Los atentados de Winenden (Alemania) y Alabama (USA), han vuelto a zaherir la conciencia internacional. Diversos motivos se han expuesto como origen de estos hechos, que han ido incrementando su frecuencia en los últimos años.
Se puede hablar de modas en la expresión pública de la violencia, hace unos años, en Japón y otros paísesm se produjo una ola de suicidios concertados entre adolescentes. Hoy parece que los homicidios en escenarios educativos se han incrementado.
El problema básico que se plantea es saber cual es el origen fundamental de estos estallidos de violencia hetero o auto agresivos. Y aquí surgen las discrepancias y las intenciones políticas o económicas.
Hay diversas facciones que tratan de explicar el origen del mal atribuyéndolo a sus demonios favoritos. Las posiciones más progresistas consideran que el acceso a las armas, su escaso control, y su presencia en el hogar son las raíces del problema, cuando en España, por ejemplo, hay miles de cazadores con hijos y hasta ahora por fortuna no ha habido ningún caso de matanzas escolares. En todo caso, la presencia de armas posiblemente se relacione con la cantidad de víctimas, pero no con su causa.
Entre las posiciones conservadoras se atribuye el origen del problema a la depauperación de valores, a la falta de autoridad, de adscripción religiosa y al libertinaje, posiblemente haya algo de verdad en esta atribución, pero no se puede considerar que explique el origen, pues ha habido casos en que el exceso de adscripción religiosa, la presencia de autoritarismo, y la opresión, están relacionados precisamente con estos crímenes.
Las posiciones más liberales consideran que el problema radica en el individuo, y atribuyen a su falta de adaptación, a sus problemas personales, o a diversas patologías el origen del problema, algo que realmente tampoco se puede aceptar porque hay muchos casos que presentan dificultades de ese tipo y no derivan en violencia.
Hay otras opiniones, por ejemplo los que piensan que es la violencia de los videojuegos o de las películas las que empujan a cometer atrocidades de este tipo, algo que tampoco puede considerarse como explicación, porque los casos que se presentan son escasos y hay millones de chavales expuestos a la violencia de los videojuegos o las películas y no han tenido nunca una conducta violenta.
En mi opinión, el origen del incremento de la violencia en la sociedad actual se debe a muchas causas que deben converger en unas determinadas circunstancias y resulta difícil encontrar un patrón compartido en estas conductas, pero algunas cuestiones están habitualmente presentes en casi todos los casos. Expondré algunas a continuación.
Hay factores relacionados con el individuo, como el aislamiento del sujeto, la sensación de soledad, la inadaptación a las relaciones sociales, la frustración personal, algún tipo de conflicto con el medio, la ausencia de modelos adaptativos que emular, el hartazgo de una forma de vida, la atribución paranoide de sus problemas a los demás, los fracasos afectivos, la necesidad de reconocimiento, y la ausencia de temor a la muerte.
Hay factores relacionados con la sociedad, ausencia de canales claros de desarrollo personal, la crispación en el ambiente, las dificultades que los jóvenes encuentran para organizarse una vida propia, el efecto halo que imprimen los medios de comunicación con estos casos, convirtiendo en “estrellas” a los autores, el éxito informativo de noticias de este tipo, la ausencia de explicaciones convincentes sobre su ocurrencia.
La violencia masiva de un solo individuo sigue un patrón establecido de forma habitual, suele estar programada y ha sido rumiada durante mucho tiempo, es decir “el arma tiene que estar cargada” y entonces cualquier detonante puede desencadenar los hechos. La única forma de intervención es la prevención, pero para prevenir hay que conocer que es lo que se debe atender y que se debe desestimar.
En el caso de los adolescentes, antes de un caso de este tipo hay un conjunto de conductas que pueden delatar la ocurrencia posible de violencia contra sí mismo o contra los demás, y que deben ser detectadas por las personas próximas al sujeto: los cambios de conducta inexplicables, el aislamiento, el mutismo, la disminución ostensible de comunicación con su medio, la atribución a los demás de sus problemas de una forma fanática, la desconexión con sus patrones habituales de conducta, las manifestaciones depresivas u hostiles hacia los demás y hacia sí mismo, la expresión de impotencia ante las dificultades de su vida, la falta de ilusión, la ausencia de disfrute con las cosas que antes disfrutaba, la manifestación de hartazgo, el abandono de tareas o actividades habituales, y una clara sensación propia de que no hay salida para todos sus problemas.
