¿Causalidad o Casualidad?. Cuando pensaba en cómo titular este artículo, vino a mí mente el de una película, aunque con un pequeño retoque sintáctico: “Lo que la verdad "no" esconde”, porque en este, nuestro Oasis catalán y a la luz de nuestro cielo estrellado, observo que la pobre palmera datilera está agotada.
Si la sociedad catalana fuera un fruto, seria un dátil, jugoso y dulce en pleno desierto, para calmar el hambre y los sentidos, pero nuestra palmera está agotada de tanto parir dátiles, y de tan poco riego la están secando, por eso los dátiles son cada vez menos grandes y menos dulces.
Los Oasis, con su microclima producen la humedad y el agua necesaria para que la palmera viva y germine, pero cuando algún elemento del sistema hace que se pierda el equilibrio, el microclima se distorsiona, y ni siquiera el cielo lleno de estrellas puede salvar a la palmera de quedarse seca, no dar frutos, o darlos inservibles. Entonces el Oasis desaparece y sólo queda el desierto de arena improductivo
Observando el Oasis catalán este mes de septiembre, he reparado en unos hechos que no sé si son producto de la casualidad o de la causalidad.
Corre en los ambientes políticos una frase que propicia mis dudas, se dice que: “en política no hay casualidades”. Pero yo que no soy un animal político, no estoy muy segura de la veracidad científica de dicha frase, vamos, que no sé si de ella se deriva una ley de causalidad que se cumple siempre, o simplemente que unas veces se cumple y otras no.
Los hechos tozudos, sin embargo, nos advierten que a veces lo que ocurre es que pasan cosas, y los más listos y hábiles saben sacar provecho de ellas, y entonces parece que ha habido una casualidad, cuando en realidad ha habido una causalidad..
¿Cambios en el ecosistema?
Pero volviendo a nuestro Oasis, veo que este mes de septiembre se presenta en sociedad un holding de la Caixa, miembros destacados de este grupo empresarial son a la vez miembros importantes de La Vanguardia, que a su vez son accionistas de A3TV,que también lo son del holding editorial del Grupo Planeta. Paralelamente la Caixa será patrocinadora de la selección española de fútbol.
Casualidad que A3TV en el programa 360 grados haya realizado un debate sobre: ¿España se rompe?. Y casualidad que la Vanguardia se haya posicionado esta semana ligeramente en contra de los independentistas catalanes.
Causalidad que en el Parlamento catalán, el portavoz de ERC diga públicamente que “el catalanismo es una formula del siglo pasado, y hay que reinventarla…”
¿Será el independentismo catalán actual un elemento desestabilizador del Oasis catalán, que pueda llegar a perjudicar al cielo Estrellado?
¿Será el Gobierno tripartito catalán actual un grupo de incompetentes que nubla el cielo Estrellado?
¿Están los grandes agentes económicos catalanes preocupados por la perdida del equilibrio climático en el Oasis catalán?
¿Podrán seguir brillando las Estrellas catalanas en el Vergel español?
Claro que en este Oasis estrellado, sucede que esas mismas empresas y las familias que las regentan, y que ahora parece están preocupadas por lavar su imagen en España, para seguir cultivando su bolsillo en la Bolsa española, son las que también iluminan la vida económica, cultural, ideológica y política en el Oasis catalán.
Son precisamente estas familias, las que cortan el bacalao en el ecosistema cuatribarrado, y las que patrocinan plataformas nacionalistas que están en contra del idioma castellano en Cataluña, y plataformas deportivas que promueven las selecciones catalanas independentistas. Son estas familias, en total menos de una decena, las que iluminan los contenidos del diario AVUÍ, de las emisoras de radio y de la TV nacionalista catalana, lugares donde machaconamente se construye virtualmente la nacionalidad catalana que los Dioses del cielo Estrellado también llevan en sus corazones.
Pero parece que algo nuevo está ocurriendo en este Oasis nacionalista, cuando los grandes agentes económicos catalanes están dando toques de atención a sectores independentistas como ERC, para que moderen su discurso (o lo dilaten en el tiempo), no sea acaso que se vaya a secar la palmera datilera, porque una cosa es lo que llevamos en el corazón y otra cosa lo que llevamos en la cartera.
La pela, es la pela
La pela, es la pela, y esos poderosos grupos económicos, aunque guarden en su corazoncito una idea virtual, romántica y modernista de Cataluña, por aquello de que de padres a hijos se heredan gustos y disgustos, no se sabe muy bien si por genética, aprendizaje, por una mezcla de ambos, o por la intercesión del Espíritu Santo, discriminan perfectamente entre corazón y caja fuerte.
Pero dudo que el cardiólogo encuentre el corazón de estos privilegiados precisamente en el tórax, a la izquierda, como el de cualquier ciudadano; pues por extraña determinación, se suele situar en la pelvis, cerca de la entrepierna, ya sea a la izquierda o a la derecha, más bien hacia el exterior.
