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martes, 21 de abril de 2009

Quo vadis Ciutadans?

"No me preocupa la medida de mi mano ni de ninguna otra parte del cuerpo, pero en todas las fotos siempre hay algo que tapar o retocar. Evidentemente, si las medidas de la mano no cubren todo, como en este caso, hay que ocultar alguna cosa con photoshop". Albert Rivera.
Como antiguo accionista comprometido de aquella aventura que fue el partido Ciutadans, notario voluntario de su fiasco, y fundador del blog Ciudadanos en la Red, en el que nos hemos ido agrupando transversalmente muchos de los defensores auténticos del Espíritu del Tívoli, siento el compromiso de expresar mi opinión sobre los últimos acontecimientos que están ocurriendo en el partido, que hoy se representa en sus estertores como una reunión de zombis en agonía inacabada.

Verán ustedes, yo creí en Boadella, sigo creyendo, que conste; por eso me acerqué a Ciutadans, agrupándome con otros en la búsqueda de una alternativa realmente transversal contra las agresiones arbitrarias del nacionalismo catalán, y la urdimbre de mendacidad que se ha forjado gracias a la inefable impertinencia de los partidos españoles que se autodenominan constitucionalistas.

De lo ocurrido en Ciudadanos, aquel partido que comenzó con el lema de “sólo nos importan las personas” hoy no quedan más que las ruinas de una quiebra ideológica. Ciudadanos es hoy un cenotafio, en el que se disputan las lápidas conmemorativas. De aquel Antonio Robles que temía que el partido muriera de éxito, hoy queda lo que siempre fue, un incapaz con bambas, que ha demostrado con su dogmatismo ser un patán solemne. De aquel Domingo que jugaba a estar en todas partes y ninguna, hoy queda una sombra de ausencia, lo que siempre fue.

El único que sobrevive, mostrando realmente su condición de cucaracha es Albert Rivera, ese chico que produce fotos para revistas del escroto y que atesora en sus pocos años la oratoria de todos los charlatanes vendedores de alfombras persas hechas en Crevillente.

¿Qué habrá sido del Profesor de Carreras?, sí, aquel que se cargó en el II Congreso el futuro del partido, porque no pudo cargárselo en el primero, defendiendo los inconfesable intereses de la hegemonía del PSC en Cataluña.

A los que hoy se rasgan las vestiduras, esos Robles y Domingos, porque Albert Rivera ha establecido un acuerdo con el partido paneuropeo, antisectario, y politófobo que es Libertas, y otros partidos regionalistas menores, hay que recordarles que ellos fueron los que elevaron al niño a la Presidencia, después de que la asamblea reprobara su gestión y cuentas.

Fueron los que decidieron convertir a Ciutadans en lo que no era, apartándolo de la transversalidad, para dejarlo en un partidillo de izquierdas no nacionalista de ámbito exclusivamente catalán. Sí, ellos fueron, junto con los palmeros que hoy ya han abandonado el partido, los que vendieron la dignidad y la ilusión de los militantes del partido por un plato de lentejas atrasadas, ahora resulta extraño y sarcástico, verles como hienas, disputando los despojos que ellos mismos contribuyeron a crear.

Eso es lo que hay, eso es lo que dijimos entonces los que presentamos una alternativa a esta bazofia, en la que convirtieron el partido que decía defender las personas, antes que de las ideas. En el que tantos vimos malogradas nuestras esperanzas colectivas.

Nosotros, los que nos fuimos, también nos equivocamos, pensamos que UPyD iba a ser otra cosa, pero es un nido de lo mismo, de la tomadura de pelo a los ciudadanos par obtener pingues beneficios y réditos de la política, con otro elenco similar en el que los rosistas de la dirección del partido, impiden cualquier expresión de libertad, cualquier atisbo de democracia, cualquier proceso de igualdad y justicia en su seno.

Pues bien, aquí estamos, esperando al final, pero no estamos de brazos cruzados, las cosas en este país no están bien y se van a poner peor. Nos hemos sentado esperando al cortejo fúnebre de Ciutadans, que no en mucho tiempo será acompañado por los "bastayatarras" de UPyD.

Ni Albert Rivera, ni Rosa Díez, ni Dios, ni nadie va a convencer a los españoles de a pie de que los que van a caballo se lo merecen más. Con trampas y manipulaciones, no. Si tuvieran vergüenza, que no la tienen, los Robles, Domingos, Riveras, Díez, Gorriaranes, Fabos, de Carreras, Pimenteles y toda esa corte de los milagros que forman, deberían abandonar sus respectivas formaciones, porque no se han dado cuenta todavía, que con ellos nunca llegarán al futuro, y nunca servirán para lo que se anuncian, sino para estorbar, desvirtuar y malograr cualquier iniciativa que realmente se proponga resolver los problemas de este país, y presentar lucha contra los políticos que están destrozando España desde los partidos nacionalistas y constitucionalistas.

Verás, Boadella, Critón amigo, dile a Esculapio que el gallo se lo hemos enviado a Ciudadano Ubú, a ver si regresa y pone orden en este desconcierto descomunal de la conjura de los parásitos.


el tal Retuerta

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