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martes, 15 de julio de 2014

Preparando el golpe de Estado del 9 de noviembre de 2014

«Sociedad de beneficencia» en cuanto que todos sus componentes sentían, al igual que Bonaparte, la necesidad de beneficiarse a costa de la nación trabajadora>> Karl Marx

Napoleón acabó con las instituciones revolucionarias francesas en el año 1799, un 18 brumario (9 de noviembre, precisamente el día que coincide con la convocatoria de referendum en Cataluña) para dar lugar al imperio y la invasión de Europa. 

Menos conocido fue el Golpe de Estado que aconteció en Francia cincuenta años después, perfectamente urdido y diseñado por Luis Bonaparte, reuniendo al lumpen proletariado de la  política de una Francia nostálgica e imperial, en un simulacro de revolución inexistente, utilizando una parodia para convencer a los franceses del apoyo que no tenía, mediante círculos organizados, en el que se reunía a los enemigos del orden vigente, en un proyecto de asalto al poder. 

Parece que en España se está forjando una convergencia intercoletaria para tomarnos el pelo a todos los españoles, entre las aspiraciones de un instruido en las artes del embaucamiento revolucionario de pacotilla, que emula al descendiente de Napoleón, junto a la ambición de un Catilina catalán que abusa de nuestra paciencia, y con un Nerón en el poder que disfruta pacientemente viendo como arde España, tocando la lira y leyendo El Marca.

 La fecha para la convergencia entre las aspiraciones secesionistas de Artur Mas y Oriol Junqueras, y las revolucionarias de Pablo Iglesias y su troupe, posiblemente sea una fecha tan señalada como el 18 brumario, 9 de noviembre de 2014, día del referendum de Cataluña y también aniversario de la noche de los critales rotos de los nazis y también de la caída del Muro de Berlín, y dejándolo en su datación anglosajona, 9/11, sería el atentado de las Torres Gemelas en Nueva York, pero el 9 de septiembre también se celebra la Diada en Cataluña. Lo que acontezca en España entre el 11/9 y el 9/11 va a ser un episodio histórico con toda seguridad.

En la historia de este mundo hay casualidades y causalidades, yo no creo en las casualidades en política, ni que Pablo Iglesias naciera el mismo día que el socialista que fundó el PSOE me parece una casualidad. 

Alguien tan poco sospechoso de conversión como Karl Marx lo describe así en el capítulo V de "El 18 brumario de Luis Bonaparte", dado su interés para comprender lo que está aconteciendo en España se reproduce a continuación un párrafo en el que se relata lo acontecido:

"Cuando la Asamblea Nacional volvió a reunirse en noviembre de 1850, parecía inevitable que estallase, en vez de sus escaramuzas anteriores con el presidente, una gran lucha implacable, una lucha a vida o muerte entre dos poderes. 

Lo mismo que en 1849, durante las vacaciones parlamentarias de este año, el partido del orden se había dispersado en sus distintas fracciones, cada cual ocupada con sus propias intrigas restauradoras, a los que la muerte de Luis Felipe daba nuevo pábulo. El rey de los legitimistas, Enrique V, había llegado incluso a nombrar un ministerio formal, que residía en París y del que formaban parte miembros de la comisión permanente, Bonaparte quedaba, pues, autorizado para emprender a su vez giras por los departamentos franceses y dejar escapar, recatada o abiertamente, según el estado de ánimo de la ciudad a la que regalaba con su presencia, sus propios planes de restauración, reclutando votos para sí. En estas giras, que el gran Moniteur oficial y los pequeños «monitores» privados de Bonaparte, tenían, naturalmente, que celebrar como cruzadas triunfales, le acompañaban constantemente afiliados de la Sociedad del 10 de Diciembre

Esta sociedad data del año 1849. Bajo el pretexto de crear una sociedad de beneficencia, se organizó al lumpemproletariado de París en secciones secretas, cada una de ellas dirigida por agentes bonapartistas y en general bonapartista a la cabeza de todas. Junto a roués arruinados, con equívocos medios de vida y de equívoca procedencia, junto a vástagos degenerados y aventureros de la burguesía, vagabundos, licenciados de tropa, licenciados de presidio, huidos de galeras, timadores, saltimbanquis, lazzaroni, carteristas y rateros, jugadores, alcahuetes, dueños de burdeles, mozos de cuerda, escritorzuelos, organilleros, traperos, afiladores, caldereros, mendigos, en una palabra, toda es masa informe, difusa y errante que los franceses llaman la bohème: con estos elementos, tan afines a él, formó Bonaparte la solera de la Sociedad del 10 de Diciembre, «Sociedad de beneficencia» en cuanto que todos sus componentes sentían, al igual que Bonaparte, la necesidad de beneficiarse a costa de la nación trabajadora.