Pero ese problema de tener cómodamente instalado el sentimiento en la "renaixença" y la razón en el presente económico, sólo lo tienen las personas poderosas, las que circulan por los altos planos de este Oasis nuestro, son personas cosmopolitas que viven aquí y ahí, que sus hijos van a colegios exclusivos donde se pueden dar el lujo y la excepción de estudiar en castellano, en catalán y en una tercera lengua, se encuentran por encima del bien y del mal, se encuentran cual dioses del Olimpo en ese alto cielo Estrellado, desde donde pueden seguir rigiendo nuestros destinos al amparo de las estrellas.
Yo vivo abajo, en el Oasis terrenal, como la palmera Datilera, con las raíces dentro de la tierra y las ramas en el cielo, dependiendo de la escasa agua que recibo, y dando dátiles sin parar para beneficio de los Dioses. Y como a la palmera datilera, me preocupa la sequía, me preocupa el precio del pan, de las coles y los mariscos para la paella del domingo, me preocupa que mi hijo no pueda aprender castellano en la escuela catalana, me preocupa que no haya libertad de prensa en Cataluña, me preocupa que no haya libertad lingüística en la TV catalana, me preocupa que se multe a mi tendero por no rotular en catalán, me preocupan tantas cosas.
Y mientras yo me preocupo de las cosas de la tierra, los de la red de oro siguen a lo suyo, tejiendo de estrellas el cielo del Oasis catalán, y si pueden también el cielo del Vergel español, libres ellos de los problemas mundanos, sólo se ocupan de seguir tejiendo su red de estrellas doradas.
Y parece que desde el cielo Estrellado los Dioses están anunciando a los actores políticos nacionalistas catalanes, por TV, prensa, y vete a saber por dónde más; quizás por los despachos, quizás por el boca a boca, quizás una cenita por aquí y una llamadita por allá, que tengan más mesura en sus haceres y sus decires, porque eso de la nación catalana está muy bien, pero que se la pongan en el corazón como los propios Dioses hacen, que nos la sigan imponiendo a las pobres palmeras datileras catalanas en los colegios, en los comercios, en la Administración, en la TV catalana, pero ojo no vayan a pasarse y dejen seca a la palmera datilera ya sea catalana o española, porque la pela, es la pela.
Los Dioses del Olimpo catalán, llevan el nacionalismo en el corazón, el Euro en una mano, y el Pompeu Fabra, en la otra.
Si la sociedad catalana fuera un fruto, seria un dátil, jugoso y dulce en pleno desierto, para calmar el hambre y los sentidos, pero nuestra palmera está agotada de tanto parir dátiles, y de tan poco riego la están secando, por eso los dátiles son cada vez menos grandes y menos dulces.
Los Oasis, con su microclima producen la humedad y el agua necesaria para que la palmera viva y germine, pero cuando algún elemento del sistema hace que se pierda el equilibrio, el microclima se distorsiona, y ni siquiera el cielo lleno de estrellas puede salvar a la palmera de quedarse seca, no dar frutos, o darlos inservibles. Entonces el Oasis desaparece y sólo queda el desierto de arena improductivo
Observando el Oasis catalán este mes de septiembre, he reparado en unos hechos que no sé si son producto de la casualidad o de la causalidad.
Corre en los ambientes políticos una frase que propicia mis dudas, se dice que: “en política no hay casualidades”. Pero yo que no soy un animal político, no estoy muy segura de la veracidad científica de dicha frase, vamos, que no sé si de ella se deriva una ley de causalidad que se cumple siempre, o simplemente que unas veces se cumple y otras no.
Los hechos tozudos, sin embargo, nos advierten que a veces lo que ocurre es que pasan cosas, y los más listos y hábiles saben sacar provecho de ellas, y entonces parece que ha habido una casualidad, cuando en realidad ha habido una causalidad..
¿Cambios en el ecosistema?
Pero volviendo a nuestro Oasis, veo que este mes de septiembre se presenta en sociedad un holding de la Caixa, miembros destacados de este grupo empresarial son a la vez miembros importantes de La Vanguardia, que a su vez son accionistas de A3TV,que también lo son del holding editorial del Grupo Planeta. Paralelamente la Caixa será patrocinadora de la selección española de fútbol.
Casualidad que A3TV en el programa 360 grados haya realizado un debate sobre: ¿España se rompe?. Y casualidad que la Vanguardia se haya posicionado esta semana ligeramente en contra de los independentistas catalanes.
Causalidad que en el Parlamento catalán, el portavoz de ERC diga públicamente que “el catalanismo es una formula del siglo pasado, y hay que reinventarla…”
¿Será el independentismo catalán actual un elemento desestabilizador del Oasis catalán, que pueda llegar a perjudicar al cielo Estrellado?
