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lunes, 13 de diciembre de 2010

Caudillo Rubalcaba


“A vista de este ejemplo, ciudadanos, antes morir que consentir tiranos”. Monumento a Torrijos y sus seguidores. Plaza de la Merced. Málaga.


Dentro de veinte o treinta años, algún ciudadano de este país o lo que quede de él por entonces, se preguntará qué fue lo que ocurrió en España a comienzos del mes de diciembre del año 2010, cuando el PSOE logró apartarse por enésima vez de la Constitución para imponer su voluntad autoritaria a los españoles. La perspectiva histórica nos permitirá ver con mayor claridad lo que hoy se ha urdido con apariencia de confusión desde la propaganda gubernamental, en una estrategia de desmantelamiento provocado del Estado de Derecho desde el poder, algo que acontece periódicamente en todo régimen autoritario y revolucionario que se precie.

Es difícil, muy difícil, describir la historia del instante inmediato, hacer la crónica de la realidad ocurrida la última semana. En los tiempos actuales, el periodismo se dedica a la transcripción de las noticias, creando fotos replicadas de los acontecimientos, desde distintos ángulos, con diversas perspectivas, siempre con distintas intenciones, pero sin apenas entrar en su interpretación o análisis. Se muestra la realidad de forma icónica, tal como parece que es, al menos en su apariencia, en su representación. Sin embargo se comete un grave error, porque la palabra no puede competir con la imagen en la descripción de la realidad, ni en la inmediatez de la noticia, aunque si puede hacerlo con precisión en la disección de sus entresijos.

Las nuevas tecnologías nos han llevado a pensar, en nuestra inocencia, que hemos alcanzado el dominio sobre la realidad porque somos capaces de fotografiarla, de comentarla de forma inmediata, de analizar los hechos casi al mismo tiempo que ocurren, pero sin embargo se ha perdido mucho con la instantaneidad, algo de lo que se beneficia quien pretende que la realidad no se conozca, que se oculte, como habitualmente se hace desde el poder. La catarata informativa a la que nos someten los medios de comunicación, impide que se vea lo que arrojan desde el Gobierno al espacio público de opinión. Antes de que se pueda hacer un análisis e interpretación sosegada de los hechos, ya tenemos diez noticias más que atraen nuestra atención, así estamos condenados a seguir haciendo surf por la superficie de la realidad informativa, no sabiendo si son lenguados, tiburones o calamares las especies que se mueven bajo la aparente realidad que nos muestran, bajo la verdad oficial que nos ofrecen. Aquí la única libertad que queda es la de cambiar de canal de televisión con el mando a distancia.

El entendimiento y la comprensión de lo que ocurre en nuestra vida y circunstancias se resiente, creando una situación de hastío que nos hace repeler el bombardeo tóxico a que nos someten desde el poder y la manipulación de la información interesada que nos brindan los medios de comunicación. No me cansaré de repetir la frase de Noam Chomsky: “la propaganda en una democracia, es lo mismo que la coerción de un estado totalitario”; es decir, la propaganda, cuando es urdida desde el poder, es la coerción que convierte una democracia en un estado totalitario, no menos totalitario, por ser más discreto e intangible, eso es algo que actualmente ocurre en España, aunque nos parezca extravagante. Trataré de mostrarlo a continuación.

El poder descontrolado

Regresando al tema que nos ocupa, lo acontecido en España a comienzos de diciembre de 2010, nos brinda una imagen real de lo que ha hecho el Gobierno del PSOE a lo largo de estos años, no es un incidente sin importancia, sino un resumen concentrado de la contundencia violenta de su égida. En tan sólo seis años hemos pasado, con los mismos actores y escenarios similares a un cambio de papeles que intranquiliza, de una oposición que exigía un Gobierno que dejara de mentirnos, a un Gobierno que nos miente y además criminaliza a todo aquel que se atreva a dudar de su palabra, en la más esplendorosa actitud inquisitorial que caracteriza el inacabado viaje sin retorno del PSOE y los gobiernos de Rodríguez Zapatero.

