desde 2.006 en Internet

domingo, 8 de agosto de 2010

La bandera de la necedad ondea en La Moncloa


Estoy harto del relativismo, sin otro mérito que su afán destructivo, se ha convertido en la mayor dictadura dogmática del pensamiento desde que Agustín de Hipona consideró que las verdades sólo podían ser reveladas por inspiración divina.

¿Pero qué modernidad aporta el relativismo?. Ninguna, salvo la exaltación de la ignorancia como bien intelectual supremo. La ausencia de conocimiento es ignorancia, no creatividad, no rebeldía, no innovación. Desanclar el pensamiento de los dogmas del pasado nos conduce al anclaje en los dogmas del futuro, que como todavía no han sido descubiertos, permiten que todos los charlatanes hagan su agosto vendiéndonos el mejo porvenir de los posibles, mientras se ciscan en todo el esfuerzo realizado por las generaciones anteriores.

Que tremenda osadía la de los falsos discípulos socráticos, esos políticos que no saben nada y actúan desde la presunción de que lo saben todo, porque el poder que les ha tocado en la tómbola de las urnas, gracias a la irresponsabilidad de los votantes absortos ante la intoxicación a que les someten, les ha concedido autoridad inmerecida, permitiéndoles convertir la democracia en la tiranía de sus delirios y la pesadilla de los gobernados.

Los nuevos sofistas ocupan los parlamentos con descaro e impunidad. Auténticos indigentes intelectuales convierten en delincuencia la representación pública con el desparpajo propio de la purria más chabacana. ¿Pero qué podemos esperar de esta legión de ineptos “autorizados” exclusivamente por un puñado de votos?. ¿Si desconocen mucho más de lo que saben como van a resolver nuestros problemas?.

Denle ustedes poder a un inepto y destruirá el paraíso si es necesario para pasar a la historia. Ahí tienen a José Luis prometiendo pleno empleo y logrando la cifra más elevada de desempleo de la historia de España, el artífice de la Alianza de Civilizaciones que es incapaz de organizar la convivencia armónica de las autonomías del país que gobierna, un patán que ha elevado la deuda y el déficit españoles a niveles de la dictadura franquista. Y que decirles de Mariano Rajoy, nada, que se puede decir de un fantasma que se conoce mejor por sus ausencias que por sus presencias. ¿Pero de verdad alguien que no cobre del pesebre se piensa que esta camada de impresentables puede resolver los problemas de los españoles como comunidad cultural, histórica, política y económica?.

España es tierra de creyentes, siempre lo ha sido, con Felipe II íbamos a cristianizar el mundo y con Zapatero vamos a socializar la realidad, el problema es que los ciudadanos de este país siempre acabamos pagando los desmadres de los aventureros privilegiados que nos representan políticamente.

El relativismo es el mayor timo intelectual de la historia del pensamiento occidental, es la estrategia del parasitismo, la coartada de los vagos para aprovecharse del esfuerzo de los trabajadores, el engaño de los ineptos para someter a los capaces, el juego de las víctimas para aplastar a los mejor dotados. El socialismo ha derivado en relativismo porque tras la caída del Muro de Berlín se descubrió la auténtica realidad de sus logros: miseria, ignorancia, opresión, burocracia y tiranía, el socialismo real era una táctica para dotar de riqueza a quien no la producía, es decir, a las élites de la nomenclatura, mientras el pueblo cada día vivía con más necesidades, prácticamente en la esclavitud, y la exclusión de libertad.

Los gobiernos de José Luis se han construido sobre la propaganda no sobre los hechos de la realidad, por eso siguen ofreciendo lo que no pueden proporcionar, engañando a la gente en un huída hacia delante, tratando de sobrevivir al caos que han organizado por su ineptitud. Mientras la oposición está de vacaciones permanentes, sin capacidad para denunciar lo que ocurre, con el sambenito de la derecha de escapulario, y sin criterio para exigir la restitución de lo que han dilapidado los inventores de nuevas realidades, como los nacionalistas catalanes, al 4 % de comisión (y todavía hay gente que piensa en la legitimidad del robo institucionalizado como un hecho diferencial) .

La bandera de la necedad ondea en La Moncloa y en todas las instituciones de este país, porque el triunfo de los necios en España es el símbolo más característico de nuestro tiempo.

Biante de Priena

Enlaces Relacionados

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...