Tengo que confesar que me estoy haciendo “casquista” o cosaco, no sé. Hasta fechas recientes mi atención no había recaído en este personaje de la política española, pues a lo largo de los cinco años de vida de este blog creo que le hemos recordado tan solo un par de veces, una para indicar que fue el primero en darse cuenta en el PP de lo que iba a ocurrir tras el 11-M con el aparato de agitprop del PSOE, Rubalcaba y el pásalo, y otra, para comparar su gestión como ministro de Fomento con Magdalena Álvarez y José Blanco (por favor no se rían).
Pero me estoy aficionando al personaje y eso que hace muchos años que abandoné toda iconoclasia con la política, para dedicarme a su expurgación sin fin. Pero que le voy a hacer, Cascos cada día me da más buenas vibraciones, posiblemente porque es asturiano y liberal, algo que compartimos, pero también porque es trabajador y cree en sí mismo, algo realmente extraño en un político al uso. Pero por supuesto, lo que más me invita a su ponderación es la ralea de sus adversarios, da igual que sean del PSOE, que de su propio partido.
En varias ocasiones tuve oportunidad de conocer personalmente a Paco Cascos, pues compartimos algún amigo y acontecimientos sociales hay en el Principado en los que pudimos coincidir hace tiempo, pero no tuve interés alguno en hacerlo, por aquellos tiempos yo estaba en el CDS, en compañía de muchos que se fueron al PP, otros al PSOE, yo me quedé sin irme a ningún sitio. Luego él se fue a Madrid, aunque regresaba por Asturias con frecuencia, también pude encontrarme con él, pero tampoco lo hice. Sin embargo si hay cosas que me llaman la atención de su imagen pública, quizás la más importante sea su lealtad imperturbable al PP, creo que fue Rosa Domínguez de Posada la que me dijo en una ocasión en esa página de picopaleadores que hay en el Facebook que “Cascos era el PP”, esas palabras me hicieron reflexionar, hoy tengo que darle la razón parcialmente, porque Cascos es la representación del PP que nos imaginamos algunos, no el PP realmente existente, como diría Gustavo Bueno, y ahí está el principal motivo de su prolongado veto como candidato a la Presidencia del Principado de Asturias por parte de la dirección regional de su partido y el cocinado a fuego lento de la dirección nacional de la decisión de proponerlo.
Que un político que ha sido ministro y ocupado la vicepresidencia del Gobierno nacional, así como la Secretaría General del PP cuando su partido obtuvo los mejores resultados electorales de su historia, tenga tantas dificultades para ser nominado candidato de la autonomía que le vio nacer como político, entraña sin duda, algún sinuoso enigma, porque en la política española, tan tediosa en su devenir, todo lo que no tiene explicación, oculta alguna intención o reserva.
Las razones para la candidatura de Cascos a la Presidencia de Asturias son obvias, la primera es que él ha sugerido que estaría dispuesto a asumir la responsabilidad, la segunda es que su recuerdo es muy bueno entre los asturianos, pues hasta en las cuencas mineras triunfó el PP cuando él se encargaba de organizar las cosas, mantiene buenos contactos con algunos socialistas históricos que lo ponderan, se reconoce que hizo muchas cosas por Asturias y prueba de ello es que todas las encuestas aparecidas hasta ahora le dan como favorito con mayoría absoluta, mientras que cualquier otra alternativa propuesta por el PP resultaría derrotada. En fin, a pesar de todo, la dirección nacional del partido todavía no ve razones suficientes para concederle la oportunidad, fundamentalmente porque la dirección regional se opone a ello, al tiempo que la mayoría de las bases del PP promueven su presencia por aclamación, demandando que la democracia dirima el desencuentro en un cónclave regional.
Las razones que se empecinan en su rechazo también son obvias, la fundamental, la furibunda resistencia de los dirigentes regionales del PP, con Gabino de Lorenzo, alcalde de Oviedo y líder de la cofradía del silencio a la cabeza, por no haber aceptado sus sugerencias para la lista de acompañantes impuestos que le propuso; con la candidata eterna a la alcaldía de Gijón, Pilar Pardo, por muchas cosas, entre otras el haber sugerido que el Gobierno del PP tenía responsabilidades política en el 11-M, algo que motivó un exabrupto de Cascos y el traslado de su ficha como afiliado para Gijón, el dirigente de Avilés, Joaquín Arístegui, al que Cascos definió de forma singular, y con el presidente del PP en Asturias, Ovidio Sánchez, por haberse convertido en el candidato eterno a la Presidencia del Principado, tantas veces derrotado como Areces resultó triunfador.