Para que una conducta violenta se produzca en la adolescencia, en la mayoría de los casos hay que recorrer un camino que puede determinarse. Los agentes que pueden intervenir para que no se produzca son los más próximos al sujeto: sus padres y familia, sus parejas, sus amigos, sus profesores, sus vecinos, y todo aquel que tenga contacto con el sujeto. Hay muchos casos en los que no se podrán evitar las masacres, pero en otros es posible, siempre que los personajes que rodean al potencial criminal estén suficientemente atentos e intervengan antes de que el proceso de construcción del crimen se haya materializado.
Los medios de comunicación deberían interesarse más por difundir las conductas y acciones que pueden acontecer antes de un crimen, que la investigación exhaustiva de los hechos que pudieron estar implicados en su materialización. Muchos problemas graves que se producen en la adolescencia se podrían evitar simplemente con la presencia de un canal de comunicación permanente, en el que los más jóvenes pudieran expresar su malestar antes de que sea demasiado tarde.
Desde la antropología se considera que las sociedades que tienen canales de expresión cultural de la violencia, que no se han obstruido con la imposición absolutista de unos valores de erradicación de la agresividad, tienen a la larga menos conductas violentas que las que las que imponen el pacifismo por decreto para envolver la violencia existente y así, parezca que no exista. La invisibilidad institucionalizada de la violencia es posiblemente una de las causas del incremento exacerbado de la violencia en las sociedades occidentales.
El considerar como violencia lo que no lo es, por parte de las autoridades, es otra forma de incrementar la concentración de la violencia hasta que termina estallando. Las conductas agresivas se relacionan más con la biología y el instinto, para transormarse en violencia debe producirse cuando menos un fracaso cultural en su control y extinción. Toda conducta violenta, es un síntoma de fallo cultural de la sociedad, de la familia, de las parejas, de los amigos.
Y que no se entienda mal, no se trata de hacer responsable a la sociedad de los actos violentos, porque sin pulsiones agresivas de los individuos, las conductas violentas no llegarían a producirse, pero entre pulsión agresiva y acto violento hay un recorrido, que es en la mayoría de las ocasiones el único momento en que se puede intervenir de forma preventiva, por eso es interesante hacer lo posible para que la mayoría de la gente sepa detectar ese momento y saber intervenir en el mismo.
Biante de Priena
Se puede hablar de modas en la expresión pública de la violencia, hace unos años, en Japón y otros paísesm se produjo una ola de suicidios concertados entre adolescentes. Hoy parece que los homicidios en escenarios educativos se han incrementado.
El problema básico que se plantea es saber cual es el origen fundamental de estos estallidos de violencia hetero o auto agresivos. Y aquí surgen las discrepancias y las intenciones políticas o económicas.
Hay diversas facciones que tratan de explicar el origen del mal atribuyéndolo a sus demonios favoritos. Las posiciones más progresistas consideran que el acceso a las armas, su escaso control, y su presencia en el hogar son las raíces del problema, cuando en España, por ejemplo, hay miles de cazadores con hijos y hasta ahora por fortuna no ha habido ningún caso de matanzas escolares. En todo caso, la presencia de armas posiblemente se relacione con la cantidad de víctimas, pero no con su causa.
Entre las posiciones conservadoras se atribuye el origen del problema a la depauperación de valores, a la falta de autoridad, de adscripción religiosa y al libertinaje, posiblemente haya algo de verdad en esta atribución, pero no se puede considerar que explique el origen, pues ha habido casos en que el exceso de adscripción religiosa, la presencia de autoritarismo, y la opresión, están relacionados precisamente con estos crímenes.
Las posiciones más liberales consideran que el problema radica en el individuo, y atribuyen a su falta de adaptación, a sus problemas personales, o a diversas patologías el origen del problema, algo que realmente tampoco se puede aceptar porque hay muchos casos que presentan dificultades de ese tipo y no derivan en violencia.
Hay otras opiniones, por ejemplo los que piensan que es la violencia de los videojuegos o de las películas las que empujan a cometer atrocidades de este tipo, algo que tampoco puede considerarse como explicación, porque los casos que se presentan son escasos y hay millones de chavales expuestos a la violencia de los videojuegos o las películas y no han tenido nunca una conducta violenta.
En mi opinión, el origen del incremento de la violencia en la sociedad actual se debe a muchas causas que deben converger en unas determinadas circunstancias y resulta difícil encontrar un patrón compartido en estas conductas, pero algunas cuestiones están habitualmente presentes en casi todos los casos. Expondré algunas a continuación.