 Este Bonaparte, que se erige en jefe del lumpemproletariado, que sólo en éste encuentra reproducidos en masa los intereses, que él personalmente persigue, que reconoce en esta hez, desecho y escoria de todas las clases, la única clase en la que puede apoyarse sin reservas, es el auténtico Bonaparte, el Bonaparte sans phrase. Viejo roué ladino, concibe la vida histórica de los pueblos y los grandes actos de Gobierno y de Estado como una comedia, en el sentido más vulgar de la palabra, como una mascarada, en que los grandes disfraces y los frases y gestos no son más que la careta para ocultar lo más mezquino y miserable. Así, en su expedición a Estrasburgo, el buitre suizo amaestrado desempeñó el papel de águila napoleónica. Para su incursión en Boulogne, embute a unos cuantos lacayos de Londres en uniformes franceses. Ellos representan el ejército. En su Sociedad del 10 de Diciembre, reunió a 10.000 miserables del lumpen, que habían de representar al pueblo, como Nick Bottom representaba el león. En un momento en que la misma burguesía representaba la comedia más completa, pero con la mayor seriedad del mundo, sin faltar a ninguna de las pedantescas condiciones de la etiqueta dramática francesa, y ella misma obraba a medias engañada y a medias convencida de la solemnidad de sus acciones y representaciones dramáticas, tenía que vencer por fuerza el aventurero que tomase lisa y llanamente la comedia como tal comedia. Sólo después de eliminar a su solemne adversario, cuando él mismo toma en serio su papel imperial y cree representar, con su careta napoleónica, al auténtico Napoleón, sólo entonces es víctima de su propia concepción del mundo, el payaso serio que ya no toma a la historia universal por una comedia, sino su comedia por la historia universal.

 Lo que para los obreros socialistas habían sido los talleres nacionales y para los republicanos burgueses los gardes mobiles, era para Bonaparte la Sociedad del 10 de Diciembre: la fuerza combativa de partido propia de él. Las secciones de esa sociedad, enviadas por grupos a las estaciones debían improvisarle en sus viajes un público, representar el entusiasmo popular, gritar Vive l'Empereur!, insultar y apalear a los republicanos, naturalmente bajo la protección de la policía. En sus viajes de regreso a París, debían formar la vanguardia, adelantarse a las contramanifestaciones o dispersarlas. La Sociedad del 10 de Diciembre le pertenecía a él, era su obra, su idea más primitiva. Todo lo demás de que se apropia se lo da la fuerza de las circunstancias, en todos sus hechos actúan por él las circunstancias o se limita a copiarlo de los hechos de otros; pero Bonaparte que se presenta en público, ante los ciudadanos, con las frases oficiales del orden, la religión, la familia, la propiedad, y detrás de él la sociedad secreta de los Schuftele y los Spielberg, la sociedad del desorden, la prostitución y el robo, es el propio Bonaparte como autor original, y la historia de la Sociedad del 10 de Diciembre es su propia historia. 

Se había dado el caso de que representantes del pueblo pertenecientes al partido del orden habían sido apaleados por los decembristas. Más aún. El comisario de policía, Yon, adscrito a la Asamblea Nacional y encargado de la vigilancia de su seguridad, denunció a la comisión permanente, basándose en el testimonio de un tal Alais, que una sección de decembristas había acordado asesinar al general Changarnier y a Dupin, presidente de la Asamblea Nacional, estando ya elegidos los individuos encargados de ejecutar este acuerdo. Se comprenderá el terror del señor Dupin. Parecía inevitable una investigación parlamentaria sobre la Sociedad del 10 de Diciembre, es decir, la profanación del mundo secreto bonapartista. Por eso, precisamente, Bonaparte disolvió prudentemente su sociedad, claro está que sólo sobre el papel, pues todavía a fines de 1851, el prefecto de policía Carlier, en una extensa memoria, intentaba en vano moverle a disolver realmente a los decembristas. 

La Sociedad del 10 de Diciembre había de seguir siendo el ejército privado de Bonaparte mientras éste no consigue convertir el ejército público en una Sociedad del 10 de Diciembre. Bonaparte hizo la primera tentativa encaminada a esto poco después de suspenderse las sesiones de la Asamblea Nacional, y la hizo con el dinero que acababa de arrancarle a ésta. Como fatalista que es, abriga la convicción de que hay ciertos poderes superiores, a los que el hombre y sobre todo el soldado no se puede resistir. Entre estos poderes incluye, en primer término, los cigarros y el champagne, las aves frías y el salchichón adobado con ajo. 

Por eso, en los salones del Elíseo, empieza obsequiando a los oficiales y suboficiales con cigarros y champagne, aves frías y salchichón adobado con ajo. El 3 de octubre repite esta maniobra con las masas de tropa en la revista de St. Maur, y el 10 de octubre vuelve a repetirla en una escala todavía mayor en la revista militar de Story. El tío se acordaba de las campañas de Alejandro en Asia, el sobrino se acuerda de las cruzadas triunfales de Baco en las mismas tierras. Alejandro era, ciertamente, un semidiós, pero Baco un dios completo. Y, además, el dios tutelar de la Sociedad del 10 de Diciembre."