Pero las auténticas razones provienen de un artículo publicado en La Nueva España en mayo de 2007 en el que Francisco Álvarez Cascos ponía de chupa de dómine a la dirección regional de su partido, les dejo unos párrafos y el enlace al artículo completo:
“Luego fueron sucediéndose un sinfín de acontecimientos imparables en los que tampoco tuve nada que ver, salvo mi carencia de facultades sobrenaturales para impedirlos, entre los que cabe recordar la renuncia forzada del señor García Cañal a la secretaría general; el incidente bochornoso de la convención de cumplimiento de programas electorales de Cangas de Onís, donde el partido y su presidente fueron menospreciados en su ejemplar trabajo de seguimiento; o el escándalo de las adjudicaciones de las obras de los fondos mineros, en concursos de muchos millones de euros amañados, con bajas pre-acordadas inferiores todas al 1%, con comisión parlamentaria de investigación y moción de censura incluidas, pero con una fiscalía a la que entonces como ahora no le interesaba la corrupción que no salpica al PP.En resumen, que los Señores de la Derrota (con excepción de Gabino de Lorenzo) se han empeñado en boicotear el acceso de Cascos a la candidatura autonómica de Asturias, porque no tienen ninguna intención de abandonar sus respectivos puestos en la Arcadia feliz que se han montado a la sombra del PSOE, y con la presencia de Cascos, posiblemente tendrían que demostrar de forma renovada sus méritos para seguir en ellos, con el general secretario de tribunal, algo que posiblemente les haya producido insomnio. Otros cuatro años de vida contemplativa están en el alero si Cascos aterriza por Asturias, así que su objetivo es impedirlo de cualquier forma.
En cuanto a las omisiones, el señor García Cañal tiene razón cuando dice que «cometimos un error todos, y el pueblo asturiano nos lo hizo pagar». Pero podría haber completado su frase de esta manera «Éel pueblo asturiano nos lo hizo pagar en 1999, pero nos premió con una mayoría absoluta en 2000». Claro que la verdad completa le obligaba a reconocer que la candidatura que obtuvo la victoria más amplia del PP en Asturias, con una mayoría absoluta de 3 senadores y 5 diputados en aquellas elecciones generales, estaba encabezada por una persona «que no tiene horario», según él.
No creo que las victorias electorales, y mucho menos las mayorías absolutas, sean regalos casuales o favores gratuitos del electorado. En política, como en la empresa, los buenos resultados son el fruto del trabajo exigente y bien hecho. El problema del señor García Cañal y de sus mentores es que lleva veinte años en cargos políticos retribuidos sin que nadie le pida cuentas por cada resultado electoral. Y, por eso, su máxima aspiración, más que ganar elecciones, es sobrevivir sin mayor esfuerzo unos cuantos años más. De ahí que no tenga rubor en confesar al entrevistador que ahora, sin la cercanía de los que preferíamos luchar hasta la extenuación por las victorias electorales, él y sus cofrades viven más tranquilos, pase lo que pase con los resultados.”
Pero también Cascos tiene viejas heridas sin restañar en la dirección nacional del PP, por reconvenirle al propio Mariano Rajoy en su día su comportamiento sin autocrítica y connivente con el peor enemigo del PP, que son las cofradías y sacristías. En el Congreso de Valencia, Cascos propuso reubicar la definición del partido en los principios liberales y del humanismo cristiano, algo que fue rechazado. Posteriormente, también tuvo su recuerdo para la Secretaria General del PP, Maria Dolores de Cospedal, de la que dijo: «Parece que quiere quitarle el puesto a Pepiño Blanco y se dedica a criticar al PP en vez de hacerlo al PSOE», añadiendo posteriormente «En estos momentos, en el Partido Popular no se están haciendo las cosas bien».
