Es hora de plantarse, queridos lectores, con el comienzo del año 2010 hay que fortalecer el criterio para presentar batalla contra el acoso y derribo que todas las formas de poder quieren ejercer sobre los seres humanos, aprovechando la coyuntura magnífica que les brindan las nuevas tecnologías de la comunicación.
El primer objetivo es disponer de una información veraz sobre la realidad, algo que cada día resulta más difícil debido a la profusión de datos, la diversidad de fuentes, y las intenciones de los emisores. Los seres humanos estamos siendo sometidos a un bombardeo constante por parte de los comunicadores profesionales, que bien utilizando la publicidad o la propaganda, nos convierten de forma desapercibida a la creencia que patrocinan. Los seres humanos no hemos sido educados para resistir, porque nos invitan a conocer la realidad por nosotros mismos, pero nadie nos ha dicho como debemos hacerlo, por tanto no sabemos conocer, no es que no queramos conocer. "Ahí tienes los conocimientos a tu disposición, eres un ser libre, decide con los que te quedas, consúmela a tu gusto", parecen decirnos.
Nunca en la historia previa, la humanidad había sido sometida a una presión semejante por parte del poder para someterla a sus designios e intereses. La batalla que se anticipa es por la credibilidad, porque al abrirse la Caja de Pandora de la información por medio de internet, también se ha abierto la veda para cazar confianzas y voluntades. ¿Qué se puede hacer para mantener la integridad individual en un mundo en que las facciones políticas, las grandes corporaciones comerciales y las sectas organizadas se disputan la alienación del ser humano?
En primer lugar, como se ha dicho, tener una información real, no realizada, no interpretada, no representada, es decir, preparada para comunicarse por los emisores de la misma con un objetivo desconocido, para ello es imprescindible disponer de un criterio independiente ¿y cómo se obtiene eso?.
Un criterio independiente proviene de la cultura atesorada por cada uno, de los conocimientos propios, del acervo acumulado, pero también de la experiencia de exposición. Quien nunca ha visto la realidad por sí mismo está condenado a verla según los intereses y objetivos de los demás, por lo que les cuentan de ella. Es importante tener un juicio propio para desgranar la verdad en los datos que nos ofrecen. Con un juicio propio y tomando ciertas medidas de prevención contra el engaño de la información comunicada, se está en disposición de alcanzar un criterio independiente, que es el segundo elemento necesario para no ser manipulados, instruidos y adoctrinados.
La comunicación actual funciona como un doble embudo, siempre en interés de defender un determinado criterio. Los medios de comunicación han perdido la ecuanimidad y todos arriman el ascua a su sartén para conseguir el propósito de su negocio, que nada tiene nada que ver con que la población esté informada, sino más bien con que se produzcan beneficios para su empresa. El periodismo se ha despoblado de héroes y de leyendas.
Pero quiero explicarles mi teoría del doble embudo, imagínense ustedes dos embudos unidos en horizontal por sus orificios más pequeños. La realidad que se filtra con el colador correspondiente por el orificio más grande, abierto hacia la izquierda, para convertirse en noticia manipulada, a continuación atraviesa la estrechez que une ambos embudos para difundirse posteriormente de forma masiva, mientras el primer embudo hace de filtro el segundo hace de altavoz. La información que nos llega tiene poco que ver con la realidad, como un filete en un supermercado tiene poco que ver con la ternera de la que ha salido y sus circunstancias, se ha producido un envoltorio de la mercancía para facilitar su consumo (Fetichismo de la mercancía). Sin embargo, asistimos cándidamente al espectáculo al que nos van llenando cada día, sobre lo que queremos y lo que no queremos, que al final es lo que quieren, para lo que se precisa desde todas las representaciones del poder, económico, político, social o cultural.
La forma de manipular la información sigue habitualmente un patrón establecido que consiste, al menos, en cuatro actividades concurrentes, la primera es la apropiación del campo semántico, es decir de la visibilidad, porque sólo lo que se ve existe; la segunda es la búsqueda de cohesión entre los creyentes, que reafirman su posición por disonancia cognitiva; la tercera es la criminalización de los críticos, que son considerados como adversarios de la verdad construida; la cuarta es la ocultación de la realidad, manteniendo en un velo de ignorancia a los seres humanos sobre la realidad, imprescindible para que las formas de poder administren la realidad a su antojo. Quien trata de refutar los engaños, las falacias, las mentiras urdidas con la finalidad de cegar a los receptores ante la auténtica realidad, es condenado al ostracismo, la infamia, y el descrédito.
