El Estado del Bienestar keynesiano se ha ido para siempre, ahora viviremos en sus ruinas. El Gobierno socialista de España ha comenzado a recortar los derechos sociales de forma tímida pero inevitable. Es hora de hacer balance de lo que debemos a los Gobiernos de Rodríguez Zapatero de los últimos seis años, a su imprevisión y a sus numerosas improvisaciones, también a los que eligieron al PSOE les corresponde parte de la responsabilidad, no porque el PP hubiera evitado la crisis, pero al menos no nos hubiera mentido con tanto desparpajo y soberbia como lo han hecho los socialistas, tratando de enmascarar con propaganda la realidad. Posiblemente tampoco se hubiera despilfarrado con la derecha tanto como se ha hecho con el socialismo para defender la alegría y la alianza de civilizaciones, para crear pesebres clientelares con la única intención de promoverse a la perpetuación en el poder.
Las más graves consecuencias de las contumaces políticas gubernamentales en el ámbito social son el desempleo, la deuda y el déficit. La “triple D” que como Espada de Damocles pende sobre nuestro destino. Hace más de dos años en este blog denunciamos que estábamos entrando en una situación de estanflación técnica, que trataba de regularse por medio de medidas de ingeniería financiera: incrementando el gasto público, fundamentalmente con planes E que se han mostrado absolutamente inútiles y que solo han servido para retrasar la debacle; también socorriendo desde el Estado a las entidades financieras privadas, y privatizando las Cajas de Ahorro, la mayoría al borde de la quiebra por haber soportado económicamente proyectos políticos de dudoso interés y necesidad.
Realmente lo que ha ocurrido en nuestro país es que las cosas se han hecho muy mal, porque partiendo de una situación óptima en 2004 con superávit económico, una deuda saneada y 2,3 millones de parados una política orientada por una inusitada mendacidad nos ha conducido a una situación extraordinariamente precaria. La violencia de los gobiernos de Rodríguez Zapatero sobre el bienestar de los españoles y sus vidas privadas ha sido la más cruenta y perjudicial de todos los gobiernos que hemos tenido en la democracia. Su mayor delito ha sido el engaño más artero, la negación de la realidad, con el único objetivo de afianzarse en el poder. Las encuestas conceden actualmente al PSOE un 30.5 % de los votos en unas elecciones generales, si decidiéramos pasarle a este partido la factura electoral por todo lo que ha hecho mal lo más justo sería que no obtuviera ni un 10 % de los parlamentarios, por habernos llevado al mayor Estado de Malestar de nuestra reciente historia, cuando en los demás países de la Unión Europea la incidencia de la política ha sido muchísimo menor que en el nuestro y cuando ya están saliendo de la crisis, a nosotros nos queda más de una década, perdida, exclusivamente por el fanatismo paleto de unos irresponsables.
Pero quizás el efecto más pernicioso de la crisis no haya que vincularlo al ámbito social, sino al nivel humano. Los británicos hace tiempo que distinguen el bienestar social (welfare) del bienestar individual (wellbeing). La política realmente tiene capacidad de acabar con la vida de los seres humanos como ha denunciado el año pasado la Dra. Margarita Chang, directora de la Organización Mundial de la Salud. En los países desarrollados la crisis económica hará que los ciudadanos pierdan bienestar, calidad de vida, niveles de salud, su trabajo, sus propiedades y ahorros, pero en los países no desarrollados, la crisis económica provocara muertes, muchas muertes, porque donde se está al límite de la supervivencia cualquier desliz puede conducir a la pérdida de la vida. Advertía también del deterioro que esto ocasionaría sobra la salud mental de los ciudadanos, algo que resultará indeleble e irrecuperable.
