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jueves, 9 de diciembre de 2010

Rehenes del Estado perfecto


Verán ustedes, entre el poder y la libertad, siempre la libertad, será un defecto personal, no voy a discutirlo. Del poder, hace muchos años que no surge nada bueno para la sociedad, quiero decir, para la sociedad total, no para determinados sectores que de pronto se ven sorprendidos por la magnanimidad de los que dirigen sus pasos. Si observamos lo que ocurre con los gobiernos, con los parlamentos, con las instituciones políticas, descubriremos que las decisiones de los que detentan el poder siempre usurpan la libertad de aquellos a los que gobiernan, siempre lo hacen de forma sigilosa, ladina y artera, pero siempre lo hacen.

Lo social es un invento, un concepto inútil como otros tantos, una cárcel que favorece a los poderosos que al final son los que tienen la facultad de utilizar el lenguaje como les convenga. Ni siquiera ellos mismos comparten los términos, cuando alguien del PSOE se refiere a lo social, se aprecia su veneración divina: lo social lo es todo, exactamente todo lo que les vota y les conviene, supuestamente, a ellos y a los que les votan. Si son los del PP, consideran que lo social es algo derivado, un producto de la obra divina, humana o incluso del poder, algo que recuerda a una concesión de alguien. Los nacionalistas siempre se refieren a lo social particular, lo ajeno no es social, es barbarie, imperio o miseria.

Los liberales abjuramos de lo social, porque lo social se ha convertido en una jaula inhumana en la que Pedro Pérez Percances deja de ser Pedro, un ciudadano soberano, para convertirse en una entidad amorfa, un microbio político, un ente abstracto y por supuesto colectivo. Lo social asesina lo individual, al poder le interesa acabar con lo individual, porque lo individual es el germen de la diversidad y al poder le interesa la homogeneidad de sus súbditos. Sin individualidad, sin diversidad, no existe la libertad y esa es la trampa de la que se sirve el poder para organizar la sociedad de masas a su conveniencia.

Considero que todo poder es opresivo por naturaleza, y que las motivaciones sociales que arguye para sus propósitos es la mejor forma de alcanzar su perpetuación, en el más de lo mismo, impidiendo cualquier cambio o evolución. Por eso al poder sólo se le puede derrocar con revoluciones, aunque sea provisionalmente. Al menos en los periodos revolucionarios las cosas cambian, cambian los personajes que detentan el poder, y ocurren algunas cosas nuevas, sino estamos condenados a replicar de forma clónica el más de lo mismo.

Esa es la situación en la que nos encontramos en España en el actual Estado de Alarma, he visto al Gobierno en sus intervenciones, también a los representantes de la oposición, han hecho su juego, como siempre, a espaldas de los ciudadanos, pero todos se han sentido satisfechos porque han defendido a la sociedad, a su manera, eso sí. Han definido el campo semántico de maniobras, lo han asumido entre todos y se han quedado tan frescos, sin que ninguno de los parlamentarios haya dicho realmente lo que ha ocurrido, ni haya ofrecido soluciones para resolverlo. Se permiten juzgar a los demás como si fueran el tribunal del juicio final de los últimos días y se quedan tan frescos. Pero, y aquí está la enseñanza de lo ocurrido, cuanto más perfección no muestran en su estado, más nos damos cuenta los ciudadanos de sus mentiras, de su ineficacia, de su ineptitud, de su extravagancia.

La cuestión de los controladores ha servido, como un retrato, para comprender que el gobierno manda más que gobierna, que impone su voluntad como le sale de los cojones con la legitimación de haber sido votados en las urnas y a eso no tiene nada que decir la oposición, porque está ahí gracias al mismo procedimiento. Así demuestran que son una casta, con muchos más privilegios que los controladores aéreos, porque lo que los controladores aéreos han hecho un día, por tener el poder de hacerlo en sus manos, los políticos lo llevan haciendo desde hace 32 años todos los días y no pueden admitir ningún intruso que les desplace del poder, que es absoluto y les pertenece.

Hagan ustedes una lectura de las palabras de todos los que han intervenido en el estrado del Parlamento, sustituyan huelga de controladores, por nuestra perpetuación en el poder y descubrirán que el auténtico objetivo de todos ellos no es ni la sociedad, ni la imagen de España, ni los ciudadanos, ni las pérdidas descomunales, sino seguir haciendo lo mismo sin que nadie lo impida, ni se atreva siquiera a decir algo en contra, porque eso será causa de sedición.