Es evidente que quien se informa de forma independiente, según su criterio, no puede alcanzar el mismo pensamiento final que los creyentes, que no se cuestionan nada sobre su existencia y que poco a poco van cayendo en la desesperación al ver como sus vidas se van complicando cada día más, mientras que las de los que manejan los hilos de la realidad se van sobrealzando en su destino. La masa adoctrinada pierde la esperanza para encontrar una solución a su existencia, cada día más problematica, por lo que, alienada de su propia identidad y criterio, primero se hace sierva del poder -por el tráfico de emociones , fundamentalmente-, para paulatinamente convertirse en esclava de la realidad que le proporcionan, en un mundo que se convierte en una gran prisión, en el que todos estamos perfectamente colocados, catalogados e indexados, en correspondencia al criterio final de los que controlan y rigen nuestra existencia.
Pero quien no es creyente, está asimismo condenado a tener un criterio propio, a mantenerse en guardia permanente contra el engaño, a decidir por sí mismo sobre su juicio de la realidad y a afrontar la existencia en soledad, porque el rebaño no puede admitirlo, dentro del cordón sanitario o fortaleza que se ha establecido desde el poder. Es cierto que se pueden encontrar otros en el camino, en circunstancias similares, pero siempre surge algo que impide su cohesión en grupo, a veces de origen interno, y en otras externo.
El pensamiento incorrecto, la crítica, es la principal amenaza contra el orden establecido. Los políticos, los sindicalistas, los colectivos, los grandes empresarios, los poderes económicos, los representantes religiosos, la intelectualidad apesebrada que controla los medios de comunicación, todos los que administran el poder, se convierten en una élite que defiende su posición ante cualquier agresión y lo hace de forma activa, con propaganda y publicidad, los grandes elementos de persuasión que manejan a su antojo, fundamentalmente, porque cuentan con el dinero y los recursos para hacerlo, de los que se han apropiado injustamente.
Si la dialéctica marxista se pudiera aplicar a nuestros días, el proletariado estaría formado por la legión de creyentes desinformados e intoxicados, tratados como ganado por el poder. Desde una perspectiva de libertad se llega a la misma conclusión, porque los ciudadanos aborregados, acomodados en la miseria concedida por los poderosos que les explotan, no mueven siquiera un dedo por cambiar su situación, aceptando la condena de reclusión en la mentira urdida, con tal de que les concedan pan y toros. Esa población dependiente del Estado Providencia es la que votará siempre (les han dicho que otra cosa es no ser demócratas y tienen miedo, por su ignorancia, a ser condenados como extraños a la mayoría, a significarse como díscolos o diletantes), por unos o por otros, por los que manden y los políticos saben que mientras sigan existiendo tienen asegurado su futuro.
Por eso el pensamiento incorrecto es imprescindible para cambiar la realidad, lástima que estas palabras sólo vayan a llegar a los que ya saben lo que está ocurriendo (de eso nos advirtió Ortega y Gasset), porque para aquellos que no lo saben, creo que muy pocos llegarán a leerlas, pero por si lo hacen, que descubran que la revolución ha comenzado, porque las revoluciones siempre comienzan en el interior de cada uno, sin necesidad de reunirse con otros para que sean posibles, eso ocurre más tarde, pero las únicas revoluciones que han triunfado siempre comienzan en la conciencias antes que en la calles (porque estas últimas, lamentablemente, también suelen estar manipuladas); que hay camino por andar hasta que los seres humanos hagamos lo que hemos hecho siempre en la historia –que se oculta cada día más- y que no es otra cosa que deponer a los poderosos que se han excedido en su desmesura.
Tenemos dos años por delante que van a cambiar la Historia de España, estaría bien celebrar el bicentenario de la liberación de los españoles de los poderes absolutos que les someten, con una reedición de aquella revolución, pero nunca en el sentido que procurarán los poderosos por medio de sus secuaces mediáticos, sino en el de liberación plena de los políticos que dicen representarnos y que se comportan como nuestros amos, ejerciendo el poder sobre nosotros como si fuéramos sus súbditos y no el pueblo soberano al que deben respetar y servir.
Queridos amigos, la Revolución ha comenzado. La consigna será Unión y Libertad. Bajo los adoquines -que nos gobiernan- está la playa.
