recae sobre la población trabajadora, en particular sobre
aquella que genera recursos y riqueza, lo que excluye a la mayoría de los
empleados públicos que, en el mejor de los casos distribuyen bienestar y en el
peor, son parásitos de la cosa pública.
Actualmente poco más de 16 millones de trabajadores españoles
mantienen este país, de los que hay que restar 3,2 millones que son empleados
públicos ( que no han dejado de
crecer a lo largo de la crisis, en más de 600.000 desde 2004, mientras los
parados de los demás sectores se incrementaban en 3,5 millones) y producen más
gasto, y además, un 64 % de los trabajadores con sueldos inferiores a la renta per cápita ( ingresan 21.000 euros al año o menos), que como mucho alcanzan la
supervivencia cada mes y ya les gustaría generar riqueza o ahorro, lo que
suponen cerca de 10 millones de trabajadores.
De lo que se deduce que la mayor
parte de la riqueza que se genera en este país, detraída en forma de impuestos,
recae sobre 2,8 millones de españoles que ni son empleados públicos y ganan más
de 21.000 euros al año y están siendo absolutamente esquilmados por todos los
demás. De ahí sale toda la corrupción, los pagos de la deuda, buena
parte de las pensiones, los servicios públicos, la mayor parte del consumo. Las
propuestas de la casta política española son magníficas, desde la izquierda se pretende cargar todavía
más impuestos sobre esos 2,8 millones de trabajadores; desde la derecha, se
pretende reducir su bienestar eliminando cualquier posibilidad de que puedan
levantar cabeza.
Puesto que 2,8 millones de españoles, que cobran más de 21.000
euros al año y no son empleados públicos, soportan la mayor parte de la mierda de este país sobre sus hombros creo que
una alternativa que sin duda dinamitaría el sistema de inmediato y acabaría con
la casta, es que esos trabajadores
españoles decidieran dejar de participar en la orgía que se han montado los de
la casta política a su costa, poniéndose en huelga durante un mes. Sólo con la convocatoria de huelga para el sector que sostiene la mayor parte de este país, los cimientos del sistema de corrupción en el que vivimos saltarían por los aires y la mafia pública tendría que comenzar a buscarse la vida como los demás.
Sin duda, los huelguistas
tendrían recursos para vivir, y se podrían crear cajas de resistencia, algo habrán ahorrado durante su vida, como sus
puestos de trabajo no dependen del parasitismo probablemente, sino de su
cualificación y experiencia, no tendrían ningún problema para encontrar trabajo
aunque fueran despedidos y verían como todos los depredadores caerían de
repente desde el cielo que se han concedido a costa de mantener a todos los que
están bajo ellos en el infierno.
Que levanten el país los de la casta, que para eso lo han
derribado. En tan sólo 24 horas este país estaría hundido, y los parásitos que
viven a costa de los demás en partidos, sindicatos y organizaciones
empresariales, en instituciones y empleo público parasitario, tendrían que
volver a empezar desde cero en igualdad de condiciones que aquellos que les
mantienen.
Evidentemente si esta huelga general ANTICASTA fuera acompañada por todos los demás trabajadores, parados y la mayoría de los españoles, resultaría mucho más eficaz y deletérea para la casta parasitaria. Sería, entonces, un remedio infalible para devolver este país a la normalidad y librarnos de todos los parásitos que viven expoliando a los demás desde el poder.
Esta idea está inspirada en la obra de Ayn Rand, la Rebelión de Atlas, es hora de comenzar a preguntar ¿quién es John Galt?. Si Montoro no lo entiende, me ofrezco para explicárselo en menos de dos tardes.
Enrique Suárez