El Estado perfecto es el que permite a unos ineptos, todos y de todos los partidos, imponer su voluntad a los ciudadanos, sean controladores aéreos o parados, a los que desprecian por completo y que consideran una incomodidad innecesaria para seguir en su más de lo mismo, destruyan el país, arruinen la economía, impongan su yugo o destruyan cualquier posibilidad de solución. Todos ellos han hablado del problema, ninguno de la solución. Viendo lo que ha ocurrido con los controladores aéreos se puede entender lo que ocurrió entre el PSOE, ETA y el GAL, o entre el PSOE, Al Qaeda y el 11-M, o entre el PSOE, la crisis económica y el paro, y los españoles. Siempre un enemigo contra la sociedad, siempre el PSOE interviniendo en el asunto por nuestro bien y cagándola. Luego los platos rotos los pagamos todos. ¿El PSOE nunca es responsable de nada, ni cuando gobierna, ni cuando está en la oposición? y la oposición haciéndoles la ola.

¡Magnífico, ésto es el Estado Perfecto! ¿Y las vícitmas de sus desmanes e ineptitud, a quién reclamamos?. ¿Los cinco millones de parados donde tienen que presentar la demanda? ¿El país arruinado dónde presenta la reclamación?. ¿Vamos al Fiscal General del Gobierno , directamente a los juzgados de instrucción o salimos a la calle?. Si el fiscal pedirá ocho años de cárcel para los controladores rebeldes, ¿cuántos habría que pedir para los políticos que nos esquilman sin interrupción?. El daño que los controladores aéreos han causado a España y los españoles no es ni la milésima parte del que nos causan los políticos cualquier año de legislatura. Y no pasa nada. ¡A votar! ¡Que hable la democracia! ¡Y el pueblo!. Yo me pregunto, ¿para qué?, si da igual que hable, que grite, que llore o se desespere por el maltrato continuado, que los políticos van a seguir haciendo lo mismo, los que vengan como los que se fueron: defenderán la sociedad, mientras los ciudadanos nos vamos a la mierda. ¿Ustedes lo entienden?

Ciertamente, la sociedad de los políticos tampoco tiene mucho que ver con la sociedad de los ciudadanos. Los políticos consideran la sociedad como un amuleto amorfo, formado por una mosa informe de microbios, sin capacidad política, que hay que guiar por el buen camino, que es el que a los políticos les interesa. Con nombrar la sociedad de vez en cuando ya pagan el peaje para seguir recibiendo privilegios. La sociedad que a ellos les concede libertad y poder, a los ciudadanos nos oprime y aplasta.

Solo por ello, una vez más, y a pesar de que me revienta, tengo que reconocer que la acción de los controladores aéreos ha estado justificada contra el poder, no así contra los ciudadanos, a los que han convertido en sus vícitmas y sus rehenes. Ha estado justificada contra el poder, pero ha sido ilegítima, amoral y de una violencia despiadada contra sus conciudadanos.

Pero no puedo asumir justificación alguna para la imposición del Gobierno, sin entrar en consideraciones sobre si los controladores aéreos ganan o deben, sobre si nos expolian o nos desprecian a los demás, me da absolutamente igual. Si son unos privilegiados o unos explotados, si ganan muchísimo o si no tienen tiempo para gastarlo a su antojo. Ellos han elegido ser controladores para lo bueno y lo malo y es lo que hay. Controladores aéreos se necesitan en toda el mundo y no he visto que se hayan marchado a otro país, luego será que aquí no están tan mal como nos cuentan. ¿Qué tasa de abandono profesional hay en los controladores aéreos tan puteados y envilecidos?. Si es elevada los controladores demostrarán de forma inmediata que llevan razón, si no es así, habrá que pensar otra cosa.

Pero lo que no puedo aceptar es que los políticos nos engañen de forma tan cochambrosa para imponernos su voluntad y sus privilegios, porque si razones tengo para quejarme de los controladores aéreos por explotarme cuando vuelo en avión, ¿qué razones poderosas no tendré acumuladas para aquellos que me explotan todos los días en todas las cosas que hago y puedo llegar a hacer?. Me siento rehén de los políticos, secuestrado en el Estado perfecto, convertido en esclavo de sus memeces, subyugado por su estupidez y sin ninguna posibilidad de hacer nada contra ellos, más que quejarme sin cesar y dejar un rastro de lamentos en este blog, para advertir a los que vengan detrás con la esperanza de que ellos sepan librarse del despojo al que sin duda serán sometidos desde el poder, y para que algunos coetáneos lo lean y me respondan que paz y amor...y el plus pal salón. Es lo que hay.

Biante de Priena

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