La cultura no entiende de política, aunque la política quiera someter la cultura a sus intereses. Tras la dominación política de la sociedad española, en sus vertientes económica, jurídica, mediática y tecnológica, es necesario dar un paso más y promover la dominación cultural.
Dos elementos son fundamentales en este propósito: la indiferenciación de los ciudadanos en su identidad y la creación de un pensamiento políticamente correcto, antecedente inmediato del pensamiento político único que se ha intuído en el totalitarismo encubierto en que hemos vivido la presente legislatura.
Que nadie se engañe, el PSOE en alianza con los nacionalismos más beligerantes, ERC, BNG, y la izquierda abertzale, han iniciado una auténtica revolución política en este país. Un gran frente popular que se ha propuesto ganar la guerra civil que perdieron sus antepasados políticos, para lo que están obligados a recrearla de nuevo por medio de la memoria histórica, la negación de la nación española y el reconocimiento del derecho a la independencia de las comunidades secesionistas. Los nacionalismos no izquierdistas, representados por PNV, CIU, o CC, hacen sus cálculos de que pueden ganar o perder en esta jugada insidiosa que ha removido el marco de convivencia democrática en nuestro país.
Por otra parte está el PP, absorto tras su distracción, al que se han unido otras fuerzas civiles, fundamentalmente algunos medios de comunicación, la iglesia católica, las víctimas del terrorismo, y otras organizaciones no políticas que defienden derechos sustraídos por el gobierno del PSOE durante la presente legislatura.
El objetivo final de la confrontación se resume en lograr que los españoles, seres libres hasta el 11-M, se sometan a lo que se presenta como si fuera lo único posible, algo parecido a lo que intento Hugo Chávez en Venezuela recientemente. Si triunfa el PSOE es malo, si gana el PP también, ninguna de las dos opciones tiene capacidad para devolver las aguas a su cauce.
Solo existe lo que se ofrece, nada más. Los ciudadanos de este país estamos atrapados entre dos malas alternativas porque ninguna conduce a la paz social tras las elecciones del 9 de marzo, que únicamente servirán para medir las fuerzas respectivas de los contrincantes.
En realidad, estamos asistiendo a la contienda entre dos formas de entender la existencia, por una parte la mecanicista que considera que el ser humano es un epifenómeno de su obra, que debe someterse a los intereses de los que deciden, y se acantonan en el Estado, representada por las posiciones de izquierda, y por otra parte, la que defiende la integridad del individuo, de la persona, como último sujeto de derechos civiles y políticos, representada por el PP. Estamos hablando de la libertad, que es lo que nos vamos a jugar el 9 de marzo. Si el PSOE gana la habremos perdido, lo que no quiere decir que si gana el PP la volveremos a recuperar.
La identidad no es un privilegio
El grave problema político al que estamos asistiendo es precisamente el de la disolución de la identidad de los ciudadanos como españoles, como ciudadanos libres e iguales, como sujetos de derechos.
La desidentificación de lo real es necesaria para establecer nuevos criterios de clasificación de la mano de obra. La esquizofrenia del PSOE de Zapatero se puede observar cuando por una parte asumen las diferencias establecidas por los nacionalismos estridentes y sus peticiones, y por otra parte introducen inmigrantes en el país para convertirlos en ciudadanos de segunda, en nuevos siervos. Están recreando el feudalismo impunemente y al mismo tiempo defienden la igualdad de derechos, elevando la falacia a toda su plenitud.
Pero no es la única barbaridad a la que nos someten, porque durante estos años han hecho que el victimismo sea la bandera bajo la que se haya agrupado la izquierda de segunda generación conformada por feministas estalinistas, ecologistas pendencieros, dependientes injustificados y otros rentistas, pacifistas de las guerras de los otros, y una suerte de organizaciones parásitas bien subvencionadas que van desde la SGAE hasta los periodistas del fondo de reptiles, entre otros dinosaurios del socialismo real.
Esta legión de “desposeídos autodeclarados” son realmente ciudadanos empeñados en sobrevivir a costa de los demás, y suponen un lastre que será imposible eludir en las próximas décadas. En España se han hecho pensionistas anticipados por criterios exclusivamente políticos, como reserva electoral. Esa es la estrategia, que la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país se desidentifiquen para que puedan identificarse con lo que se ofrece desde el poder.