El Gobierno nos ha mentido, señor Rubalcaba, usted nos ha mentido con el mismo desparpajo que su compañero Moltó le dijo a Mariano Rubio aquello de “míreme a los ojos, señor Rubiopara, años después, organizar un desfalco en Caja Castilla La Mancha de 4.000 millones de euros. No es la primera vez que usted nos miente, realmente nos miente siempre, tiene usted menos credibilidad con la información política que nos proporciona que el señor Madoff con la gestión económica que organizó la quiebra del sistema financiero mundial, porque nos permitió ver en qué manos sucias estaba nuestro futuro y descubrir el montón de mierda sobre el que asentaba la ilusión artificial de nuestro bienestar.

El destino y los errores del Prisionero de Zenda, han alzado a Alfredo Pérez Rubalcaba a la Vicepresidencia del Gobierno (como anticipo de su futura candidatura a la Presidencia), no por sus valores, virtudes, principios, ideas, o genialidades, sino por qué ante una estafa política continuada como la que nos ha ofrecido el PSOE, lo más aconsejable es poner al mando de la nave al paladín más avezado del arte de no decir la verdad a la opinión pública, un amoral consciente, un genio tenebroso del siglo XXI que trata de imponer su voluntad de forma autoritaria, sin respetar reglas ni normas, pero brindando una exquisita apariencia democrática a sus discursos de diseño, perfectamente pergeñados con el propósito de mostrar la imagen de un gobernante sobrepasado por las circunstancias que trata de resolver los problemas del Estado que dirige, administra y gestiona, siempre por el bien de su comunidad, aunque sea utilizando mano dura, si no queda otro remedio. Con la era Rubalcaba se acabó el talante y comienza el “palante”, el fin que justifica los medios, la consolidación del objetivo de perpetuación en el poder de su partido, con ese aroma de ebriedad de despotismo en el ambiente que siempre delata a los tiranos.

El señor Vicetodo es un personaje complejo, siniestro, ladino, que utiliza la insidia con gallardía, a mucha gente le da realmente miedo (incluso a muchos entre los suyos) que alguien como él haya acumulado tanta información y poder en sus manos. Si a su mentor secuestrado en La Moncloa, se le podía atribuir delirio de grandeza, narcisismo, adanismo, soberbia y papanatismo ideológico, al señor Rubalcaba nada de eso le conmueve porque sus caracteres se adhieren a motivos exclusivamente personales, es la representación más ajustada del poder desenmascarado, la ambición, el egoísmo, la resistencia prolongada, la exuberancia gloriosa de la mediocridad siempre resultona con la que se ríe de sus prójimos; sus múltiples disfraces, su escurridiza trayectoria, su profesionalidad política en el sentido que Tayllerand concedió al término, hacen de él un personaje político inolvidable y digno de suculentas descripciones literarias.

Si Zapatero nos recuerda a Napoleón por sus veleidades (no por sus proezas), Rubalcaba se asemeja al Duque de Otranto, Fouché, que también fue su ministro de interior, el único personaje que intimidaba al emperador, según sus propias palabras. Él lo sabe y se aprovecha de esa proyección para imponer su voluntad con destreza en las decisiones que se adoptan por el Gobierno, porque la única ideología de Rubalcaba, como la del carnicero de Lyon, es su perpetuación en el poder.

José Blanco, pasaba por allí y se encontró un sabotaje

Lo acontecido en el tema de los controladores es una fotografía de nuestra miserable realidad, porque desde el Gobierno se viene urdiendo desde hace meses la estrategia, nada es casual, todo ha sido intencionado, con alevosía y premeditación, como cualquier crimen que se precie.

En febrero de 2010, José Blanco, a la sazón ministro de Fomento, inicia la criminalización del colectivo de controladores aéreos, imponiendo su voluntad en una negociación inflexible y autoritaria a mayor bien social, en defensa, dice, de los intereses de los ciudadanos; una causa loable como las que le gusta esgrimir al PSOE en campaña electoral permanente, persuadiendo que salva a sus votantes mientras les destroza la existencia. ¡Ay si al PSOE se le juzgara por sus hechos en vez de por sus buenas palabras!, que pocos le brindarían su confianza.

A fuerza de decretos impuestos, el ministro de Fomento ha ido atenazando con su opresión al colectivo de controladores, con el asesoramiento de sus compañeros sindicalistas, algo que ha visto tantas veces en su vida desde el otro lado de la barrera pero que ahora impone desde la autoridad del empresario que paga, aunque no sea con su dinero, posiblemente algo que siempre envidió en su intimidad de incompetente. Ese poder de decidir sobre los demás, sin reunir méritos para ello, debe ser orgásmico para quien no ha hecho otra cosa conocida en su vida que vivir de la política, a costa de los demás.

