"La corrupción es un mal inherente a todo gobierno que no está controlado por la opinión pública." Ludwig von Mises
Los socialistas de todos los partidos (Hayek) atraviesan
horas difíciles, mientras los españoles pagamos hoy un 20 % más de impuestos
que el año pasado, para sufragar el desfalco de las cajas de ahorros, la
dilapidación de recursos públicos de
Zapatero para salvar al PSOE y las geniales ideas de Mariano Rajoy para hundir
al PP.
La casta, aglomeración de vividores impresentables que se han
acantonado en el poder en nombre de los partidos políticos, usurpando la
democracia y a pesar de la justicia, está contra las cuerdas de la opinión
pública.
Sin embargo, el efecto dominó (sucesión de despropósitos)
parece que estuviera diseñado de antemano, pues cada semana tapamos el mayor
caso de corrupción con otro de más considerables dimensiones. El ventilador de
Alfonso Guerra se ha vuelto loco, tanto como él, cuando pide un pacto político
de los partidos que han sido los autores del descalabro. Esto es como pedirle a
una congregación de ladrones que hagan una ley contra el robo, en fin, cosas de
Guerra.
Estamos viviendo una auténtica tragedia griega en la política
española, en la que la corrupción política sirve para mantenernos entretenidos
ante el descalabro sin fin de la economía española, con seis millones de
parados desaparecidos en la cuneta de la historia.
Y cuando digo tragedia griega, no sólo quiero referirme a las
obras de Eurípides o Sófocles, sino a la hecatombe que acontecerá en los
principales partidos políticos españoles, en los sindicatos, en las
instituciones, en los medios de comunicación, en Hacienda, en la justicia y
posiblemente en los servicios que todavía nos ofrece el Estado.
La casta se está cocinando en su propia salsa. Mientras
Rubalcaba, uno de los representantes máximos de la ocultación de la corrupción
del PSOE desde los tiempos de Roldán, tiene la desvergüenza de erigirse en
paladín de la honestidad y la moralidad pública. Al tiempo que la señora De
Cospedal desmiente lo que haya que desmentir y anuncia que todo es una
conspiración para derribar a su partido.
El PP cometió un grave error al no perseguir la corrupción
del PSOE durante el último año, posiblemente porque estuviera implicado en la
misma, como en el caso de las cajas de ahorros. Ahora, le estalla en sus
propias narices un asunto turbio de apropiación indebida que no tiene buena
cara.
Lo único que vamos a sacar los españoles de esta farsa que
están representando los mandatarios públicos, es que posiblemente en las
próximas elecciones vamos a acudir a las urnas con la lección de la desconfianza
estudiada como para matrícula de honor.
Supongo que dentro de unos días saldrán las momias de
Zapatero, Aznar y González a recordarnos que durante su época de gobernantes España
era un país en el que se podía respirar, no porque el aire fuera limpio, sino
por lo bien que habían sellado las cloacas del poder para que no se percibiera
la podredumbre.
Paradójicamente, Rubalcaba y Rajoy ya estaban allí.
Enrique Suárez