La identidad, tan querida por los nacionalistas, define características, incluso determina la forma de estar en el mundo, el “estilo de vida”, pero para nada puede ser fuente de ventajas sobre los demás. Quien utilice la identidad para obtener beneficios sociales, es un fascista y es absolutamente igual que sea de izquierdas que de derechas, nacionalista o español a secas, feminista o machista, oriundo o recién llegado.
En esta ocasión es inevitable hacer una dicotomía entre los ciudadanos españoles: los que viven de lo que producen por sí mismos y los que viven de lo que producen los demás. Los primeros son los que hacen la historia, y los segundos los que la escriben y la cuentan. Y aquí llega el segundo elemento del juego de patriotas de las elecciones del 9 de marzo próximo, en las que no solo nos jugamos lo que somos, sino lo que podremos ser en nuestra vida, y lo que podrán ser nuestros hijos.
El único pensamiento es el políticamente correcto
Todo esto necesita una filosofía propia, pero como el rango intelectual de los componentes del gobierno y “adlateres” es bastante comedido, se ha establecido una opción circunstancial fundamentado en las formas más que en los contenidos. De los contenidos no se habla, la racionalidad no existe, la historia es una invención, y todo lo que ustedes ven y viven solo forma parte de su imaginación, porque queridos compatriotas solo hay un pensamiento posible: “el pensamiento políticamente correcto”.
Se elimina la cualidad de las circunstancias, todo es gradiente, no se puede hacer más de lo que se hace, y si hay 125.000 parados más en enero de 2008, es una cuestión coyuntural, y si la vida ha subido un 7,1 % durante el año 2007 según cifras de La Caixa, es algo que no tiene sentido, y si España es el país en el que más se ha volatilizado la inversión extranjera del mundo, es algo azaroso.
Si ETA hoy está más fortalecida y hay que volver a ilegalizar lo que ya estaba ilegalizado, es por qué se respeta la justicia; si el AVE no llega a Barcelona es por problemas del terreno y de las compañías boicoteadoras, si la iglesia está que trina es por qué son unos carcas, sí se ha demostrado por activa y por pasiva que Zapatero ha sido el peor presidente de la democracia española y sus gobiernos los más nefastos, es por qué los ciudadanos no entienden de política, porque todavía es pronto para que reconozcan los grandes avances sociales que nos esperan en el mañana.
Y ante todo ésto, el PP de Rajoy solo es capaz de decirnos que lo que ha hecho Zapatero es un desastre, que no se puede seguir así, y que les voten. Cuando lo que tendrían que decirnos es si realmente van a hacer algo para llevar a Zapatero y sus gobiernos ante los tribunales y exigir responsabilidades, no solo políticas, sino civiles. Porque esta gente no se ha cargado solo el ámbito de convivencia de los españoles, sino que han dinamitado cualquier posibilidad de entendimiento, llevando las cosas a tal extremo que solo se puede elegir entre juzgarles con la Constitución en la mano o disculparles el haberse cargado la Constitución y la convivencia pacífica de los ciudadanos. El voto no resuelve las responsabilidades contraídas.
Los que voten por el PSOE el próximo 9 de marzo, además de elegir de nuevo a Zapatero, también le habrán disculpado todos sus errores. Los que voten por el PP, será que no disculpan los errores de Zapatero, y que no le perdonan. Con lo que estamos peor que al principio, la confrontación está servida tras las elecciones del 9 de marzo, no hay posibilidad de solución, estamos condenados a seguir viviendo en la crispación permanente.
Lo tenemos complicado, muy complicado. Quizás si UPyD obtuviera cincuenta diputados, algo que hoy por hoy resulta imposible, se podrían reconducir las cosas, pero ni los propios inventores del asunto creen en esta posibilidad, y no hay tiempo para que todos los españoles se enteren de lo que ha ocurrido y está ocurriendo. Creo que todos los ciudadanos saldremos derrotados el nueve de marzo, es la consecuencia que se deriva de la baja capacidad de los políticos que nos han representado durante esta legislatura.