¿Será el Gobierno tripartito catalán actual un grupo de incompetentes que nubla el cielo Estrellado?
¿Están los grandes agentes económicos catalanes preocupados por la perdida del equilibrio climático en el Oasis catalán?
¿Podrán seguir brillando las Estrellas catalanas en el Vergel español?
Claro que en este Oasis estrellado, sucede que esas mismas empresas y las familias que las regentan, y que ahora parece están preocupadas por lavar su imagen en España, para seguir cultivando su bolsillo en la Bolsa española, son las que también iluminan la vida económica, cultural, ideológica y política en el Oasis catalán.
Son precisamente estas familias, las que cortan el bacalao en el ecosistema cuatribarrado, y las que patrocinan plataformas nacionalistas que están en contra del idioma castellano en Cataluña, y plataformas deportivas que promueven las selecciones catalanas independentistas. Son estas familias, en total menos de una decena, las que iluminan los contenidos del diario AVUÍ, de las emisoras de radio y de la TV nacionalista catalana, lugares donde machaconamente se construye virtualmente la nacionalidad catalana que los Dioses del cielo Estrellado también llevan en sus corazones.
Pero parece que algo nuevo está ocurriendo en este Oasis nacionalista, cuando los grandes agentes económicos catalanes están dando toques de atención a sectores independentistas como ERC, para que moderen su discurso (o lo dilaten en el tiempo), no sea acaso que se vaya a secar la palmera datilera, porque una cosa es lo que llevamos en el corazón y otra cosa lo que llevamos en la cartera.
La pela, es la pela
La pela, es la pela, y esos poderosos grupos económicos, aunque guarden en su corazoncito una idea virtual, romántica y modernista de Cataluña, por aquello de que de padres a hijos se heredan gustos y disgustos, no se sabe muy bien si por genética, aprendizaje, por una mezcla de ambos, o por la intercesión del Espíritu Santo, discriminan perfectamente entre corazón y caja fuerte.
Pero dudo que el cardiólogo encuentre el corazón de estos privilegiados precisamente en el tórax, a la izquierda, como el de cualquier ciudadano; pues por extraña determinación, se suele situar en la pelvis, cerca de la entrepierna, ya sea a la izquierda o a la derecha, más bien hacia el exterior.
Pero ese problema de tener cómodamente instalado el sentimiento en la "renaixença" y la razón en el presente económico, sólo lo tienen las personas poderosas, las que circulan por los altos planos de este Oasis nuestro, son personas cosmopolitas que viven aquí y ahí, que sus hijos van a colegios exclusivos donde se pueden dar el lujo y la excepción de estudiar en castellano, en catalán y en una tercera lengua, se encuentran por encima del bien y del mal, se encuentran cual dioses del Olimpo en ese alto cielo Estrellado, desde donde pueden seguir rigiendo nuestros destinos al amparo de las estrellas.
Yo vivo abajo, en el Oasis terrenal, como la palmera Datilera, con las raíces dentro de la tierra y las ramas en el cielo, dependiendo de la escasa agua que recibo, y dando dátiles sin parar para beneficio de los Dioses. Y como a la palmera datilera, me preocupa la sequía, me preocupa el precio del pan, de las coles y los mariscos para la paella del domingo, me preocupa que mi hijo no pueda aprender castellano en la escuela catalana, me preocupa que no haya libertad de prensa en Cataluña, me preocupa que no haya libertad lingüística en la TV catalana, me preocupa que se multe a mi tendero por no rotular en catalán, me preocupan tantas cosas.
Y mientras yo me preocupo de las cosas de la tierra, los de la red de oro siguen a lo suyo, tejiendo de estrellas el cielo del Oasis catalán, y si pueden también el cielo del Vergel español, libres ellos de los problemas mundanos, sólo se ocupan de seguir tejiendo su red de estrellas doradas.
Y parece que desde el cielo Estrellado los Dioses están anunciando a los actores políticos nacionalistas catalanes, por TV, prensa, y vete a saber por dónde más; quizás por los despachos, quizás por el boca a boca, quizás una cenita por aquí y una llamadita por allá, que tengan más mesura en sus haceres y sus decires, porque eso de la nación catalana está muy bien, pero que se la pongan en el corazón como los propios Dioses hacen, que nos la sigan imponiendo a las pobres palmeras datileras catalanas en los colegios, en los comercios, en la Administración, en la TV catalana, pero ojo no vayan a pasarse y dejen seca a la palmera datilera ya sea catalana o española, porque la pela, es la pela.
Los Dioses del Olimpo catalán, llevan el nacionalismo en el corazón, el Euro en una mano, y el Pompeu Fabra, en la otra.
Libertad Buensuceso