El ministro más inepto del Gobierno, seduce así a la opinión pública con la idea de que los privilegios de los vigilantes del espacio aéreo resultan inadmisibles en una sociedad con cuatro millones de parados, que su partido ha creado, por cierto, muchos de ellos votantes del PSOE. Si les hemos quitado el trabajo, condenándolos a la miseria, se dice a sí mismo, ahora que están cabreados contra nosotros vamos a darles circo del que se ve en la tele, eso es lo que les gusta, utilizando a los controladores como carnaza, como chivo expiatorio por sus extravagantes privilegios (mucho menores de los que gozan la mayoría de los políticos, por cierto); en sus cálculos se anticipa de esa forma un triunfo seguro matando dos pájaros de un tiro: por una parte preparando AENA para su privatización inmediata, gracias a sus onerosas pérdidas y la necesidad de liquidez del Gobierno y por otra, enconando a la opinión pública contra los que más ganan, para que se les olvide quienes son los que les han hecho perder más en la historia de la democracia. Los ricos son siempre culpables, aunque se hayan hecho ricos con su trabajo, menos los políticos, claro.

El día 3 de diciembre, justo antes del puente más largo del año, Zapatero no se desplaza a la Cumbre Iberoamericana, con lo que al alpinista inefable le gusta el boato y la parafernalia de las cumbres internacionales, en previsión de lo que pudiera acontecer. Por la mañana se saca un decreto ley, posiblemente inconstitucional, que somete a los controladores a unas condiciones más propias del régimen cubano que de España, un país de la Unión Europea; que vulneran con seguridad la Constitución, el Estatuto de los Trabajadores y la legislación internacional en materia laboral, como se demostrará cuando ya no esté el PSOE en el Gobierno, cuando no haya a quien exigir responsabilidades.

Con la misma premeditación que la perpetración de un crimen, se elige esa fecha precisamente, porque desde el Gobierno se piensa que los controladores aéreos no serán capaces de moverse de sus pantallas, dejando colgados a cientos de miles de pasajeros inocentes, porque de esa forma se echarían encima a la opinión pública, como efectivamente ocurrió, porque posiblemente, con más corazón que inteligencia, los controladores se plantaron y dejaron de trabajar nada más conocer la última vuelta de garrote vil sobre sus derechos que les había impuesto el Gobierno, en un “más vale morir de pie, que vivir de rodillas”, que debería traer algún recuerdo a sus negreros socialistas que solo recuerdan la memoria histórica de lo que les han hecho, jamás de lo que ellos han hecho a los demás.

Con la Navidad llegará el Mesías, como todos los años

Nada fue casual ni sorpresivo, señor Rubalcaba, no ocurrió, se provocó con la mayor insidia y contumacia la situación de emergencia desde el Gobierno. Con el único objetivo de ornamentar su coronación como futuro Presidente del Gobierno, una medida de fuerza ante las cámaras que le diera la puntilla a la época del talante y el Estatut de Montilla, y pusiera en su sitio a unos rebeldes privilegiados que osaron enfrentarse con el poderoso Estado que usted ejecuta. Un golpe en la mesa y las instituciones para que todo el mundo se diera cuenta de quien tenía todo el poder en sus manos, no diferente en propósito y argumentos a los que utilizó Franco para iniciar la Guerra Civil dando un Golpe de Estado, con el propósito de erradicar un mal mayor que exige la vulneración del Estado de Derecho con firmeza. ¿No es lo que usted ha hecho?, señor Rubalcaba.

La declaración del Estado de Alarma fue el sigiloso pronunciamiento, del número dos en un marco de desconcierto, descalabro económico, indecisiones e improvisación al que nos tiene acostumbrados su secuestrado político, el número uno; su puesta en escena resultó apoteósica, exuberante, grandiosa, como me consta que le agrada a sus pretensiones. Si no fuera porque no me gusta que se engañe a la gente, que desde el poder no se oprima a los ciudadanos, que la inteligencia no sirva para que un ambicioso egoísta se salga con la suya a costa de los demás, tenga bien seguro que le felicitaría, porque realmente tiene su mérito mentir con tanta desmesura sin mover un músculo.