Enrique Suárez Retuerta
Un ciudadano español que no renuncia a su soberanía
El primer objetivo es disponer de una información veraz sobre la realidad, algo que cada día resulta más difícil debido a la profusión de datos, la diversidad de fuentes, y las intenciones de los emisores. Los seres humanos estamos siendo sometidos a un bombardeo constante por parte de los comunicadores profesionales, que bien utilizando la publicidad o la propaganda, nos convierten de forma desapercibida a la creencia que patrocinan. Los seres humanos no hemos sido educados para resistir, porque nos invitan a conocer la realidad por nosotros mismos, pero nadie nos ha dicho como debemos hacerlo, por tanto no sabemos conocer, no es que no queramos conocer. "Ahí tienes los conocimientos a tu disposición, eres un ser libre, decide con los que te quedas, consúmela a tu gusto", parecen decirnos.
Nunca en la historia previa, la humanidad había sido sometida a una presión semejante por parte del poder para someterla a sus designios e intereses. La batalla que se anticipa es por la credibilidad, porque al abrirse la Caja de Pandora de la información por medio de internet, también se ha abierto la veda para cazar confianzas y voluntades. ¿Qué se puede hacer para mantener la integridad individual en un mundo en que las facciones políticas, las grandes corporaciones comerciales y las sectas organizadas se disputan la alienación del ser humano?
En primer lugar, como se ha dicho, tener una información real, no realizada, no interpretada, no representada, es decir, preparada para comunicarse por los emisores de la misma con un objetivo desconocido, para ello es imprescindible disponer de un criterio independiente ¿y cómo se obtiene eso?.
Un criterio independiente proviene de la cultura atesorada por cada uno, de los conocimientos propios, del acervo acumulado, pero también de la experiencia de exposición. Quien nunca ha visto la realidad por sí mismo está condenado a verla según los intereses y objetivos de los demás, por lo que les cuentan de ella. Es importante tener un juicio propio para desgranar la verdad en los datos que nos ofrecen. Con un juicio propio y tomando ciertas medidas de prevención contra el engaño de la información comunicada, se está en disposición de alcanzar un criterio independiente, que es el segundo elemento necesario para no ser manipulados, instruidos y adoctrinados.
La comunicación actual funciona como un doble embudo, siempre en interés de defender un determinado criterio. Los medios de comunicación han perdido la ecuanimidad y todos arriman el ascua a su sartén para conseguir el propósito de su negocio, que nada tiene nada que ver con que la población esté informada, sino más bien con que se produzcan beneficios para su empresa. El periodismo se ha despoblado de héroes y de leyendas.
Pero quiero explicarles mi teoría del doble embudo, imagínense ustedes dos embudos unidos en horizontal por sus orificios más pequeños. La realidad que se filtra con el colador correspondiente por el orificio más grande, abierto hacia la izquierda, para convertirse en noticia manipulada, a continuación atraviesa la estrechez que une ambos embudos para difundirse posteriormente de forma masiva, mientras el primer embudo hace de filtro el segundo hace de altavoz. La información que nos llega tiene poco que ver con la realidad, como un filete en un supermercado tiene poco que ver con la ternera de la que ha salido y sus circunstancias, se ha producido un envoltorio de la mercancía para facilitar su consumo (Fetichismo de la mercancía). Sin embargo, asistimos cándidamente al espectáculo al que nos van llenando cada día, sobre lo que queremos y lo que no queremos, que al final es lo que quieren, para lo que se precisa desde todas las representaciones del poder, económico, político, social o cultural.
La forma de manipular la información sigue habitualmente un patrón establecido que consiste, al menos, en cuatro actividades concurrentes, la primera es la apropiación del campo semántico, es decir de la visibilidad, porque sólo lo que se ve existe; la segunda es la búsqueda de cohesión entre los creyentes, que reafirman su posición por disonancia cognitiva; la tercera es la criminalización de los críticos, que son considerados como adversarios de la verdad construida; la cuarta es la ocultación de la realidad, manteniendo en un velo de ignorancia a los seres humanos sobre la realidad, imprescindible para que las formas de poder administren la realidad a su antojo. Quien trata de refutar los engaños, las falacias, las mentiras urdidas con la finalidad de cegar a los receptores ante la auténtica realidad, es condenado al ostracismo, la infamia, y el descrédito.