Biante de Priena
Dos elementos son fundamentales en este propósito: la indiferenciación de los ciudadanos en su identidad y la creación de un pensamiento políticamente correcto, antecedente inmediato del pensamiento político único que se ha intuído en el totalitarismo encubierto en que hemos vivido la presente legislatura.
Que nadie se engañe, el PSOE en alianza con los nacionalismos más beligerantes, ERC, BNG, y la izquierda abertzale, han iniciado una auténtica revolución política en este país. Un gran frente popular que se ha propuesto ganar la guerra civil que perdieron sus antepasados políticos, para lo que están obligados a recrearla de nuevo por medio de la memoria histórica, la negación de la nación española y el reconocimiento del derecho a la independencia de las comunidades secesionistas. Los nacionalismos no izquierdistas, representados por PNV, CIU, o CC, hacen sus cálculos de que pueden ganar o perder en esta jugada insidiosa que ha removido el marco de convivencia democrática en nuestro país.
Por otra parte está el PP, absorto tras su distracción, al que se han unido otras fuerzas civiles, fundamentalmente algunos medios de comunicación, la iglesia católica, las víctimas del terrorismo, y otras organizaciones no políticas que defienden derechos sustraídos por el gobierno del PSOE durante la presente legislatura.
El objetivo final de la confrontación se resume en lograr que los españoles, seres libres hasta el 11-M, se sometan a lo que se presenta como si fuera lo único posible, algo parecido a lo que intento Hugo Chávez en Venezuela recientemente. Si triunfa el PSOE es malo, si gana el PP también, ninguna de las dos opciones tiene capacidad para devolver las aguas a su cauce.
Solo existe lo que se ofrece, nada más. Los ciudadanos de este país estamos atrapados entre dos malas alternativas porque ninguna conduce a la paz social tras las elecciones del 9 de marzo, que únicamente servirán para medir las fuerzas respectivas de los contrincantes.
En realidad, estamos asistiendo a la contienda entre dos formas de entender la existencia, por una parte la mecanicista que considera que el ser humano es un epifenómeno de su obra, que debe someterse a los intereses de los que deciden, y se acantonan en el Estado, representada por las posiciones de izquierda, y por otra parte, la que defiende la integridad del individuo, de la persona, como último sujeto de derechos civiles y políticos, representada por el PP. Estamos hablando de la libertad, que es lo que nos vamos a jugar el 9 de marzo. Si el PSOE gana la habremos perdido, lo que no quiere decir que si gana el PP la volveremos a recuperar.
La identidad no es un privilegio
El grave problema político al que estamos asistiendo es precisamente el de la disolución de la identidad de los ciudadanos como españoles, como ciudadanos libres e iguales, como sujetos de derechos.
La desidentificación de lo real es necesaria para establecer nuevos criterios de clasificación de la mano de obra. La esquizofrenia del PSOE de Zapatero se puede observar cuando por una parte asumen las diferencias establecidas por los nacionalismos estridentes y sus peticiones, y por otra parte introducen inmigrantes en el país para convertirlos en ciudadanos de segunda, en nuevos siervos. Están recreando el feudalismo impunemente y al mismo tiempo defienden la igualdad de derechos, elevando la falacia a toda su plenitud.
Pero no es la única barbaridad a la que nos someten, porque durante estos años han hecho que el victimismo sea la bandera bajo la que se haya agrupado la izquierda de segunda generación conformada por feministas estalinistas, ecologistas pendencieros, dependientes injustificados y otros rentistas, pacifistas de las guerras de los otros, y una suerte de organizaciones parásitas bien subvencionadas que van desde la SGAE hasta los periodistas del fondo de reptiles, entre otros dinosaurios del socialismo real.
Esta legión de “desposeídos autodeclarados” son realmente ciudadanos empeñados en sobrevivir a costa de los demás, y suponen un lastre que será imposible eludir en las próximas décadas. En España se han hecho pensionistas anticipados por criterios exclusivamente políticos, como reserva electoral. Esa es la estrategia, que la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país se desidentifiquen para que puedan identificarse con lo que se ofrece desde el poder.