La crisis económica también es psicológica, además de social. Quizás el factor que más incide en la crisis psicológica que se ha producido en España es la absoluta falta de credibilidad que han atesorado los Gobiernos de Rodríguez Zapatero, que muy pocos (menos de un 20 %) le conceden capacidad para resolver los problemas que tenemos. Pero una vez más, en vez de establecer medidas preventivas con un plan anticipado, la ministra del ramo, Leire Pajín, se muestra absolutamente incapaz de hacer nada, fundamentalmente porque carece de los conocimientos necesarios, pero también porque desde su soberbia, y con una mezquina intencionalidad política, sólo alcanza a ocuparse de los temas que le interesan, como la violencia de género, cuando en las últimas semanas hemos visto como seis niños han perdido la vida a manos de sus padres en nuestro país (no menos de 60 en lo que va de año), pero no le interesa que se presente una estadística acumulada de infanticidios y parricidios, hasta ahí llega su miseria, porque, echaría por tierra su programa estrella sobre la inusitada criminalidad masculina en nuestro país, que en términos reales es la menor de Europa junto con Portugal e Irlanda, algo que nunca nos han dicho desde el Instituto de la Mujer. Se debería pedir la dimisión preventiva de la ministra de sanidad, antes de que haga más daño a los españoles y las españolas con su fanatismo iletrado.
Con políticos que tratan, como sea, de hacer coincidir la realidad con su ideología y no al revés, a España le esperan graves problemas en la salud psíquica de sus ciudadanos, pero también sobre la salud física, como se referirá a continuación. Estas son algunas hipótesis sobre lo que ocurrirá en nuestro país en los próximos meses-años, que alcanzará cotas de auténtica “epidemia social”.
Se elevarán las tasas de estrés (el 44 % tiene más estrés que hace dos años según un estudio de Pfizzer), esto ocasionará más fallecimientos por enfermedades cardiovasculares, debido a la subida de la tensión arterial, el colesterol y los factores favorecedores de estas patologías. También se producirá una disminución de los sistemas defensivos que incrementará las tasas de infecciones y posiblemente las cancerígenas.
Se elevará el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, lo que hará que el estado recaude más impuestos pero también que se deteriore acumulativamente la salud de los ciudadanos.
Al tener menos poder adquisitivo, la alimentación de los españoles será de peor calidad, incrementando los productos más industriales con elevación de los niveles de grasas, lo que redundará en un incremento acumulado de problemas.
Se incrementarán los estados de ansiedad y angustia en la población, al igual que los de depresión y suicidio. La carga de acontecimientos vitales multiplicará los efectos perjudiciales. Se producirán numerosos trastornos del sueño y un incremento en el consumo de psicofármacos.
Por los mismos motivos se incrementarán los accidentes de circulación, al igual que los suicidios y los homicidios, en el caso de los suicidios masculinos en un estudio realizado en Japón, hasta el 67 % se asociaron a la pérdida de trabajo. Al igual que se produjo en la Gran Depresión de 1929 en Estados Unidos.
Se incrementará la agresividad y la criminalidad, consecuentemente la inseguridad, el desamparo y la indefensión, por lo que el estrés también aumentará y producirá numerosas patologías, tanto somáticas como psíquicas.
Debido al incremento de patologías de diverso tipo, se producirá un aumento considerable en la demanda sanitaria, que ya está extenuada por el crecimiento de población inmigrante sin haber incrementado el personal que atiende los servicios.
Esto ocasionará un deterioro en la atención recibida, que a su vez repercutirá de negativamente sobre la salud de los ciudadanos, que verán cómo se va mermando su estado de salud sin que el sistema sanitario pueda atenderlas de forma debida. La crisis económica también incidirá sobre las partidas dedicadas a la atención y asistencia de los ciudadanos, lo que también incidirá sobre los problemas de salud de los ciudadanos.
Ante un funesto panorama como el que se avecina para la salud de los ciudadanos de este país, en el ministerio de sanidad y otras cuantas cosas, tenemos a una señora que es socióloga, sin experiencia sanitaria alguna, que nombra “por qué le sale de los cojones” a una de sus subordinadas, que con una formación de auxiliar administrativo, está dispuesta a acometer el Plan Nacional Antidrogas.