Hay factores relacionados con el individuo, como el aislamiento del sujeto, la sensación de soledad, la inadaptación a las relaciones sociales, la frustración personal, algún tipo de conflicto con el medio, la ausencia de modelos adaptativos que emular, el hartazgo de una forma de vida, la atribución paranoide de sus problemas a los demás, los fracasos afectivos, la necesidad de reconocimiento, y la ausencia de temor a la muerte.
Hay factores relacionados con la sociedad, ausencia de canales claros de desarrollo personal, la crispación en el ambiente, las dificultades que los jóvenes encuentran para organizarse una vida propia, el efecto halo que imprimen los medios de comunicación con estos casos, convirtiendo en “estrellas” a los autores, el éxito informativo de noticias de este tipo, la ausencia de explicaciones convincentes sobre su ocurrencia.
La violencia masiva de un solo individuo sigue un patrón establecido de forma habitual, suele estar programada y ha sido rumiada durante mucho tiempo, es decir “el arma tiene que estar cargada” y entonces cualquier detonante puede desencadenar los hechos. La única forma de intervención es la prevención, pero para prevenir hay que conocer que es lo que se debe atender y que se debe desestimar.
En el caso de los adolescentes, antes de un caso de este tipo hay un conjunto de conductas que pueden delatar la ocurrencia posible de violencia contra sí mismo o contra los demás, y que deben ser detectadas por las personas próximas al sujeto: los cambios de conducta inexplicables, el aislamiento, el mutismo, la disminución ostensible de comunicación con su medio, la atribución a los demás de sus problemas de una forma fanática, la desconexión con sus patrones habituales de conducta, las manifestaciones depresivas u hostiles hacia los demás y hacia sí mismo, la expresión de impotencia ante las dificultades de su vida, la falta de ilusión, la ausencia de disfrute con las cosas que antes disfrutaba, la manifestación de hartazgo, el abandono de tareas o actividades habituales, y una clara sensación propia de que no hay salida para todos sus problemas.
Para que una conducta violenta se produzca en la adolescencia, en la mayoría de los casos hay que recorrer un camino que puede determinarse. Los agentes que pueden intervenir para que no se produzca son los más próximos al sujeto: sus padres y familia, sus parejas, sus amigos, sus profesores, sus vecinos, y todo aquel que tenga contacto con el sujeto. Hay muchos casos en los que no se podrán evitar las masacres, pero en otros es posible, siempre que los personajes que rodean al potencial criminal estén suficientemente atentos e intervengan antes de que el proceso de construcción del crimen se haya materializado.
Los medios de comunicación deberían interesarse más por difundir las conductas y acciones que pueden acontecer antes de un crimen, que la investigación exhaustiva de los hechos que pudieron estar implicados en su materialización. Muchos problemas graves que se producen en la adolescencia se podrían evitar simplemente con la presencia de un canal de comunicación permanente, en el que los más jóvenes pudieran expresar su malestar antes de que sea demasiado tarde.
Desde la antropología se considera que las sociedades que tienen canales de expresión cultural de la violencia, que no se han obstruido con la imposición absolutista de unos valores de erradicación de la agresividad, tienen a la larga menos conductas violentas que las que las que imponen el pacifismo por decreto para envolver la violencia existente y así, parezca que no exista. La invisibilidad institucionalizada de la violencia es posiblemente una de las causas del incremento exacerbado de la violencia en las sociedades occidentales.
El considerar como violencia lo que no lo es, por parte de las autoridades, es otra forma de incrementar la concentración de la violencia hasta que termina estallando. Las conductas agresivas se relacionan más con la biología y el instinto, para transormarse en violencia debe producirse cuando menos un fracaso cultural en su control y extinción. Toda conducta violenta, es un síntoma de fallo cultural de la sociedad, de la familia, de las parejas, de los amigos.
Y que no se entienda mal, no se trata de hacer responsable a la sociedad de los actos violentos, porque sin pulsiones agresivas de los individuos, las conductas violentas no llegarían a producirse, pero entre pulsión agresiva y acto violento hay un recorrido, que es en la mayoría de las ocasiones el único momento en que se puede intervenir de forma preventiva, por eso es interesante hacer lo posible para que la mayoría de la gente sepa detectar ese momento y saber intervenir en el mismo.
Biante de Priena