La identidad, tan querida por los nacionalistas, define características, incluso determina la forma de estar en el mundo, el “estilo de vida”, pero para nada puede ser fuente de ventajas sobre los demás. Quien utilice la identidad para obtener beneficios sociales, es un fascista y es absolutamente igual que sea de izquierdas que de derechas, nacionalista o español a secas, feminista o machista, oriundo o recién llegado.
En esta ocasión es inevitable hacer una dicotomía entre los ciudadanos españoles: los que viven de lo que producen por sí mismos y los que viven de lo que producen los demás. Los primeros son los que hacen la historia, y los segundos los que la escriben y la cuentan. Y aquí llega el segundo elemento del juego de patriotas de las elecciones del 9 de marzo próximo, en las que no solo nos jugamos lo que somos, sino lo que podremos ser en nuestra vida, y lo que podrán ser nuestros hijos.
El único pensamiento es el políticamente correcto
Todo esto necesita una filosofía propia, pero como el rango intelectual de los componentes del gobierno y “adlateres” es bastante comedido, se ha establecido una opción circunstancial fundamentado en las formas más que en los contenidos. De los contenidos no se habla, la racionalidad no existe, la historia es una invención, y todo lo que ustedes ven y viven solo forma parte de su imaginación, porque queridos compatriotas solo hay un pensamiento posible: “el pensamiento políticamente correcto”.
Se elimina la cualidad de las circunstancias, todo es gradiente, no se puede hacer más de lo que se hace, y si hay 125.000 parados más en enero de 2008, es una cuestión coyuntural, y si la vida ha subido un 7,1 % durante el año 2007 según cifras de La Caixa, es algo que no tiene sentido, y si España es el país en el que más se ha volatilizado la inversión extranjera del mundo, es algo azaroso.
Si ETA hoy está más fortalecida y hay que volver a ilegalizar lo que ya estaba ilegalizado, es por qué se respeta la justicia; si el AVE no llega a Barcelona es por problemas del terreno y de las compañías boicoteadoras, si la iglesia está que trina es por qué son unos carcas, sí se ha demostrado por activa y por pasiva que Zapatero ha sido el peor presidente de la democracia española y sus gobiernos los más nefastos, es por qué los ciudadanos no entienden de política, porque todavía es pronto para que reconozcan los grandes avances sociales que nos esperan en el mañana.
Y ante todo ésto, el PP de Rajoy solo es capaz de decirnos que lo que ha hecho Zapatero es un desastre, que no se puede seguir así, y que les voten. Cuando lo que tendrían que decirnos es si realmente van a hacer algo para llevar a Zapatero y sus gobiernos ante los tribunales y exigir responsabilidades, no solo políticas, sino civiles. Porque esta gente no se ha cargado solo el ámbito de convivencia de los españoles, sino que han dinamitado cualquier posibilidad de entendimiento, llevando las cosas a tal extremo que solo se puede elegir entre juzgarles con la Constitución en la mano o disculparles el haberse cargado la Constitución y la convivencia pacífica de los ciudadanos. El voto no resuelve las responsabilidades contraídas.
Los que voten por el PSOE el próximo 9 de marzo, además de elegir de nuevo a Zapatero, también le habrán disculpado todos sus errores. Los que voten por el PP, será que no disculpan los errores de Zapatero, y que no le perdonan. Con lo que estamos peor que al principio, la confrontación está servida tras las elecciones del 9 de marzo, no hay posibilidad de solución, estamos condenados a seguir viviendo en la crispación permanente.
Lo tenemos complicado, muy complicado. Quizás si UPyD obtuviera cincuenta diputados, algo que hoy por hoy resulta imposible, se podrían reconducir las cosas, pero ni los propios inventores del asunto creen en esta posibilidad, y no hay tiempo para que todos los españoles se enteren de lo que ha ocurrido y está ocurriendo. Creo que todos los ciudadanos saldremos derrotados el nueve de marzo, es la consecuencia que se deriva de la baja capacidad de los políticos que nos han representado durante esta legislatura.
Biante de Priena