Cuando dentro de un par de años veamos el desastre sin precedentes que se va a organizar en la sanidad española ya será demasiado tarde para muchas personas que habrán visto como su salud se ha deteriorado y no pocos habrán perdido hasta la vida, gracias a que la ineptitud con carnet vale más en estos tiempos que los conocimientos contrastados. Pero que nadie se extrañe, porque ante la crisis sanitaria que se avecina lo único que escucharemos es que se ha producido una pequeña desaceleración de la salud, pero que todo está controlado. ¿Pero cómo va a estar controlado si quien dirige el ministerio no tiene ni puñetera idea de lo que se debe controlar? ¿Pretenden acaso desde el Gobierno que volvamos a creer en los milagros?. Con la salud no se debe jugar nunca, ni siquiera en tiempos de crisis.
Biante de Priena
Las más graves consecuencias de las contumaces políticas gubernamentales en el ámbito social son el desempleo, la deuda y el déficit. La “triple D” que como Espada de Damocles pende sobre nuestro destino. Hace más de dos años en este blog denunciamos que estábamos entrando en una situación de estanflación técnica, que trataba de regularse por medio de medidas de ingeniería financiera: incrementando el gasto público, fundamentalmente con planes E que se han mostrado absolutamente inútiles y que solo han servido para retrasar la debacle; también socorriendo desde el Estado a las entidades financieras privadas, y privatizando las Cajas de Ahorro, la mayoría al borde de la quiebra por haber soportado económicamente proyectos políticos de dudoso interés y necesidad.
Realmente lo que ha ocurrido en nuestro país es que las cosas se han hecho muy mal, porque partiendo de una situación óptima en 2004 con superávit económico, una deuda saneada y 2,3 millones de parados una política orientada por una inusitada mendacidad nos ha conducido a una situación extraordinariamente precaria. La violencia de los gobiernos de Rodríguez Zapatero sobre el bienestar de los españoles y sus vidas privadas ha sido la más cruenta y perjudicial de todos los gobiernos que hemos tenido en la democracia. Su mayor delito ha sido el engaño más artero, la negación de la realidad, con el único objetivo de afianzarse en el poder. Las encuestas conceden actualmente al PSOE un 30.5 % de los votos en unas elecciones generales, si decidiéramos pasarle a este partido la factura electoral por todo lo que ha hecho mal lo más justo sería que no obtuviera ni un 10 % de los parlamentarios, por habernos llevado al mayor Estado de Malestar de nuestra reciente historia, cuando en los demás países de la Unión Europea la incidencia de la política ha sido muchísimo menor que en el nuestro y cuando ya están saliendo de la crisis, a nosotros nos queda más de una década, perdida, exclusivamente por el fanatismo paleto de unos irresponsables.
Pero quizás el efecto más pernicioso de la crisis no haya que vincularlo al ámbito social, sino al nivel humano. Los británicos hace tiempo que distinguen el bienestar social (welfare) del bienestar individual (wellbeing). La política realmente tiene capacidad de acabar con la vida de los seres humanos como ha denunciado el año pasado la Dra. Margarita Chang, directora de la Organización Mundial de la Salud. En los países desarrollados la crisis económica hará que los ciudadanos pierdan bienestar, calidad de vida, niveles de salud, su trabajo, sus propiedades y ahorros, pero en los países no desarrollados, la crisis económica provocara muertes, muchas muertes, porque donde se está al límite de la supervivencia cualquier desliz puede conducir a la pérdida de la vida. Advertía también del deterioro que esto ocasionaría sobra la salud mental de los ciudadanos, algo que resultará indeleble e irrecuperable.
La crisis económica también es psicológica, además de social. Quizás el factor que más incide en la crisis psicológica que se ha producido en España es la absoluta falta de credibilidad que han atesorado los Gobiernos de Rodríguez Zapatero, que muy pocos (menos de un 20 %) le conceden capacidad para resolver los problemas que tenemos. Pero una vez más, en vez de establecer medidas preventivas con un plan anticipado, la ministra del ramo, Leire Pajín, se muestra absolutamente incapaz de hacer nada, fundamentalmente porque carece de los conocimientos necesarios, pero también porque desde su soberbia, y con una mezquina intencionalidad política, sólo alcanza a ocuparse de los temas que le interesan, como la violencia de género, cuando en las últimas semanas hemos visto como seis niños han perdido la vida a manos de sus padres en nuestro país (no menos de 60 en lo que va de año), pero no le interesa que se presente una estadística acumulada de infanticidios y parricidios, hasta ahí llega su miseria, porque, echaría por tierra su programa estrella sobre la inusitada criminalidad masculina en nuestro país, que en términos reales es la menor de Europa junto con Portugal e Irlanda, algo que nunca nos han dicho desde el Instituto de la Mujer. Se debería pedir la dimisión preventiva de la ministra de sanidad, antes de que haga más daño a los españoles y las españolas con su fanatismo iletrado.