Pobre nación trabajadora, como decía Karl Marx, caer en manos de unos desaprensivos ambiciosos que tratan de asaltar el poder engañando a la gente.

Enrique Suárez




Cuando los totalitarios dan lecciones de democracia


Cada día estoy más perplejo con la deriva de los asuntos políticos de este país, a la falta de respeto habitual de los políticos de la casta con las instituciones democráticas y el pueblo español, se suman ahora las lecciones de democracia de los totalitarios líderes de Podemos.

Sin duda algo no debe funcionar bien en la cabeza de los representantes del poder en este país, sean partidarios de una casta casposa o un champú anticaspa. A mí, todo esto me parece una extraordinaria tomadura de pelo. ¿Hemos elegido los españoles que nos representen así?, los que han votado por alguna formación política deberían hacérselo mirar, porque son cómplices y responsables de lo que está ocurriendo.

Si extraordinario resulta que desde los grandes partidos políticos representados en el poder todavía no se haya pedido disculpas a los españoles por sus delitos y crímenes en la usurpación del poder que han ejercido permanentemente durante los últimos años, también resulta extravagante que la justicia española no haya llevado a la cárcel a 10.000 miembros de los partidos políticos españoles implicados en casos de corrupción, y no menos alucinante que haya comunidades como Cataluña en la que algunos políticos incumpliendo la Constitución Española de 1978 se propongan enaltecer el secesionismo con el dinero público de los españoles, por no recordar el bochornoso espectáculo de ver a los discípulos de ETA dando lecciones de democracia desde el Parlamento Vasco.

En este país, cuando las cosas están mal, todavía se pueden poner peor, y ahora tenemos una formación política en la que sus líderes, que se declaran partidarios de la república bolivariana de Venezuela, han colaborado para crear una casta política en el país de Hugo Chávez que tiene contra las cuerdas al pueblo con las más elevadas tasas de criminalidad, miseria y corrupción del continente,  al mismo tiempo se presentan como redentores de la casta política española, y lo más sorprendente es que reciben 1,2 millones de votos, un 3,41 % del electorado y parece que son la inmensa mayoría de los españoles no representados, aproximadamente un 58 % que no votaron por ningún partido en las pasadas elecciones europeas (ni por la Casta, ni por Podemos), y como no salen en la tele tanto como Pablo Iglesias o Mariano Rajoy, parece que no existen.

Mientras tanto los partidos que conforman la casta en este país se felicitan por la presencia de Podemos, en el PP no mueven ni una ceja, viendo cómo se van a destrozar en los próximos meses todas las izquierdas representadas en este país, el PSOE, IU, Podemos y los nacionalistas de izquierdas, muchos de ellos afines a Podemos.

En el PSOE, su recién elegido Secretario General, Pedro Sánchez no ha esperado ni un día para arremeter contra Podemos diciendo que su programa económico nos llevaría de nuevo a la Gran Depresión del 29 y no pasará una semana antes de que se produzca el choque de trenes, o más bien de un tren contra un carro que pasaba por allí. Que gran ocasión va a tener el nuevo líder del PSOE para apartarse de Zapatero, el nacionalismo y los "totalitarismos benefactores" al mismo tiempo.

Y sin haberlo pedido, los españoles, la inmensa mayoría de los españoles que no hemos votado por ningún partido político en las pasadas Elecciones Europeas (58 %, recuerdo), seguiremos asistiendo al espectáculo de lucha por el poder de todos aquellos a los que les hemos dado la espalda, por no hacer nada por resolver nuestros problemas reales, por ocupar la democracia con sus ambiciones y corrupciones, por montarse un circo a nuestra costa en el que los gladiadores políticos entretienen al personal, mientras casi seis millones de parados y sus hijos, siguen siendo pasto de las fieras de la miseria, en un expolio genocida al que, desde el poder, denominan crisis, y desde el pueblo,  despojo. 

Pueden seguir debatiendo sobre quien es mejor o peor en su pugna hipócrita, a este paso, como sigan así, se quedarán sin pueblo al que representar y descubriremos que en realidad, sólo se representan a sí mismos (que es lo que tratan de ocultar). No sería extraño que se acabará cerrando el teatro democrático de este país por falta de público, porque esta compañía teatral formada por el elenco más depravado de nuestra democracia, que vive de nuestros impuestos que nunca le parecen suficientes y gobierna sin responsabilidades de forma inmunda e inmune, con una oposición siempre cómplice, aburre ya a la mayoría de los españoles representando siempre la misma obra: quítate tú, para ponerme yo.

Con lo fácil que sería hacer un sorteo en el que participaran todos los españoles mayores de edad, donde el español más afortunado fuera elegido Presidente del Gobierno y luego decidiera quienes le acompañaban para gobernarnos, lo que nos íbamos a ahorrar en gilipolleces y lo rápido que saldríamos de la crisis, en la que tan confortablemente siguen discutiendo los que la crean, para vivir a nuestra costa.

Enrique Suárez



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