Con un 53,6% de los sufragios y una participación récord, Nicolas Sarkozy se convierte en el sexto Presidente de la 5ª República, con el mejor resultado de un candidato de la derecha contra la izquierda desde De Gaulle en 1.965.
Y por primera vez, un hijo de inmigrantes, un francés de la segunda generación y "de sangre mezclada", como dice él, con orígenes húngaros, griegos y judíos, casado con una española biznieta de Albéniz, va a ser Presidente de la República.
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Casi diecinueve millones de ciudadanos respaldan pues directamente una opción de derecha popular y renovada, en ruptura con los gobiernos anteriores, afines en teoría, y con la cultura política dominante de la izquierda.
Esta ruptura viene acompañada, como lo ha reflejado el eslógan "Ensemble" (juntos), por un mensaje de unión más allá de su campo político: el propio Sarkozy mencionó en su primer discurso a Royal, reiterando su respeto hacia ella (mientras ella ni le felicitó ni le mencionó en el suyo, en la línea de la descortesía iniciada por Le Pen en 2002).
También se dirigió con insistencia, tanto en la salle Gaveau a las 20h30 como en el concierto de la Concorde a las 23h, a los franceses que no votaron por él, machacando su convicción neogaullista de unidad popular.
El probable primer ministro, François Fillon, ha mencionado por otra parte que la intención del presidente es armar un gobierno con personalidades de la sociedad civil, del centro e incluso de la izquierda.
Sarkozy, después de su alocución, se acercó en auto y a pie al restaurante Fouquet's, sobre los Campos Elíseos, donde se reunió con amigos del espectáculo y de la política, y con su familia.
Desde allí se dirigió, con Cecilia, su esposa (primera aparición en toda la campaña) hacia el concierto de la plaza de la Concorde. Subió a escena y dijo otras palabras conciliadoras y de ilusión, rodeado por sus más próximos colaboradores, por los cantantes y por una Cecilia emocionada, así como por su hijo mayor (de un primer matrimonio) y las dos hijas de Cecilia (de un primer matrimonio también).
Los artistas cantaron junto a él, raï (música magrebí occidentalizada), también en inglés, y lo más tradicional de la canción francesa con Mireille Mathieu y la Marsellesa a capella. Una heterogeneidad propia de la mayoría Sarkozy.
Ayer, algunos análistas hablaban del principio de una revolución neocon, pero es conocer mal la idiosincrasia francesa. Se trata más bien del final del mitterrandismo y de una larga etapa de cinismo en política, y el advenimiento de un ciclo reformista, con los riesgos que conlleva en una sociedad rígida y enfrentada como la francesa.
De hecho, el concierto de la Concorde del 6 de mayo de 2007 cierra, de cierta forma, el ciclo iniciado el 10 de mayo de 1981 en la Bastilla, cuando la izquierda accedió al poder después de décadas en la oposición. Puede parecer difícil de entender, pero se respiraba un ambiente de ruptura anoche, a pesar de que Sarkozy le sucede a su padre político, putativo y enfrentado: Chirac.
Durante unos días, Sarkozy estará en paradero desconocido.
Regresará al final de esta semana y asumirá las funciones de presidente el 16 de mayo.
Disturbios salpicaron la noche electoral, en plaza Bastilla y en algunas ciudades y suburbios, con diez policías heridos y unos cientos de autos quemados. Algunos socialistas, como Fabius y el alcalde de París, pidieron por TV que la gente aceptase el sufragio universal, en claro contraste con las amenazas de Royal el viernes acerca de la rebelión de las masas si ganaba el "peligroso" Sarko.
En clave interna socialista, Royal jugó a "qui perd gagne", interviniendo dos veces, la primera a las 20h02 y después desde la terraza de la sede del PS, con tono triunfalista y al estilo Evita. Se trataba de desactivar la crítica desde el partido, ya iniciada por el socialdemócrata Strauss-Kahn, explícitamente autoproclamado como alternativa anoche, así como por las críticas de Fabius.
Será difícil sostener el discurso de la derrota honrosa, pues la diferencia es importante, bastante superior al resultado Jospin-Chirac de 1995, y agravado por el hecho de que la izquierda, por tercera vez consecutiva, pierde, y ahora después de cinco años de gobierno de derechas y frente a un adversario cuyo perfil podía favorecer una movilización progresista en su contra.
"Ha llegado el tiempo de volver a hacer política", dijo Sarkozy anoche. Ése es el mensaje que supo escuchar el electorado, respondiendo a un discurso sin concesiones y atípico en una Francia aletargada por treinta años de corrección política.
Dante Pombo de Alvear, Crónicas de Calypso