Es usted un actor de teatro magnífico, señor Rubalcaba, pero también, como usted nos ha recordado en tantas ocasiones, yo como ciudadano soberano, quiero que los gobernantes no me mientan, que no se rían de los ciudadanos con tanta chulería y desparpajo, sobretodo de los que no son capaces de ver con nitidez sus movimientos y piensan que usted es el Mesías providencial que necesitamos con urgencia, los que habitualmente entran al trapo electoral que desde el PSOE les tienden.

Con una singular finta política ha mostrado usted la ineptitud gestora de José Blanco, la incapacidad diletante del Presidente José Luis Rodríguez Zapatero, quien manda en el Gobierno, quien gobierna realmente el país, y quien es el único que puede conseguir para el PSOE que sigamos en el más de lo mismo, es decir, con los millones de “apesebrados pastorcillos” que le deben su bienestar al partido, a expensas del malestar de todos los demás, en este viaje de nuestro país hacia el abismo, que no acaba de concluir. Con esta jugada ha dejado de ser usted un personaje político, para convertirse en el nuevo aspirante a caudillo “que tanto se necesita en España”.

¿Cómo arderá España?

Pues va a ser que no, señor Rubalcaba. Le ha perdido la ambición, no era el momento de mostrar todo su poder a los españoles, porque los españoles abjuramos de las dictaduras, precisamente gracias al PSOE, que nos lo ha restregado a lo largo de los últimos 32 años, con memoria histórica incluida. Usted será recordado por haber hecho que este país pase el trigésimo segundo aniversario de su Constitución en Estado de Alarma, nada más y nada menos, por haber puesto el mandato conferido por las urnas al servicio exclusivo de sus intereses personales y partidarios.

Su jugada fue magistral, hay que reconocerlo, pero se ha equivocado de escenario, ni es tiempo, ni lugar. Si hubiera sido en la Rusia de 1917 posiblemente usted hubiera competido en gloria con Stalin, si hubiera sido en la Alemania de 1933 posiblemente hubiera competido en autoridad con Hitler, si hubiera sido en la España de 1936, posiblemente hubiera competido en decisión con Franco, pero para su desgracia, estamos en la España de 2010, desvalida y desvencijada, pero europea, libre y democrática, en la que este admirador de Erasmo de Rotterdam y Tom Paine, está aquí para señalarle con el foco de la palabra y mostrar a mis compatriotas, con todo el esplendor que su obra se merece, su auténtica catadura moral y política.

Todos los tiranos son iguales, es inherente a los ambiciosos que detentan el poder, imponer su voluntad. ¿Cuál será la próxima hazaña que nos tendrá preparada el ministro Rubalcaba?, es previsible, incendiará España (supongo que en sentido metafórico), como Nerón hizo con Roma, para ver como arde y así borrar las pruebas de los crímenes contra la razón que se han cometido desde los Gobiernos dirigidos por su máscara política, el presidente por accidente, José Luis Rodríguez Zapatero, al que el señor Rubalcaba llevó al poder a golpes de pásalo aliándose implícitamente con los terroristas del 11-M, para ser su sombra, hasta que llegara el momento oportuno para desplazarlo y convertirse en el nuevo Mesías. Lástima que esta película la gente la haya visto tantas veces que no se dejará engañar por ella, ¿o tal vez sí? quien lo puede saber, los españoles que gritaron “viva las cadenas” son capaces de cualquier cosa, más difícil lo tenía el felón Fernando VII y le llamaron “el deseado”.

Lo que está claro es que con el aspirante a todo, Alfredo Pérez Rubalcaba comienza un periodo ominoso en la democracia española, lo que dure dependerá de lo que seamos capaces de soportar los españoles, que viendo las barbas de los controladores aéreos, valdrá más que nos vayamos afeitando antes de que paguemos impuestos por preguntar qué hora es. Pues nada, señor ministro, esperar y ver. Tenga cuidado con las cerillas, que está usted sentado sobre un gigantesco depósito de queroseno, no crea que lo digo para que a usted no le pase nada, porque usted está por primera vez en su vida donde siempre quiso estar, lo digo por todos nosotros, los sufridos españoles, que estamos obligados a asistir a su magnífico espectáculo de fuegos artificiales jamás contemplado en estos predios, y fundamentalmente, porque los destrozos que usted ocasione los vamos a pagar todos nosotros, los españoles, da igual que los provoque el Gobierno, que los controladores aéreos, que la pertinaz sequía.

Enrique Suárez
Un ciudadano español que no renuncia a su soberanía

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