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viernes, 1 de febrero de 2013

El castañazo de la casta




"La corrupción es un mal inherente a todo gobierno que no está controlado por la opinión pública." Ludwig von Mises



Los socialistas de todos los partidos (Hayek) atraviesan horas difíciles, mientras los españoles pagamos hoy un 20 % más de impuestos que el año pasado, para sufragar el desfalco de las cajas de ahorros, la dilapidación de recursos  públicos de Zapatero para salvar al PSOE y las geniales ideas de Mariano Rajoy para hundir al PP.

La casta, aglomeración de vividores impresentables que se han acantonado en el poder en nombre de los partidos políticos, usurpando la democracia y a pesar de la justicia, está contra las cuerdas de la opinión pública. 

Sin embargo, el efecto dominó (sucesión de despropósitos) parece que estuviera diseñado de antemano, pues cada semana tapamos el mayor caso de corrupción con otro de más considerables dimensiones. El ventilador de Alfonso Guerra se ha vuelto loco, tanto como él, cuando pide un pacto político de los partidos que han sido los autores del descalabro. Esto es como pedirle a una congregación de ladrones que hagan una ley contra el robo, en fin, cosas de Guerra.

Estamos viviendo una auténtica tragedia griega en la política española, en la que la corrupción política sirve para mantenernos entretenidos ante el descalabro sin fin de la economía española, con seis millones de parados desaparecidos en la cuneta de la historia.
Y cuando digo tragedia griega, no sólo quiero referirme a las obras de Eurípides o Sófocles, sino a la hecatombe que acontecerá en los principales partidos políticos españoles, en los sindicatos, en las instituciones, en los medios de comunicación, en Hacienda, en la justicia y posiblemente en los servicios que todavía nos ofrece el Estado.

La casta se está cocinando en su propia salsa. Mientras Rubalcaba, uno de los representantes máximos de la ocultación de la corrupción del PSOE desde los tiempos de Roldán, tiene la desvergüenza de erigirse en paladín de la honestidad y la moralidad pública. Al tiempo que la señora De Cospedal desmiente lo que haya que desmentir y anuncia que todo es una conspiración para derribar a su partido. 

El PP cometió un grave error al no perseguir la corrupción del PSOE durante el último año, posiblemente porque estuviera implicado en la misma, como en el caso de las cajas de ahorros. Ahora, le estalla en sus propias narices un asunto turbio de apropiación indebida que no tiene buena cara.

Lo único que vamos a sacar los españoles de esta farsa que están representando los mandatarios públicos, es que posiblemente en las próximas elecciones vamos a acudir a las urnas con la lección de la desconfianza estudiada como para matrícula de honor.

Supongo que dentro de unos días saldrán las momias de Zapatero, Aznar y González a recordarnos que durante su época de gobernantes España era un país en el que se podía respirar, no porque el aire fuera limpio, sino por lo bien que habían sellado las cloacas del poder para que no se percibiera la podredumbre. 

Paradójicamente, Rubalcaba y Rajoy ya estaban allí.

Enrique Suárez   

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