Con políticos que tratan, como sea, de hacer coincidir la realidad con su ideología y no al revés, a España le esperan graves problemas en la salud psíquica de sus ciudadanos, pero también sobre la salud física, como se referirá a continuación. Estas son algunas hipótesis sobre lo que ocurrirá en nuestro país en los próximos meses-años, que alcanzará cotas de auténtica “epidemia social”.
Se elevarán las tasas de estrés (el 44 % tiene más estrés que hace dos años según un estudio de Pfizzer), esto ocasionará más fallecimientos por enfermedades cardiovasculares, debido a la subida de la tensión arterial, el colesterol y los factores favorecedores de estas patologías. También se producirá una disminución de los sistemas defensivos que incrementará las tasas de infecciones y posiblemente las cancerígenas.
Se elevará el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, lo que hará que el estado recaude más impuestos pero también que se deteriore acumulativamente la salud de los ciudadanos.
Al tener menos poder adquisitivo, la alimentación de los españoles será de peor calidad, incrementando los productos más industriales con elevación de los niveles de grasas, lo que redundará en un incremento acumulado de problemas.
Se incrementarán los estados de ansiedad y angustia en la población, al igual que los de depresión y suicidio. La carga de acontecimientos vitales multiplicará los efectos perjudiciales. Se producirán numerosos trastornos del sueño y un incremento en el consumo de psicofármacos.
Por los mismos motivos se incrementarán los accidentes de circulación, al igual que los suicidios y los homicidios, en el caso de los suicidios masculinos en un estudio realizado en Japón, hasta el 67 % se asociaron a la pérdida de trabajo. Al igual que se produjo en la Gran Depresión de 1929 en Estados Unidos.
Se incrementará la agresividad y la criminalidad, consecuentemente la inseguridad, el desamparo y la indefensión, por lo que el estrés también aumentará y producirá numerosas patologías, tanto somáticas como psíquicas.
Debido al incremento de patologías de diverso tipo, se producirá un aumento considerable en la demanda sanitaria, que ya está extenuada por el crecimiento de población inmigrante sin haber incrementado el personal que atiende los servicios.
Esto ocasionará un deterioro en la atención recibida, que a su vez repercutirá de negativamente sobre la salud de los ciudadanos, que verán cómo se va mermando su estado de salud sin que el sistema sanitario pueda atenderlas de forma debida. La crisis económica también incidirá sobre las partidas dedicadas a la atención y asistencia de los ciudadanos, lo que también incidirá sobre los problemas de salud de los ciudadanos.
Ante un funesto panorama como el que se avecina para la salud de los ciudadanos de este país, en el ministerio de sanidad y otras cuantas cosas, tenemos a una señora que es socióloga, sin experiencia sanitaria alguna, que nombra “por qué le sale de los cojones” a una de sus subordinadas, que con una formación de auxiliar administrativo, está dispuesta a acometer el Plan Nacional Antidrogas.
Cuando dentro de un par de años veamos el desastre sin precedentes que se va a organizar en la sanidad española ya será demasiado tarde para muchas personas que habrán visto como su salud se ha deteriorado y no pocos habrán perdido hasta la vida, gracias a que la ineptitud con carnet vale más en estos tiempos que los conocimientos contrastados. Pero que nadie se extrañe, porque ante la crisis sanitaria que se avecina lo único que escucharemos es que se ha producido una pequeña desaceleración de la salud, pero que todo está controlado. ¿Pero cómo va a estar controlado si quien dirige el ministerio no tiene ni puñetera idea de lo que se debe controlar? ¿Pretenden acaso desde el Gobierno que volvamos a creer en los milagros?. Con la salud no se debe jugar nunca, ni siquiera en tiempos de crisis.
Biante de Priena