Este es un breve recorrido por las enemistades peligrosas que se ha grajeado Paco Cascos a lo largo de los últimos años por exponer lo que pensaba y no callarse, lo que dice mucho a favor de su carácter y honestidad. Si añadimos que desde el PSOE y PRISA han tratado de implicarle hasta en la crucifixión de Jesucristo sin demasiado éxito y que ha sido considerado como la persona menos grata para el PSOE de todo el PP, creo que ya tenemos una breve descripción de sus virtudes y defectos.
Verán ustedes, lo digo como lo pienso, tras haber explorado la historia política de Francisco Álvarez Cascos he comprobado que todos los conflictos que han existido en su vida han sido contra el poder mal administrado y gestionado, lo que resulta evidente vistos los fracasos continuados de su partido. Cascos no lleva con paciencia ni prudencia esa complacencia en la derrota que caracteriza a otros dirigentes del PP en su resignación política, algo que posiblemente sea compartido por la inmensa mayoría de los electores habituales del PP, no solo en Asturias, sino en toda España.
A la vista de lo acontecido, Cascos es un problema para el PP que espera ver como el cadáver de su enemigo político, el PSOE de Rodríguez Zapatero, pasará delante de su puerta, aunque sea al precio de tener que soportar el legado de quiebra y tierra quemada que van a heredar, y una situación política y económica en España de cariz espantoso, sin paliativos. Sin embargo, a medida que va pasando el tiempo, los españoles asisten absortos al tercer acto de la obra que se ha organizado con la candidatura a las autonómicas de Asturias, realmente con un valor más simbólico que real en la configuración de una victoria nacional. Además, el PP tiene sus dudas en si es mejor gobernar Asturias, la región de España que ha presentado mayor retroceso en los últimos treinta años, con una población de pensionistas en proporción de 3 a 2 con la de trabajadores y un porvenir más negro que la minería del carbón, de hecho su bajo perfil durante estos años, ha sido una concesión a que el PSOE siguiera gobernando, porque en esa política de cálculos, lo de gobernar Asturias tiene más inconvenientes que ventajas desde una perspectiva nacional.
Precisamente creo que esa es la razón patriótica que ha empujado a Cascos a postularse para Presidente del Principado, la de cambiar la realidad miserable de una autonomía dilapidada tanto por sus gobernantes como por sus opositores, algo que no es ajeno a la inmensa mayoría de los asturianos que festejan su presencia, concediéndole una mayoría absoluta en las encuestas, porque confían en su capacidad, inteligencia y esfuerzo para truncar el destino decadente que les espera en manos de políticos conformistas y cortoplacistas, apesebrados en su complacencia.
Así que veremos lo que ocurre, porque nadie está dispuesto a concederle o regalarle nada a Cascos ni en su propio partido, ni en el de sus adversarios, con la excepción de los asturianos que ven en su idiosincrasia personal los requisitos imprescindibles para sacar a su patria querida del marasmo eterno, que ya se comienza a escuchar por los chigres aquello de: “con Cascos ye difícil que salgamos adelante, sin Cascos, prácticamente imposible”. Y Paco, que es pescador de salmones, sabe guardar silencio, tener paciencia y esperar, cuando ya ha picado la pieza, largando sedal sin abandonar ni un instante la caña, manteniendo la tensión suficiente para que sus detractores asalmonados se vayan agotando sin poder librarse de sus comedidas intervenciones, confundiéndose al mismo tiempo con el carácter de esta tierra y sus paisanos que todavía no hemos aprendido a rendirnos.
Y es que en Asturias, aunque en los últimos años se haya votado con la cabeza de las jubilaciones anticipadas y el reparto de los fondos mineros antes que con el corazón de impedir nuestro declive, ahora, viendo el porvenir que les espera a nuestros hijos y a nuestra tierra como siga el más de lo mismo, solo admitiremos que mande quien valga para ello, y Cascos vale, porque sabe pescar salmones, que eso no se aprende fácilmente. Y en esta alegoría de la pesca, ya no sabremos quién era el pescador y quien el pescado, lo que estamos seguros es que el rey del rio siempre regresa a casa para que la vida continúe.
¡Cascos, que tamos esperándote, ya tas tardando!
Enrique Suárez