Es evidente que quien se informa de forma independiente, según su criterio, no puede alcanzar el mismo pensamiento final que los creyentes, que no se cuestionan nada sobre su existencia y que poco a poco van cayendo en la desesperación al ver como sus vidas se van complicando cada día más, mientras que las de los que manejan los hilos de la realidad se van sobrealzando en su destino. La masa adoctrinada pierde la esperanza para encontrar una solución a su existencia, cada día más problematica, por lo que, alienada de su propia identidad y criterio, primero se hace sierva del poder -por el tráfico de emociones , fundamentalmente-, para paulatinamente convertirse en esclava de la realidad que le proporcionan, en un mundo que se convierte en una gran prisión, en el que todos estamos perfectamente colocados, catalogados e indexados, en correspondencia al criterio final de los que controlan y rigen nuestra existencia.
Pero quien no es creyente, está asimismo condenado a tener un criterio propio, a mantenerse en guardia permanente contra el engaño, a decidir por sí mismo sobre su juicio de la realidad y a afrontar la existencia en soledad, porque el rebaño no puede admitirlo, dentro del cordón sanitario o fortaleza que se ha establecido desde el poder. Es cierto que se pueden encontrar otros en el camino, en circunstancias similares, pero siempre surge algo que impide su cohesión en grupo, a veces de origen interno, y en otras externo.
El pensamiento incorrecto, la crítica, es la principal amenaza contra el orden establecido. Los políticos, los sindicalistas, los colectivos, los grandes empresarios, los poderes económicos, los representantes religiosos, la intelectualidad apesebrada que controla los medios de comunicación, todos los que administran el poder, se convierten en una élite que defiende su posición ante cualquier agresión y lo hace de forma activa, con propaganda y publicidad, los grandes elementos de persuasión que manejan a su antojo, fundamentalmente, porque cuentan con el dinero y los recursos para hacerlo, de los que se han apropiado injustamente.
Si la dialéctica marxista se pudiera aplicar a nuestros días, el proletariado estaría formado por la legión de creyentes desinformados e intoxicados, tratados como ganado por el poder. Desde una perspectiva de libertad se llega a la misma conclusión, porque los ciudadanos aborregados, acomodados en la miseria concedida por los poderosos que les explotan, no mueven siquiera un dedo por cambiar su situación, aceptando la condena de reclusión en la mentira urdida, con tal de que les concedan pan y toros. Esa población dependiente del Estado Providencia es la que votará siempre (les han dicho que otra cosa es no ser demócratas y tienen miedo, por su ignorancia, a ser condenados como extraños a la mayoría, a significarse como díscolos o diletantes), por unos o por otros, por los que manden y los políticos saben que mientras sigan existiendo tienen asegurado su futuro.
Por eso el pensamiento incorrecto es imprescindible para cambiar la realidad, lástima que estas palabras sólo vayan a llegar a los que ya saben lo que está ocurriendo (de eso nos advirtió Ortega y Gasset), porque para aquellos que no lo saben, creo que muy pocos llegarán a leerlas, pero por si lo hacen, que descubran que la revolución ha comenzado, porque las revoluciones siempre comienzan en el interior de cada uno, sin necesidad de reunirse con otros para que sean posibles, eso ocurre más tarde, pero las únicas revoluciones que han triunfado siempre comienzan en la conciencias antes que en la calles (porque estas últimas, lamentablemente, también suelen estar manipuladas); que hay camino por andar hasta que los seres humanos hagamos lo que hemos hecho siempre en la historia –que se oculta cada día más- y que no es otra cosa que deponer a los poderosos que se han excedido en su desmesura.
Tenemos dos años por delante que van a cambiar la Historia de España, estaría bien celebrar el bicentenario de la liberación de los españoles de los poderes absolutos que les someten, con una reedición de aquella revolución, pero nunca en el sentido que procurarán los poderosos por medio de sus secuaces mediáticos, sino en el de liberación plena de los políticos que dicen representarnos y que se comportan como nuestros amos, ejerciendo el poder sobre nosotros como si fuéramos sus súbditos y no el pueblo soberano al que deben respetar y servir.
Queridos amigos, la Revolución ha comenzado. La consigna será Unión y Libertad. Bajo los adoquines -que nos gobiernan- está la playa.
Enrique Suárez Retuerta
Un ciudadano español que no renuncia a su soberanía